José Manuel Pando es, dentro de la historia boliviana, uno de los personajes más representativos e influyentes del período de transición del siglo XIX al siglo XX, encarna el protagonismo y carisma propios de una época en que este país trataba de encontrar su personalidad nacional al mismo tiempo que se debatía entre las secuelas lamentables de dos guerras internacionales que redujeron gran parte de su territorio además de su única salida marítima. A este militar, de verdadera gran talla que la historia posterior no ha podido discutirle, le tocó participar como soldado combatiente, diplomático y gobernante en dichos conflictos. Su impronta abarca un período activo, y casi siempre determinante, de hasta medio siglo, desde los años 1860 hasta su misteriosa muerte, a finales de la primera década del siglo XX. Por lo tanto, conocer su vida es enterarse también de, digamos, una cuarta parte de la historia republicana de Bolivia.
Misteriosa muerte…? Precisamente el libro “Vida y Muerte de José Manuel Pando”, escrito por su sobrino-nieto, el abogado Ramón Salinas Mariaca, hace, además de una apasionante semblanza documentada del Presidente, una verdadera revelación que refuta dramáticamente la versión “oficial” del asesinato político que tanto conmocionó la opinión popular y que condujo al fusilamiento de un –en este caso- inocente que a tiempo del suceso tenía nada más que 16 años…
En fin, son las luces y sombras históricas de un país cuya vida republicana no ha sido necesariamente de las más felices.
Este libro, abundante en detalles sobre el tema, y que no se encontrarán en otras obras históricas similares, guarda detalles que serán interesantes de conocer para quienes tengan interés, aunque sea sólo con afán informativo, la historia boliviana en especial y latinoamericana en general.
El prólogo está escrito por el muy meritorio intelectual Mariano Baptista Gumucio, en estos términos:
“El Dr. Salinas es descendiente del General Pando y no solamente ha tenido acceso a archivos privados sino que, hace muchos años, y ya con la idea de escribir sobre su célebre antepasado, recorrió por tierra y agua, las mismas regiones del noroeste que fueron escenario de las hazañas bélicas y las exploraciones de Pando. Pocas personas pues, tan calificadas como él para escribir sobre el vencedor de la revolución ‘federal’. (…) Me une al Dr. Salinas Mariana una antigua amistad y era yo depositario de una confidencia que él me hizo dos años atrás: la causa verdadera de la muerte del Gral. Pando. Dada su irreprochable honorabilidad y hombría de bien, avalada por toda una vida sin mácula, no tuve duda alguna sobre la veracidad de la confidencia que me confió el Dr. Salinas y en el libro “Yo fui el orgullo” -vida y pensamiento de Franz Tamayo- aludí al asunto sin dar el detalle de los hechos que conocía el Dr. Salinas. La simple mención del tema provocó, como era previsible, la atención de los lectores de esa obra. No era para menos. El llamado “crimen del Kenko” es uno de los misterios que provocó mayor polémica en las primeras décadas del siglo XX boliviano y fue, en buenas cuentas la peor acusación que se esgrimió contra el liberalismo, hasta causar su caída del poder. El juicio, lejos de ser Imparcial, estuvo mancillado por la pasión política y hubo ciudadanos que profesaban hondas convicciones cristianas y que sin embargo buscaron la vindicta implacable y no descansaron hasta ver a un chivo expiatorio frente a un pelotón de fusilamiento: un hombre, que en el momento de la muerte de Pando apenas había ingresado a la adolescencia...
Al comentar mi libro, Don Augusto Guzmán se refirió a la página 348 con estos términos: “En unas cuantas líneas todo un tema para la novelística boliviana. ¿De modo que el general Pando había fallecido por un ataque cerebral y no por los garrotazos del Kenko? Es cosa de quedarse lelo, turulato, afásico, afónico y estupefacto después de haber seguido, hace un montonazo de tiempo, los pasos del escándalo liberorepublicano, las instancias del proceso judicial y las escenas del fusilamiento de Jáuregui, marcado por la muerte a los veinte años en una película especial de cine mudo. Cómo duele este episodio tan siniestro y tan cruel, habida cuenta que nosotros seguimos escribiendo historia con la noticia de que Pando murió víctima de un atentado criminal de móviles oscuros”.
(…) Concluyamos recordando que en la biografía de Abel Iturralde, escrita por Don. Moisés Alcázar, el autor señala que, actuando con el convencimiento del crimen político y dispuesto a que este no quedara impune, Iturralde fue quién volcó la opinión del Congreso y de la opinión pública, hasta conseguir que alguno de los inculpados llegara al paredón.
¿Qué podemos pensar del juez y el fiscal después de conocer las tremendas revelaciones que les hizo el inculpado Villegas y que reiteró en su lecho de muerte al Dr. Salinas Mariaca? Cómo pudieron dejar que un inocente pagara por un supuesto crimen? La muerte se los llevó hace tiempo y esperemos que descansen en paz.
Esta obra esboza la figura de uno de los militares más distinguidos de la historia de Bolivia y cuya vida, sin embargo permanecía en la obscuridad. Uno de los méritos de este libro es precisamente el de traer a las generaciones jóvenes, el recuerdo de quién sirvió a la Patria en los campos de batalla del Pacífico y del Acre, en lides diplomáticas y en las tareas de la administración pública al más alto nivel, y cuya muerte sirvió lamentablemente, de menguada bandera para una parcialidad política.”
Para acceder al libro completo, hacer click aquí ----->: http://www.mediafire.com/?jtminzyvmwy
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