miércoles, 30 de noviembre de 2011

Los videojuegos violentos afectan

Cada vez hay más argumentos a favor de seleccionar y moderar su uso por niños y adolescentes.

No es novedad que, por su carácter de ser audiovisuales y, más que eso, interactivos, los videojuegos en general tienen una indiscutible influencia en el desarrollo, actitudes y comportamiento de las personas, que está en proporción directa de su uso frecuente.
O si no, sólo baste con detenerse a la puerta de algún local público de videojuegos para observar qué porcentaje de adolescentes, incluso niños, luego de agotar hasta el último centavo de sus bolsillos, no tienen más remedio que abandonar, con la mirada "medio perdida", pero nada más que por el día de hoy, su combate virtual con heroes y monstruos que han cobrado una existencia casi real en su mentalidad sobre la base de las imágenes y efectos en las pantallas.
Tampoco es necesario recordar las diversas noticias de que muchos jóvenes, incluso niños, involucrados en escenas y episodios violentos admitieron su adicción por los videojuegos y, en especial, por los de roles de personajes violentos, vengadores, guerrilleros, mercenarios, terroristas y todo ese folklore que ya tiene características de un sub-mundo.
Y es que los videojuegos, mejor dicho quienes los desarrollan, no tienen reparos en explotar una adicción que se retroalimenta a sí misma y que la mercadotecnia viral se ocupa de expandir. Al parecer, el poder cultural y económico que están llegando a ejercer los videojuegos, que comenzaron un día lejano con una pequeña esfera rebotando en los límites de la pantalla, ahora tiene las características de todo un "mundo aparte" del que hay más dificultades para salir que para entrar.
Pero cada vez está más demostrado que estos videojuegos, especialmente los de violencia explícita, en que las armas, la muerte y la sangre son elementos sine quanon, no sólo causan impresión sino también un impacto de mediano y largo plazo en la psique, actitudes, valores y comportamientos de niños y adolescentes, entre los cuales la tolerancia a la violencia y una visión cada vez más superficial por el sentido de la vida son daños que pueden hacerse crónicos y difíciles de reparar.
A este respecto se añade otro argumento de preocupación: un estudio recientemente realizado aporta más elementos de que los videojuegos violentos provocan secuelas a largo plazo en las funciones mentales de jóvenes adultos, hasta el punto de que en los Estados Unidos de América ha llegado a convertirse en uno asunto de controversia judicial.
Este estudio se desarrolló con dos grupos de jóvenes uno de los cuales jugó durante un período de hasta 10 horas de diarias durante una semana, sucediéndole otra semana de abstención, mientras el otro grupo no jugaba. Luego se realizaron pruebas psicológicas que demostraron, al menos para esta experiencia, que quienes jugaron más tiempo mostraron una mayor predisposición a la agresividad que el grupo "testigo".
No obstante que este experimento tuvo escala más o menos limitada, la deducción es que las personas más "adictas" a los videojuegos violentos tienen mayor vulnerabilidad y predisposición a apropiarse y replicar las mismas en la vida real.
Y todo esto marca una alerta no sólo para los padres sino también para los mismos niños, adolescentes y jóvenes: de tanto internarse en el mundo imaginario de los videojuegos violentos, se tiene tendencia a ver la vida y la cotidianidad con los mismos ojos y actitudes con que se reacciona en un episodio virtual, lo cual puede provocar que, por ejemplo, la violencia o la muerte, de ser episodios traumáticos, poco a poco pasen a asumirse como algo trivial, lo cual puede afectar, incluso profundamente, la personalidad y el comportamiento.

Para mayores referencias, se aconseja leer esta noticia.

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Tai chi o el arte del equilibrio

Terapia, filosofía, arte marcial, disciplina… un estilo de vida. Difícil de definir, el t’ai chi es una práctica que no se explica, se experimenta.

Autora: Carmen Ortúzar M.
Fuente: Revista “Conozca Más”.

Agobiadas por un mundo donde imperan la violencia y el consumismo, la agitación, el stress y las enfermedades sociales y mentales, muchas personas andan en busca de paz interior, de la salud y la armonía con su propio yo y con los demás. Algunas de ellas han descubierto esa fuente de vida en el T’ai Chi, una milenaria práctica oriental que se ha extendido por casi todo el orbe.
¿Qué es el T’ai Chi? ¿Un arte marcial, un deporte, una filosofía, un estilo de vida? Difícil de explicarlo “porque hay que vivirlo, experimentarlo”, dicen sus seguidores. En realidad, el T’ai Chi es todo eso... Pero es más.
¿Cómo sabe usted que en la mañana, cuando hay sol, puede tender la ropa mojada porque se va a secar y que no sucederá lo mismo en la noche, cuando éste se haya escondido? Parece obvio. Ni siquiera es una acción que requiere reflexionarla. Lo dice la experiencia, es un conocimiento de vida. Y aunque usted no lo crea, todo eso está conectado con el T’ai Chi. Así lo aseguran los maestros chinos que han extendido este arte milenario en Occidente:
“El T’ai Chi enseña cuál es la hora que sale el sol (el yang, el principio positivo) y qué hay que hacer; cuál es la hora que sale la luna (el yin, principio negativo) y qué hay que hacer a esa hora. Si uno tiene esa filosofía, la fuerza del T’ai Chi, uno sabe qué hacer, también, a una determinada edad: a los 20, a los 30, 50... Si uno tiene 80 años no puede preferir hacer lo de una persona de 20. Así, con esta fuerza del T’ai Chi uno no tendrá la preocupación de ser viejo, porque es una circulación natural. Uno no puede pretender que a las 12 de la noche todavía tengamos sol, porque uno sabe que a esa hora no puede haberlo. Por eso el T’ai Chi entrena a la persona a seguir el movimiento de la naturaleza, con las regulaciones que sigue la naturaleza”.
De otra manera lo sintetiza Trinidad Fariña, directora de la Escuela de T’ai Chi Clásico: “El T’ai Chi es vida, paz. Es un método de equilibrio que desarrolla la armonía mente-cuerpo, masculino-femenino, negativo-positivo. Con él se adquiere mejor calidad de vida”.

LIMPIANDO MERIDIANOS.
El T’ai Chi es un arte marcial interno, busca el desarrollo interior. Tiene diversos estilos, formas y enfoques y otorga cuatro aspectos básicos: salud normal (como otros deportes y ejercicios), alta técnica de autodefensa, larga vida (porque el cuerpo sana de sus enfermedades) y con un alto nivel de perfeccionamiento desarrolla una energía interior que puede sanar a otros. Esto se logra paso a paso, es como aprender gramática. Con constancia, ya que entrenar T’ai Chi es, sobre todo, entrenar disciplina. Sólo quien sigue una disciplina puede ser más pacífico. Después viene la fuerza, pues el T’ai Chi es también entrenamiento de la fuerza interna.
Esta práctica se puede definir, también, como una acupuntura en movimiento. “Y si la parte más sutil del cuerpo empieza a sufrir transformaciones, la parte psíquica, espiritual, también”, dice Trinidad Fariña. “De hecho, el T’ai Chi está inserto dentro de la filosofía del I Chin (el Libro de los Cambios). Y esos cambios ayudan a crecer”.
El tipo y cantidad de movimientos en el T’ai Chi dependen de la escuela y maestros que deriven. Lo importante es que ésos deben ser correctos; es decir, cada uno debe llenar los 20 meridianos o rutas que hay en el cuerpo y por donde circula la energía. Al entrenar el exterior se entrena la circulación de los meridianos para que la energía fluya libremente. Y de adentro se extrae el Chin Chi Zen.

CHIN CHI ZEN.
El Chin representa la energía, la que puede venir de dos formas: ingiriendo alimentos, los que después de la digestión se transforman en Chin (lo que corresponde, porque lo que no sirve sale del cuerpo), o a través del Chi. Chi es el aire, la energía que hay en el ambiente (el aire tiene temperatura, vibraciones, diversos elementos con los que el T’ai Chi enseña a relacionarse, a tomar conciencia de que existen). Es la energía más importante, ya que alguien puede estar tres días sin comer pero no puede permanecer diez minutos sin tomar Chi. “El T’ai Chi lo entrena a uno para obtener la vitamina de la naturaleza, que pase al cuerpo a través de los meridianos y que vaya a la parte que se necesita. Esta vitamina Chi es la que mucha gente desconoce”, dicen sus cultores.
Por último, está el Zen, que se adquiere cuando se tiene más poder. Se podría definir como la mezcla del Chin y el Chi, o como la fuerza espiritual. Esa fuerza que sale del cuerpo a través del espíritu, de la mente, y que puede sanar a otra gente. Por eso hay que practicarlo todos los días, ya que la energía que proviene del aire y los alimentos se transforma en propia energía. Quienes tienen más fuerza son los que están en mejor ambiente, en mayor contacto con la naturaleza; quienes viven en junglas, montañas y bosques.
Obtener esta energía, la fuerza, requiere tiempo. También, practicar el T’ai Chi en forma correcta: una respiración equivocada, un movimiento que va en contra de la gramática, pueden ocasionar problemas. Y se necesita de la mente para entender lo que se está haciendo. De hecho, lo primero que enseña esta disciplina es a relajarse, a vaciar la mente, a no ponerse nervioso. En las demostraciones más avanzadas de esta práctica, el control de la mente es vital. Un poco de miedo, nerviosismo o falta de concentración pueden resultar fatales.

VIDA FELIZ.
Este tipo de acciones, sin embargo, no es el fin último del T’ai Chi y hay que entenderlas en el contexto de un arte marcial oriental. En la Escuela de Trinidad Fariña y Efraín Telias, “nuestro enfoque es que tú te contactes con tu propio T’ai Chi, con tu propio tiempo, con tu propia forma de moverte; y de ahí aprendes este arte. No que el T’ai Chi sea algo externo a ti. Lo que nosotros queremos es que aprendas por amor a ti mismo y al arte”.
El T’ai Chi es, también, una práctica del sentimiento del amor, la lealtad, la rectitud. Según el maestro Liu Pai Lin, “observa el movimiento de rotación de la tierra: él construye diariamente el frescor de la vida nueva. En esta observación aprende el camino de la espontaneidad, es como si la tierra estuviera haciendo T’ai Chi, renovando el aire e impregnando frescor a todas las cosas, pues la mayor virtud de la naturaleza es hacer nacer vida nueva. Obteniendo aire puro, la sangre se renueva y el espíritu queda límpido. De esta forma obtenemos este sentimiento del amor de la naturaleza. Si practicamos T’ai Chi diariamente, cultivamos nuestra esencia creadora, ligándonos con la naturaleza. Conservando con naturalidad el amor en el corazón, retornamos a la pureza del ser. Por esto es que el T’ai Chi es una práctica para el sentimiento del amor”.
Además, dicen sus seguidores, es una práctica para llevar una vida más plena, más armoniosa y saludable, más libre de tensiones, más feliz. Se pierde el miedo y se toma conciencia de que no es necesario andar a patadas con la vida. No es que el temor o la ira desaparezcan. “Si nos contactamos con nuestra propia energía y nos damos cuenta de que después de un arrebato de rabia quedamos totalmente desenergizados, proclives a cualquier enfermedad, porque nos bajan las defensas. Así, empezamos a cuidar más la energía y aprendemos cómo y dónde descargarla o reciclarla”, dice Trinidad.
El T’ai Chi es un camino de desarrollo en que se usa el cuerpo como un instrumento de placer integral. Se aprende a respirar de otra forma, mirar de manera distinta, oler diferente. A estar en paz. En ese aspecto, como es un arte marcial, Trinidad concibe el T’ai Chi como “una manera de desarrollar toda la voluntad que necesita un guerrero para poder pelear con la propia violencia, la propia enfermedad, con todo lo negativo que cada uno lleva adentro”.
Así, el T’ai Chi es una filosofía que se aplica en la vida cotidiana, mejorando las relaciones con la familia, en el trabajo; es una terapia, un deporte, una disciplina. Para muchos, un estilo de vida. De esta manera, “más que explicarlo, es una práctica que hay que experimentar”.

SE RECOMIENDA.
Aseguran los instructores de T’ai Chi que a sus clases asisten muchos profesionales, especialmente del área de la salud. Otros que no lo practican, igual lo recomiendan. Sobre todo los traumatólogos, kinesiólogos y psicólogos: “para aliviar tensiones”, coinciden en sus opiniones. Es el caso de la psicoterapeuta Gina Nanetti, quien practica con sus pacientes otra técnica de relajación, pero reconoce los beneficios de este arte oriental. Dice Gina: “El T’ai Chi es aprender a conectarse con la energía vital que está en nuestro cuerpo, es encontrar el equilibrio, un orden de claridad en nuestro cuerpo (lo físico) y la mente (lo psicológico), lo que ayuda a tener un contacto más cercano con uno mismo. Es una forma de meditación, pero de otra manera, no es sólo gimnasia. Con ayuda médica, el T’ai Chi alivia tensiones, va sacando de la depresión y la neurosis a quienes están en tratamiento. Puede ser el primer paso de un camino de encuentro consigo mismo”.

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martes, 29 de noviembre de 2011

Reloj atómico

La realización más avanzada en la búsqueda del tiempo perfecto, la obsesión por la precisión y exactitud absolutas. Lo alcanzado hasta ahora.

Autores: Abel Gonzáles y Alberto Oliva.
Fuente: Revista “Conozca Más”.

En su sentido moderno, el concepto de tiempo comenzó a desarrollarse sólo a partir de la Edad Media. Antes de esa época, los hombres se contentaban con marcar el cambio de las estaciones. Y hubo pueblos, como el chino, que aprendieron a medir las horas muy tempranamente, pero como ese afán no les servía para mucho se fueron olvidando de él y el uso y la fabricación de relojes se borró de la mente de todos los hombres. A tal punto que cuando los primeros misioneros cristianos llegaron a Cantón (allá por el 1600), ningún sabio —en el Celeste Imperio— sabía ya manejar un astrolabio ni poner en marcha los viejos relojes que yacían oxidados en los polvorientos depósitos imperiales.
Como queda dicho, en Occidente los minutos empezaron a tener valor cuando ya el Renacimiento asomaba con fuerza en la historia. En el siglo XVI, el carillón instalado en la catedral de Nuremberg fue modificado para que tocara los cuartos de hora. Y puede afirmarse que desde ese revolucionario momento la angustia del tiempo se instaló orondamente en la sociedad europea, llevando de la mano, de paso, el concepto de eficiencia. La improductividad, el ocio, fue considerado como un pecado. Con el nacimiento del capitalismo el tiempo acicateó cada vez más a los hombres... pues de pronto se dieron cuenta de que había mucho que hacer en la tierra. Y toda la tradición contemplativa del pasado se vino abajo de golpe. Lo cual originó una flamante inesperada ciencia: el arte de medir las horas cada vez con mayor precisión.
Un buen ejemplo de esa toma de conciencia es que en el Centro Pompidou, de París, hubo un curioso aparato, llamado Genitrón, que al introducir en él una moneda imprimía una postal con los segundos que faltaban para la llegada del año 2000. Se trataba, en realidad, de uno de los nuevos relojes atómicos de nueve cifras que, incluso más ahora que entonces (década de los años 90) son un fiel reflejo de nuestra sociedad apurada, en la que saber la hora exacta se ha convertido en un deporte de masas.
Por eso no puede extrañar que los hombres dedicados a la construcción y preservación de estos relojes atómicos integren una fauna privilegiada, hasta tal punto que se transformaron ya en los niños mimados de la física contemporánea. Precisamente, el Premio Nobel de Física de 1989 le fue concedido a Norman Ramsey, profesor de la Universidad de Harvard, por descubrir los campos oscilatorios separados y aplicarlos en la construcción de los relojes atómicos de cesio, que son los más precisos que existen en este momento. Sin embargo, a estos científicos que están ahora en la cresta de la ola no les gusta demasiado el alboroto. “Podemos hacer un poco de barullo cuando se produce un equinoccio —dice irónicamente Jim Gray, un ingeniero que custodia los relojes atómicos de los Estados Unidos en el Instituto Nacional de Patrones y Tecnología—; simplemente, salimos al pasillo, pegamos algunos gritos y reventamos alguna bolsa de papel. Pero eso es todo”.

El NIST-7.
En realidad, eso no es todo. Encerrados en sus laboratorios de la División del Tiempo y sus Períodos —ubicada en Boulder, Colorado— estos sabios que realizan casi toda su tarea en un bunker aislado bajo tierra, están produciendo una revolución en la medición del tiempo sin ver jamás el sol y sin importarles, en verdad, ni los verdes equinoccios de primavera ni los agobiantes solsticios del verano. Para ellos el tiempo es una cosa abstracta que sólo sirve para ser medido. Con ese fin han venido desarrollando lo que puede decirse que es el reloj atómico más preciso del mundo.
Conocido como NIST-7, este cilindro de metal, en cuyo interior circulan rayos láser y oscilan átomos de cesio, está diseñado para funcionar hasta el año 3.001.990. Si todo sale como está previsto, para ese entonces este portentoso reloj habrá atrasado apenas un segundo. Sin embargo, el tiempo que se registre en Boulder no será el mismo que para el mundo. Es que para establecer la hora en que todos vivimos, más de 50 laboratorios envían sus lecturas a una oficina de París —liderada por Bernard Guinot, a quien sus colegas llaman irónicamente “Papá Cronos”—, en donde todos los registros son sopesados a través de complicadas fórmulas, de las que resulta —finalmente— el llamado Tiempo Coordinado Universal, que es una especie de promedio de la cual resulta la hora internacional.
Hace miles de años, los egipcios —que eran gente práctica— dividieron el ciclo día-noche en 24 porciones diferentes, cada una de las cuales representaba una hora. Actualmente, nada está registrado con mayor precisión que el tiempo. Durante el siglo XX se ha perfeccionado hasta lo inverosímil la medición del segundo, que es la unidad de medida. Primero se lo hizo por medio de los relojes mecánicos de péndulo libre, como el inventado en 1921 por William Short, que sólo se retrasaban unas milésimas de segundo por día. Luego, con la aparición de los relojes de cuarzo, se consiguió una exactitud superior a la órbita de la Tierra en torno del Sol. Básicamente, un reloj de cuarzo está formado por un anillo de cristal sujeto a unos electrodos que a su vez están conectados a una corriente. Al dejar correr la electricidad, se producen unas oscilaciones que se mantienen en una proporción de 6 millones a 1 para que el anillo de cuarzo gire una vez cada 60 segundos.
Tal vez sea por esto que los físicos empeñados en cazar el tiempo con sus invenciones atómicas experimentan una reverencia suprema por los relojes de cuarzo, que son los únicos que admiten llevar en sus muñecas, pues ningún aparato mecánico se les puede comparar en esa difícil tarea de dar la hora exacta. Pero obsesivos como son, no se contentan con eso sólo. En una reunión de la Conferencia General de Pesas y Medidas, en octubre de 1967, decidieron hacer su propia revolución al definir el segundo atómico como la duración de 1/9.192.631.770 períodos de tiempo de oscilaciones de una radiación de átomos de cesio 133. Con lo cual el común de los mortales se quedó poco menos que en ayunas. Pero acababa de nacer oficialmente el reloj atómico, y el isótopo 133 del cesio se iba a transformar en el nuevo “guardián del tiempo”.

PAPÁ DEL TIEMPO.
A Don Sullivan, jefe de la División del Tiempo y sus Períodos, de Estados Unidos, le encanta explicar a los neófitos en qué consiste su trabajo. “El patrón actual de todos los relojes atómicos norteamericanos es el NBS-6, que ustedes ven detrás de esta vidriera —señala con entusiasmo—. Tiene una precisión de 10 nanosegundos, o lo que es lo mismo, de 10 milmillonésimas partes de un segundo. Toda la navegación del mundo, marítima y aérea, depende de relojes como éste. La posición de cada nave se logra midiendo el tiempo que tarda una señal de radio, que se mueve a la velocidad de la luz, para llegar desde un satélite hasta el barco. Gracias a esta tecnología de medición es que puede funcionar el sistema interconectado de electricidad de Estados Unidos. Una fracción de segundo de retardo o de avance en la circulación del fluido eléctrico podría causar una catástrofe. Además, estos aparatos ayudan a rastrear el epicentro de los terremotos y también a mantener sincronizados los semáforos del tránsito en muchas grandes ciudades. Como estamos a cargo de cada segundo del país, somos nosotros, en verdad, quienes engendramos el tiempo”.
Si no fuera así carecería de sentido el nuevo proyecto del laboratorio de Colorado. Por un tiempo no se trató más que de una multitud de piezas sueltas que ocupan varias mesas en una gran nave. Pero se conoce su nombre (lo denominan “el reloj del ión atrapado”) y se calcula que es 100 mil veces más preciso que los relojes atómicos. Sus dificultades de construcción fueron tan grandes que no estuvo en condiciones de marcar las horas sino muchos años después de haberse completado su construcción. No funciona mediante la observación de un átomo de cesio, sino de un ión, que es un átomo cargado eléctricamente, mucho más estable que el de cesio y más fácil de manipular. Pero hasta que llegó el momento, los ingenieros debieron conformarse con el NIST-7, que ocupó sus desvelos durante toda la década del ‘90.
Por su parte, el NIST-7 fue el primero de los de cesio accionado ópticamente. Esto significa que usa rayos láser en lugar de magnetos. Su modo de contar los segundos es 10 veces más exacto que el de todos los relojes conocidos. Eso permite corroborar, al cabo, la lectura que hicieron hasta antes algunos astrónomos usando instrumentos de cesio. Según ellos, la Tierra gira cada vez más lentamente. El atraso es de unos 16 millonésimos de segundos al año. Es decir: pierde un segundo cada 62.000 millones de años. Una curiosa constatación que sin embargo no contesta la angustiosa pregunta metafísica que el hombre se ha formulado desde sus más remotos orígenes: ¿a dónde va el tiempo cuando se acaba? Algunos filósofos dicen que cuando se responda a ese interrogante se habrá hallado el verdadero sentido de la vida y el tiempo no será un misterio. Ni tampoco un huidizo objeto del deseo, que sólo sirve para ser medido.

DEL SOL AL ÁTOMO.
La primera mención de un reloj de sol (que son los más antiguos de que se tienen noticias) figura en un documento egipcio del año 2000 a.C.; y el ejemplar más viejo que se conserva está en un museo de Berlín y dataría del 1450 a.C. Su lectura es muy complicada y su uso parece haber estado reservado a la casta sacerdotal.
La clepsidra o reloj de agua es un invento egipcio. En el templo de Amón, en Karnak, se encontró una del 1360 a.C. Básicamente, la clepsidra es un recipiente graduado, con un orificio en la base, por el cual gotea el agua que contiene. Los griegos perfeccionaron su mecanismo y de esa forma estuvo en uso durante mucho tiempo. Sobre esta base, el matemático chino Han Kung-Iien construyó en el año 1088 un reloj hidráulico que aún funciona.
En el siglo XIV aparecieron los primeros relojes de arena. Tenían la ventaja, sobre los otros, que marcaban la hora aún cuando fuera de noche y no sufría los efectos del frío como los de agua. Consiste en dos ampollas de vidrio de forma cónica, unidas por el vértice de manera tal que la arena pase de una a otra a un ritmo prefijado.
Se ignora quién inventó el reloj mecánico, pero los primeros aparecen hacia 1290. El sistema motriz era, en todos los casos, un peso suspendido de una cuerda. En el siglo XV se reemplazan los pesos por muelles arrollados en espiral. En 1656, un relojero llamado Salomón Coster adoptó los descubrimientos de Galileo Galilei a la construcción de relojes y fabricó el primero de ellos provisto de péndulo. Su precisión era de 5 minutos por día.
El inglés William Clement inventó en el siglo XVII el áncora, inaugurando la era moderna de la relojería.
En 1868 el suizo George F. Rosskopf fabricó el primer reloj de bolsillo popular, dando origen a la industria suiza de la relojería.
En 1887 las mujeres comenzaron a usar los primeros relojes de pulsera.
En 1840 el escocés Alexander Blain patentó el reloj eléctrico.
En 1928 se fabricó el primer mecanismo automático, al que no había necesidad de darle cuerda.
En 1929 el norteamericano Alvin Morrison diseñó el reloj con motor de cuarzo. Los primeros con un cuadrante digital salieron a la venta en 1971.
El primer reloj atómico de cesio comenzó a funcionar en 1948, pero no se perfeccionó hasta 1967, cuando se adoptó la nueva definición del segundo.

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sábado, 26 de noviembre de 2011

El dueño de la Luna

Aunque parezca mentira, la Luna tiene propietario, documento de propiedad incluido.

Autora: Ana de Juan.
Fuente: Revista “Conozca Más”.

En 1954, un ciudadano chileno se declaró propietario del satélite. Quería fundar un mundo más justo. Nixon le pidió permiso para el primer alunizaje norteamericano. En la década de los años 90 pensaba vender parcelas.

La primera reacción es una sonrisa irónica: ¿la Luna tiene dueño? Pero, aunque parezca increíble, es cierto. Su propietario es el chileno Jenaro Gajardo Vera, ex abogado y poeta, también pintor y violinista aficionado, residente en el balneario Rocas de Santo Domingo, a 130 kilómetros de Santiago. En septiembre de 1954 se presentó ante el escribano del Departamento de Bienes Raíces de la ciudad de Talca con un documento donde se declaraba a sí mismo dueño del satélite “desde antes de 1857”. El escribano levantó la vista, lo miró un largo rato en silencio y después le dijo: “Don Jenaro, usted tiene razón, la Luna tiene dimensiones y deslindes y no tiene dueño, pero nada impide que lo tenga. Si usted publica un aviso durante tres días en el Boletín Oficial y nadie se opone, la Luna es suya”.
Cuando le preguntan para qué quiere la Luna, Gajardo dice: “Mi ideal era crear un mundo mejor, no me gusta la gente de la Tierra, está llena de envidias, rencores, odios. No hemos podido suprimir las guerras, hay tanta violencia. Por eso, un día miré hacia la Luna y me ilusioné como un niño. Me imaginé la posibilidad de crear allá arriba un ámbito nuevo, con gente buena, capaz de amar, de crear un mundo digno y justo...” Cierta vez, cuando estaba en Buenos Aires, una joven pareja le pidió permiso para pasar la luna de miel en el satélite. Les dijo que sí por tres motivos: porque eran tan jóvenes, porque se amaban y porque no habían perdido la posibilidad de soñar.
Los poetas se rebelaron ante la idea de que la Luna tuviese dueño. Un joven escritor chileno desató una enconada polémica pública al enviar una carta a Gajardo donde le decía: “Usted puede tener todos los títulos de propiedad que quiera, pero en justicia la Luna es de todos los poetas del mundo”. Más propia de poeta que de terrateniente, la respuesta fue: “El día que los jóvenes y los poetas dejen de rebelarse, la humanidad está perdida. Yo no quise apropiarme de la Luna con fines egoístas, de lucro. Fue sólo la realización de un sueño infantil que me acompañó toda la vida”.
Una vez, los inspectores de impuestos visitaron al insólito propietario. Habían descubierto que nunca había declarado el satélite y que, por lo tanto, se había convertido en el primer evasor cósmico. La respuesta de Gajardo fue que si querían cobrarle impuestos él no tenía inconvenientes. “Vayan hasta mi propiedad, mídanla, tásenla, hagan números y después me dicen. Si quieren, los acompaño”.
Pero el mayor orgullo del ex abogado es que el mismísimo Richard Nixon, cuando era presidente de Estados Unidos, le pidiera permiso para que los astronautas Edwin Aldrin, Michael Collins y Neil Armstrong pudiesen alunizar. Gajardo lo autorizó, pero destaca enojado que nunca más lo consultaron, ni la NASA ni los soviéticos. “A todos les inicié demandas, porque no tienen derecho a invadir mi propiedad”, rezonga. Ya anciano, el hombre que pudo cumplir con su sueño de pibe solía decir que la jubilación no alcanza para que él y su esposa vivan bien. Y que está pensando seriamente en recuperar algo de los 42 pesos que invirtió en 1954 aceptando la idea de parcelar el satélite y vender algunos terrenitos.

Lo que dice la declaración de propiedad, debidamente registrada en archivo judicial:

“Jenaro Fajardo Vera, abogado, poeta, es dueño desde antes del año 1857, uniendo su posesión a la de sus antecesores, del astro, satélite único de la Tierra, de un diámetro de 3.478.89 kilómetros, denominado LUNA, y cuyos deslindes por ser esferoidal son: norte, sur, oriente y poniente: espacio sideral. Fija su domicilio en calle 1 oriente 1270 y su estado civil es casado. Talca. Firmado: Jenaro Fajardo Vera. Carnet: 1.487.45K. Ñuñoa. RUT: 140.174.5-K.
Talca, 25 de Septiembre de 1954.-
Certifico que la fotocopia que antecede es testimonio fiel de su original.
Santiago, 4 de octubre de 1989.
Firma y rúbrica no traducible.
Sello: Hilda Aguirre del Real.
Archivero Judicial.
Santiago de Chile”.

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La última frontera

El desafío de llegar al fondo del mar, la mayor y menos conocida aun región de nuestro planeta.

Autor: Sergio Kierman.
Fuente: Revista “Conozca Más”.

El mar cubre la mayoría de nuestro planeta y apenas lo conocemos. Cuando ya llegamos al último rincón de la superficie, cuando ya la última región fue explorada y la última montaña escalada, seguimos sin conocer el fondo del mar. La humanidad, de tanto moverse, tiene mejores mapas de la Luna que de las cordilleras submarinas.
El problema es que el fondo del mar es extraordinariamente hostil y las naves que hemos desarrollado hasta ahora son imprácticas, pesadas y lentas. Grandes submarinos de combate apenas arañan los primeros cientos de metros del abismo, y las naves de exploración de alta profundidad les muestran apenas un pedacito (y por pocas horas) del fondo del mar a los científicos.
El desarrollo de un vehículo cuyos creadores describen como un avión submarino puede cambiar todo esto. Tiene cuatro metros de largo, pesa 1.315 kilos y se llama Deep Flight 1 (Vuelo Profundo 1). Aunque en tierra parece un torpedo gordito con alas cortas, el Deep Flight maniobra bajo el agua como un cazabombardero F-16: hace acrobacia, toneles, vueltas de lmmelmann, tirabuzones, y es capaz de salir a la superficie a toda velocidad, haciendo una vertical tan pronunciada como la que realiza un cohete en su despegue, y vuela —literalmente— por unos metros. Deep Flight tiene un alcance inusitado hasta ahora para una nave tan pequeña. Su piloto, que viaja acostado boca abajo observando desde la nariz transparente del torpedo, puede llevarla hasta los mil metros de profundidad, la misma a la que llegan los submarinos de combate más avanzados. Otra ventaja de este nuevo tipo de nave es su costo. En lugar de decenas o cientos de millones de dólares, la variedad de precios entre un submarino científico y uno militar, un Deep Flight cuesta cinco millones de dólares. Su diseñador, el inglés Graham Hawkes, logró financiar su invento con dinero de compañías de cine y de documentales, interesadas en conseguir una plataforma para filmaciones bajo el agua. “Si una nave de investigación, como la japonesa Shinkai 6500, cuesta cien millones de dólares”, dice Hawkes, “eso significa que con suerte se construirá una. Pero si cuesta cinco millones, como la Deep Flight, quiere decir que se podrán construir decenas. Sólo así podremos pensar en explorar realmente las profundidades del mar”.
Además, la nave es tan pequeña y liviana que puede llevarse a cualquier punto sin dificultad, y como no depende de cables o mangueras, ni de controles remotos, no necesita un barco madre desde donde operar, como otros modelos más caros. La idea es tan claramente buena, que Hawkes ya está preparando la venta en serie de sus naves, e invirtiendo el dinero que vendrá en preparar otra revolución: el Deep Flight II, un submarino también volador y barato, sólo que capaz de navegar libremente a ¡11.000 metros de profundidad!
Esto es asombroso, porque este abismo sólo fue visto una vez por ojos humanos. En 1960, un batiscafo de la Armada norteamericana, el Trieste, bajó a los 10.912 metros de profundidad del abismo Challenger en la fosa de las Marianas, en el Pacífico, el lugar más profundo del mundo. La tripulación consistía apenas de un científico, Jacques Piccard, y del teniente Don Walsh, de la Armada. Como la idea de bajar a semejantes profundidades era experimental —de hecho, se quería averiguar si los humanos podemos sobrevivir a la experiencia— el batiscafo ni siquiera llevaba una cámara fotográfica.
El éxito del Trieste disparó el desarrollo de submarinos de investigación, plataformas sumergibles y batiscafos. En 1964, el Instituto Oceanográfico Woods Hole botó el Alvin, un minisubmarino de tres tripulantes que resultó tan aguantador que ya cumplió muchísimos años de trabajo llevando estudiosos a profundidades de hasta 4.500 metros. En esos mismos años se inventó el vehículo operado por control remoto, llamado ROV por sus siglas en inglés (Remotely Operated Vehicle). Un ROV es una máquina operada por un largo cable, erizado de cámaras y con un motor potente, que no lleva tripulantes pero envía imágenes por televisión y toma mediciones de temperatura, salinidad y presión. Como los ROV son infinitamente más baratos que los submarinos, Francia, la por entonces URSS, los EE.UU. y varios países europeos comenzaron a construirlos regularmente. Por primera vez se pudo estudiar sistemáticamente el fondo del mar, recogiendo muestras de suelos, observando fenómenos sísmicos y capturando especimenes vegetales y animales.
Estos trabajos crearon realmente la exploración oceanográfica moderna. Por ejemplo, se pudo comenzar a entender cómo funciona en principio el fenómeno de El Niño, una alteración anual del clima que se origina en el Pacífico frente a la costa peruana y que cambia drásticamente el patrón del tiempo. Se descubrió que El Niño se asocia con cambios en las corrientes y salinidad de las aguas marítimas. También se pudo estudiar a largo plazo corrientes estables como la del Golfo, que pueden ser la clave para entender el mecanismo de los ciclos de glaciación y de cambio del clima.
Pero lo más impactante que descubrieron los científicos abajo del mar, oculto por las 1.600 millones de toneladas cúbicas de
agua de nuestro planeta, es una orografía espectacular, que no se compara con nada que exista en la superficie. Además de valles tan grandes y hondos que ocultarían sin problema la cadena de los Himalayas, los exploradores encontraron la cordillera más grande del planeta: 50.000 kilómetros de longitud, dando la vuelta al mundo y recorriendo, sin cortes, los océanos Atlántico, Pacífico, Indico y Ártico.
En los años setenta, las imágenes y las muestras permitieron confirmar la teoría de la conformación de la corteza terrestre. La superficie del planeta no es continua, sino que está formada por inmensos bloques de cincuenta kilómetros de grosor llamados placas tectónicas, que flotan sobre el magma caliente del interior terrestre. Las rocas que se recogieron en las fosas abisales del Atlántico mostraron que la teoría era cierta: estaban donde se calculaba que tenían que estar, y eran piedras jóvenes, de origen volcánico.
Pero la muestra más dramática de la existencia de las placas se encontró en el Pacífico. Al bajar, los ROV enviaron imágenes de inmensas nubes de aguas negras. Los censores indicaron que el agua estaba a unos 400 grados centígrados de temperatura y saturadas de polvo de piedra, ceniza y lava. En lo más profundo del océano existían ductos de salida de presión del titánico subsuelo de la corteza terrestre.
Estos géyseres hidrotermales fueron mapeados desde entonces en muchos lugares del planeta, a una profundidad promedio de 2.225, y una docena de ellos ya fueron cuidadosamente estudiados. El mecanismo es simple: el agua de mar se filtra por grietas en el fondo rocoso hasta llegar a zonas calientes en el interior de la Tierra. Al calentarse, el agua —que no hierve debido a la tremenda presión— vuelve a subir. Mientras más sube, más se enfría, y al enfriarse libera los sedimentos que trae del subsuelo. Estos sedimentos tienden a agruparse en grotescas torres de gran tamaño. Hay uno de cuarenta y cinco metros de altura que los científicos llamaron jocosamente GodziIIa, porque es un verdadero monstruo.
Estos géyseres son verdaderas fábricas de minerales semirrefinados, porque a su alrededor se dan fenómenos químicos inusuales. Por ejemplo, los científicos se preguntaban cómo podía ser que cada año encontraban el mismo nivel de magnesio en las aguas de los océanos, siendo que hace mucho que sabían que los mares cada año absorben mucho de este mineral de los continentes. Al estudiar los géyseres, se dieron cuenta de que las altas temperaturas de la roca magmática en el subsuelo de la corteza le sacaba el magnesio a las aguas. Como toda el agua del planeta pasa por las rocas cada diez millones de años, el nivel se mantiene estable.
Muchos de los minerales precipitados por estas torres de vapor se quedan en el área. Los géyseres están tapizados de nódulos de manganeso, unas pepitas del tamaño de una papa, ricos en manganeso aliado con hierro, níquel, cobalto y otros minerales de uso industrial. Las compañías mineras ya están pensando seriamente en desarrollar sistemas submarinos para explotar estos recursos.
Los biólogos también tuvieron sus sorpresas con los géyseres. Como las áreas donde actúan parecen un infierno, a nadie se le hubiera ocurrido que existiera vida allí, pero en un géyser cerca de las islas Galápagos, frente a la costa de Ecuador, los sismólogos se encontraron con almejas gigantes, gusanos de metros de largo, extraños peces rosados y altas concentraciones de bacterias. Los asombrados técnicos llamaron de inmediato a sus colegas zoólogos para que vieran el inesperado jardín.
Lo que encontraron los biólogos fue un nicho de vida que nadie había sospechado siquiera que fuera posible. Las bacterias que viven en esas aguas sulfurosas y oscuras no dependen de la fotosíntesis sino de la quimiosíntesis, es decir, no usan luz sino compuestos químicos para obtener su energía. Curiosamente, la respuesta estaba en los libros de texto, porque hace ya más de un siglo un científico ruso había descrito una bacteria marina, la Beggiatoa, que vivía del sulfito de hidrógeno, un compuesto tóxico para casi todas las formas de vida, y no necesitaba luz.
Estas bacterias viven en los gusanos gigantes, descomponiendo formaciones químicas complejas en sustancias más simples, de las que se alimenta el gusano. Lo mismo ocurre con los peces y las almejas. Los científicos, recuperados de su sorpresa, comenzaron a especular en que tal vez, en el origen de la vida en este planeta, había muchas formas primitivas que usaban el mismo sistema para alimentarse. Los géyseres pueden ser un laboratorio increíble para conocer los secretos del origen de la vida en la Tierra. Estas sorpresas son bienvenidas no sólo por su valor científico sino porque pueden mantener el interés financiero en la exploración de los abismos submarinos. En estos tiempos de ajuste, hasta los científicos de los países desarrollados están sintiendo la reducción de presupuestos oficiales y la dificultad de conseguir fondos privados para sus investigaciones. Los pocos submarinos de alta profundidad que existen están ociosos la mayoría del tiempo por la falta de presupuesto para proyectos. Ni hablar de conseguir dinero para construir otros sumergibles de investigación.
Muchos científicos ni siquiera se interesan en pasar la barrera de los 6.000 metros de profundidad. Con naves que lleguen a esos niveles, se puede cubrir el 97% del área total del fondo oceánico. Explorar el 3% restante puede ser interesante y fascinante, pero es extraordinariamente caro. Francia, un país pionero en estos trabajos, ya anunció oficialmente que no piensa gastar un centavo más en explorar a más de 6.000 metros. Y Rusia, con su economía apenas saliendo del caos de abandonar el comunismo, tiene sus programas paralizados por completo.
Japón y EE.UU. quedan como las superpotencias submarinas. Los japoneses se cubrieron de honores cuando su ROV Kaiko, de diez toneladas de peso y cuarenta y un millones de dólares de costo, llegó al fondo del abismo Challenger. El país oriental comenzó tarde en este campo, pero ya es reconocido como generador de tecnología y proyectos de punta y su Estado apoya fuertemente estos trabajos. El interés japonés es, por un lado, comercial: el país siempre tiene un ojo puesto en futuras oportunidades comerciales y en desarrollo de técnicas que puedan ser rentables. Pero además, Japón tiene el problema de asentarse justo en la unión de tres placas tectónicas, lo que le da un interés básico en explorar estas regiones submarinas: prevenir terremotos, más frecuentes en los bordes de las placas.
El minisubmarino Shinkai 6500 fue construido con la idea de buscar modos de prevenir terremotos. La nave, que lleva tres tripulantes, y es capaz de llegar a mayor profundidad que cualquier otro sumergible del mundo. En sus primeras misiones, en 1991, el Shinkai encontró una serie de fisuras abismales al este del archipiélago japonés, además de la colonia de almejas de mayor profundidad conocida, 6.350 metros. Desde entonces, el minisubmarino está ocupado creando un mapa completo del suelo marino alrededor de Japón, observando en particular los puntos de crisis donde se puedan originar los terremotos. El objetivo final es, por supuesto, aprender a reconocer las señales que lo preceden y, en el futuro, poder instalar una serie de alarmas submarinas que avisen con anticipación.

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Por qué?... Por qué?

Respuesta y explicación a algunas cosas que a veces no entendemos, o que talvez falsamente damos por sentado.

Autor: Víctor Sueiro. Y Gladys Acuña.
Fuente: Revista “Conozca Más”.

¿POR QUÉ PESTAÑEAMOS, TIRITAMOS Y ESTORNUDAMOS?
Son reacciones reflejas, lo que significa que no dependen de nuestra voluntad sino de un estímulo externo. En el caso del pestañeo, los párpados y su pilosidad se abren y cierran todo el tiempo mientras estamos despiertos con el fin de preservar al ojo de basuritas, leves partículas de polvo o cualquier cosa que ande volando por ahí. A la vez están defendiéndolo de una exposición permanente a la luz que también podría dañarlo.
Con respecto a tiritar, es otro acto reflejo provocado por el frío y se trata de una nueva defensa. Al estremecernos, los músculos se mueven rápidamente por un instante, lo suficiente para que sus células trabajen más que lo habitual, generen más energía y, por lo tanto, den al cuerpo un poco más de calor.
En cuanto al estornudo, suele producirse cuando tenemos algún agente extraño en la nariz. El sistema nervioso central, que puede ser cualquier cosa menos tonto, envía una rápida orden al cerebro: “expulsen al intruso”. Y ahí viene el estornudo con todo para echarlo a los soplidos, atchís, salud, gracias, que se mejore.
Son miles las defensas del cuerpo que funcionan todo el tiempo. Y uno ni lo advierte. Nunca un regalito, un agradecimiento, nada.

¿POR QUÉ LOS JAPONESES SUELEN SALUDAR INCLINÁNDOSE CON UNA REVERENCIA?
Llevar a cabo esa salutación tiene sus normas: el cuerpo debe estar bien erguido, las manos a los costados y con las palmas hacia adentro, la cintura se quebrará apenas y la cabeza se inclinará sin exageraciones mirando el suelo. Luego de unos segundos se retomará la posición normal. No se trata solamente de un acto de cortesía, que lo es, sino de algo más profundo y espiritual. Es una forma de demostrar humildad ante la persona que se tiene enfrente pero, de ninguna manera, significa una humillación o sumisión.
Hay cuatro situaciones en las cuales el japonés bien educado y seguidor de las tradiciones ejecuta ese movimiento: al conocer a alguien; al despedirse de esa persona (en cuyos casos la reverencia es leve y rápida pero sin perder gracia ni respeto); al disponerse a pedir algo a su interlocutor (la inclinación es mayor y más prolongada) y al querer expresar gratitud o pedir excusas (la reverencia es mayor aún).
Aún en la circunstancia más difícil jamás el gesto será demasiado ampuloso o exagerado porque eso puede significar la pérdida del honor, cosa imposible porque eso es para la raza japonesa un bien más valioso, a menudo, que la vida misma. Una cosa es la humildad y otra la deshonra. Ellos lo saben bien.

¿POR QUÉ PENÉLOPE TEJÍA Y DESTEJÍA TODO EL TIEMPO?
Ulises es uno de los grandes héroes de la mitología griega, tanto como para ser el protagonista de La Ilíada y La Odisea, dos magnificas historias poéticas de sus aventuras escritas —presumiblemente, ya que nunca se pudo asegurar con certeza— por Homero.
Al partir rumbo a la guerra de Troya Ulises salió de su palacio de Itaca como quien va a trabajar a la oficina, despidiéndose de su amada esposa Penélope con la promesa de regresar cuanto antes. Pero no fue tan fácil. El tiempo pasaba y no se tenía ni la menor pista del paradero del héroe. Como Penélope era muy bella comenzaron a rondar los pretendientes que, poco después, eran un batallón. Daban a Ulises por muerto y querían ocupar su lugar junto a la hermosa dama quien, con tanto acoso, inventó una condición: se casaría con uno de ellos al terminar el tejido de una manta. Pero, como era muy astuta y creía en el regreso de su amado, tejía de día y por la noche destejía lo hecho.
Así lo hizo por largo tiempo. Hasta que Ulises regresó vestido de pordiosero y se presentó como un pretendiente más. Ella reunió a todos y dijo que daría su mano a quien usara bien el arco de su esposo. Ulises tomó el arma, demostró que sólo él podía usarla así y luego apuntó a los otros babeantes pretendientes corriéndolos a flechazos. El final debe haber sido como en las películas: arroja el arco, se miran, avanzan, beso y fin. Lindo, pero eso sí, la manta no se completó nunca.

¿POR QUÉ HAY COSTUMBRES RELIGIOSAS QUE SE CUMPLEN SIN SER DOGMAS?
Por ejemplo, los hombres musulmanes no usan ropas verdes. Muchas veces por la tradición que, en lo sagrado, es muy importante. Otras porque vienen de siempre. Por ejemplo: en el catolicismo no hay ningún impedimento para que un Papa elegido adopte el nombre de Pedro, sin embargo en todos los que se sucedieron nadie lo hizo por respeto a quien fuera el primero, el apóstol Pedro. En el judaísmo hay ciertas comidas que no deben consumirse y eso llega desde la higiénica antigüedad del pueblo hebreo ya que esos alimentos provocaban enferme dades severas y los sacerdotes —con buen tino— los prohibieron religiosamente. Hoy sólo lo cumplen los judíos ortodoxos. Entre los musulmanes se mantiene la costumbre de no usar los varones ropas de color verde y es, también, una demostración de respeto y humildad: era el color habitual de las vestiduras de Mahoma, al que nadie se atrevería a compararse.

¿DE QUÉ SE ALIMENTAN LAS TORTUGAS TERRESTRES?
En general las tortugas terrestres, representadas por género Testudo, son herbívoras. Las palustres—habitan en los pantanos— son carnívoras y las marinas tienen una alimentación mixta. La tortuga común (o terrestre), por ejemplo se alimenta de hojas, frutas y toda la clase de vegetales, además de soportar largos períodos de ayuno. La tortuga jabotí, repartida por toda la América tropical, habita en los bosques alimentándose de frutos. Otros quelonios terrestres y herbívoros son la tortuga blanda y la tortuga gigante galápagos.

¿CUÁL ES LA FAUNA TÍPICA DE AUSTRALIA?
La población animal de Australia es muy distinta de la que se encuentra en el resto del mundo. Hay más de cien marsupiales, 400 reptiles, 500 tipos de aves y casi 200 peces, además de otras especies animales. Entre los marsupiales más importantes se encuentran: el canguro, el koala y el wombat. Las aves típicas son: el emú, el kiwi y el casuario. El ornitorrinco y el equidna son mamíferos que ponen huevos. El perro salvaje, también llamado dingo, existe desde hace unos treinta mil años. Sin embargo, luego de la llegada de lo europeos en el siglo XVIII, la fauna local experimentó grandes modificaciones con la introducción de gatos, ratas, zorros, ovejas y conejos.

¿ES CIERTO QUE POCO ANTES DE DESPERTARNOS COMENZAMOS A SOÑAR?
Cuando una persona duerme y sus ojos se mueven rápidamente, lo más seguro es que esté soñando. A este movimiento se le llama REM (rapid eye movements, movimientos oculares rápidos). Mientras dormimos, pasamos en forma cíclica períodos de sueño REM y de sueño no REM (sin imágenes). A medida que la noche avanza, el sueño REM se hace más largo, por lo que casi la mitad de los sueños nocturnos de una persona suelen presentarse durante las últimas dos horas de descanso. El sueño REM abarca cerca del 20 por ciento del descanso normal de una persona de edad adulta.

¿QUÉ ES UN HOVERCRAFT?
También llamado aerodeslizador, el hovercraft es un vehículo que se desliza en agua o tierra, cuyo peso se sostiene mediante un colchón de aire que se establece entre el aparato y el suelo. Su nombre técnico es navío a efecto de suelo. El británico John Thornycroft, en 1870, fue el primero en diseñar un vehículo de este tipo. Sin embargo, el primero en lograr que el colchón de aire del vehículo se mantuviera fijo, fue el también británico Christopher Cockerell durante los años 50. El primer modelo práctico fue lanzado en 1959 y es el Reino Unido el único país que produce modelos a gran escala con capacidad para 420 pasajeros.

¿POR QUÉ HAY PERLAS NEGRAS?
Las perlas negras, que producen sólo las ostras de labios negros, se encuentran actualmente entre las más buscadas del mundo. El color negro se debe al fenómeno de la refracción de la luz en sus capas de nácar y a una reacción química causada por cantidades microscópicas de distintos pigmentos. Antiguamente, en el siglo XVII, se las utilizó para la fabricación de botones de nácar, lo que llegó a colocarlas en cierto momento en peligro de extinción.

¿QUÉ VELOCIDAD ALCANZABA EL AVIÓN CONCORDE?
De origen británico-francés, el Concorde fue dado a conocer en 1970. Entró en servicio en enero de 1976, volando a Río de Janeiro vía Dakar, y fue el primer avión de pasajeros en superar la velocidad del sonido (antes sólo lo hacían los aviones de combate). Alcanzaba una velocidad máxima de crucero de Mach 2.2, es decir, 2.333 kilómetros por hora. Su capacidad era para 140 pasajeros y aun hasta ahora es catalogado como el avión más rápido del mundo.

¿QUIÉN INVENTÓ LA LAPICERA?
Waterman Regular fue el nombre de la primera lapicera, inventada por el agente de seguros estadounidense Lewis E. Waterman, quien obtuvo la patente del invento el 12 de febrero de 1884. El cartucho de tinta fue inventado en 1927 por M. Terraud, director de Jif-Waterman, aunque la patente se registró sólo en 1935.

¿A QUÉ SE DEBE EL FENÓMENO DE SIAMESES?
Los mellizos siameses pueden darse por la separación incompleta en dos partes de un huevo fertilizado. El grado de malformación doble varía ampliamente, lo cual puede deberse a la más temprana o más tardía separación parcial del embrión.

¿CÓMO ATACAN LOS VIRUS AL SER HUMANO Y QUÉ SON LOS ANTICUERPOS?
El virus es un residuo de ácido nucleico encerrado en un envoltorio de proteínas. No tiene sexo ni capacidad reproductora propia sino que depende de otra célula para sobrevivir y multiplicarse. Son tan pequeños que pueden traspasar la placenta, encargada de bloquear los gérmenes que se hallan en la sangre de la madre.
El virus penetra la célula y luego produce materiales que se organizan para formar otros virus duplicando la matriz del ácido nucleico invasor. La acción puede ser catastrófica, pues algunas veces parasitan incluso a bacterias y pueden proliferar en 20 minutos sin que ella pueda defenderse, de esta manera muere y libera a los virus que se encuentran en su interior, que a su vez afectan a otras células. Estas generaciones de virus son muy diferentes entre sí por lo cual un tratamiento para la generación primera no es eficaz para los terceros.
Los anticuerpos son sustancias de organización química variable, de muchas conformaciones, cada una apropiada para combatir determinado tipo de microorganismo invasor, ellos inmunizan el organismo contra infecciones. El objetivo de las vacunas es estimular la producción de anticuerpos mediante la inyección de virus muertos. La composición química de esos cuerpos externos enseñan al organismo a producir anticuerpos específicos y así combatirlos.

¿CUÁL ES LA HISTORIA DEL DENOMINADO LADRÓN VANIDOSO?
Wilhelm Voigth tenía 35 años cuando pensó que debía hacer algo en su vida que lo Sacara de la rutina de su trabajo de zapatero remendón, en la Alemania de 1906.
Por aquella época, el régimen prusiano hacía que a los militares se los viera como un poder al que nadie podía resistirse y fue pensando en eso que Voigth ideó su plan. En una vieja tienda de compra y venta de todo tipo de cosas adquirió un uniforme usado de capitán, lo reacondicionó, se lo puso y se dirigió resueltamente a las cercanías de un cuartel. Esperó hasta que vio marchar por allí a un sargento con siete soldados. Allí comenzó a poner en práctica su plan. Detuvo al pelotón con aires de mando y le dijo al que iba al frente que debían acompañarlo de inmediato —sin que importen las órdenes que llevaban— para cumplir con una misión importante encomendada por el propio Kaiser.
El sargento se cuadró y se puso a su disposición. De inmediato, seguido por sus hombres, requisó un autobús, hizo que el pelotón subiera a él y dispuso dirigirse al distrito de Kópenick, cercano a la capital. Una vez allí y encabezando al grupo con paso marcial, los llevó hasta el municipio del lugar. Sin pedir permiso a nadie, por supuesto, entró al despacho del alcalde y amparándose en su presunta orden de la superioridad, hizo abrir la caja fuerte y requisó 5.000 marcos que allí había, firmando un recibo con un nombre falso. Amonestó severamente al alcalde, que obedecía a todo con temor evidente, prometiéndole una inspección para la siguiente semana.
Luego hizo que los soldados llevaran al pobre hombre y a sus colaboradores a una amplia habitación del lugar, advirtiéndoles que debían cuidar a los prisioneros mientras él completaba la misión. Ya solo, completó su misión. Fue hasta una calle cercana donde había escondido unas ropas de civil, se las calzó y desapareció con los 5.000 marcos y una sonrisa. Durante semanas la prensa dedicó espacios considerables al curioso robo. No había una sola pista.
Pero Voigth no estaba contento. Había hecho algo que lo hizo sentir ingenioso y fuera de la rutina pero nadie lo sabía. Fue entonces que tomó la decisión de enviar a los periódicos una foto suya con toda la historia. Salió en los diarios, claro, pero entró a la cárcel. El pueblo todo y hasta las autoridades tomaron aquello de manera tan risueña que el juez penó a Wilhelm Voigth sólo con 4 años y lo dejó en libertad al año y medio. Ahora sí: todos lo conocían, su ego estaba satisfecho y consiguió estar en la galería de las historias asombrosas.

EL VERDADERO ROBINSON CRUSOE.
Daniel Defoe escribió en el siglo XVIII una de las novelas más exitosas de la literatura popular: Robinson Crusoe. Lo que no muchos saben es que se basó en un personaje real, el inglés Alexander Selkirk, un marinero que se insubordinó a su capitán y fue abandonado solo en la isla Juan Fernández, como castigo. Años más tarde otro buque llegó al lugar y el bueno de Alexander —con voluntad e ingenio— no sólo había sobrevivido sino que había convertido el lugar en algo parecido a un paraíso. Defoe supo de su historia y la enriqueció escribiéndola.

VENGANZA ARTÍSTICA.
Cuando Miguel Ángel Buonarotti pintó los bellísimos frescos de la Capilla Sixtina, el cardenal Biaggio de Sesana protestó muy enojado por los desnudos que aparecían. Miguel Ángel se vengó completando la obra con un personaje que tenía las facciones del cardenal y llevaba orejas de burro. El purpurado se quejó ante el Papa y pidió que se borrara su caricatura pero Paulo III le contestó: “Hijo mío, si te hubiera pintado en el Purgatorio podría sacarte, pero te ubicó en el infierno y allí no tengo amigos”. Memorable.

¿LO SABIAN?
Luis Pasteur, el científico que, entre otras cosas, creó la forma de matar a los microbios de la leche y la vacuna antirrábica, lucía un terrible “Insuficiente” en sus notas escolares de química. No pierdan el ánimo, chicos.

El alimento que puede conservarse perfecto durante más tiempo es la miel. En las pirámides egipcias hallaron frascos que las contenían desde unos 25 siglos y aún podían ingerirse de acuerdo con los análisis.

Alrededor de 200 millones de espermatozoides son los que van lanzados en busca del óvulo y, luego de luchar por alcanzarlo, sólo uno llega y lo fecunda. De eso nacemos. De una batalla fabulosa en la que gana el mejor.

Waterloo, donde los franceses comandados por Napoleón fueron vencidos por los ingleses dirigidos por Wellington, queda en Bélgica.

En este mismo instante, hay unas 1 .800 tormentas eléctricas en otros tantos lugares del planeta. Y así cada día. Pero siempre sale el sol otra vez, como homenaje a la esperanza. Tal vez sea otro ejemplo que la naturaleza nos da.

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viernes, 25 de noviembre de 2011

Las leyes de Murphy

Una divertida recopilación de frases, pensamientos, máximas y moralejas de lo insólito, contradictorio y aparentemente disparatado.

Autor: Indeterminado.
Fuente: Recursos Educativos de Sistema de Educación Boliviana.

¿Nunca ha sonado el teléfono de su casa en el preciso instante en que usted se sentaba en el excusado? ¿Tampoco ha aparecido el autobús que llevaba horas esperando justo cuando se ha encendido un cigarrillo? ¿Nunca ha llovido a cántaros, precisamente el día que había llevado el coche a lavar, ni ha dejado de llover nada más comprar un paraguas? Es posible que usted se diera cuenta en ese momento de que se estaba tramando algo, que existía un principio universal más allá de su comprensión y que estaba muerto de rabia por que le pusieran un nombre.
También, es posible que usted deseara recurrir a la Ley de Murphy, el Principio de Peter o la Ley de la Gravitación Selectiva, si es que había oído hablar de ellas, sólo para darse cuenta de que se le había olvidado el nombre exacto.
Aquí tenemos un pequeño compendio de referencias, que parten del juicio y de la sabiduría de nuestros tecnólogos, burócratas, humanistas y observadores antisociales más deliciosamente dementes. Lo han elaborado y nos lo presentan con la finalidad de proporcionarnos un ligero "alivio kármico".
A lo largo de la historia, los eruditos y los sabios nos han divertido con las leyes del Universo, las estructuras sutiles aunque inmutables que rigen el orden cósmico. Hemos recibido las Leyes Morales de los religiosos; las Leyes del Karma de los místicos; Las Leyes de la Lógica de los racionalistas y las Leyes de la Estética de los artistas. Ahora es el turno de los tecnólogos y de agudizar nuestro oído colectivo.

Murphyología. Ley de Murphy.: Si algo puede salir mal, saldrá mal.
Corolarios:
Nada es tan fácil como parece.
Todo lleva más tiempo del que usted piensa.
Si existe la posibilidad de que varias cosas vayan mal, la que cause más perjuicios será la única que vaya mal.
Si usted intuye que hay cuatro posibilidades de que una gestión vaya mal y las evita, al momento aparecerá espontáneamente una quinta posibilidad.
Cuando las cosas se dejan a su aire, suelen ir de mal en peor.
En cuanto se ponga a hacer algo, se dará cuenta de que hay otra cosa que debería haber hecho antes.
Cualquier solución entraña nuevos problemas.
Es inútil hacer cualquier cosa a prueba de tontos, porque los tontos son muy ingeniosos.
La naturaleza siempre está de parte de la imperfección oculta.
La madre Naturaleza es una lagartona.

Filosofía de Murphy: Sonría. Mañana puede ser peor.
Comentario de O’Toole sobre la ley de Murphy: Murphy era un optimista.
Postulado de Boling: Si se encuentra bien, no se preocupe. Se le pasará.

Primera ley de Chisholm: Cuando las cosas vayan bien, algo habrá que haga que vayan mal.
Corolarios:
Cuando parece que ya nada puede ir peor, empeora.
Cuando le parezca que las cosas van mejor, es que se le ha pasado algo por alto.

Ley de la idea genial: Cuando a usted se le ocurra la solución ideal, alguien habrá resuelto ya el problema.

Primera ley de Sodd: Cuando una persona emprende una tarea, la intervención inconsciente de otra presencia (animada o inanimada) desbaratará sus planes. Sin embargo, algunas tareas se pueden terminar debido a que esa presencia que interviene también está realizando una tarea y, evidentemente, también está expuesta a que usted intervenga.

Segunda ley de Sodd: Antes o después, puede tener la más completa seguridad de que se producirán las circunstancias más desfavorables.
Corolario: Todo sistema se debe diseñar para que se pueda oponer a las circunstancias más desfavorables.

Paradoja de Murphy: Siempre es más fácil hacerlo de la forma más difícil.

Ley de Murphy sobre la termodinamica. Todo empeora a elevadas presiones.

Ley de Pudre: Todo lo que empieza bien, acaba mal. Todo lo que empieza mal, acaba peor.

Postulado de Tylczak sobre la probabilidad: Los sucesos fortuitos tienden a suceder todos juntos.

Murphyología aplicada. Ley de Pattison sobre la electróica: Si los cables se pueden conectar de dos o más formas diferentes, la primera de ellas es la que funde los fusibles.

Leyes universales sobre los métodos recomendados por el Comité de la Sociedad de los Ingenieros Filósofos para ingenieros ingenuos:
En cualquier cálculo, si se tiene que colar un error, se colará.
Cualquier error de cualquier cálculo, será el que más daños produzca.
En cualquier fórmula, las constantes (especialmente las que se han sacado de libros de Ingeniería) se deben considerar como variables.
La mejor aproximación a las condiciones de funcionamiento en el laboratorio, ni siquiera se aproximará a las condiciones reales de funcionamiento.
La dimensión más importante de cualquier plano o proyecto es la que tiene más posibilidades de que la pasemos por alto.
Si sólo existe una oferta para un determinado proyecto, lo más seguro es que el precio no sea razonable.
Si una instalación de prueba funciona perfectamente, las unidades que produzca no funcionarán en absoluto.
Todas las promesas sobre los plazos de entrega deben multiplicarse por un factor igual a 2,0.
Los cambios importantes de diseño se solicitarán cuando el proceso de fabricación esté a punto de terminar.
Las piezas que no se puedan montar más que en un cierto orden, se podrán intercambiar.
Las piezas intercambiables, por el contrario, demostrarán que no lo son.
Las especificaciones del fabricante sobre el rendimiento se deben multiplicar por un factor igual a 0,5
Las afirmaciones del personal del Departamento de Ventas sobre el rendimiento se deben multiplicar por un factor igual a 0,25.
Las instrucciones de instalación y funcionamiento que vienen con el aparato, las habrán tirado los del Departamento de Recepción de Mercancías.
La pieza que precise algún ajuste será la menos accesible.
Las condiciones de servicio, tal y como vienen en las instrucciones, se quedarán cortas rápidamente.
Si hay más de una persona a la que se le pueda echar la culpa de un error de cálculo, la culpa no será de nadie.

En fin, hay muchísimo más para leer. Para descargar el contenido completo de este libro, hacer clic aquí.

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Tradiciones cosmogónicas de los aborígenes australianos

Cómo conservan ellos sus saberes ancestrales sobre su mitología y cultura milenaria.

Autor. Anónimo.
Fuente: Recursos Educativos de Sistema de Educación Boliviana.

INTRODUCCIÓN.
Dentro de Oceanía, un continente dominado por el agua, Australia con sus 4.000 kilómetros, emerge como la única isla cuya extensión nos hace olvidar su carácter insular. Para facilitar el estudio del resto de las islas de este continente, fue necesario agruparlas bajo unos términos más amplios como son los de Micronesia, Melanesia y Polinesia. La población aborigen llegó a Australia hace unos 40.000 años, aunque hay estudiosos que atrasan su llegada hasta los 60.000. Utilizando canoas y toscas embarcaciones, estos primitivos viajeros arribaron a las costas australianas en varias oleadas, desde distintos lugares de la vecina Asia. Tal vez uno de estos lugares de partida, pudo ser la India, ya que con la población india comparten ciertos rasgos como su nariz ancha y algo aplastada o tez oscura. Su increíble capacidad de adaptación al medio les permitió alcanzar una población aproximada de un millón de habitantes a la llegada de los europeos a principios del siglo XVII, en la actualidad sólo quedan unos 200.000 primitivos australianos.
Estos colonos originales desarrollaron una nueva civilización con una serie de rasgos comunes que permiten identificar esta particular cultura: una economía basada en la recolección y en la caza y la pesca, sin prácticas ganaderas o agrícolas; útiles de madera como el valioso bumerang, arma de caza conocida en todo el mundo; vida al aire libre, sin presencia de una arquitectura civil o religiosa; manifestaciones artísticas valiosísimas con un arte rupestre muy rico y complejo acompañado de una impresionante pintura sobre el cuerpo, de gran expresividad; organización tribal y agrupación en torno a clanes y grupos familiares, vinculados a un tótem o a varios tótems.
A pesar de estos rasgos comunes, el tiempo y la distancia han ido configurando importantes diferencias regionales entre la población aborigen australiana, tanto desde el punto de vista lingüístico, como desde el punto de vista religioso o artístico. Esta diversidad queda patente al comprobar que en la Australia aborigen se pueden contar hasta 250 dialectos diferentes. Paulatinamente los dialectos fueron asociados a parcelas de territorio, hasta que las agrupaciones más reconocidas fueron aquellas designadas por el dialecto.
En términos generales podemos establecer hasta 17 ó 18 regiones culturales al hablar de la población aborigen australiana. En primer lugar hallamos la zona norte, en la que destaca la pintura rupestre, y en la que encontramos numerosas tribus: Gunwinggu, Nunggubuyu, Rembarnga, Yolngu, Gurindji, Jawoyn, Ngarinman, Wik, Kuku-yalanji, Gayardilt, Kaiadilt, Lardil, Waanyi, Yanuwa, Gooniyandi, Ngarinyin, Gagudju, Larrakia, Tiwi, Djabugay, y los Yidinjdji.
En segundo lugar una región sur, donde los aborígenes se autodenominan “nunga”, con grupos como los adnyamathanha, los kaurna, y los ngarrindjeri. Otra región es la del este, donde encontramos varias tribus: Boonwurrung, Bundjalung, Darug, Eora, Gunditjmara, Kurnai, Ngunawal, Woiworung, Yugembeh, Barkindji, Kamilaroi, Wiradjuri, Yorta Yorta, Badtjala, Gubbi Gubbi, Quandamooka, o Yuggera. En la región oeste, la población del área más septentrional se hace llamar “yamtji”, mientras que el pueblo más meridional se autodenomina “nyungars”; los grupos que podemos encontrar en zona son los bibbulman, ngyungar, wajuk, watjarri, y yindjibarndi. La zona central es una zona tremendamente árida, en la que se encuentra alguno de los desiertos más secos de la Tierra, en ella se ubican tribus como los arrernte, los pintupi, los pitjantjatjara, los warlpiri, los wongath, los arabana, y los kalkadoon. La isla de Tasmania es otra región dentro de la cultura aborigen australiana, si bien es cierto que tiene características especiales que la diferencian del resto de la cultura aborigen australiana; esta zona incluye los grupos de Nuenonne y Paredarerme. Por último la zona de las Islas de Torres Strait con las tribus de Meriam Mir y Muralag. Esta larga lista de nombres no debe de quedar como una simple enumeración, sino que debe de servir para mostrar la gran diversidad y la gran variedad de matices que puede ofrecernos la cultura aborigen australiana.
Durante siglos Australia permaneció aislada, evolucionando y cultivando una rica cultura, respetuosa con la naturaleza y con la Tierra, alejada de cualquier influjo exterior. Parece ser que pudo haber algún contacto con Nueva Guinea, con China y con Malasia y que hasta las costas del norte de Australia llegaron navegantes árabes en torno al siglo XV. Los primeros europeos en llegar a la isla fueron navegantes tan avezados como Magallanes o Saavedra. Sin embargo, fueron los holandeses los primeros en establecer recaladas definitivas en estas latitudes. Les siguieron luego ingleses y franceses. Pero Australia permaneció inexplorada hasta el siglo XVIII. Y en 1829 Gran Bretaña se anexionó toda Australia. El impacto que supuso para la cultura aborigen la llegada y el asentamiento de estas gentes extranjeras fue enorme. Los europeos importaban unas costumbres que escapaban a la comprensión de los aborígenes y que chocaban con su concepción del mundo, desde la explotación de la tierra y de los animales, mediante la agricultura, la ganadería o la minería, hasta la construcción de grandes edificios, fábricas y casas, pasando por el uso de ropa que tapaba todo el cuerpo y de extraños utensilios. En Australia, los aborígenes sufrieron la enfermedad, la violencia, la desposesión y el desarraigo, principalmente desde el siglo XIX; su población descendió desde el millón de habitantes a la llegada de los europeos, hasta los 200.000 de hoy en día. A mediados del siglo XX consiguieron que la ley les concediera derechos sobre la tierra, sin embargo esto no fue suficiente. Para solventar la situación desastrosa en que se hallaba esta población, durante los años 80 y 90 del siglo XX, los distintos gobiernos australianos desarrollaron una serie de medidas destinadas a la mejora de las condiciones de vida de la población aborigen. En la actualidad la población aborigen australiana, más integrada ya en el modo de vida occidental, mantiene viva su tradición y su cultura, mediante la práctica de sus rituales y la producción artística, tanto literaria como pictórica, que deja bien patente la fuerza y la recuperación de esta rica civilización.

MITOS RELACIONADOS CON EL ORIGEN Y ORDENACIÓN DEL MUNDO.
LA COSMOVISIÓN DE LOS ABORÍGENES AUSTRALIANOS.
Uno de los elementos que destaca en esta cultura es la fuerte conexión que los aborígenes sienten con la naturaleza. Esa intensa unión sienta las bases de su visión particular del mundo y del papel que cumple el ser humano en la Tierra y también impregna todos los aspectos de su vida diaria. Creen que el ser humano forma parte de una esencia superior que es la Naturaleza, de la cual forman parte los seres vivos y los muertos, desde la roca, la lluvia, la lombriz, o los árboles, hasta los canguros y los hombres. De acuerdo con esta concepción, el hombre no es un ser superior, sino que comparte el medio ambiente con el resto de los seres de la Tierra, y tan necesaria es la existencia de los lagartos como la suya propia. Para comprender mejor este gran aprecio y respeto que sienten por la naturaleza, debemos de considerar que estamos ante una sociedad de recolectores y cazadores, cuya supervivencia dependía exclusivamente de los bienes que obtuviesen de la naturaleza, de ahí la necesidad de preservarla y de mantener su equilibrio.
Para preservar ese equilibrio, todos los elementos de la naturaleza debían ser tenidos en cuenta y todos tenían su función. La función del ser humano es la de honrar a la Naturaleza y a sus elementos, mediante la práctica de rituales; se establece así una relación simbiótica, ya que el hombre recibe cobijo y sustento de la Naturaleza, y a cambio, ayuda a mantener el orden mediante rituales. Siguiendo este planteamiento, podemos entender que el aborigen australiano nunca perjudique el medio, sino que lo proteja. Esa veneración y esa unión que sienten con la Naturaleza la manifiestan materialmente mediante los tótems, que están vinculados con algún elemento o algún aspecto de la Naturaleza, al que una tribu, una casa o un individuo aborigen rinde culto.
Mediante este sistema totémico, los aborígenes podían venerar a cualquier aspecto o elemento de la Naturaleza: la roca, la lluvia, la lanza, el lago, las flores, los animales o las plantas. Además, los aborígenes realizaron una clasificación de tótems desde los que eran de culto individual, hasta los de índole local, pasando por los vinculados con el sexo o con la familia. Este orden fundamentado en tótems favoreció el desarrollo de una organización social basada en clanes, que a su vez se dividieron en casas, con lo cual se difundió una gran variedad de relatos, mitos, héroes y creencias particulares, que son imposibles conocer en su totalidad. Sin embargo, a pesar de esa enorme diversidad, la mayoría de los aborígenes australianos comparten un conjunto de creencias acerca del Universo, su origen, la Naturaleza o el papel del ser humano. Así, la mayoría de su mitología está relacionada con la Naturaleza y con la Tierra, mostrada como antítesis al cielo y al océano.
La creación y la ordenación del Mundo, en la mitología de los pueblos nativos australianos, se explica mediante relatos mitológicos que tienen como protagonistas a seres legendarios, dioses y héroes ancestrales. Del mismo modo que ocurría con los mitos africanos o con la cosmogonía clásica, el origen del mundo y su forma, tal y como la conocemos, se debe a la intervención de seres mágicos y dioses primitivos, cuya actuación permite, no sólo que exista nuestro mundo, sino también la vida en él. De igual modo, estos relatos mitológicos ayudan a comprender el origen de ciertos fenómenos naturales o el origen de ciertas costumbres y normas sociales, justificándolas. De forma que estos mitos, acompañados de los correspondientes rituales, ayudaban a conservar este orden establecido, tanto desde el punto de vista natural como desde el punto de vista social. A continuación se mencionan esas leyendas y creencias comunes a la mayor parte de los aborígenes australianos: la estructura del Universo, leyendas sobre el origen de algunos cuerpos celestes, el “Tiempo del Sueño”, la historia de Biame o el relato de la Madre Serpiente.

EL TIEMPO DEL SUEÑO.
Dentro de la mitología aborigen australiana, los mitos de la creación ocupan un lugar muy importante. La creación y ordenación del mundo tuvo lugar en un periodo mitológico y sobrenatural, conocido como “Alchera”, Dreaming o Dreamtime, cuya traducción literal es “Tiempo del Sueño”. En este tiempo mágico, la Tierra tomó forma y la vida surgió en ella. En la mayor parte de las leyendas que hablan del Dreaming, se relatan los viajes de los espíritus ancestrales, llamados Wondjina, que crearon el mundo tal y como lo conocemos, con sus ríos y sus rocas, las estrellas y dieron vida al ser humano, a las plantas y a los animales. Posteriormente, durante el Dreamtime, estos espíritus, viajaron libremente por Australia y después de transmitir a lo seres humanos los conocimientos necesarios para su supervivencia y para el mantenimiento del orden establecido, los Wondjina desaparecieron dentro de la Tierra y habitan en las formas del mundo natural que crearon: rocas, pájaros, ríos, etc... En la mayoría de estos mitos, la Tierra surgió de la materia preexistente y el paisaje fue paulatinamente transformado por la acción de unas criaturas con forma parecida a la de gigantes serpientes. Estas “serpientes” fueron levantando, horadando y retorciendo, el terreno existente, y a medida que lo hacían iban configurando el paisaje actual. Estos seres ancestrales, que dieron forma a la Tierra, surgieron de la propia Tierra. Posteriormente dedicamos un epígrafe al mito de la “Madre Serpiente”
Al “Tiempo del Sueño”, también se puede entrar en el presente mediante la práctica de ciertos rituales, utilizando tótems. Así, la conservación de los mitos y la práctica de los rituales se mantiene en cierto modo, la continuidad de este tiempo sobrenatural, tan importante en la mitología aborigen, y garantiza también la continuidad de la vida.

ESTRUCTURA DEL UNIVERSO Y ORIGEN DE ALGUNOS ELEMENTOS CELESTES.
En este sistema de creencias, donde la Tierra y la Naturaleza ocupaban un lugar privilegiado, el firmamento era poco atendido de manera que la mayor parte de su cosmología estaba basada en la mitología y en observaciones astronómicas muy generales. La estructura del Universo varía poco de un pueblo aborigen a otro. En general para estos nativos, en el Universo había tres planos: la Tierra, el cielo y el subsuelo. La Tierra, cuya forma es circular, está cubierta por el cielo que se estrecha en el horizonte. El cielo es el hogar de los héroes ancestrales y de los seres sobrenaturales. Además, el cielo era descrito como el lugar donde iba el alma de una persona cuando esta moría, curiosamente como explica el Cristianismo, salvando las muchas diferencias, claro está. Como su Tierra (Australia) era un espacio bastante seco, donde el agua no era muy abundante, a los ojos del aborigen australiano, el cielo se imaginó como un espacio verde, donde el suministro de agua era mayor que en la tierra, resultando una morada digna de los dioses y de esas almas que abandonaban el cuerpo al morir. La luz, el brillo de las estrellas era visto como las hogueras de los seres que residían en el cielo. Algunos mitos explican que el cielo era sostenido por unos apoyos gigantescos situados en los extremos de la Tierra sujeto. Esta idea de grandes pilares o apoyos que sujetan el cielo, también es recogida por otras mitologías, por ejemplo, la china.
Los aborígenes australianos sentían un gran respeto por la figura del chamán, de quien se decía era capaz de viajar del plano terrestre al plano celeste, mediante una serie de rituales y utilizando ciertas semillas de árboles que se hallaban entre el cielo y la tierra. El plano subterráneo, era un plano inferior a la Tierra con la cual tenía un mayor parecido que el cielo. En este plano, situado por debajo del terrestre, estaba ocupado por gente que se parecía bastante a la que ocupaba la Tierra. Otros relatos sostenían que el subsuelo es un plano más oscuro y que está vacío, deshabitado. Una leyenda aborigen cuanta que el hombre luna y la mujer sol, atravesaban cada día este plano subterráneo para volver al horizonte este, desde el oeste. De este modo, explicaban la desaparición tanto del sol como de la luna en el horizonte oeste, y su aparición en el este cada día.
Como ya hemos apuntado en el párrafo anterior, para los aborígenes australianos, la luna era identificado con una figura masculina, mientras que el sol era considerado una figura femenina, justa al revés que en muchas otras culturas, como puede ser la clásica. Esto puede deberse a la importancia que los nativos australianos otorgaban a la figura femenina, sin la cual no era posible la vida. Del mismo modo, la vida en la Tierra no es posible sin el sol, con lo cual pudo establecerse una relación entre la feminidad y el astro rey. El mito que nos narra el origen del sol, nos cuenta que éste surgió de la propia Tierra en un lugar concreto, señalado por una gran roca; cada día el sol se alza en el cielo y vuelve a la Tierra cada noche, justo al mismo lugar del que surgió por vez primera. Existe otra narración, completamente distinta, que también explica la aparición del sol en el cielo cada día. Según esta leyenda, una mujer dejó a su hijo en el interior de una cueva mientras buscaba comida; cuando anocheció, la mujer se perdió y entró en la región celeste, que comenzó a recorrer con una antorcha; la mujer aún sigue perdida y cada día cruza el cielo con su antorcha, iluminándolo mientras busca a su hijo perdido.
También es curioso el relato mitológico que explica el origen de la luna, que como ya hemos indicado era una entidad masculina. Según este mito, un miembro del tótem de la zarigüeya tenía un fabuloso cuchillo con la luna dentro, de modo que podía cazar por la noche con la luz que proyectaba. En cierta ocasión, un miembro de otro tótem se lo arrebató y huyó. El dueño del cuchillo, corrió tras él, sin éxito. Como no pudo alcanzarlo, se dirigió a él vociferando y propuso al ladrón que dejase la luna en el cielo para que todos pudiesen sacar provecho de su luz y pudieran cazar de noche. Existe otro mito distinto, pero igual de interesante, que explica las fases de la luna. El relato cuenta cómo un miembro del tótem de la zarigüeya murió y poco después se alzó de su tumba, volviendo a ser un hombre; nuevamente envejeció y murió otra vez; en determinados puntos, se vuelve a levantar como un hombre joven, para ir envejeciendo y volver a morir.
Pero en la mitología de los aborígenes australianos, no solamente se recogen mitos sobre el sol y la luna, sino que otros cuerpos celestes también merecieron su atención. Entre ellos destaca el mito de las Pléyades y de Orión, que fueron importantes grupos de estrellas para los nativos de Australia. Las Pléyades eran siete hermanas que iban siempre juntas a cualquier sitio y un día aterrizaron todas en su lugar favorito, donde encontraron a un grupo de hombres llamados Yayarr. Estos hombres acompañaron y ayudaron a las hermanas, hasta que se cansaron. Solamente uno se quedó con ellas. Cuando las estrellas se fueron al cielo, el hombre las siguió también hasta el firmamento y se convirtió en Orión. Las estrellas de Escorpio también tienen su propio mito, según el cual un recién iniciado fue seducido por una mujer y mantuvo relaciones sexuales antes de haber sido purificado. Los maestros del joven querían castigarle por haber roto las normas, pero la pareja huyó al cielo. Los maestros les persiguieron arrojándoles bumeranes, pero fallaron. Entonces todos se transformaron en estrellas para mostrar que el iniciado jamás podría finalizar su formación.
Otros fenómenos celestes también fueron explicados mediante mitos que ayudaban a comprender hechos, que, de otra forma, eran inexplicables. Así sucedía con los eclipses de sol; para los nativos australianos los eclipses de sol, eran debidos a la intromisión de un demonio, Arungquilta, que quería introducirse en el sol para vivir en él. Cada vez que tenía lugar un eclipse, el chamán debía de realizar un ritual, para expulsar al demonio Arungquilta y expulsarle lejos del sol. Biame, el Gran Dios Espíritu y otros dioses creadores Dentro de los mitos de creación, puede que el más extendido entre los pueblos nativos australianos sea el de el dios Baiame, también conocido bajo los nombres de Balame, Byamee o Biame, que procede del vocablo biai, “hacer”. Este dios ancestral es conocido como “El más Grande” o “El Creador” y es el responsable de haber creado por primera vez la Tierra.
Uno de estos relatos sobre Biame resulta tener cierto contenido moral, además de justificar la necesidad de que todos los seres de la Tierra permanezcan unidos, siendo todos iguales. Este relato, nos cuenta que Biame estableció tres tribus diferentes de seres vivos para poblar la Tierra. En primer lugar creó la tribu de los animales y habitantes del suelo; en este grupo encontramos seres de tamaños y formas diversas, desde los reptiles que se arrastran por el suelo, hasta los canguros y los koalas. En segundo lugar, creó a la tribu de los pájaros, integrada por curiosas aves de todas las dimensiones y colores. En último lugar, dio vida la tribu de los peces que poblaron los ríos, los lagos, las charcas y los amplios mares. En medio de estas tribus vivía una extraña criatura, llamada platypus que compartía cualidades con cada una de esos grupos; así, tenía piel como los animales, ponía huevos como los pájaros y nadaba como los peces. Este ser tenía amistad con las tres tribus, que pronto sintieron una gran admiración y respeto por él.
Según cuenta la leyenda, un desafortunado día las tribus empezaron a discutir sobre cuál de ellas era la mejor. La discusión se volvió tan enérgica, que la lucha estalló y los grupos se separaron. Cada una de las tres tribus invitó a platypus a que se uniera a ella; primero la de los animales, con el gran canguro Bagaray a la cabeza, después la de los pájaros liderada por Buntil, el gran águila y finalmente los peces, con Goodoo al frente. Platypus agradeció a todos su interés y tras meditar unos instantes, respondió: “Animales, me gustaría unirme a vosotros, ya que tengo plumas como vosotros; pájaros, pongo huevos como vosotros y como gusanos; y me gustaría unirme a vuestra tribu; peces, nado con vosotros diariamente y somos grandes amigos. Es una decisión muy difícil, pero he considerado que no me uniré a ninguna como tribus separadas; sin embargo me uniré a todos vosotros como parte que sois de mí, del mismo modo que yo soy parte de todos vosotros, por lo tanto ningún grupo o tribu es mejor que otra, ni yo tampoco. Cada uno de vosotros sois especiales y únicos en vuestra existencia”.
Como hemos indicado al comienzo del relato, esta leyenda tiene un contenido moral muy importante en la vida aborigen australiana: todos los seres de la Tierra son iguales y deben permanecer unidos.
Otra leyenda de Baiame, nos cuenta cómo el dios después de crear la Tierra, creó al primer hombre y a la primera mujer a partir del barro y el polvo. Según cuenta este relato legendario, antes de desaparecer, el dios indicó a la pareja, aquellas plantas que podían comer, advirtiéndoles que tenían prohibido comer animales y les dejó en un lugar muy bueno. La lluvia y el sol daban vida a las plantas, cuyo fruto servía de alimento a esta pareja y a su creciente prole. Pero un día la lluvia cesó y, por vez primera, en la Tierra se supo lo que era el hambre. En un momento de desesperación, el hombre se atrevió a matar a un animal, un canguro, que compartió con su hambrienta esposa. La pareja ofreció parte del novedoso sustento a un amigo enfermo y debilitado por la falta de alimento. Sin embargo, el hombre rechazó la oferta y, advirtiéndoles de su error, se marchó. Por su parte, la pareja continuó con su festín, tras lo cual siguieron las hullas tambaleantes de su pobre amigo.
Le encontraron a los pies de un eucalipto al otro lado de un río de fuerte corriente. Desde la otra orilla la pareja, contemplaba a su amigo y, cuando estaba a punto de marcharse, quedó estupefacta y aterrorizada ante la visión de una figura negra, mitad humana, mitad bestia, que saltando de las ramas de aquel árbol, se abalanzó sobre el cuerpo de su inmóvil amigo.
Aterrorizados el hombre y su esposa, vieron cómo aquella figura horrible, se llevaba a su amigo y desaparecía. De repente, una gran humareda salió del árbol, tras lo cual se escuchó un ruido desgarrador, como si el árbol se rompiese sólo y sus raíces se despegaran de la tierra. El árbol se levantó y se alejó de la pareja volando hacia el sur. Así es como, según la mitología de los aborígenes australianos, por primera vez en la Tierra, la muerte llegó a un hombre. Un ser humano había perdido la vida a manos de una criatura llamada Yowee que es el Espíritu de la Muerte.
En este relato vuelve a ser interesante el matiz moral de su contenido, ya que la primera vez que muere un ser humano, puede ser vista como un castigo por haber matado un animal, incumpliendo las normas establecidas por el Creador. Ciertamente es un final triste, porque el mundo ideado por Baiame se ve repentinamente truncado por la ruptura del equilibrio inicial y se abre camino una nueva creación.
Además del dios Baiame, dada la gran diversidad de tribus que encontramos en la cultura aborigen australiana, podemos hallar una importante lista de divinidades ancestrales vinculadas con la creación y ordenación del mundo. Incluso puede ocurrir que tantos nombres diferentes aludan al mismo ser superior que creó el Mundo. Entre algunas tribus de Australia Central, por ejemplo, Altjira es considerado el padre del cielo y el dios del “Tiempo del Sueño”, que creó la Tierra, retirándose después a lo más alto del cielo, donde aún permanece. Por otro lado, los bagadjimbiri son dos hermanos a los que los karadjeri del noroeste de Australia, atribuyen la creación del mundo, indicando que con anterioridad al ascenso de ellos desde el suelo, no había nada.
Para las tribus de los kulin y los wurunjerri de Australia, Bunjil es el dios supremo y creador y ambas tribus se refieren a él como “Padre Nuestro” e igual que sucede en el resto de mitos, después de terminar su tarea en la Tierra, marchó al cielo.
En Australia Central, los aranda creen que Mangar-kunjer-kunja, es el dios creador; se trataba de un dios lagarto que encontró seres primigenios sin desarrollar, a los que separó y con su cuchillo les abrió los orificios para los ojos, la nariz, la boca y los oídos y además les mostró el fuego, el cuchillo, el boomerang y el matrimonio. Waramurungundi es considerada por los gunwinggu como la primera mujer, la madre de Australia que dio a luz a la Tierra, dictó las normas de todas las criaturas vivientes y enseñó al hombre a hablar.

LA SERPIENTE ARCO IRIS O LA MADRE SERPIENTE (RAINBOW SERPENT).
Otro de los mitos de creación más extendidos y conocidos entre los aborígenes australianos es el de la “Madre Serpiente”, también llamada “Serpiente Arco Iris”. Esta divinidad ancestral es la personificación de la fertilidad, la diosa de la lluvia, y tiene poderes para dar vida.
Según cuenta la leyenda, al principio la Tierra era un espacio vacío y llano, en cuyo interior descansaba la “Gran Madre Serpiente” que permaneció en un profundo sueño durante muchísimo tiempo. Repentinamente se despertó y reptó por el interior de la Tierra hasta llegar a la desierta superficie. Comenzó a recorrer la Tierra y, a medida que avanzaba, tal era su poder, que provocó una gran lluvia, formándose lagos, ríos y pozos de agua. Cada sitio que visitó lo nutrió con la leche de sus pechos rebosantes, haciéndolo fértil y una frondosa vegetación creció en la Tierra antes yerma. Grandes árboles con frutos de muchos colores y formas brotaron de la tierra. La diosa introdujo su nariz en el suelo, levantando cadenas montañosas y abriendo profundos valles, mientras que otras partes las dejó lisas y desiertas.
La “Madre Serpiente” regresó entonces a la Tierra y despertó a los animales, a los reptiles y a los pájaros que poblaron por vez primera la Tierra, y finalmente creó a los peces. Por último, según cuenta la leyenda, la diosa extrajo de las entrañas de la propia Tierra a la última de las criaturas, el ser humano. De la “Madre Serpiente” los seres humanos aprendieron a vivir en paz y armonía con todas las criaturas de la creación, ya que eran sus primos espirituales. Además, la diosa enseñó al hombre la vida tribal, a compartir y tomar de la Tierra solamente aquellos bienes que necesitasen, respetando y honrando a la Naturaleza. Según esta leyenda, gracias a la “Diosa Serpiente”, hombres y mujeres aprendieron a convivir como hermanos con la naturaleza y también aprendieron que cada elemento había sido colocado por la diosa en equilibrio. El ser humano entendió que su papel era el de guardián y protector de ese equilibrio y que debía transmitir este conocimiento de generación en generación. Antes de desaparecer, la “Madre Serpiente” advirtió que si el hombre abusaba y mataba por placer o por gula, encontraría al culpable y le castigaría.
En algunas variantes de este mito, la “Madre Serpiente”, llamada “Madre Eingana” vivía, y aún vive, en el “Tiempo del Sueño”, de donde regresa en algunas ocasiones para crear más vida. Según esta versión, la serpiente primigenia, que carecía de vagina, se sentía torturada por su embarazo, por lo cual empezó a girar y a revolverse. El dios Barraiya, que la vió, la pinchó cerca del ano para que pudiese dar a luz y todas las criaturas que llevaba en su vientre pudiesen nacer. Del mismo modo es considerada como la “Madre Muerte” y según este mito, la diosa Eingana tiene un nervio conectado o atado a cada una de sus criaturas y cuando lo deja marchar esa vida se detiene. Siguiendo este planteamiento, si esta diosa muriese, todo dejaría de existir.

YHI, LA DIOSA CREADORA DE LOS KARRAUR.
En la mitología de los karraur, Yhi es una divinidad de primer orden, ya que es la diosa creadora. Según cuenta una leyenda de estos aborígenes australianos, la diosa permanecía dormida en el “Tiempo del Sueño” antes de la creación de nuestro mundo, en un lugar pacífico y de montañas tranquilas. Un susurro repentino, desveló a la diosa que dio un gran bostezo y abrió sus ojos, inundando al mundo con nueva luz. Yhi descendió a esta nueva Tierra iluminada por su luz, recorriéndola de este a oeste y de norte a sur. A medida que la diosa caminaba, las plantas brotaban bajo sus pies y no descansó hasta que hubo recorrido cada centímetro de tierra y todo quedó cubierto por un manto verde.
Cuando terminó, la diosa fue a descansar y mientras contemplaba su reciente creación, se percató de que las plantas no podían moverse y en aquel momento le apeteció ver algo que pudiese agitarse graciosamente. Con la idea de crear estas nuevas criaturas, la diosa descendió a la Tierra y tuvo que enfrentarse a unos espíritus malignos que intentaron acabar con su vida. La diosa, más poderosa y fuerte, derrotó a estos espíritus y la calidez de la diosa se mezcló con la oscuridad, surgiendo unas diminutas formas de vida que empezaron a moverse por allí. Esas formas de vida se transformaron en danzarinas mariposas, juguetonas abejas y otros insectos que comenzaron a revolotear en torno a la diosa. Pero en este mundo luminoso y vivo, aún había cuevas oscuras y heladas; sobre ellas la diosa esparció también su mágica luz y en el interior de las cuevas formó agua. Pronto vio cómo aparecían nuevas criaturas: peces y lagartos que se deslizaban por el agua.
La diosa había derrotado definitivamente a la oscuridad y el nuevo mundo se llenó de pájaros y animales que poblaron la Tierra, llenándola de vida. Por otro lado, el mito de los karraur sirve para explicar la salida y la puesta del sol. Cuando el mundo estuvo lleno de luz y de vida, Yhi dijo a las criaturas que ella se marchaba, bendiciéndoles con el cambio de las estaciones, y prometiéndoles que cuando muriesen se encontrarían con ella. Entonces, la diosa se transformó en una potente bola de luz y se alzó en el cielo, para desaparecer después en el horizonte. Todas las criaturas de la Tierra se asustaron porque a medida que Yhi desaparecía, la oscuridad llenaba la Tierra.
Poco a poco, las criaturas fueron quedándose dormidas en la nueva oscuridad de la noche, para ir despertando lentamente ante la luz de un nuevo amanecer. Lo que pronto supieron las criaturas, es que Yhi nunca iba a abandonar totalmente su creación y que tras anochecer, volvería a aparecer por el este, día tras día. Sin embargo, la diosa tuvo que regresar una vez más a la Tierra, ya que los animales empezaron a estar descontentos con sus formas, a ser infelices y a pedir a la diosa que satisficiese sus deseos. Así, según cuenta la leyenda, Yhi descendió sobre la superficie terrestre y preguntó a las criaturas qué necesitaban: el murciélago quería alas, la foca quería nadar... Yhi les dijo que cumpliría sus deseos, sólo por esta vez y a cada uno le concedió lo que deseaba. Así es como, de los seres ancestrales con formas bellas de la anterior creación, surgieron las extrañas criaturas de nuestra Tierra.
A esta diosa también le atribuyen los karraur la creación del hombre y de la mujer. Yhi había creado primero al hombre, que rodeado de plantas y animales, vagaba por la Tierra y se sentía sólo ya que ni bestias ni vegetales se parecían a él. Una mañana la diosa se acercó a él, mientras descansaba ceca de un árbol y tenía insólitos sueños. A medida que se despertaba de su profundo sueño, vio la flor del árbol brillando a la luz del sol. Atónito el hombre pudo contemplar el auténtico poder de Yhi actuando sobre el tallo de la resplandeciente flor. Repentinamente el tallo empezó a moverse y tomó aliento. De improviso, la flor mudó de forma y se convirtió en una mujer, que emergió pausadamente desde la luz. Así apareció la primera mujer de la creación.
Después de aproximarnos a este conjunto de relatos legendarios ligados a la creación y ordenación del Mundo, según la mitología aborigen australiana, podemos apuntar una serie de rasgos comunes entre tanta diversidad.
En primer lugar, en la mayoría de dichos relatos, la creación tiene lugar en un período mítico, llamado “Dreamtime” (“Tiempo del Sueño”), en el cual habitan los espíritus ancestrales encargados de la creación. En segundo lugar, en estos mitos, ya sea el de Baiame o el de Yhi, el dios protagonista es el autor de toda la creación: Tierra, animales y ser humano; es decir: da forma a la Tierra, la llena de vida vegetal y animal, y crea al ser humano. Por otro lado, puede desprenderse otro rasgo común a muchos de estos mitos, que es el desarrollo de la creación y ordenación del Mundo en distintas fases, más o menos marcadas según el relato. Así, en un primer momento la divinidad creadora, da forma a la Tierra, levantando montañas, creando la lluvia y disponiendo lagos y ríos. Después da vida a los seres que pueblan la Tierra, también siguiendo un orden evidente: primero crea el manto vegetal de la Tierra, surgiendo espacios verdes con frondosos árboles, seguidamente crea a los animales, después a los pájaros y finalmente a los peces. Por último, crea al ser humano, primero al hombre y después a la mujer.
Para finalizar señalamos otro aspecto común en todos los relatos mitológicos, fundamental para comprender el modo de vida tradicional de los aborígenes australianos. En la mayoría de estos mitos se aprecia un contenido moral de vital importancia: el respeto y la vinculación con la Naturaleza, de la que todos forman parte. Al final de cada relato podemos apreciar que la divinidad creadora, transmite al hombre una serie de conocimientos: el fuego, el uso de algunas herramientas (cuchillo o boomerang), normas de convivencia (matrimonio, modo de vida tribal...).
Entre el conjunto de conocimientos, se halla esa admiración por la naturaleza y la idea de que todos los seres son de igual importancia para el equilibrio natural y todos forman parte de una entidad mayor, la Naturaleza. De estas enseñanzas se extrae el papel que debe cumplir el ser humano, honrar a la Naturaleza y mantener su equilibrio, mediante la práctica de rituales y transmisión de esos conocimientos. Estos mitos y ritos garantizan el mantenimiento del orden establecido y permiten al aborigen australiano descubrir su lugar en el Mundo.

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