miércoles, 30 de noviembre de 2011

Tai chi o el arte del equilibrio

Terapia, filosofía, arte marcial, disciplina… un estilo de vida. Difícil de definir, el t’ai chi es una práctica que no se explica, se experimenta.

Autora: Carmen Ortúzar M.
Fuente: Revista “Conozca Más”.

Agobiadas por un mundo donde imperan la violencia y el consumismo, la agitación, el stress y las enfermedades sociales y mentales, muchas personas andan en busca de paz interior, de la salud y la armonía con su propio yo y con los demás. Algunas de ellas han descubierto esa fuente de vida en el T’ai Chi, una milenaria práctica oriental que se ha extendido por casi todo el orbe.
¿Qué es el T’ai Chi? ¿Un arte marcial, un deporte, una filosofía, un estilo de vida? Difícil de explicarlo “porque hay que vivirlo, experimentarlo”, dicen sus seguidores. En realidad, el T’ai Chi es todo eso... Pero es más.
¿Cómo sabe usted que en la mañana, cuando hay sol, puede tender la ropa mojada porque se va a secar y que no sucederá lo mismo en la noche, cuando éste se haya escondido? Parece obvio. Ni siquiera es una acción que requiere reflexionarla. Lo dice la experiencia, es un conocimiento de vida. Y aunque usted no lo crea, todo eso está conectado con el T’ai Chi. Así lo aseguran los maestros chinos que han extendido este arte milenario en Occidente:
“El T’ai Chi enseña cuál es la hora que sale el sol (el yang, el principio positivo) y qué hay que hacer; cuál es la hora que sale la luna (el yin, principio negativo) y qué hay que hacer a esa hora. Si uno tiene esa filosofía, la fuerza del T’ai Chi, uno sabe qué hacer, también, a una determinada edad: a los 20, a los 30, 50... Si uno tiene 80 años no puede preferir hacer lo de una persona de 20. Así, con esta fuerza del T’ai Chi uno no tendrá la preocupación de ser viejo, porque es una circulación natural. Uno no puede pretender que a las 12 de la noche todavía tengamos sol, porque uno sabe que a esa hora no puede haberlo. Por eso el T’ai Chi entrena a la persona a seguir el movimiento de la naturaleza, con las regulaciones que sigue la naturaleza”.
De otra manera lo sintetiza Trinidad Fariña, directora de la Escuela de T’ai Chi Clásico: “El T’ai Chi es vida, paz. Es un método de equilibrio que desarrolla la armonía mente-cuerpo, masculino-femenino, negativo-positivo. Con él se adquiere mejor calidad de vida”.

LIMPIANDO MERIDIANOS.
El T’ai Chi es un arte marcial interno, busca el desarrollo interior. Tiene diversos estilos, formas y enfoques y otorga cuatro aspectos básicos: salud normal (como otros deportes y ejercicios), alta técnica de autodefensa, larga vida (porque el cuerpo sana de sus enfermedades) y con un alto nivel de perfeccionamiento desarrolla una energía interior que puede sanar a otros. Esto se logra paso a paso, es como aprender gramática. Con constancia, ya que entrenar T’ai Chi es, sobre todo, entrenar disciplina. Sólo quien sigue una disciplina puede ser más pacífico. Después viene la fuerza, pues el T’ai Chi es también entrenamiento de la fuerza interna.
Esta práctica se puede definir, también, como una acupuntura en movimiento. “Y si la parte más sutil del cuerpo empieza a sufrir transformaciones, la parte psíquica, espiritual, también”, dice Trinidad Fariña. “De hecho, el T’ai Chi está inserto dentro de la filosofía del I Chin (el Libro de los Cambios). Y esos cambios ayudan a crecer”.
El tipo y cantidad de movimientos en el T’ai Chi dependen de la escuela y maestros que deriven. Lo importante es que ésos deben ser correctos; es decir, cada uno debe llenar los 20 meridianos o rutas que hay en el cuerpo y por donde circula la energía. Al entrenar el exterior se entrena la circulación de los meridianos para que la energía fluya libremente. Y de adentro se extrae el Chin Chi Zen.

CHIN CHI ZEN.
El Chin representa la energía, la que puede venir de dos formas: ingiriendo alimentos, los que después de la digestión se transforman en Chin (lo que corresponde, porque lo que no sirve sale del cuerpo), o a través del Chi. Chi es el aire, la energía que hay en el ambiente (el aire tiene temperatura, vibraciones, diversos elementos con los que el T’ai Chi enseña a relacionarse, a tomar conciencia de que existen). Es la energía más importante, ya que alguien puede estar tres días sin comer pero no puede permanecer diez minutos sin tomar Chi. “El T’ai Chi lo entrena a uno para obtener la vitamina de la naturaleza, que pase al cuerpo a través de los meridianos y que vaya a la parte que se necesita. Esta vitamina Chi es la que mucha gente desconoce”, dicen sus cultores.
Por último, está el Zen, que se adquiere cuando se tiene más poder. Se podría definir como la mezcla del Chin y el Chi, o como la fuerza espiritual. Esa fuerza que sale del cuerpo a través del espíritu, de la mente, y que puede sanar a otra gente. Por eso hay que practicarlo todos los días, ya que la energía que proviene del aire y los alimentos se transforma en propia energía. Quienes tienen más fuerza son los que están en mejor ambiente, en mayor contacto con la naturaleza; quienes viven en junglas, montañas y bosques.
Obtener esta energía, la fuerza, requiere tiempo. También, practicar el T’ai Chi en forma correcta: una respiración equivocada, un movimiento que va en contra de la gramática, pueden ocasionar problemas. Y se necesita de la mente para entender lo que se está haciendo. De hecho, lo primero que enseña esta disciplina es a relajarse, a vaciar la mente, a no ponerse nervioso. En las demostraciones más avanzadas de esta práctica, el control de la mente es vital. Un poco de miedo, nerviosismo o falta de concentración pueden resultar fatales.

VIDA FELIZ.
Este tipo de acciones, sin embargo, no es el fin último del T’ai Chi y hay que entenderlas en el contexto de un arte marcial oriental. En la Escuela de Trinidad Fariña y Efraín Telias, “nuestro enfoque es que tú te contactes con tu propio T’ai Chi, con tu propio tiempo, con tu propia forma de moverte; y de ahí aprendes este arte. No que el T’ai Chi sea algo externo a ti. Lo que nosotros queremos es que aprendas por amor a ti mismo y al arte”.
El T’ai Chi es, también, una práctica del sentimiento del amor, la lealtad, la rectitud. Según el maestro Liu Pai Lin, “observa el movimiento de rotación de la tierra: él construye diariamente el frescor de la vida nueva. En esta observación aprende el camino de la espontaneidad, es como si la tierra estuviera haciendo T’ai Chi, renovando el aire e impregnando frescor a todas las cosas, pues la mayor virtud de la naturaleza es hacer nacer vida nueva. Obteniendo aire puro, la sangre se renueva y el espíritu queda límpido. De esta forma obtenemos este sentimiento del amor de la naturaleza. Si practicamos T’ai Chi diariamente, cultivamos nuestra esencia creadora, ligándonos con la naturaleza. Conservando con naturalidad el amor en el corazón, retornamos a la pureza del ser. Por esto es que el T’ai Chi es una práctica para el sentimiento del amor”.
Además, dicen sus seguidores, es una práctica para llevar una vida más plena, más armoniosa y saludable, más libre de tensiones, más feliz. Se pierde el miedo y se toma conciencia de que no es necesario andar a patadas con la vida. No es que el temor o la ira desaparezcan. “Si nos contactamos con nuestra propia energía y nos damos cuenta de que después de un arrebato de rabia quedamos totalmente desenergizados, proclives a cualquier enfermedad, porque nos bajan las defensas. Así, empezamos a cuidar más la energía y aprendemos cómo y dónde descargarla o reciclarla”, dice Trinidad.
El T’ai Chi es un camino de desarrollo en que se usa el cuerpo como un instrumento de placer integral. Se aprende a respirar de otra forma, mirar de manera distinta, oler diferente. A estar en paz. En ese aspecto, como es un arte marcial, Trinidad concibe el T’ai Chi como “una manera de desarrollar toda la voluntad que necesita un guerrero para poder pelear con la propia violencia, la propia enfermedad, con todo lo negativo que cada uno lleva adentro”.
Así, el T’ai Chi es una filosofía que se aplica en la vida cotidiana, mejorando las relaciones con la familia, en el trabajo; es una terapia, un deporte, una disciplina. Para muchos, un estilo de vida. De esta manera, “más que explicarlo, es una práctica que hay que experimentar”.

SE RECOMIENDA.
Aseguran los instructores de T’ai Chi que a sus clases asisten muchos profesionales, especialmente del área de la salud. Otros que no lo practican, igual lo recomiendan. Sobre todo los traumatólogos, kinesiólogos y psicólogos: “para aliviar tensiones”, coinciden en sus opiniones. Es el caso de la psicoterapeuta Gina Nanetti, quien practica con sus pacientes otra técnica de relajación, pero reconoce los beneficios de este arte oriental. Dice Gina: “El T’ai Chi es aprender a conectarse con la energía vital que está en nuestro cuerpo, es encontrar el equilibrio, un orden de claridad en nuestro cuerpo (lo físico) y la mente (lo psicológico), lo que ayuda a tener un contacto más cercano con uno mismo. Es una forma de meditación, pero de otra manera, no es sólo gimnasia. Con ayuda médica, el T’ai Chi alivia tensiones, va sacando de la depresión y la neurosis a quienes están en tratamiento. Puede ser el primer paso de un camino de encuentro consigo mismo”.

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