Parece una broma de mal gusto que un país con tantas potencialidades y riquezas naturales tenga hoy la población con uno de los niveles de vida y bienestar más deficientes y vulnerables de Latinoamérica y el mundo.
It seems a joke in poor taste that a country with so many potentialities and natural wealth has today the population with one of the levels of life and faultier and more vulnerable well-being of Latin America and the World.
Talvez no has leído todavía:
El tabú bolivarista.
El primer presidente argentino era boliviano de nacimiento.
Cualquier precio por un Me Gusta.
En nombre de Dios.
La industria del disparate.
Yo y mis opiniones de miércoles…
Antes de la década de los 70 uno podía imaginarse a Venezuela como un país con llanuras inmensas, pastizales y granjas lecheras, hombres a caballo, mujeres de bellos vestidos largos y niños llaneros que desde temprana edad viven la alegría de la naturaleza en sus ojos y su alma. Del petróleo talvez no se hablaba mucho en esa época; quizás sólo de algunos pozos que entorpecían el ensoñador paisaje del Maracaibo.
Eso sí: Venezuela, cuna del romántico y atrevido Bolívar, que luego de su azarosa iniciación libertaria cabalgó “deshaciendo entuertos” (coloniales) desde la ribera de su Orinoco hasta la cumbre del Potosí Imperial, cuna de Sucre, el soldado-filósofo que luego de Ayacucho brilló tanto como su mentor, y también sucumbió traicionado casi como él. También cuna del gigante Andrés Bello y de varios otros ilustres cuya vida y obra sería largo reseñar brevemente siquiera.
Luego, pasada la guerra del Iom Kipur, podía uno pensar en Venezuela como la Arabia Saudita de Latinoamérica, país señor de los petrodólares, envidia (sana) de sus hermanos sudamericanos; país de reinas mundiales de belleza y, añadiendo a sus encantos paisajísticos, potencialidades productivas y el optimismo casi infinito de su gente, país de posibilidades torrenciales cual Arauca Vibrador, para apuntalar su progreso y entrada, a “paso de corcel llanero” al Primer Mundo.
Pero,,, Qué anomalía histórica o socioeconómica impidió, y lo sigue haciendo al parecer con mayor ominosidad cada día, que este país que virtualmente lo tiene todo, sea hoy un doloroso ejemplo de que a veces se puede caer en la infelicidad a pesar de tenerlo todo para precisamente lo contrario?
Teniendo Venezuela todo lo que tenía, y tiene todavía, para ser un país próspero, es dolorosamente incomprensible que su población esté al borde del desencanto, y que la pobreza, en algunos casos extrema, sea el fantasma de cada día.
Y no es que sólo la época desarrollista, neoliberal para gusto de los postmarxistas ataviados de populismo, lo haya hecho mal; como van los acontecimientos y cadena de desafortunado desgobierno, tan lleno de retórica, buenas intenciones y errores, todo en proporciones iguales, también el neosocialismo parece estarlo haciendo tan mal, escandalosamente tanto que uno se pregunta qué época resulta más nefasta que la otra. Sólo la historia lo dirá.
Pero entretanto… qué es de Venezuela, la hermosa caída en inocultable infortunio…?
País con lagos de petróleo debajo de su gran lago, pero que debe racionar energía para no colapsar su languideciente dinámica urbana y medio-productiva.
País con llanuras y sabanas que Dinamarca, Holanda y Nueva Zelanda envidiarían, pero en cuyos hogares la leche es un artículo de lujo, cada vez más escaso.
País que puede enviar al mundo, luego de literalmente atiborrar a su propia población con carne, vegetales, frutas y más delicias alimentarias, pero que tiene a su gente haciendo fila por un poco de pollo, conservas y… papel higiénico… (…!).
País que puede arrebatar el turismo a sus vecinos con sus ciudades históricas, museos irrepetibles, paisajes fascinantes, folklore sin igual, maravillas medioambientales, calles llenas de sonrisas y playas envidiables, pero que figura en las estadísticas mundiales de inseguridad disuasiva para el turismo.
Todo ello, sin contar otras desventuras que asolan hoy, a la segunda década del tercer milenio, a este país que lo tiene todo para tenerlo todo, pero que parece estarse quedando sin nada.
Quo vadis Venezuela, la hermana latinoamericana que debiendo ser luz de libertad y gozo, como te soñaron tus próceres, ahora te debates entre los desaciertos de tus malos hijos? Porque sólo así se explica tu infortunio. Porque tuviste épocas malas pero pudiste prevalecer; y ahora no sólo te amenaza la debacle material sino también la desesperanza, que es peor que lo primero.
Quo vadis Venezuela, que la mayoría de tu gente lucha por sobrevivir mientras tus (poquísimos) malos hijos ignoran, por ignorancia misma o por negligencia (culpable de todos modos) el precipicio en que estás a punto de caer, si es que no estás cayendo ya, para desconsuelo de todos quienes te amamos dentro o fuera de tus fronteras?
Quo vadis Venezuela, que teniendo un “ministerio (o viceministerio) de la felicidad” tienes hijos cada vez más sumidos en precisamente lo contrario?
Pero… Dios es grande, y el espíritu de tus buenos hijos también… No caerás.
Algo habrá de pasar que te salve del desastre. Y ese algo es el despertar de tus venezolanos y venezolanas dispuestos a retomar el espíritu de Bolívar, en cuyo nombre se cometen hoy tantos desatinos. Y blandiendo la espada de la libertad, que en este suelo es el otro nombre de Dios, habrás de poner cada cosa en su lugar, premiar lo que se hace bien, y a los que lo hacen, y apartar, incluso con severidad, lo que se está haciendo mal, y a los que lo hacen.
Ese día habrá de llegar, Venezuela, en la medida que adquieras conciencia de que no mereces vivir en la inermidad ante tu Historia, y del futuro mejor a que tienes derecho, y lo tienen tus hijos.
Ese día está cerca en la medida en que tú, como país, como pueblo y como generación que tiene prohibido legar a su descendencia esta desgracia histórica circunstancial, te decidas a unirte contra la maldad disfrazada de autoridad, contra el populismo disfrazado de paternalismo, contra la desidia gubernamental disfrazada de “amor al pueblo”, contra la tiranía disfrazada de “lucha contra el enemigo externo”, y contra la ineptitud disfrazada de “buen corazón”, “misiones” para casi todo, y “capta-huellas” a fin de que la gente compre menos en lugar de tractores para que la gente produzca más y coma mejor.
(Cómo es eso de trabajar menos por jornada para ahorrar electricidad? Qué se viene luego? Dormir hasta mediodía para ahorrarse el desayuno? Menos mal que no existen aun cremalleras para la boca, que impidan comer)…
Quo vadis Venezuela que estás cada vez peor pudiendo estar mejor?
Despierta, Venezuela. Endereza el rumbo, sacúdete del lastre que te retiene, sal del pantano que te atrapa, y libérate de quienes te tienen cautiva, amarrada ante las fauces de la infelicidad…
Despierta, Venezuela. Quienes te queremos (linda y próspera) te decimos que el camino a tu futuro no es por donde vas hoy…
It seems a joke in poor taste that a country with so many potentialities and natural wealth has today the population with one of the levels of life and faultier and more vulnerable well-being of Latin America and the World.
Talvez no has leído todavía:
El tabú bolivarista.
El primer presidente argentino era boliviano de nacimiento.
Cualquier precio por un Me Gusta.
En nombre de Dios.
La industria del disparate.
Yo y mis opiniones de miércoles…
Antes de la década de los 70 uno podía imaginarse a Venezuela como un país con llanuras inmensas, pastizales y granjas lecheras, hombres a caballo, mujeres de bellos vestidos largos y niños llaneros que desde temprana edad viven la alegría de la naturaleza en sus ojos y su alma. Del petróleo talvez no se hablaba mucho en esa época; quizás sólo de algunos pozos que entorpecían el ensoñador paisaje del Maracaibo.
Eso sí: Venezuela, cuna del romántico y atrevido Bolívar, que luego de su azarosa iniciación libertaria cabalgó “deshaciendo entuertos” (coloniales) desde la ribera de su Orinoco hasta la cumbre del Potosí Imperial, cuna de Sucre, el soldado-filósofo que luego de Ayacucho brilló tanto como su mentor, y también sucumbió traicionado casi como él. También cuna del gigante Andrés Bello y de varios otros ilustres cuya vida y obra sería largo reseñar brevemente siquiera.
Luego, pasada la guerra del Iom Kipur, podía uno pensar en Venezuela como la Arabia Saudita de Latinoamérica, país señor de los petrodólares, envidia (sana) de sus hermanos sudamericanos; país de reinas mundiales de belleza y, añadiendo a sus encantos paisajísticos, potencialidades productivas y el optimismo casi infinito de su gente, país de posibilidades torrenciales cual Arauca Vibrador, para apuntalar su progreso y entrada, a “paso de corcel llanero” al Primer Mundo.
Pero,,, Qué anomalía histórica o socioeconómica impidió, y lo sigue haciendo al parecer con mayor ominosidad cada día, que este país que virtualmente lo tiene todo, sea hoy un doloroso ejemplo de que a veces se puede caer en la infelicidad a pesar de tenerlo todo para precisamente lo contrario?
Teniendo Venezuela todo lo que tenía, y tiene todavía, para ser un país próspero, es dolorosamente incomprensible que su población esté al borde del desencanto, y que la pobreza, en algunos casos extrema, sea el fantasma de cada día.
Y no es que sólo la época desarrollista, neoliberal para gusto de los postmarxistas ataviados de populismo, lo haya hecho mal; como van los acontecimientos y cadena de desafortunado desgobierno, tan lleno de retórica, buenas intenciones y errores, todo en proporciones iguales, también el neosocialismo parece estarlo haciendo tan mal, escandalosamente tanto que uno se pregunta qué época resulta más nefasta que la otra. Sólo la historia lo dirá.
Pero entretanto… qué es de Venezuela, la hermosa caída en inocultable infortunio…?
País con lagos de petróleo debajo de su gran lago, pero que debe racionar energía para no colapsar su languideciente dinámica urbana y medio-productiva.
País con llanuras y sabanas que Dinamarca, Holanda y Nueva Zelanda envidiarían, pero en cuyos hogares la leche es un artículo de lujo, cada vez más escaso.
País que puede enviar al mundo, luego de literalmente atiborrar a su propia población con carne, vegetales, frutas y más delicias alimentarias, pero que tiene a su gente haciendo fila por un poco de pollo, conservas y… papel higiénico… (…!).
País que puede arrebatar el turismo a sus vecinos con sus ciudades históricas, museos irrepetibles, paisajes fascinantes, folklore sin igual, maravillas medioambientales, calles llenas de sonrisas y playas envidiables, pero que figura en las estadísticas mundiales de inseguridad disuasiva para el turismo.
Todo ello, sin contar otras desventuras que asolan hoy, a la segunda década del tercer milenio, a este país que lo tiene todo para tenerlo todo, pero que parece estarse quedando sin nada.
Quo vadis Venezuela, la hermana latinoamericana que debiendo ser luz de libertad y gozo, como te soñaron tus próceres, ahora te debates entre los desaciertos de tus malos hijos? Porque sólo así se explica tu infortunio. Porque tuviste épocas malas pero pudiste prevalecer; y ahora no sólo te amenaza la debacle material sino también la desesperanza, que es peor que lo primero.
Quo vadis Venezuela, que la mayoría de tu gente lucha por sobrevivir mientras tus (poquísimos) malos hijos ignoran, por ignorancia misma o por negligencia (culpable de todos modos) el precipicio en que estás a punto de caer, si es que no estás cayendo ya, para desconsuelo de todos quienes te amamos dentro o fuera de tus fronteras?
Quo vadis Venezuela, que teniendo un “ministerio (o viceministerio) de la felicidad” tienes hijos cada vez más sumidos en precisamente lo contrario?
Pero… Dios es grande, y el espíritu de tus buenos hijos también… No caerás.
Algo habrá de pasar que te salve del desastre. Y ese algo es el despertar de tus venezolanos y venezolanas dispuestos a retomar el espíritu de Bolívar, en cuyo nombre se cometen hoy tantos desatinos. Y blandiendo la espada de la libertad, que en este suelo es el otro nombre de Dios, habrás de poner cada cosa en su lugar, premiar lo que se hace bien, y a los que lo hacen, y apartar, incluso con severidad, lo que se está haciendo mal, y a los que lo hacen.
Ese día habrá de llegar, Venezuela, en la medida que adquieras conciencia de que no mereces vivir en la inermidad ante tu Historia, y del futuro mejor a que tienes derecho, y lo tienen tus hijos.
Ese día está cerca en la medida en que tú, como país, como pueblo y como generación que tiene prohibido legar a su descendencia esta desgracia histórica circunstancial, te decidas a unirte contra la maldad disfrazada de autoridad, contra el populismo disfrazado de paternalismo, contra la desidia gubernamental disfrazada de “amor al pueblo”, contra la tiranía disfrazada de “lucha contra el enemigo externo”, y contra la ineptitud disfrazada de “buen corazón”, “misiones” para casi todo, y “capta-huellas” a fin de que la gente compre menos en lugar de tractores para que la gente produzca más y coma mejor.
(Cómo es eso de trabajar menos por jornada para ahorrar electricidad? Qué se viene luego? Dormir hasta mediodía para ahorrarse el desayuno? Menos mal que no existen aun cremalleras para la boca, que impidan comer)…
Quo vadis Venezuela que estás cada vez peor pudiendo estar mejor?
Despierta, Venezuela. Endereza el rumbo, sacúdete del lastre que te retiene, sal del pantano que te atrapa, y libérate de quienes te tienen cautiva, amarrada ante las fauces de la infelicidad…
Despierta, Venezuela. Quienes te queremos (linda y próspera) te decimos que el camino a tu futuro no es por donde vas hoy…
Ukamau la cosa.
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