jueves, 1 de enero de 2015

Prohibido leer: Libros bíblicos apócrifos. Parte 3

Estos son libros y testimonios antiguos que muchas religiones cristianas no quieren que conozcas pero te los presentamos para que tú mismo elabores tus conclusiones.

These are books and old testimonies that many Christian religions don't want you to know but we present them to you so that yourself elaborates your conclusions.

Otros artículos.

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Libros bíblicos apócrifos. Parte 1.

En nombre de Dios.

Los libros condenados.

La vida después de la muerte.


EL APOCALIPSIS DE ABRAHAM.

Se ha conservado en una versión eslava traducida, al parecer, del griego. Es un libro judío, con adiciones cristianas, compuesto después de la ruina de Jerusalén en el año 70. Tiene dos partes: I - VIII, relato midrásico sobre la conversión de Abraham de la idolatría; IX - XIV, revelación hecha a Abraham sobre el porvenir de su raza.

EL TESTAMENTO DE JOB.

El cardenal A. Mai publicó por primera vez en 1833 su texto griego, según un manuscrito de la Biblioteca Vaticana. En 1858, el Diccionario de los apócrifos de J. P. Migne daba una traducción francesa. M. R. James publicó un texto griego según un manuscrito de la Biblioteca Nacional de París. Finalmente, Brock ha publicado la primera edición crítica del texto griego teniendo en cuenta, además de los dos manuscritos parisinos, el de la Biblioteca Vaticana y uno conservado en Mesina.
A punto de morir, Job llama a sus siete hijos y a sus tres hijas y les cuenta lo que le había sucedido. Distribuye sus bienes entre sus hijos, mientras que a sus hijas les da unas maravillosas echarpes. Muchos autores sostienen el origen judío del libro (R. H. Pfeiffer, Kohler, P. Riessler, M. Delcor). Probablemente data del siglo I a. C.

EL IV DE ESDRAS.

El título de este apocalipsis le viene del lugar que ocupa en muchos manuscritos latinos: los libros canónicos de Esdras - Nehemías son denominados libro I de Esdras; el libro II de Esdras designa los dos capítulos que habitualmente figuran al principio del IV de Esdras, y que son una adición cristiana al mismo IV de Esdras; el III de Esdras constituye la forma un poco divergente que toma el libro canónico de Esdras en la traducción de los Setenta, se le llama también Esdras griego; el IV de Esdras es un apocalipsis que en las ediciones impresas ocupa los capítulo III - XIV del IV de Esdras. Por V de Esdras se entienden los capítulo XV - XVI que se añaden como apéndice a dicho apocalipsis.
El IV de Esdras se ha conservado en latín y habitualmente se coloca como apéndice en la Vulgata. R. L. Bensly y M. R. James publicaron en 1895 una edición crítica. La edición más reciente es de Bruno Violet, 1910. Box hizo en 1917 una traducción inglesa. Existe, además, una francesa, de Basset, hecha en 1899. Se conocen, entre las antiguas, una versión siriaca y otra etíope, y hay referencias también de versiones árabes, coptas, armenias y georgianas.
La obra se divide en siete visiones. En las tres primeras Esdras plantea a Dios toda clase de cuestiones sobre los problemas religiosos que le atormentan, recibiendo la respuesta divina. Las otras tres encajan en el cuadro de los apocalipsis históricos como Daniel 7-12 y versan sobre la época del fin: visión de la mujer, del águila y del hombre. La séptima se refiere a la leyenda de Esdras y a sus revelaciones sobre los libros santos. Hay acuerdo en datar el IV de Esdras a fines del siglo I d. C.

EL APOCALIPSIS SIRIACO DE BARUC.

Baruc plantea al Señor cuestiones de teodicea análogas a las del libro IV de Esdras. ¿Por qué sufre el pueblo de Dios y por qué prosperan sus enemigos? Dios asegura a Baruc que el mundo futuro está reservado a los justos y que la destrucción de Sión anticipará la edad futura. La visión del bosque es un rasgo histórico sobresaliente: el bosque es el Imperio romano destruido por la viña, el reino del Mesías. La obra ha sido compuesta después de la ruina de Jerusalén en el año 70.

EL APOCALIPSIS GRIEGO DE BARUC.

La edición griega fue publicada en 1897 por M. R. James en sus Apocrypha Anecdota, pero el apócrifo ya era conocido antes, a través de una versión eslava. Aunque fue traducido en las grandes colecciones, no se le ha dedicado ninguna monografía.
El libro es de origen judío, pero contiene al menos una interpolación cristiana. Es interesante por la doctrina de los siete cielos que se encuentra también en el Testamento de Leví, en la Ascensión de Isaías, en la literatura rabínica y en la teología de la mediación de los ángeles que llevan a San Miguel las oraciones de los hombres y los méritos de los justos.

EL LIBRO DE LOS SECRETOS DE HENOC.

Es conocido solamente por una versión eslava, pero originariamente estaba escrito en griego. Los críticos pensaban que era anterior a la ruina de Jerusalén y que había sido compuesto por los judíos helenistas de Alejandría, pero se ha puesto en duda esta fecha a causa de la presencia en el capítulo II de un calendario pascual que se desarrolló en el s. VII. Se ha sostenido además que el Apocalipsis de Pedro podría ser una fuente de este escrito, considerado como un Henoc judío - cristiano, contrapartida del Henoc judío anterior.

CONCLUSIÓN.

Como se ha visto, la literatura apócrifa, en gran parte apocalíptica, se sitúa sobre todo en dos grandes momentos de crisis política para Israel, en el siglo II a. C., y alrededor de la ruina de Jerusalén en el año 70.

LIBROS APÓCRIFOS DEL NUEVO TESTAMENTO.

Son llamados así entre los católicos los libros que presentan una forma semejante a los del Nuevo Testamento (Evangelios, Hechos, Cartas y Apocalipsis), pero en los que la Iglesia no ha reconocido la inspiración divina y, por consiguiente, no forman parte del Canon del Nuevo Testamento. Los hay de muy diversas clases: ortodoxos, heterodoxos; algunos estuvieron en gran honor en algunas Iglesias, otros fueron desde el primer momento rechazados.
Orígenes da una lista de narraciones evangélicas, sin utilizar el nombre de apócrifos, en su Homilia I in Lc (PG 13, 1801). Eusebio de Cesarca (Historia eclesiástica PG 20, 268 ss.) distingue entre los libros que se presentan como de la Nueva Alianza, en primer lugar los recibidos por todos, tú en bmotogouménois: nuestros protocanónicos; en segundo lugar los discutidos pero admitidos por un gran número, tú ántilegómena: nuestros deuterocanónicos; y, finalmente, los ilegítimos, notha: nuestros apócrifos, que subdivide en dos categorías según su carácter ortodoxo o heterodoxo.
San Jerónimo emplea el término apócrifo para indicar los notha de Eusebio. En el decreto de Gelasio, apócrifo tiene mayor extensión, siendo sinónimo de libro no aprobado totalmente por la Iglesia romana. En el siglo XVI el nombre se aplica también a los escritos que no forman parte del Canon protestante. Casi todos los escritos son seudoepígrafos, es decir, se presentan bajo autor fingido.
Los apócrifos del Nuevo Testamento constituyen una fuente de estudio muy importante, bien como confirmación de la Revelación, bien como reflejo del ambiente literario en que han nacido los escritos del Nuevo Testamento, bien por el influjo que han tenido en la formación de tradiciones religiosas populares, bien, finalmente, porque descubren muchos rasgos de los herejes, interesantes para la historia del primitivo cristianismo y para la historia de la Iglesia.

LOS EVANGELIOS APÓCRIFOS.

Son narraciones relativas a la vida de Jesús o de la Virgen que presentan diversa gama de géneros literarios: de corte sinóptico, como el Evangelio según los hebreos; amplificaciones noveladas, como el Protoevangelio de Santiago. Unos se interesan sobre la infancia de Jesús o de la Virgen, otros sobre los misterios de la Resurrección o del más allá, en especial con motivo de la descripción de la bajada de Jesús a los Infiernos y de su Ascensión, como el Evangelio de San Pedro.
Finalmente, los hay de tendencia claramente gnóstica, como el Evangelio de San Felipe. Nos detendremos en los más importantes, bien por su género literario, bien por su dimensión teológica.

(Continuará...)

Fuente: Gran Enciclopedia RIALP. Editorial Rialp. 1991.

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