miércoles, 3 de junio de 2015

Segundo libro de Enoc. Parte 3

Estos son libros y testimonios antiguos que muchas religiones cristianas no quieren que conozcas pero te los presentamos para que tú mismo elabores tus conclusiones.

These are books and old testimonies that many Christian religions don't want you to know but we present them to you so that yourself elaborates your conclusions.

Talvez no has leído aun:

Segundo libro de Enoc. Parte 2.

Segundo libro de Enoc. Parte 1.

Primer libro de Enoc. Parte 13.

Primer libro de Enoc. Parte 12.

Primer libro de Enoc. Parte 11.


CAPÍTULO 12.

1 El Señor llamó a uno de sus ángeles principales –tétrico y terrible– y lo colocó a mi lado.
2 Su apariencia era de color blanco como la nieve y sus manos (parecían) de hielo, como las de aquel que padece un frío intenso.
3 Él refrigeró mi rostro, pues yo no podía aguantar el miedo que me infundía el Señor, de la misma manera que no es posible aguantar el fuego de un horno, ni la canícula del sol, ni la helada de la intemperie.
4 Y me dijo el Señor: ?Henoc, ningún hombre podrá mirarte a la cara sin que tu rostro haya sido refrigerado aquí.
5 Luego dijo a aquellos dos hombres que me habían subido anteriormente: ?Que baje Henoc con vosotros dos a la tierra y esperadle allí hasta el día prefijado.

6 Y ellos me colocaron de noche en mi lecho.
7 Matusalén estaba esperando mi llegada, haciendo guardia día y noche junto a mi cama, y al percatarse de mi advenimiento quedó sobrecogido de temor. Yo le dije que se reunieran todos mis familiares, y entonces les hablé (de esta manera):

CAPÍTULO 13.

1 ?Escuchad, hijos míos, lo que es según el beneplácito del Señor.
2 Yo he sido enviado a vosotros en el día de hoy de parte del Señor para deciros todo cuanto ha ocurrido, ocurre actualmente y ocurrirá hasta el juicio del Señor.
3 Escuchad, hijos míos, pues no os hablo hoy por mi boca, sino por la del Señor, que me ha enviado a vosotros.
4 Pues vosotros estáis percibiendo las palabras de mis labios –de un hombre que ha sido creado igual que vosotros–, pero yo se las he oído al Señor de su propia boca de fuego, ya que la boca del Señor es como un horno ardiente y sus ángeles son como llamas que salen (de él).
5 Vosotros, hijos míos, estáis viendo mi rostro, el de un hombre que ha sido creado como vosotros, pero yo he contemplado la faz del Señor, semejante a un hierro candente que, al sacarlo del fuego, despide centellas y abrasa.

6 Vosotros estáis viendo mis ojos, los de un hombre que ha sido creado igual que vosotros, pero yo he visto los ojos del Señor como haz de rayos del sol que infunde pavor a los ojos humanos.
7 Vosotros, hijos míos, contempláis la diestra de quien os está ayudando –un hombre hecho igual que vosotros–, pero yo he contemplado la diestra del Señor, que cubre el cielo entero, en trance de ayudarme.
8 Vosotros veis el volumen de mi cuerpo, análogo al vuestro, pero yo he visto el volumen del Señor, inconmensurables e incomparable, que no conoce limitación.
9 Vosotros estáis escuchando las palabras de mis labios, pero yo he oído el verbo del Señor como un gran trueno, en medio de la confusión incesante de las nubes.
10 Ahora, pues, hijos míos, escuchad la exhortación de un padre terrenal. Pavoroso es y desapacible presentarse ante la faz de un rey de la tierra; terrible y lleno de zozobra, porque la voluntad del rey es muerte y la voluntad del rey es vida. ¡Cuánto más será comparecer ante la faz de un rey, que es a la vez rey de los ejércitos del cielo y de la tierra! ¿Quién podrá salir airoso de este apuro sin medida?

11 Ahora bien, hijos míos, yo conozco todas las cosas: unas porque las he oído de labios del Señor y otras porque las he visto con mis propios ojos desde el principio hasta el fin y desde el fin hasta el retorno.
12 Yo (conozco) todo y todo lo he consignado por escrito en los libros: los cielos con sus confines y su plenitud y todos los ejércitos con sus movimientos los he medido yo, y he anotado también la multitud sin número de las estrellas.
13 ¿Qué hombre (es capaz) de contemplar sus revoluciones y sus órbitas? Ni los ángeles siquiera conocen su número, pero yo he consignado todos sus nombres.
14 Yo he medido el perímetro del sol y he contado sus rayos, su salida cada mes, sus ocasos y todas sus trayectorias, anotando sus nombres.

15 Yo he medido el perímetro de la luna y su proceso menguante cada día y los eclipses que experimenta cada día y cada hora.
16 Yo he fijado las cuatro estaciones, y a base de las estaciones he diseñado cuatro círculos, y en los círculos he fijado los años y también los meses y, partiendo de los meses, he calculado los días, y a base de los días he medido las horas y (las) he contado y anotado.
17 Yo he examinado y consignado por escrito todos los alimentos de la tierra, todas las semillas –sembradas o sin sembrar– que produce el suelo y toda clase de vegetales, hierbas y flores, así como sus perfumes y sus nombres.
18 He escudriñado igualmente los habitáculos de las nubes, sus leyes, sus alas, sus lluvias y sus aguaceros.
19 Yo he descrito el fragor del trueno y del rayo.
20 Me han sido mostrados las llaves y sus guardianes, así como su subida y su salida y el rumbo sosegado que toman, pues sujetos a un vínculo se elevan y se dejan caer, no sea que a fuerza de cólera y de furor obliguen a desplomarse a las nubes airadas y destruyan todo lo que hay sobre la tierra.

21 Yo he descrito los depósitos de nieve, los almacenes de hielo y los aires glaciales, y he observado cómo a su debido tiempo los cancerberos llenan con ellos las nubes sin vaciar sus propios aljibes.
22 Yo he descrito la cámara de los vientos y he observado con mis propios ojos cómo sus guardianes llevan pesas y medidas: primero (los) colocan en las balanzas, luego en las medidas y (finalmente los) dejan caer con pericia y con mesura sobre la tierra para no hacerla temblar con su soplo huracanado.
23 Yo he medido toda la tierra: los montes, los cerros, los campos, los árboles, las piedras, los ríos y todo lo que existe.
24 Yo he registrado la altura que hay desde la tierra hasta el séptimo cielo y la profundidad hasta el infierno más bajo.
25 (Yo he descrito asimismo) el lugar del juicio y el infierno inmenso, abierto y lleno de gemidos,

26 y he visto cómo sufren los cautivos en espera del juicio sin medida.
27 Yo tengo registradas todas las causas de los que van a ser juzgados, así como todos sus juicios y todas sus acciones.
28 He visto también a todos los antepasados de la (primera) época, incluidos a Adán y Eva, y he suspirado y llorado a causa de la perdición por su impiedad. ¡Ay de mí por mi flaqueza y (la) de mis antepasados!
29 Entonces me puse a pensar en mi interior y exclamé: “Dichoso el hombre que no ha nacido, o que –habiendo nacido– no ha pecado ante la faz del Señor, para que no venga a parar a este lugar y no tenga que soportar el agobio de este recinto”.
30 Y vi a los cancerberos y vigilantes de las puertas del infierno, erguidos como áspides enormes: sus rostros (semejaban) antorchas apagadas, sus ojos eran de fuego y sus dientes –desnudos– (les llegaban) hasta el pecho.

31 Yo me dirigí a ellos y les dije: ?¡Ojalá no os hubiera visto nunca ni hubiera llegado a mis oídos vuestras acciones y pluguiese a Dios que nadie hubiera traído a los de mi raza a vuestro lado! ¡Por el corto lapso de tiempo que han tenido para pecar en esta vida tienen que sufrir eternamente en la vida perdurable!
32 Entonces ascendí con dirección a oriente hasta el paraíso del Edén, donde está reservado a los justos el descanso. (Este lugar) está abierto hasta el tercer cielo y se encuentra aislado de este mundo.
33 Y hay guardianes apostados junto a las puertas enormes por donde sale el sol, ángeles de fuego que cantan incesantemente himnos de victoria y se alegran del advenimiento de los justos.
34 Y en su última venida sacará él a Adán y a todos los antepasados y los traerá aquí para que gocen: de la misma manera que un hombre invita a sus íntimos a comer con él y ellos acuden y charlan ante su palacio, mientras esperan alegremente el banquete, el placer honesto, la riqueza inmensa y (finalmente) el gozo y la alegría en la luz y en la vida perdurable.
35 Yo os digo a vosotros, hijitos míos: Bienaventurado el que teme el nombre del Señor, le sirve constantemente ante su faz, le hace sus ofrendas con temor en esta vida y vive con rectitud (los días de) su vida y (luego) muere.

36 Bienaventurado aquel que juzga equitativamente, no a causa de una recompensa, sino por justicia, y sin (dejarse llevar por) la esperanza de recibir alguna cosa, (pues) luego se encontrará él también con su juicio imparcial.
37 Bienaventurado el que viste a los desnudos y da pan a los hambrientos.
38 Bienaventurado el que hace un juicio justo al huérfano y a la viuda, y presta su ayuda a cualquier víctima de la injusticia.
39 Bienaventurado el que abandona el camino temporal de este fatuo mundo y marcha por la vía recta que conduce a la vida inacabable.
40 Bienaventurado el que siembra semilla de justicia, pues cosechará el séptuplo.

41 Bienaventurado aquel en quien habita la verdad y es veraz para con su prójimo.
42 Bienaventurado aquel en cuya boca (anida) la misericordia y la mansedumbre en su corazón.
43 Bienaventurado el que considera toda obra del Señor como creada por Dios y la engrandece,
44 pues las obras del Señor son rectas, mientras que las obras del hombre unas son buenas y otras malas, y por sus obras se conoce al artífice.
45 Yo, hijos míos, he medido y registrado toda obra y toda medida y toda balanza equilibrada de acuerdo con el mandato del Señor, y en todas estas cosas he encontrado diferencias.

46 Un año es más estimable que (otro) año, y asimismo un hombre es más estimable que (otro) hombre: éste a causa de su mucha hacienda, el otro por la sabiduría de su corazón; éste a causa de algún grado de inteligencia, el otro por su habilidad; el uno porque es taciturno, el otro por su pureza; el uno por su fortaleza, el otro por su buena presencia; el uno por su juventud, el otro por la agudeza de su ingenio; unos por la gallardía de su cuerpo y otros (finalmente) por la exuberancia de sentimientos (que les lleva) a hacerse escuchar en todas partes.
47 Pero no hay nadie más grande que aquel que teme al Señor: éste será más glorioso en la otra vida.
48 El Señor hizo al hombre con sus propias manos a imagen de su rostro: pequeño o grande, el Señor lo ha creado.
49 Quien haga ultrajes al rostro de un hombre, ultraja también el rostro del rey y menosprecia el rostro del Señor. El que desprecia el rostro de un hombre, desprecia también el rostro del Señor.
50 Aquel que sin motivo se enfurece contra un hombre será alcanzado también por la cólera del Señor.

51 El que escupe a un hombre en la cara, será objeto de ludibrio en el juicio grande del Señor.
52 Bienaventurado el varón que no deja a su corazón guiarse por el odio hacia su prójimo, que presta su ayuda al encausado, levanta al que se encuentra molido y es misericordioso con el que lo necesita,
53 pues el día del gran juicio toda medida y balanza y cualquier clase de pesas estarán colgadas en su fiel –esto es, en su equilibrio– y él estará en la tienda y reconocerá su medida, y con arreglo a ella recibirá su recompensa.
54 Si alguien es diligente en hacer sus ofrendas ante la faz del Señor, el Señor acelerará también la cosecha de su trabajo y le hará un juicio justo.
55 Si alguien multiplica las lámparas ante la faz del Señor, el Señor multiplicará también sus graneros en el reino supremo.

56 Ahora bien, ¿cuándo va a tener el Señor necesidad de pan, o de una lámpara, o de una oveja, o de un buey, o de otra ofrenda cualquiera? No, lo que él exige es un corazón puro, y con todo esto pone en prueba el corazón del hombre.
57 Si alguien ofrece a un rey terrenal un don cualquiera albergando en su interior pensamientos de infidelidad, ¿no montará en cólera el rey –si es que lo advierte– irritado por su ofrenda y lo entregará a la justicia?
58 O si un hombre hace injusticia a otro, engañándole con buenas palabras, pero con malas intenciones, ¿no se percatará de ello en su propio corazón y se juzgará a sí mismo por no haber obrado justamente?
59 Mas cuando el Señor envíe su luz inmensa, en ella tendrá lugar un juicio justo e imparcial, tanto para los buenos como para los malos, del que nadie podrá sustraerse.
60 Y ahora, hijitos míos, reflexionad en lo íntimo de vuestros corazones y escuchad las palabras de vuestro padre: todo cuanto os anuncio de parte del Señor. Tomad estos libros escritos por vuestros padres, leedlos, y en ellos reconoceréis todas las obras del Señor.

61 Muchos libros ha habido desde el comienzo de la creación y aún habrá hasta el fin del mundo, pero ni uno siquiera de ellos os revelará (tanto) como éste, escrito de mi mano: si os atenéis a él con firmeza, no pecaréis contra el Señor.
62 Pues no hay otra fuera del Señor ni en el cielo, ni en la tierra, ni en los infiernos, ni sobre base alguna.
63 El Señor fijó un fundamento sobre lo desconocido y extendió los cielos sobre lo visible, asentó la tierra sobre las aguas y dio al agua un fundamento inconsistente: él fue quien sin ayuda de nadie hizo criaturas sin número.
64 ¿Quién ha contado el polvo de la tierra, o la arena del mar, o las gotas de la lluvia, o el rocío de las nubes, o el soplo de los vientos?
65 ¿Quién es el que entretejió tierra y mar con vínculos indisolubles y talló las estrellas del fuego y adornó el cielo?

66 Él (fue quien) colocó el sol en medio de ellas para que camine por los siete círculos del cielo, y quien puso ciento ochenta y dos tronos para que descienda en el día corto y otros ciento ochenta y dos para que descienda en el día largo,
67 así como los dos grandes tronos que éste tiene por encima de los tronos de la luna para descansar de sus movimientos de ida y vuelta.
68 A partir del día 17 del mes de Pamovus baja hasta el mes de Fivif, y desde el día 17 del mes de Fivif sube (otra vez). Y así va recorriendo el sol todos los círculos del cielo.
69 Y luego, cuando llega cerca de la tierra, ésta se regocija y hace crecer sus frutos; mas cuando se aleja, la tierra se llena de tristeza, sin que los árboles y los frutos puedan germinar.
70 Todo esto –medido y sopesado escrupulosamente– lo ha establecido él en la medida de su sabiduría, tanto lo que es visible como lo invisible:

71 pues siendo él mismo invisible, ha creado todo lo que se ve, partiendo de lo invisible.
72 Así os hablo a vosotros, hijos míos: Repartid estos libros a vuestros hijos, a toda vuestra familia y a vuestros parientes.
73 A aquellos que tuvieran la cordura de temer a Dios y aceptarlos, les serán más placenteros que manjares suculentos de la tierra, y ellos los leerán y se aficionarán a ellos;
74 mientras que los necios –que no conocen al Señor ni tienen temor de Dios– no los aceptarán, sino que se desharán de ellos considerándolos como una carga.
75 Bienaventurado el que aguante su yugo y se aficione a ellos, como el que está arando, en el día del gran juicio.

76 Por mi parte, os juro, hijos míos, pero sin hacer juramento ni por el cielo, ni por la tierra, ni por otra criatura hecha por Dios, pues el Señor ha dicho: “En mí no hay juramento ni injusticia, sino verdad”; si en los hombres no hay verdad, que juren por la palabra “sí, sí” o “no, no”.
77 Así, pues, yo os juro “sí, sí” que, antes de que el hombre empezara a existir en las entrañas de su madre, a todos y a cada uno les he deparado un lugar para sus almas, así como un peso y una balanza en relación con el tiempo que van a vivir en este mundo, para que en ella sea pesado el hombre.
78 Sí, hijos, no os engañéis, allí ha sido preparado de antemano un lugar para cada alma humana.
79 Yo he consignado por escrito todas las acciones del hombre, y ninguno de los nacidos sobre la tierra podrá ocultarse ni esconder sus acciones, (pues) yo veo todo como en un espejo.
80 Ahora pues, hijos míos, apurad con paciencia y mansedumbre el número de vuestros días, para que heredéis el siglo sin fin que ha de venir por último.

81 Cualquier herida, llaga o quemadura, cualquier mala palabra y si os sobreviene una desgracia o infortunio por causa del Señor, sufridlo todo por el Señor.
82 Y aunque seáis capaces de devolver cien veces la afrenta, no se la devolváis al vecino ni al extraño,
83 pues Dios es quien (la) devuelve por vosotros, y él hará de vengador el día grande del juicio, para que no seáis vengados aquí por los hombres, sino allí por el Señor.
84 Que cada uno de vosotros gaste el oro y la plata a favor de su hermano, así recibiréis un tesoro colmado en el otro mundo.
85 Tended vuestras manos al huérfano, a la viuda y al advenedizo según vuestras posibilidades.

86 Ayudad al fiel en sus penas, y no os alcanzará a vosotros la tribulación, ni cuando estéis holgando en la abundancia, ni cuando os llegue el tiempo del agobio.
87 Cualquier yugo áspero y pesado –si os sobreviene por causa del Señor– aguantadlo y cortadlo, y así obtendréis vuestra recompensa en el día del juicio.
88 Por la mañana, al mediodía y por la tarde es conveniente ir al templo del Señor de la gloria, hacedor de todo.
89 Pues todo espíritu le alaba y toda criatura visible e invisible le ensalza.
90 Bienaventurado el hombre que abre su boca a la alabanza y ensalza al Señor de todo su corazón.

91 Maldito el que abre su corazón al ultraje y ultraja al pobre y calumnia al prójimo.
92 Bienaventurado el que abre su boca para bendecir y alaba a Dios.
93 Maldito el que abre su boca a la maldición y calumnia todos los días de su vida ante la faz del Señor.
94 Bienaventurado el que ensalza todas las obras del Señor.
95 Maldito el que ultraja a cualquiera de las criaturas del Señor.

96 Bienaventurado el que tiene sus ojos puestos en la elevación del trabajo de sus manos.
97 Maldito el que se fija en el (trabajo) ajeno para destruirlo.
98 Bienaventurado el que es fiel a los fundamentos de los padres antiguos.
99 Maldito el que corrompe las leyes de sus antepasados y de sus padres.
100 Bienaventurado el que siembra la paz del amor.

101 Maldito el que destruye a los que viven pacificados en el amor.
102 Bienaventurado aquel que, sin hablar de la paz, la fomenta en su corazón para con todos.
103 Maldito aquel que tiene la paz en sus labios, pero no en su corazón.
104 Todo esto quedará bien patente en la balanza y en los libros del día del juicio.
105 Entonces, pues, hijos míos, no digáis: “Nuestro padre está con Dios e intercede por nosotros para librarnos con sus plegarias de nuestros pecados”, (pues) allí no hay nadie que ayude al hombre que ha pecado.

106 Ved que yo he consignado por escrito todas las acciones que han cometido los hombres anteriormente y sigo anotando todo lo que se opera en los hombres hasta el fin del mundo.
107 Nadie podrá borrar lo que he escrito con mi mano,
108 pues Dios ve todo, hasta los malos pensamientos de los hombres –vanos como son–, cuando yacen en lo más recóndito del corazón.
109 Ahora pues, hijos míos, escuchad todas las palabras de vuestro padre, cuanto os estoy diciendo, para que no vayáis a decir un día apesadumbrados: “¿Por qué no nos advirtió nuestro padre esta nuestra necedad a su debido tiempo?”
110 Que estos libros que os acabo de dar sean la recompensa de vuestro descanso. No los escondáis; enseñádselos a todos los que quieran (verlos), para ver si así reconocen (como tales) las obras maravillosísimas del Señor.

111 He aquí, pues, hijos míos, que se ha acercado el día de mi emplazamiento y se me cumple el tiempo prefijado, urgiéndome para que me marche, y los ángeles que han de acompañarme están ya sobre la tierra en espera de sus órdenes.
112 Mañana subiré al cielo empíreo, a mi heredad sempiterna. Por ello os mando, hijos míos, que obréis toda clase de virtud ante la faz del Señor.

(Continuará…)

Fuente: librosapocrifos.blogspot.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se agradece cualquier comentario sobre este artículo o el blog en general, siempre que no contenga términos inapropiados, en cuyo caso, será eliminado...