Estos son libros y testimonios antiguos que muchas religiones cristianas no quieren que conozcas pero te los presentamos para que tú mismo elabores tus conclusiones.
These are books and old testimonies that many Christian religions don't want you to know but we present them to you so that yourself elaborates your conclusions.
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Segundo libro de Enoc. Parte 3.
Segundo libro de Enoc. Parte 2.
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CAPÍTULO 14.
1 Entonces respondió Matusalén a su padre, diciendo:
2 ?¿Qué es lo que te gusta, Henoc, para que preparemos algo de comer ante tu faz y tú bendigas nuestras casas, así como a tus hijos y a todos tus familiares? Así la gente se sentirá honrada en tu persona y luego podrás irte según el beneplácito del Señor.
3 Respondió Henoc a su hijo, diciéndole:
4 ?Escucha, hijo: Desde que el Señor me ungió con el ungüento de su gloria no he vuelto a probar bocado, ni mi alma ha vuelto a acordarse de los placeres terrenales, ni me apetece nada de la tierra.
5 Pero (ahora) llama a tus hermanos, a todos tus domésticos y a los ancianos del pueblo, para que yo les hable y luego me marche como procede.
6 Se dio prisa Matusalén y llamó a sus hermanos Regim, Riman, Uchan, Chermion y Gaidad, así como a todos los ancianos, citándoles ante la faz de su padre Henoc. Estos se postraron ante él y Henoc los contempló y les dio la bendición. Luego se dirigió a ellos, diciendo:
CAPÍTULO 15.
1 ?Escuchad, hijos, en vida de vuestro padre. Por causa de Adán bajó el Señor a la tierra con objeto de visitar a las criaturas que él mismo había formado milenios atrás y cuando –después de ellas– creó a Adán.
2 Y llamó el Señor a todos los animales y reptiles de la tierra y todas las aves que vuelan por el aire y los condujo ante la presencia de Adán, nuestro padre, para que él diera su nombre a todos los cuadrúpedos.
3 Él puso su nombre a cada uno de los seres que viven sobre la tierra,
4 y el Señor le hizo rey de todos ellos y le sometió a todos, (reduciéndolos) a la categoría de seres inferiores y haciéndolos mudos y sordos, para que le estuvieran sujetos y le obedecieran a él, así como a cualquier otro hombre.
5 El Señor ha hecho, pues, al hombre dueño de todos sus bienes
6 y no juzga ni un alma de las bestias a causa del hombre, sino que juzga a las almas humanas a causa del alma de las bestias en el gran eón.
7 Pues el hombre le ha sido deparado un lugar especial, y de la misma manera que todas las almas humanas están contadas, asimismo las de las bestias, sin que pueda perecer ni una de estas almas creadas por el Señor hasta el día del gran juicio.
8 Y todas las almas de las bestias acusan al hombre que mal las apacienta.
9 Quien se porta mal con el alma de las bestias, se porta mal con su propia alma,
10 porque el hombre escoge para hacer sus ofrendas a animales puros a fin de asegurar la salud de su alma, e inmolando aves puras y simientes es como el hombre asegura la curación de su alma.
11 Todo aquello que os sea ofrecido para comer, atadlo por las cuatro extremidades; esto es curación, (quien lo) hace bien, se cura y sana su alma.
12 Todo el que sacrifica una bestia sin atarla, da muerte a su propia alma y se porta inicuamente con su cuerpo.
13 El que maltrata a escondidas a cualquier animal –cosa reprochable– comete una iniquidad contra su propia alma.
14 El que inflige un daño a un alma humana, daña su propia alma, y no habrá salvación para su cuerpo ni perdón por los siglos.
15 El que comete un homicidio, acarrea la muerte a su propia alma y mata su propio cuerpo: para él no habrá salvación jamás.
16 El que empuja a un hombre hacia la trampa, se enredará a sí mismo; y no habrá salvación para él por los siglos.
17 El que coacciona a otro hombre a un pleito no se librará de la venganza eterna en el gran juicio.
18 Al que es injusto para con cualquier alma humana de hecho o por palabra, no se le hará justicia por los siglos.
19 Ahora, pues, hijos míos, guardad vuestros corazones de toda acción injusta que repugna al Señor.
20 Lo que un hombre pide a Dios para sí, esto ha de (procurar) hacer él mismo a toda alma viviente.
21 Pues yo sé muy bien (lo que aguarda) en el gran eón: hay muchas moradas preparadas para el hombre, buenas para los buenos y malas para los malos en cantidad innumerable.
22 Bienaventurado aquel que frecuenta las casas buenas, pues en las malas no hay descanso ni (ganas de) volver.
23 Escuchad, hijos míos, pequeños y grandes: Si un hombre promete en su corazón hacer ofrendas de su propio trabajo ante la faz del Señor y no lo lleva a cabo con sus manos, entonces el Señor apartará su rostro de la obra de sus manos, y él no podrá obtener (el fruto) del trabajo de sus manos.
24 Pero si lo cumple (maquinalmente) con sus manos, mientras que su corazón protesta, entonces no cesará la pesadumbre de su corazón, murmurando continuamente sin obtener éxito alguno.
25 Bienaventurado el varón que pacientemente ofrece dones ante la faz del Señor: él los hace y (así) obtendrá la remisión de sus pecados.
26 Si cumple su palabra antes de tiempo, no tendrá (oportunidad) de arrepentirse. Y si deja pasar el plazo prefijado y luego lo cumple, se quedará sin bendición y no tendrá (oportunidad) de arrepentirse después de la muerte.
27 Pues toda obra que lleva a cabo el hombre antes de tiempo o a destiempo, es un escándalo ante los hombres y un pecado ante Dios.
28 El hombre que viste al desnudo y da su pan al hambriento, obtendrá su recompensa.
29 Pero si su corazón protesta, se acarreará a sí mismo dos males: perderá lo que da y no obtendrá a cambio la debida recompensa.
30 Y si el menesteroso, después de saciar su corazón y abrigar sus carnes, se muestra arrogante, echará a perder lo que sufrió con su indigencia y no obtendrá la recompensa de la virtud,
31 pues todo hombre arrogante y todo corazón orgulloso son objeto de abominación por parte de Señor.
32 Toda palabra mendaz está agudizada por la injusticia y queda yugulada al filo de una espada mortífera, sin que este tajo tenga remedio jamás.
CAPÍTULO 16.
1 Al hablar así Henoc a sus hijos y a los príncipes del pueblo, se apercibió la gente –propios y extraños– de que el Señor llamaba a sí a Henoc, y tomaron consejo entre sí diciendo: ?Vayamos y besemos a Henoc.
2 Y se reunieron hasta dos mil hombres y vinieron al lugar (llamado) Achuzan, donde se encontraba Henoc con sus hijos.
3 Llegaron, pues, los ancianos del pueblo y todo el sinedrio, y se inclinaron y besaron a Henoc, diciendo
4 ?Padre nuestro, Henoc, bendito seas en nombre del Señor, rey eterno.
5 Ahora da tu bendición a tus hijos y a todo el pueblo, para que nos sintamos hoy honrados en tu presencia, ya que tú eres glorificado ante la faz del Señor por toda la eternidad.
6 Pues él te ha escogido a ti por encima de todos los hombres de la tierra y te ha constituido como escribano de toda su creación visible e invisible, como redentor de los pecados de los hombres y como ayuda de tus familiares.
7 Respondió Henoc a su gente, diciéndoles a todos:
CAPÍTULO 17.
1 ?Escuchad, hijos míos: Antes de que nada existiera y antes de que fueran hechas todas las cosas creó el Señor todas sus criaturas visibles e invisibles. Pensad cuánto tiempo hubo de transcurrir, teniendo en cuenta que después de todo esto creó al hombre a su imagen y semejanza y le dotó de ojos para ver, de oídos para oír, de corazón para pensar y de discreción para aconsejar.
2 El Señor disolvió el eón a causa del hombre e hizo todas las criaturas por causa del mismo y dividió (el eón) en edades; luego de las edades hizo los años, de los años hizo los meses y de los meses los días, y a los días los agrupó en número de siete, y en éstos fijó las horas, y las horas las subdividió en espacios menores, para que el hombre considere las edades y cuente los años, los meses, los días, las horas, los cambios, el principio y el fin, y pueda medir su vida desde el comienzo hasta la muerte, y (finalmente) para que considere sus pecados y consigne por escrito sus acciones, tanto las buenas como las malas.
3 Pues ningún hecho queda oculto ante el Señor, para que todo hombre sea consciente de sus propias acciones y nadie conculque ninguno de sus mandamientos, (sino) que conserve firmemente el escrito de mi mano de generación en generación.
4 Cuando se acaben todas las cosas visibles e invisibles, que el Señor ha creado, entonces todos los hombres se presentarán ante el juicio grande del Señor.
5 Entonces tocarán a su fin las edades, dejarán de existir los años, los meses y los días, las horas desaparecerán y dejarán de contarse, surgiendo (otra vez) un eón único.
6 Entonces se reunirán en el gran eón todos los justos que hayan escapado del gran juicio del Señor, y el gran eón (re)surgirá para los justos, y (éstos) serán eternos.
7 No habrá para ellos trabajo, ni enfermedad, ni tribulación, ni ansiedad por lo inevitable, ni violencia, ni noche, ni tinieblas, sino que una gran luz estará con ellos: una gran muralla indestructible y un paraíso inmenso e incorruptible.
8 Pues todo lo corruptible pasará, y llegará lo incorruptible, surgiendo el cobijo de una morada eterna.
9 Ahora pues, hijos míos, preservad vuestras almas de toda injusticia –(de todo) cuanto es abominable al Señor–;
10 caminad con temor ante su faz y servidle sólo a él.
11 Cualquier ofrenda que presentéis al Señor, que sea justa, (pues) las injustas son objeto de abominación por parte de él.
12 Porque el Señor ve todo lo que el hombre piensa en su corazón –lo que su razón le aconseja–, ya que cualquier pensamiento es (como) una ofrenda ante él.
13 Si eleváis vuestra vista al cielo, allí está el Señor, pues él ha hecho los cielos.
14 Si dirigís vuestra mirada hacia la tierra, allí está el Señor, pues él ha sido quien le ha dado su fundamento y quien ha colocado sobre ella toda su creación.
15 Si consideráis la profundidad del mar y lo que está por debajo de la tierra, allí está el Señor, porque él ha creado el universo.
16 No adoréis las obras del hombre ni las de Dios, dejando a un lado al Señor de toda la creación, pues ninguna acción podrá ocultarse a la faz del Señor.
17 Id, hijos míos, por el camino de la paciencia, de la mansedumbre, de la compunción, de la tribulación, de la fe, de la justicia, de la promesa, de la debilidad, del ridículo, de los azotes, de la tentación, de la necesidad, de la desnudez, amándoos unos a otros hasta que salgáis de este siglo de sufrimiento para ser herederos del siglo sempiterno.
18 Bienaventurados los justos que escapen del juicio grande del Señor, pues su fulgor será siete veces mayor que el del sol.
19 Pues en este siglo de todas las cosas han sido segregadas siete partes: de la luz, de las tinieblas, de la comida, del placer, de la amargura, del paraíso y del tormento. Todo esto lo he consignado por escrito para que (lo) leáis y entendáis.
CAPÍTULO 18.
1 Mientras conversaba Henoc con los suyos, dejó caer el Señor niebla sobre la tierra y sobrevino una oscuridad (que) envolvió a los que estaban con Henoc.
2 Entonces tomaron apresuradamente los ángeles a Henoc y lo llevaron hasta el cielo más alto, donde el Señor le acogió y le colocó delante de sí por toda la eternidad.
3 Y, al retirarse las tinieblas de la tierra, se hizo luz y la gente miraba sin comprender cómo Henoc había sido arrebatado. Entonces alabaron a Dios y se fueron a sus casas.
CAPÍTULO 19.
1 Henoc nació, pues, el día 6 del mes de Pamovus y vivió trescientos sesenta y cinco años.
2 Fue arrebatado al cielo el día 1 del mes de Nisán y permaneció en el cielo sesenta días,
3 escribiendo todas las señales de todas las cosas que Dios creó.
4 Llegó a escribir trescientos sesenta y seis libros, y se los entregó a sus hijos.
5 Luego permaneció en la tierra treinta días, conversando con ellos,
6 y de nuevo fue raptado al cielo durante el mismo mes de Pamovus, en el mismo día 6 en que había nacido y a la misma hora.
7 De igual modo que a todo hombre le es común la naturaleza oscura de la vida presente, asimismo (le es también común) la concepción, el nacimiento y el tránsito de esta vida. En la hora en que es concebido, en esa misma hora nace y muere.
CAPÍTULO 20.
1 Se apresuró Matusalén en compañía de todos sus hermanos y de todos los hijos de Henoc y construyó un altar en el lugar llamado Achuzan, donde fue arrebatado Henoc.
2 Luego cogieron corderos y bueyes, convocaron a todo el pueblo e inmolaron un sacrificio ante la faz del Señor.
3 Y acudió la gente al festejo trayendo regalos para los hijos de Henoc, e hicieron fiesta alegrándose y regocijándose durante tres días.
CAPÍTULO 21.
1 Al tercer día, al atardecer, se dirigieron los ancianos del pueblo a Matusalén, diciéndole:
2 ?Comparece ante la faz del Señor, ante la faz de todo el pueblo y ante la faz del altar del Señor y serás glorificado entre los tuyos.
3 Respondió Matusalén a sus gentes: ?Esperad, oh varones, hasta tanto que el Señor, Dios de mi padre Henoc, en persona (se digne) suscitar un sacerdote sobre su pueblo.
4 Y la gente pasó toda la noche siguiente en el lugar llamado Achuzan, esperando en balde.
5 Matusalén, por su parte, permaneció al pie del altar y oró al Señor, diciendo:
6 ?(Señor) de todo eón, tú que eres único y has escogido a mi padre Henoc, suscita un sacerdote para tu pueblo y haz cuerdos sus corazones, para que conciban temor de tu gloria y hagan todo según tu voluntad.
7 Matusalén se quedó luego dormido, y se le apareció el Señor en una visión nocturna, diciéndole:
8 ?Escucha, Matusalén. Yo soy el Señor, Dios de tu padre Henoc.
9 Escucha la voz de estas gentes y mantente firme al pie de mi altar. Yo te glorificaré en presencia de todo el mundo y tú serás famoso todos los días de tu vida.
10 Se levantó Matusalén de su sueño y bendijo al Señor, que se le había aparecido.
11 Entonces se le acercaron apresuradamente los ancianos del pueblo, y el Señor Dios dispuso el corazón de Matusalén para que diera oídos a la voz del pueblo, y se dirigió a ellos:
12 ?El Señor Dios: que (su) beneplácito sea sobre estas gentes ante mis ojos.
13 Entonces Sarsan, Charmis y Zazas –ancianos del pueblo– se dieron prisa y vistieron a Matusalén con vestiduras espléndidas, poniéndole una corona brillante sobre su cabeza.
14 Y se apresuró la gente a traer corderos, bueyes y aves –todo ello escrupulosamente seleccionado–, para que Matusalén los sacrificara en nombre del Señor y en nombre del pueblo.
15 Subió Matusalén al altar del Señor, y su rostro se iluminó como el sol cuando alcanza su cenit, y toda la gente iba en pos de él.
16 Luego se detuvo Matusalén ante el altar del Señor, y toda la gente se quedó de pie alrededor del altar.
17 Entonces los ancianos del pueblo cogieron los corderos y los bueyes y los ataron por las cuatro patas, los pusieron encima del altar y dijeron a Matusalén:
18 ?Toma este cuchillo y degüella (las víctimas) cuidadosamente elegidas ante la faz del Señor.
19 Elevó Matusalén sus brazos al cielo e invocó al Señor de este manera:
20 ?Fíjate, Señor, quién soy yo para estar al frente de tu altar y a la cabeza de estas gentes.
21 Mira ahora a tu siervo y a todo este pueblo, para que todo sea examinado en este momento, y da gracia a tu siervo en presencia de esta gente, para que comprendan que tú eres el que has constituido un sacerdote para tu propio pueblo.
22 Y ocurrió que, mientras oraba Matusalén, sufrió el altar una sacudida y saltó el cuchillo que yacía sobre él, viniendo a caer en las manos de Matusalén a la vista de todo el pueblo.
23 Entonces se puso la gente a temblar y glorificó al Señor,
24 (a la vez que) Matusalén se llenaba de gloria a partir de aquel día ante la faz del Señor y ante la faz de todo el pueblo.
25 Empuñó, pues, Matusalén el cuchillo e inmoló todo lo que había sido traído por el pueblo.
26 La gente se entregó entonces al regocijo y la alegría en presencia del Señor y en presencia de Matusalén durante aquellos días.
27 Luego se retiró cada cual a su hogar.
(Continuará…)
Fuente: librosapocrifos.blogspot.com
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Segundo libro de Enoc. Parte 1.
Primer libro de Enoc. Parte 13.
Primer libro de Enoc. Parte 12.
CAPÍTULO 14.
1 Entonces respondió Matusalén a su padre, diciendo:
2 ?¿Qué es lo que te gusta, Henoc, para que preparemos algo de comer ante tu faz y tú bendigas nuestras casas, así como a tus hijos y a todos tus familiares? Así la gente se sentirá honrada en tu persona y luego podrás irte según el beneplácito del Señor.
3 Respondió Henoc a su hijo, diciéndole:
4 ?Escucha, hijo: Desde que el Señor me ungió con el ungüento de su gloria no he vuelto a probar bocado, ni mi alma ha vuelto a acordarse de los placeres terrenales, ni me apetece nada de la tierra.
5 Pero (ahora) llama a tus hermanos, a todos tus domésticos y a los ancianos del pueblo, para que yo les hable y luego me marche como procede.
6 Se dio prisa Matusalén y llamó a sus hermanos Regim, Riman, Uchan, Chermion y Gaidad, así como a todos los ancianos, citándoles ante la faz de su padre Henoc. Estos se postraron ante él y Henoc los contempló y les dio la bendición. Luego se dirigió a ellos, diciendo:
CAPÍTULO 15.
1 ?Escuchad, hijos, en vida de vuestro padre. Por causa de Adán bajó el Señor a la tierra con objeto de visitar a las criaturas que él mismo había formado milenios atrás y cuando –después de ellas– creó a Adán.
2 Y llamó el Señor a todos los animales y reptiles de la tierra y todas las aves que vuelan por el aire y los condujo ante la presencia de Adán, nuestro padre, para que él diera su nombre a todos los cuadrúpedos.
3 Él puso su nombre a cada uno de los seres que viven sobre la tierra,
4 y el Señor le hizo rey de todos ellos y le sometió a todos, (reduciéndolos) a la categoría de seres inferiores y haciéndolos mudos y sordos, para que le estuvieran sujetos y le obedecieran a él, así como a cualquier otro hombre.
5 El Señor ha hecho, pues, al hombre dueño de todos sus bienes
6 y no juzga ni un alma de las bestias a causa del hombre, sino que juzga a las almas humanas a causa del alma de las bestias en el gran eón.
7 Pues el hombre le ha sido deparado un lugar especial, y de la misma manera que todas las almas humanas están contadas, asimismo las de las bestias, sin que pueda perecer ni una de estas almas creadas por el Señor hasta el día del gran juicio.
8 Y todas las almas de las bestias acusan al hombre que mal las apacienta.
9 Quien se porta mal con el alma de las bestias, se porta mal con su propia alma,
10 porque el hombre escoge para hacer sus ofrendas a animales puros a fin de asegurar la salud de su alma, e inmolando aves puras y simientes es como el hombre asegura la curación de su alma.
11 Todo aquello que os sea ofrecido para comer, atadlo por las cuatro extremidades; esto es curación, (quien lo) hace bien, se cura y sana su alma.
12 Todo el que sacrifica una bestia sin atarla, da muerte a su propia alma y se porta inicuamente con su cuerpo.
13 El que maltrata a escondidas a cualquier animal –cosa reprochable– comete una iniquidad contra su propia alma.
14 El que inflige un daño a un alma humana, daña su propia alma, y no habrá salvación para su cuerpo ni perdón por los siglos.
15 El que comete un homicidio, acarrea la muerte a su propia alma y mata su propio cuerpo: para él no habrá salvación jamás.
16 El que empuja a un hombre hacia la trampa, se enredará a sí mismo; y no habrá salvación para él por los siglos.
17 El que coacciona a otro hombre a un pleito no se librará de la venganza eterna en el gran juicio.
18 Al que es injusto para con cualquier alma humana de hecho o por palabra, no se le hará justicia por los siglos.
19 Ahora, pues, hijos míos, guardad vuestros corazones de toda acción injusta que repugna al Señor.
20 Lo que un hombre pide a Dios para sí, esto ha de (procurar) hacer él mismo a toda alma viviente.
21 Pues yo sé muy bien (lo que aguarda) en el gran eón: hay muchas moradas preparadas para el hombre, buenas para los buenos y malas para los malos en cantidad innumerable.
22 Bienaventurado aquel que frecuenta las casas buenas, pues en las malas no hay descanso ni (ganas de) volver.
23 Escuchad, hijos míos, pequeños y grandes: Si un hombre promete en su corazón hacer ofrendas de su propio trabajo ante la faz del Señor y no lo lleva a cabo con sus manos, entonces el Señor apartará su rostro de la obra de sus manos, y él no podrá obtener (el fruto) del trabajo de sus manos.
24 Pero si lo cumple (maquinalmente) con sus manos, mientras que su corazón protesta, entonces no cesará la pesadumbre de su corazón, murmurando continuamente sin obtener éxito alguno.
25 Bienaventurado el varón que pacientemente ofrece dones ante la faz del Señor: él los hace y (así) obtendrá la remisión de sus pecados.
26 Si cumple su palabra antes de tiempo, no tendrá (oportunidad) de arrepentirse. Y si deja pasar el plazo prefijado y luego lo cumple, se quedará sin bendición y no tendrá (oportunidad) de arrepentirse después de la muerte.
27 Pues toda obra que lleva a cabo el hombre antes de tiempo o a destiempo, es un escándalo ante los hombres y un pecado ante Dios.
28 El hombre que viste al desnudo y da su pan al hambriento, obtendrá su recompensa.
29 Pero si su corazón protesta, se acarreará a sí mismo dos males: perderá lo que da y no obtendrá a cambio la debida recompensa.
30 Y si el menesteroso, después de saciar su corazón y abrigar sus carnes, se muestra arrogante, echará a perder lo que sufrió con su indigencia y no obtendrá la recompensa de la virtud,
31 pues todo hombre arrogante y todo corazón orgulloso son objeto de abominación por parte de Señor.
32 Toda palabra mendaz está agudizada por la injusticia y queda yugulada al filo de una espada mortífera, sin que este tajo tenga remedio jamás.
CAPÍTULO 16.
1 Al hablar así Henoc a sus hijos y a los príncipes del pueblo, se apercibió la gente –propios y extraños– de que el Señor llamaba a sí a Henoc, y tomaron consejo entre sí diciendo: ?Vayamos y besemos a Henoc.
2 Y se reunieron hasta dos mil hombres y vinieron al lugar (llamado) Achuzan, donde se encontraba Henoc con sus hijos.
3 Llegaron, pues, los ancianos del pueblo y todo el sinedrio, y se inclinaron y besaron a Henoc, diciendo
4 ?Padre nuestro, Henoc, bendito seas en nombre del Señor, rey eterno.
5 Ahora da tu bendición a tus hijos y a todo el pueblo, para que nos sintamos hoy honrados en tu presencia, ya que tú eres glorificado ante la faz del Señor por toda la eternidad.
6 Pues él te ha escogido a ti por encima de todos los hombres de la tierra y te ha constituido como escribano de toda su creación visible e invisible, como redentor de los pecados de los hombres y como ayuda de tus familiares.
7 Respondió Henoc a su gente, diciéndoles a todos:
CAPÍTULO 17.
1 ?Escuchad, hijos míos: Antes de que nada existiera y antes de que fueran hechas todas las cosas creó el Señor todas sus criaturas visibles e invisibles. Pensad cuánto tiempo hubo de transcurrir, teniendo en cuenta que después de todo esto creó al hombre a su imagen y semejanza y le dotó de ojos para ver, de oídos para oír, de corazón para pensar y de discreción para aconsejar.
2 El Señor disolvió el eón a causa del hombre e hizo todas las criaturas por causa del mismo y dividió (el eón) en edades; luego de las edades hizo los años, de los años hizo los meses y de los meses los días, y a los días los agrupó en número de siete, y en éstos fijó las horas, y las horas las subdividió en espacios menores, para que el hombre considere las edades y cuente los años, los meses, los días, las horas, los cambios, el principio y el fin, y pueda medir su vida desde el comienzo hasta la muerte, y (finalmente) para que considere sus pecados y consigne por escrito sus acciones, tanto las buenas como las malas.
3 Pues ningún hecho queda oculto ante el Señor, para que todo hombre sea consciente de sus propias acciones y nadie conculque ninguno de sus mandamientos, (sino) que conserve firmemente el escrito de mi mano de generación en generación.
4 Cuando se acaben todas las cosas visibles e invisibles, que el Señor ha creado, entonces todos los hombres se presentarán ante el juicio grande del Señor.
5 Entonces tocarán a su fin las edades, dejarán de existir los años, los meses y los días, las horas desaparecerán y dejarán de contarse, surgiendo (otra vez) un eón único.
6 Entonces se reunirán en el gran eón todos los justos que hayan escapado del gran juicio del Señor, y el gran eón (re)surgirá para los justos, y (éstos) serán eternos.
7 No habrá para ellos trabajo, ni enfermedad, ni tribulación, ni ansiedad por lo inevitable, ni violencia, ni noche, ni tinieblas, sino que una gran luz estará con ellos: una gran muralla indestructible y un paraíso inmenso e incorruptible.
8 Pues todo lo corruptible pasará, y llegará lo incorruptible, surgiendo el cobijo de una morada eterna.
9 Ahora pues, hijos míos, preservad vuestras almas de toda injusticia –(de todo) cuanto es abominable al Señor–;
10 caminad con temor ante su faz y servidle sólo a él.
11 Cualquier ofrenda que presentéis al Señor, que sea justa, (pues) las injustas son objeto de abominación por parte de él.
12 Porque el Señor ve todo lo que el hombre piensa en su corazón –lo que su razón le aconseja–, ya que cualquier pensamiento es (como) una ofrenda ante él.
13 Si eleváis vuestra vista al cielo, allí está el Señor, pues él ha hecho los cielos.
14 Si dirigís vuestra mirada hacia la tierra, allí está el Señor, pues él ha sido quien le ha dado su fundamento y quien ha colocado sobre ella toda su creación.
15 Si consideráis la profundidad del mar y lo que está por debajo de la tierra, allí está el Señor, porque él ha creado el universo.
16 No adoréis las obras del hombre ni las de Dios, dejando a un lado al Señor de toda la creación, pues ninguna acción podrá ocultarse a la faz del Señor.
17 Id, hijos míos, por el camino de la paciencia, de la mansedumbre, de la compunción, de la tribulación, de la fe, de la justicia, de la promesa, de la debilidad, del ridículo, de los azotes, de la tentación, de la necesidad, de la desnudez, amándoos unos a otros hasta que salgáis de este siglo de sufrimiento para ser herederos del siglo sempiterno.
18 Bienaventurados los justos que escapen del juicio grande del Señor, pues su fulgor será siete veces mayor que el del sol.
19 Pues en este siglo de todas las cosas han sido segregadas siete partes: de la luz, de las tinieblas, de la comida, del placer, de la amargura, del paraíso y del tormento. Todo esto lo he consignado por escrito para que (lo) leáis y entendáis.
CAPÍTULO 18.
1 Mientras conversaba Henoc con los suyos, dejó caer el Señor niebla sobre la tierra y sobrevino una oscuridad (que) envolvió a los que estaban con Henoc.
2 Entonces tomaron apresuradamente los ángeles a Henoc y lo llevaron hasta el cielo más alto, donde el Señor le acogió y le colocó delante de sí por toda la eternidad.
3 Y, al retirarse las tinieblas de la tierra, se hizo luz y la gente miraba sin comprender cómo Henoc había sido arrebatado. Entonces alabaron a Dios y se fueron a sus casas.
CAPÍTULO 19.
1 Henoc nació, pues, el día 6 del mes de Pamovus y vivió trescientos sesenta y cinco años.
2 Fue arrebatado al cielo el día 1 del mes de Nisán y permaneció en el cielo sesenta días,
3 escribiendo todas las señales de todas las cosas que Dios creó.
4 Llegó a escribir trescientos sesenta y seis libros, y se los entregó a sus hijos.
5 Luego permaneció en la tierra treinta días, conversando con ellos,
6 y de nuevo fue raptado al cielo durante el mismo mes de Pamovus, en el mismo día 6 en que había nacido y a la misma hora.
7 De igual modo que a todo hombre le es común la naturaleza oscura de la vida presente, asimismo (le es también común) la concepción, el nacimiento y el tránsito de esta vida. En la hora en que es concebido, en esa misma hora nace y muere.
CAPÍTULO 20.
1 Se apresuró Matusalén en compañía de todos sus hermanos y de todos los hijos de Henoc y construyó un altar en el lugar llamado Achuzan, donde fue arrebatado Henoc.
2 Luego cogieron corderos y bueyes, convocaron a todo el pueblo e inmolaron un sacrificio ante la faz del Señor.
3 Y acudió la gente al festejo trayendo regalos para los hijos de Henoc, e hicieron fiesta alegrándose y regocijándose durante tres días.
CAPÍTULO 21.
1 Al tercer día, al atardecer, se dirigieron los ancianos del pueblo a Matusalén, diciéndole:
2 ?Comparece ante la faz del Señor, ante la faz de todo el pueblo y ante la faz del altar del Señor y serás glorificado entre los tuyos.
3 Respondió Matusalén a sus gentes: ?Esperad, oh varones, hasta tanto que el Señor, Dios de mi padre Henoc, en persona (se digne) suscitar un sacerdote sobre su pueblo.
4 Y la gente pasó toda la noche siguiente en el lugar llamado Achuzan, esperando en balde.
5 Matusalén, por su parte, permaneció al pie del altar y oró al Señor, diciendo:
6 ?(Señor) de todo eón, tú que eres único y has escogido a mi padre Henoc, suscita un sacerdote para tu pueblo y haz cuerdos sus corazones, para que conciban temor de tu gloria y hagan todo según tu voluntad.
7 Matusalén se quedó luego dormido, y se le apareció el Señor en una visión nocturna, diciéndole:
8 ?Escucha, Matusalén. Yo soy el Señor, Dios de tu padre Henoc.
9 Escucha la voz de estas gentes y mantente firme al pie de mi altar. Yo te glorificaré en presencia de todo el mundo y tú serás famoso todos los días de tu vida.
10 Se levantó Matusalén de su sueño y bendijo al Señor, que se le había aparecido.
11 Entonces se le acercaron apresuradamente los ancianos del pueblo, y el Señor Dios dispuso el corazón de Matusalén para que diera oídos a la voz del pueblo, y se dirigió a ellos:
12 ?El Señor Dios: que (su) beneplácito sea sobre estas gentes ante mis ojos.
13 Entonces Sarsan, Charmis y Zazas –ancianos del pueblo– se dieron prisa y vistieron a Matusalén con vestiduras espléndidas, poniéndole una corona brillante sobre su cabeza.
14 Y se apresuró la gente a traer corderos, bueyes y aves –todo ello escrupulosamente seleccionado–, para que Matusalén los sacrificara en nombre del Señor y en nombre del pueblo.
15 Subió Matusalén al altar del Señor, y su rostro se iluminó como el sol cuando alcanza su cenit, y toda la gente iba en pos de él.
16 Luego se detuvo Matusalén ante el altar del Señor, y toda la gente se quedó de pie alrededor del altar.
17 Entonces los ancianos del pueblo cogieron los corderos y los bueyes y los ataron por las cuatro patas, los pusieron encima del altar y dijeron a Matusalén:
18 ?Toma este cuchillo y degüella (las víctimas) cuidadosamente elegidas ante la faz del Señor.
19 Elevó Matusalén sus brazos al cielo e invocó al Señor de este manera:
20 ?Fíjate, Señor, quién soy yo para estar al frente de tu altar y a la cabeza de estas gentes.
21 Mira ahora a tu siervo y a todo este pueblo, para que todo sea examinado en este momento, y da gracia a tu siervo en presencia de esta gente, para que comprendan que tú eres el que has constituido un sacerdote para tu propio pueblo.
22 Y ocurrió que, mientras oraba Matusalén, sufrió el altar una sacudida y saltó el cuchillo que yacía sobre él, viniendo a caer en las manos de Matusalén a la vista de todo el pueblo.
23 Entonces se puso la gente a temblar y glorificó al Señor,
24 (a la vez que) Matusalén se llenaba de gloria a partir de aquel día ante la faz del Señor y ante la faz de todo el pueblo.
25 Empuñó, pues, Matusalén el cuchillo e inmoló todo lo que había sido traído por el pueblo.
26 La gente se entregó entonces al regocijo y la alegría en presencia del Señor y en presencia de Matusalén durante aquellos días.
27 Luego se retiró cada cual a su hogar.
(Continuará…)
Fuente: librosapocrifos.blogspot.com
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