Estos son libros y testimonios antiguos que muchas religiones cristianas no quieren que conozcas pero te los presentamos para que tú mismo elabores tus conclusiones.
These are books and old testimonies that many Christian religions don't want you to know but we present them to you so that yourself elaborates your conclusions.
Otros artículos.
Libros bíblicos apócrifos. Parte 3.
Libros bíblicos apócrifos. Parte 2.
Libros bíblicos apócrifos. Parte 1.
En nombre de Dios.
Los libros condenados.
EL EVANGELIO SEGÚN LOS HEBREOS O DE LOS NAZARENOS.
Cuanto sabemos de este evangelio se debe a las menciones de Clemente de Alejandría (Stromata II, 9, 45; V, 14, 96), de Orígenes (Comnzeí-ítarium in Iohannem, 11, 12; Com. in Mt, XV, 14), de Eusebio y de San Jerónimo (los textos en E. Preuschen, Antilegómena, 2 cd. Giessen 1905, 2-9; y A. de Santos, Evangelios apócrifos, ed. BAC, Madrid 1956, 37-50).
Es un escrito judeocristiano, nacido probablemente en la comunidad de Jerusalén que permaneció fiel a la observancia de la ley mosaica (sábado, circuncisión, etc.). El escrito debió de acompañar a los miembros de dicha comunidad al emigrar para fundar comunidades filiales. Así lo encontramos en Berea, en manos de los herederos de la comunidad judeocristiana de Jerusalén, llamados nazarenos.
En estrecha relación, no fácil de determinar, con el evangelio de San Mateo, a veces es confundido con él, identificación a todas luces imposible. La lengua fue probablemente el arameo, aunque escrito en caracteres hebreos. Su contenido es paralelo al de los sinópticos, aunque con desarrollo original, como la función femenino - maternal del Espíritu Santo en relación con Cristo, la preeminencia de Santiago, etc. Su composición quizá hay que remontarla antes del año 70. Su interés para la historia del judeocristianismo es manifiesto.
EL EVANGELIO DE LOS EBIONITAS.
Se trata de una adaptación griega (?), hecha a base de mutilaciones y adiciones al Evangelio según los hebreos, por la secta de los ebionitas. Parecido procedimiento utilizan sus partidarios en relación con el Antiguo Testamento (l. Daniélou, Théologie du ludéochristianisme, París 1958, 69).
Han sido suprimidos o retocados los pasajes relativos a la comida de carne, por ejemplo, la comida de langostas por parte de Juan el Bautista, la Cena Pascual de Jesús, etc.; se han introducido frases de Jesús aboliendo los sacrificios sangrientos; se emplean fórmulas adopcionistas para expresar la filiación de Cristo, ya que el ebionismo es fundamentalmente antitrinitario. Cristo ha venido sobre Jesús, puro hombre, en el momento del Bautismo, constituyéndole en profeta. Se excluye asimismo la concepción virginal de Jesús. Finalmente, se resalta la preeminencia de San Juan y Santiago.
El carácter judeocristiano heterodoxo de esta adaptación, que también se presenta como evangelio de San Mateo, es evidente. Su datación hay que remontarla a la primera mitad del s. II, antes de Clemente de Alejandría que lo ha citado (las citas de Clemente y de Epifanio, en A. de Santos, o. c., 53-57). Son muchos los autores que creen que este evangelio es el de los doce apóstoles mencionado por Orígenes en su Homil. I in Lc (PG 13, 1802 A).
EL EVANGELIO DE LOS EGIPCIOS.
Este evangelio, que no debe confundirse con el homónimo encontrado en Nag Hammadi en 1945, que es una obra totalmente gnóstica con muy poco material evangélico, hay que considerarlo como una adaptación, de acuerdo con las tendencias encratistas de las comunidades heterodoxas egipcias de Tebaida y Libia, hecha en la segunda mitad del siglo II pero anterior a Clemente de Alejandría, sobre una base parecida al evangelio de San Mateo y de los hebreos. El texto puede verse en A. de Santos, o. c., 59-61. La conversación que relata de Jesús con Salomé resumiría las tendencias de este evangelio.
EL EVANGELIO DE SAN PEDRO.
En la comunidad judeocristiana de Siria, probablemente en Antioquía, donde la actividad de San Pedro había tenido tanto relieve, nació este evangelio, como muy tarde, al comienzo del s. II. La finalidad a que responde su contenido es fundamentalmente apologético (L. Vaganay, L'Evangile de Pierre, París 1930).
Inspirándose en la tradición básica de los cuatro evangelios ha querido destacar el carácter divino de la persona de Jesús. Las categorías apocalípticas le han prestado numerosos elementos: cielos abiertos, voz del cielo, vestidos luminosos, dimensiones gigantescas, etc.
La obra está en relación con la segunda epístola de San Pedro y con el Apocalipsis de San Pedro, del que hablaremos más adelante. Se advierte una lucha contra las corrientes judaizantes, a pesar de utilizar las expresiones del judeocristianismo ortodoxo, y una apertura al mundo grecorromano, por ejemplo, en la manera de presentar a Poncio Pilato. Los fragmentos de Akhmim, que se reducen a la Pasión y Resurrección, identificada ésta con la Ascensión, pueden verse en A. de Santos, o. c., 403-417. Este autor propone el año 150 y lo atribuye a un cristiano helenista de los alrededores de Antioquía (p. 400-401).
EL EVANGELIO DE NICODEMO O HECHOS DE PILATO.
Los manuscritos llevan más bien el título de Hechos de Pilato para lo que es hoy primera parte del Evangelio de Nicodemo, y Descendimiento de Cristo a los Infiernos para lo que hoy es segunda parte. Primitivamente se trató, sin duda, de dos obras independientes.
Los Hechos de Pilato, presentados por un cierto Ananías, contienen el relato del juicio de Jesús, algunos detalles de su crucifixión, sobre todo el episodio de Longinos, y su sepultura. La narración tiene como sustrato el material evangélico, sobre todo la Pasión según San Juan. La presente redacción hay que datarla en el siglo V y es probablemente una réplica a los Hechos de Pilato, de tendencia anticristiana, difundidos según cuenta Eusebio (Hist. eccl. 9, 5, 1, y otros lugares) durante la persecución de Maximino. Data en el año 311 ó 312. El material es mucho más antiguo.
Tischendorf cree que sustancialmente hay que identificarlos con los Hechos de Pilato, cuya existencia es atestiguada desde el s. II por Justino (Apología, 35, 38). Tertuliano (Apologeticus, 5) habla asimismo de un informe que Pilato envió a Tiberio, identificado por algunos con el Informe de Pilato al emperador Claudio que figura como un apéndice en la traducción latina del Evangelio de Nicodemo y como una adición en griego a los Hechos de San Pedro y San Pablo (el texto en l. Quasten, Patrología, I, 120). El mismo Tertuliano (ib., 21, 24) habla del relato de toda la historia de Cristo hecha al César (Tiberio) por Pilato. Los Hechos de Pilato representan los capítulo 1-16 del Evangelio de Nicodemo (J. Quasten, o.c., 1, 119, cree que los capítulo 12-16, que versan acerca de los debates del Sanedrín sobre la Resurrección de Cristo, serían una añadidura a los primitivos Hechos de Pilato).
El descendimiento de Cristo a los Infiernos, capítulo 17-27 del Evangelio de Nicodemo, contiene el relato que los hijos de Simeón el Justo hacen de la entrada de Jesús a los Infiernos. La obra, que sigue de cerca la tradición de 1 Pet 3, 19, y el Evangelio de San Pedro, puede remontarse hasta el siglo II aunque su presente redacción, como la de los Hechos de Pilato, sea del siglo V.
El texto y traducción española de las dos partes del Evangelio de Nicodemo se encuentran en A. de Santos, o. c., 426-500. Los escritos complementarios del llamado ciclo de Pilatos, en el mismo autor:
La Carta de Poncio Pilato a Tiberio (p. 501-502).
Carta de Tiberio a Pilato (p. 502-503).
Relación de Pilato (p. 507-514).
Correspondencia entre Pilato y Herodes (p. 514-520).
Tradición de Pilato (p. 520-526).
Muerte de Pilato (p. 526-532).
Declaración de José de Arimatea (p. 533-544).
Venganza del Salvador (p. 545-565).
Sentencia de Pilato (p. 566-569).
Todos estos escritos complementarios pertenecen a la Edad Media.
EVANGELIO DE SAN BARTOLOMÉ.
Una serie de hallazgos afortunados han permitido reconstruir este evangelio que contiene una sucesión de preguntas de San Bartolomé, ya a Cristo, ya a María, ya a Satán, y donde se revelan los misterios de la bajada de Cristo a los Infiernos, de la concepción del Verbo en María y de los tormentos de los condenados con otros secretos del más allá y de la creación. El libro, aunque con una temática muy del gusto del gnosticismo, no contiene en general errores dogmáticos. Su lugar de origen hay que buscarlo en alguna secta cristiana no lejos de Alejandría y su datación es el siglo IV. El texto y traducción española en A. de Santos, o. c., 576-608.
(Continuará...)
Fuente: Gran Enciclopedia RIALP. Editorial Rialp. 1991.
These are books and old testimonies that many Christian religions don't want you to know but we present them to you so that yourself elaborates your conclusions.
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Libros bíblicos apócrifos. Parte 2.
Libros bíblicos apócrifos. Parte 1.
En nombre de Dios.
Los libros condenados.
EL EVANGELIO SEGÚN LOS HEBREOS O DE LOS NAZARENOS.
Cuanto sabemos de este evangelio se debe a las menciones de Clemente de Alejandría (Stromata II, 9, 45; V, 14, 96), de Orígenes (Comnzeí-ítarium in Iohannem, 11, 12; Com. in Mt, XV, 14), de Eusebio y de San Jerónimo (los textos en E. Preuschen, Antilegómena, 2 cd. Giessen 1905, 2-9; y A. de Santos, Evangelios apócrifos, ed. BAC, Madrid 1956, 37-50).
Es un escrito judeocristiano, nacido probablemente en la comunidad de Jerusalén que permaneció fiel a la observancia de la ley mosaica (sábado, circuncisión, etc.). El escrito debió de acompañar a los miembros de dicha comunidad al emigrar para fundar comunidades filiales. Así lo encontramos en Berea, en manos de los herederos de la comunidad judeocristiana de Jerusalén, llamados nazarenos.
En estrecha relación, no fácil de determinar, con el evangelio de San Mateo, a veces es confundido con él, identificación a todas luces imposible. La lengua fue probablemente el arameo, aunque escrito en caracteres hebreos. Su contenido es paralelo al de los sinópticos, aunque con desarrollo original, como la función femenino - maternal del Espíritu Santo en relación con Cristo, la preeminencia de Santiago, etc. Su composición quizá hay que remontarla antes del año 70. Su interés para la historia del judeocristianismo es manifiesto.
EL EVANGELIO DE LOS EBIONITAS.
Se trata de una adaptación griega (?), hecha a base de mutilaciones y adiciones al Evangelio según los hebreos, por la secta de los ebionitas. Parecido procedimiento utilizan sus partidarios en relación con el Antiguo Testamento (l. Daniélou, Théologie du ludéochristianisme, París 1958, 69).
Han sido suprimidos o retocados los pasajes relativos a la comida de carne, por ejemplo, la comida de langostas por parte de Juan el Bautista, la Cena Pascual de Jesús, etc.; se han introducido frases de Jesús aboliendo los sacrificios sangrientos; se emplean fórmulas adopcionistas para expresar la filiación de Cristo, ya que el ebionismo es fundamentalmente antitrinitario. Cristo ha venido sobre Jesús, puro hombre, en el momento del Bautismo, constituyéndole en profeta. Se excluye asimismo la concepción virginal de Jesús. Finalmente, se resalta la preeminencia de San Juan y Santiago.
El carácter judeocristiano heterodoxo de esta adaptación, que también se presenta como evangelio de San Mateo, es evidente. Su datación hay que remontarla a la primera mitad del s. II, antes de Clemente de Alejandría que lo ha citado (las citas de Clemente y de Epifanio, en A. de Santos, o. c., 53-57). Son muchos los autores que creen que este evangelio es el de los doce apóstoles mencionado por Orígenes en su Homil. I in Lc (PG 13, 1802 A).
EL EVANGELIO DE LOS EGIPCIOS.
Este evangelio, que no debe confundirse con el homónimo encontrado en Nag Hammadi en 1945, que es una obra totalmente gnóstica con muy poco material evangélico, hay que considerarlo como una adaptación, de acuerdo con las tendencias encratistas de las comunidades heterodoxas egipcias de Tebaida y Libia, hecha en la segunda mitad del siglo II pero anterior a Clemente de Alejandría, sobre una base parecida al evangelio de San Mateo y de los hebreos. El texto puede verse en A. de Santos, o. c., 59-61. La conversación que relata de Jesús con Salomé resumiría las tendencias de este evangelio.
EL EVANGELIO DE SAN PEDRO.
En la comunidad judeocristiana de Siria, probablemente en Antioquía, donde la actividad de San Pedro había tenido tanto relieve, nació este evangelio, como muy tarde, al comienzo del s. II. La finalidad a que responde su contenido es fundamentalmente apologético (L. Vaganay, L'Evangile de Pierre, París 1930).
Inspirándose en la tradición básica de los cuatro evangelios ha querido destacar el carácter divino de la persona de Jesús. Las categorías apocalípticas le han prestado numerosos elementos: cielos abiertos, voz del cielo, vestidos luminosos, dimensiones gigantescas, etc.
La obra está en relación con la segunda epístola de San Pedro y con el Apocalipsis de San Pedro, del que hablaremos más adelante. Se advierte una lucha contra las corrientes judaizantes, a pesar de utilizar las expresiones del judeocristianismo ortodoxo, y una apertura al mundo grecorromano, por ejemplo, en la manera de presentar a Poncio Pilato. Los fragmentos de Akhmim, que se reducen a la Pasión y Resurrección, identificada ésta con la Ascensión, pueden verse en A. de Santos, o. c., 403-417. Este autor propone el año 150 y lo atribuye a un cristiano helenista de los alrededores de Antioquía (p. 400-401).
EL EVANGELIO DE NICODEMO O HECHOS DE PILATO.
Los manuscritos llevan más bien el título de Hechos de Pilato para lo que es hoy primera parte del Evangelio de Nicodemo, y Descendimiento de Cristo a los Infiernos para lo que hoy es segunda parte. Primitivamente se trató, sin duda, de dos obras independientes.
Los Hechos de Pilato, presentados por un cierto Ananías, contienen el relato del juicio de Jesús, algunos detalles de su crucifixión, sobre todo el episodio de Longinos, y su sepultura. La narración tiene como sustrato el material evangélico, sobre todo la Pasión según San Juan. La presente redacción hay que datarla en el siglo V y es probablemente una réplica a los Hechos de Pilato, de tendencia anticristiana, difundidos según cuenta Eusebio (Hist. eccl. 9, 5, 1, y otros lugares) durante la persecución de Maximino. Data en el año 311 ó 312. El material es mucho más antiguo.
Tischendorf cree que sustancialmente hay que identificarlos con los Hechos de Pilato, cuya existencia es atestiguada desde el s. II por Justino (Apología, 35, 38). Tertuliano (Apologeticus, 5) habla asimismo de un informe que Pilato envió a Tiberio, identificado por algunos con el Informe de Pilato al emperador Claudio que figura como un apéndice en la traducción latina del Evangelio de Nicodemo y como una adición en griego a los Hechos de San Pedro y San Pablo (el texto en l. Quasten, Patrología, I, 120). El mismo Tertuliano (ib., 21, 24) habla del relato de toda la historia de Cristo hecha al César (Tiberio) por Pilato. Los Hechos de Pilato representan los capítulo 1-16 del Evangelio de Nicodemo (J. Quasten, o.c., 1, 119, cree que los capítulo 12-16, que versan acerca de los debates del Sanedrín sobre la Resurrección de Cristo, serían una añadidura a los primitivos Hechos de Pilato).
El descendimiento de Cristo a los Infiernos, capítulo 17-27 del Evangelio de Nicodemo, contiene el relato que los hijos de Simeón el Justo hacen de la entrada de Jesús a los Infiernos. La obra, que sigue de cerca la tradición de 1 Pet 3, 19, y el Evangelio de San Pedro, puede remontarse hasta el siglo II aunque su presente redacción, como la de los Hechos de Pilato, sea del siglo V.
El texto y traducción española de las dos partes del Evangelio de Nicodemo se encuentran en A. de Santos, o. c., 426-500. Los escritos complementarios del llamado ciclo de Pilatos, en el mismo autor:
La Carta de Poncio Pilato a Tiberio (p. 501-502).
Carta de Tiberio a Pilato (p. 502-503).
Relación de Pilato (p. 507-514).
Correspondencia entre Pilato y Herodes (p. 514-520).
Tradición de Pilato (p. 520-526).
Muerte de Pilato (p. 526-532).
Declaración de José de Arimatea (p. 533-544).
Venganza del Salvador (p. 545-565).
Sentencia de Pilato (p. 566-569).
Todos estos escritos complementarios pertenecen a la Edad Media.
EVANGELIO DE SAN BARTOLOMÉ.
Una serie de hallazgos afortunados han permitido reconstruir este evangelio que contiene una sucesión de preguntas de San Bartolomé, ya a Cristo, ya a María, ya a Satán, y donde se revelan los misterios de la bajada de Cristo a los Infiernos, de la concepción del Verbo en María y de los tormentos de los condenados con otros secretos del más allá y de la creación. El libro, aunque con una temática muy del gusto del gnosticismo, no contiene en general errores dogmáticos. Su lugar de origen hay que buscarlo en alguna secta cristiana no lejos de Alejandría y su datación es el siglo IV. El texto y traducción española en A. de Santos, o. c., 576-608.
(Continuará...)
Fuente: Gran Enciclopedia RIALP. Editorial Rialp. 1991.
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