jueves, 1 de enero de 2015

Prohibido leer: Libros bíblicos apócrifos. Parte 1

Estos son libros y testimonios antiguos que muchas religiones cristianas no quieren que conozcas pero te los presentamos para que tú mismo elabores tus conclusiones.

These are books and old testimonies that many Christian religions don't want you to know but we present them to you so that yourself elaborates your conclusions.

Otros artículos.

En nombre de Dios.

Los libros condenados.

La vida después de la muerte.

Parece que Jesús realmente tuvo esposa.

El sentido oculto de las premoniciones.

Para comenzar, hay que aclarar en sentido del término “apócrifo” que muchas veces es entendido como “espurio”, “falso”, “despreciable” y quién sabe qué otras cosas más, cuando en verdad, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, significa “oculto… Dicho de un libro de autor sagrado: que no está, sin embargo, incluido en el canon de la Biblia”.
Entonces, se entiende como libro “apócrifo” a aquél que no forma parte de la Biblia, digamos, oficial….

LIBROS APÓCRIFOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO.

EL PROBLEMA DE VOCABULARIO.

Según la terminología católica se llaman apócrifos del Antiguo Testamento a un conjunto de obras de título o temas bíblicos, pero que no forman parte de la Sagrada Escritura, es decir, que no pertenecen al canon de la Biblia. Los protestantes los llaman seudoepígrafos (esto es, inscritos con nombre falso).

Según una leyenda, de la que se hace eco el IV libro de Esdras, Dios hace a éste una suprema revelación; le otorga una inspiración especial que le permite dictar en 40 días 94 libros, de los cuales debían ser hechos públicos inmediatamente 24, o sea, los libros del canon hebreo del Antiguo Testamento, mientras que los 70 restantes debían ser confiados a los sabios de los que evidentemente forma parte Esdras. De esos 70, los apocalipsis, compuestos, según se pretendía, por Henoc, Moisés y los patriarcas, habrían de permanecer escondidos desde la época en que habían sido redactados hasta el fin de los tiempos.

De ahí el nombre de libros apócrifos (término griego, que significa escondido) (cfr. IV Esdras XVI, 45-48).

Los reformadores protestantes aplicaban el término apócrifo a la pequeña colección de libros que se encontraban en la Biblia Vulgata latina y que los católicos designan con el nombre de deuterocanónicos; estos libros se han conservado en griego y eran reconocidos como sagrados por los judíos de Alejandría; son el Eclesiástico, la Sabiduría, Baruc, Judit, Tobías, los dos libros de los Macabeos y las partes griegas de Ester y Daniel. En cambio, los protestantes han reservado el nombre seudoepígrafos a todo un conjunto de libros atribuidos ficticiamente a grandes personajes del pasado: Adán, Henoc, etc. Así, en el siglo XVII el alemán J. A. Fabricio publicó una edición de los apócrifos (Libri V. T. apocryphi onines graece, Francfort 1644); después, en 1722, aparecieron en Hamburgo dos volúmenes, con el título Codex Preudoepigraphicus Veteris Testamenti.

Desde entonces, es común entre los protestantes hablar de los apócrifos y de los seudoepígrafos en los sentidos indicados. Ésta es la designación empleada en la edición inglesa de R. H. Charles (The Apocrypha and Pseudepigrapha of the Old Testament, 2 vols., Oxford 1913) y también en la alemana de E. Kautzsch (Die Apocryphen und Pseudepigraphen des A. T., 2 vols., Tubinga 1900-1920). La denominación de seudoepígrafos no es feliz, porque no todos los apócrifos son seudoepígrafos y hay seudoepígrafos entre los libros canónicos, por ejemplo el libro de la Sabiduría y el Cantar de los Cantares de Salomón. Ch. C. Torrey ha propuesto volver al uso que del término seudoepígrafo hacía San Jerónimo y la primitiva Iglesia, que es el del libro IV de Esdras, y reservar el término de apócrifos a todos los libros no canónicos. En este estudio nos atenemos a la terminología católica.

LISTA DE APÓCRIFOS Y GÉNERO LITERARIO.

En primer lugar, digamos que no hay una lista fija de apócrifos del Antiguo Testamento. Por tanto citamos sobre todo los escritos tenidos como apocalipsis o que tienen elementos apocalípticos: Libro de Henoc en etíope; Libro de los lubileos; Oráculos sibilinos; Testamentos de los doce Patriarcas; Salmos de Salomón; Asunción de Moisés; Ascensión de Isaías; Vida de Adán y Eva; Apocalipsis de Abraham; Testamento de Abraham; Testamento de Job; Apocalipsis siriaco de Baruc; Apocalipsis griego de Baruc; IV de Esdras; Libro de los secretos de Henoc, etc.
Dejamos de lado la literatura apócrifa fragmentaria aparecida entre los documentos de Qumrán. Recordemos también que un cierto número de apócrifos se ha perdido (cfr. M. R. James, The Lost Apocrypha of the Old Testament, Londres 1920).

Por su género literario, deben considerarse aparte las antigüedades bíblicas del Seudo - Filón, y el libro de José y Asenet.
En cuanto a las características de los libros propiamente apocalípticos. Queda, por tanto, hacer algunas anotaciones sobre el género literario de los Testamentos. Antiguos héroes, famosos por su sabiduría o por su piedad, hacen supremas revelaciones antes de morir; uno de los mejores ejemplos lo constituye la colección de los Testamentos de los doce Patriarcas. Todos siguen un plan idéntico: el Patriarca reúne a su familia, narra los hechos más importantes de su vida, poniendo de relieve alguna cualidad o algún defecto; después vienen los desarrollos parenéticos, a los que se añaden las predicciones sobre el futuro de Israel. Todo esto procede a la vez de las leyendas haggádicas, de la exhortación moral y de lo apocalíptico.
Este género literario parece haber tenido cierta influencia sobre el Nuevo Testamento.

ANÁLISIS DE LOS APÓCRIFOS.

EL LIBRO DE HENOC.

Es el más importante apócrifo del Antiguo Testamento; se ha conservado íntegramente en etíope. El texto griego nos ha llegado sólo fragmentariamente; las grutas de Qumrán han proporcionado fragmentos de una decena de manuscritos en arameo. El Henoc etíope comprende escritos de época diferente, con una introducción (I - V) y cinco partes:
La caída de los ángeles y asunción de Henoc (VI - XXXVI);
El libro de las parábolas (XXXVII - LXXI);
El libro del cambio de luminarias del cielo (LXXII - LXXXII);
El libro de los sueños (LXXXIII - XC);
El libro de la exhortación y de la maldición (XCI - CV); y, por último
Un apéndice (CVI - CVIII).
Una de las partes más importantes es el libro de las parábolas, en donde Henoc anuncia a los antiguos y a los hombres del futuro tres parábolas.
En la primera, se amenaza a los pecadores con el castigo en el día del juicio, mientras que los justos después de su muerte habitan con los ángeles junto al Mesías, el Elegido de justicia.
En la segunda se anuncia para los tiempos mesiánicos la transformación del cielo y de la tierra, y Henoc ve el fin de los días y al Hijo del Hombre, cuya función de juez le explica un ángel.
La tercera se refiere a la felicidad de los justos y de los elegidos.
La conclusión narra la asunción de Henoc al cielo.
Se ha discutido si el libro de las parábolas era de origen judío o cristiano. Sostenido éste en el último siglo por numerosos autores, ha sido descartado debido a fuertes razones; en particular, la ausencia de alusiones a Cristo crucificado.
Con el descubrimiento de los textos de Qumrám vuelve a plantearse la cuestión; aunque se han encontrado diversos fragmentos del libro de Henoc, no ha aparecido ninguno del libro de las parábolas. Se ha pensado, en consecuencia, que las Parábolas podrían ser obra de un judeo-cristiano del siglo II. El argumento del silencio es siempre delicado, y en el caso presente quizá se le hace decir demasiado. En todo caso, queda por explicar en esta hipótesis la ausencia de toda Cristología en la sección de las Parábolas. Por ello, seguimos pensando que este escrito es de origen judío. Se le data entre el 95 y el 63 a. C. (Lods), en todo caso, antes de la intervención de Pompeyo en Palestina.
La primera sección (VI - XXXVI) es una de las partes más antiguas; su fecha se remontaría al fin del reinado de Antíoco IV Epífanes, después de la composición del libro de Daniel. El libro de los sueños data también probablemente, de la época macabea. El libro de la exhortación y de la maldición, a excepción del apocalipsis de las semanas, no lleva indicación de fecha. El libro de las luminarias, que R. H. Charles data antes del 110 a. C., trata de las leyes que rigen los astros y de los problemas de los calendarios; el calendario lunar ha sido reemplazado por el solar, como en la secta de Qumrán.

EL LIBRO DE LOS LUBILEOS.

Recibe distintos nombres. Los escritores eclesiásticos antiguos le llaman génesis o leptogénesis, es decir Pequeño Génesis (en el sentido de que es un Génesis detallado: tá leptá, los detalles). Se le denomina también Apocalipsis de Moisés. El autor se propone relatar los acontecimientos del Génesis y de los 16 primeros capítulos del Éxodo, en un cuadro cronológico contado en periodos de 49 años o jubileos, cada uno de los cuales se divide en siete semanas de años. El conjunto comprende 49 jubileos (un jubileo, de jubileos). La Iglesia etíope llama a la obra Kufale, “libro de la división”.
Se conserva íntegramente en una versión etíope publicada en 1850 y en 1859 por A. Dillmann, y un tercio solamente en versión latina publicada por A. M. Ceriani. Las grutas 1, 2 y 4 de Qumrán han proporcionado fragmentos de una decena de manuscritos hebreos, cuyo texto responde al arquetipo supuesto por el etíope. El origen hebreo del libro había sido visto por R. H. Charles, aunque todos sus argumentos no sean probatorios; los errores del texto etíope no pueden explicarse más que a partir de un original hebreo; dos midrál hebraicos publicados por R. H. Charles muestran sus coincidencias verbales con el texto etíope; sirviéndose de estos midrál, ha podido corregir el texto etíope.
La versión latina, en la que ciertos nombres propios terminan en – in, no prueba necesariamente un original arameo, sino que los arameísmos son debidos al traductor (Rönsch). Uno de los principales fines del autor era hacer remontar a los orígenes las observancias del judaísmo y relacionarlas con la época patriarcal. Hoy día se está de acuerdo en que los jubileos pertenecen al judaísmo palestinense y más especialmente al de los esenios, como lo muestran los numerosos contactos con la literatura de Qumrán y, en particular, el uso de un mismo calendario solar. La fecha de composición, difícil de precisar, puede ser el siglo II al siglo I a. C.

(Continuará...)

Fuente: Gran Enciclopedia RIALP. Editorial Rialp. 1991.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se agradece cualquier comentario sobre este artículo o el blog en general, siempre que no contenga términos inapropiados, en cuyo caso, será eliminado...