Estos son libros y testimonios antiguos que muchas religiones cristianas no quieren que conozcas pero te los presentamos para que tú mismo elabores tus conclusiones.
These are books and old testimonies that many Christian religions don't want you to know but we present them to you so that yourself elaborates your conclusions.
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Libros bíblicos apócrifos. Parte 6.
Libros bíblicos apócrifos. Parte 5.
Libros bíblicos apócrifos. Parte 4.
XXX.
Adán tenía novecientos treinta años, y sentía que sus días estaban llegando a su fin, y dijo: “Que todos mis hijos se reúnan aquí conmigo, para que les bendiga antes de morir, y deseo hablar con ellos”. Y ellos se reunieron en tres partes, ante su vista, en la casa de oración, donde solían adorar al Señor Dios. Y le preguntaron diciendo: “Lo que se refiere a ti, Padre, que en tus hombros nos montaste, ¿por qué te encuentras tendido en tu cama?”. Entonces respondió Adán y dijo: “Mis hijos, estoy enfermo y tengo dolor”. Y todos sus hijos le dijeron: “¿Qué significa esto padre, la enfermedad y el dolor?", pues hasta ahora no la habían conocido.
XXXI.
Entonces dijo su hijo Set: “Oh! mi señor, talvez has anhelado comer de la fruta del paraíso, que tenías costumbre comer, y, por eso, te has entristecido. Dímelo a mí y voy a ir a las puertas del paraíso y pondré en el polvo mi cabeza y me tenderé sobre la tierra ante las puertas del paraíso y rogaré a Dios con los lamentos en voz alta; así quizás él me escuchará y enviará a su ángel para que me dé la fruta que has anhelado”. Adán respondió y dijo: “No, mi hijo, no es por eso que estoy débil, solo siento una gran debilidad y dolor en mi cuerpo". Set respondió: "¿Qué es el dolor, mi señor padre? Soy ignorante, no nos ocultes estas cosas, dinos sobre él". Y Adán respondió y dijo: “Oigan, mis hijos. Cuando Dios nos hizo, a mí y tu madre, y nos colocó en el paraíso, nos dio a comer del fruto de todos los árboles, pero nos prohibió el fruto que crece del árbol del conocimiento del bien y del mal, que está en medio del paraíso; diciendo que no comamos de él. Y Dios me dio una parte del paraíso, la parte oriental y la del norte y otra parte a tu madre, la occidental y la del sur.
XXXIII.
Además, el Señor Dios nos dio dos ángeles de guardia. La hora llegó cuando los ángeles habían ascendido a adorar a Dios; y sin perder el tiempo, nuestro adversario (el diablo) encontró una oportunidad, mientras que los ángeles estaban ausentes, el diablo llevó a su madre a comer del fruto prohibido del árbol. Y ella lo hizo y luego me lo dio a comer.
XXXIV.
Y de inmediato, el Señor Dios se enojó con nosotros, y me dijo: ‘Has dejado atrás mi mandamiento y no has guardado mi palabra, confirmo mis palabras ante ti, que voy a traer sobre tu cuerpo, setenta golpes; dolores que te tendrán atormentado, que comienza en tu cabeza y tus ojos y tus oídos y van hasta las uñas de tus pies, y en cada parte por separado’. Esto Dios lo tiene designado para castigo. Todas estas cosas las envió el Señor a mí y a toda nuestra raza”.
XXXV.
Así habló Adán a sus hijos, y le sobrevinieron violentos dolores, y él exclamó a gran voz, “¿Qué debo hacer? Estoy en peligro. Son crueles los dolores que me aquejan”. Y cuando Eva lo vio llorando, ella también comenzó a llorar, y dijo: “Oh Señor mi Dios, entrégame su dolor, ya que yo también he pecado”. Y Eva le dice a Adán: “Mi Señor, dame una parte de tus dolores, porque la culpa también es mía”.
XXXVI.
Y Adán dijo a Eva: “levántate y ve con mi hijo Set adonde está el paraíso, y pónganse polvo en su cabeza y tírense sobre la tierra y eleven su lamento ante los ojos de Dios, Así talvez Él tenga piedad de ustedes y envíe su ángel al árbol de la misericordia donde florece el aceite de la vida, y les dé una gota para que yo sea ungido con ella, y pueda tener descanso de estos dolores, que me consumen”. Entonces Set y su madre fueron hacia las puertas del paraíso, y mientras caminaban, de repente vino una bestia y atacó a Set, mordiéndole. Y tan pronto como Eva la vio, ella lloró y dijo: “¡Ay, qué mujer tan desdichada soy! Estoy maldita ya que no he cumplido con el mandamiento de Dios”. Y Eva dijo a la bestia en voz alta: “Maldita bestia! ¿Cómo es que tú no temes levantarte en contra de la imagen de Dios? ¿Y te has atrevido a pelear con él?".
XXXVIII.
Entonces la bestia respondiendo en el idioma de los hombres, dijo: “¿Acaso no es contra ti, Eva, que nuestra malicia se dirige? ¿No eres acaso el objeto de nuestra ira? Dime, Eva, ¿Cómo se abrió tu boca para comer de la fruta? Pero ahora si voy a comenzar a reprocharte y tú no has podido soportarlo".
XXXIX.
Entonces Set dijo a la bestia: “el Señor Dios te reprenda, te mantenga en silencio, que te enmudezca y cierre tu boca, maldito enemigo de la verdad, eres confusión y destructor. Apártate de la imagen de Dios hasta el día en que el Señor Dios te someta a la prueba”. Y la bestia dijo a Set: “me voy de la presencia de la imagen de Dios, como has dicho”. Inmediatamente salió de la presencia de Set, dejándolo herido.
XL.
Set y su madre siguieron el camino hacia las regiones del paraíso para conseguir el aceite de la misericordia que sirve para ungir a los enfermos y llevársela a Adán, y llegaron a las puertas del paraíso, entonces tomaron el polvo de la tierra y lo pusieron sobre sus cabezas, asimismo con sus rostros en tierra, comenzaron a lamentarse, implorando al Señor Dios, que tenga lástima de Adán por sus dolores y envíe a su ángel para darles el aceite del "árbol de su misericordia”.
XLI.
Después de haber implorado y rogado por muchas horas, he aquí, el ángel Miguel se les aparece y les dice: “Me ha enviado el Señor a ustedes y me ha establecido sobre los cuerpos de los hombres. Te digo a ti, Set , Tú, hombre de Dios, no llores, ni reces, ni tomes en cuenta el aceite del árbol de la misericordia para ungir a tu padre Adán para los dolores de su cuerpo.
XLII.
Porque su poder no ha de marchitarse en tus manos, salvo en los últimos días. Pues pasados y cumplidos cinco mil quinientos años, vendrá sobre la tierra el más amado, el rey Cristo, el Hijo de Dios, para revivir el cuerpo de Adán y con él para revivir los cuerpos de los muertos. Cuando Él mismo, el Hijo de Dios, venga, va a ser bautizado en el río Jordán, y cuando él tenga que salir del agua del Jordán, entonces Él ungirá con el aceite de la misericordia a todos los que crean en Él. Y el aceite de la misericordia tendrá una duración de una generación a otra, para todos aquellos que estén listos el nacer de nuevo, del agua y el Espíritu Santo, a la vida eterna. Entonces el más amado Hijo de Dios, Cristo, descenderá a la tierra y se llevará a tu padre Adán al Paraíso, para el árbol de la misericordia.
XLIII.
Pero tú, Set, ve a tu padre Adán, pues el tiempo de su vida se ha cumplido. En seis días, su alma saldrá fuera de su cuerpo y cuando haya salido, verás grandes maravillas en el cielo y en la tierra y en las luminarias de los cielos”. Con estas palabras, Miguel desapareció y partió lejos de Set. Eva y Set volvieron, teniendo con ellos la fragancia de las hierbas, es decir, nardo, azafrán, cálamo y canela.
XLIV.
Y cuando Set y su madre llegaron adonde Adán, le contaron lo que aconteció con la serpiente, cómo esta atacó a Set. Y Adán dijo a Eva: “¿Qué has hecho? Una gran plaga has traído sobre nosotros, la trasgresión y el pecado de todas nuestras generaciones, y esto que has hecho, dile a tus hijos después de mi muerte, para aquellos puedan salir adelante y sepan defenderse, además sepan el trabajo y la maldición que les ha venido por causa de nosotros". Cuando Eva escuchó estas palabras, ella comenzó a llorar y gemir.
XLV.
Y así, como el arcángel Miguel había predicho, pasados seis días vino la muerte de Adán. Cuando Adán presiente que la hora de su muerte estaba al alcance de la mano, le dijo a todos sus hijos: “He aquí, ya tengo novecientos treinta años, y cuando me muera, me deben enterrar a las afueras de la vivienda". Y aconteció que cuando él había terminado todo su discurso, entregó su espíritu.
XLVI.
Luego el sol se oscureció, igualmente la luna y las estrellas, durante siete días, y Set, en su duelo, abrazó el cuerpo de su padre, y Eva estaba en el suelo con las manos dobladas sobre su cabeza, y todos sus hijos lloraron amargamente. Y he aquí, allí apareció el ángel Miguel y se puso a la cabeza de Adán y dijo a Set: "Levántate, deja el cuerpo de tu padre y ven aquí y mira lo que es la perdición y como afecta al Señor Dios. Su criatura es él, y su pequeño”. Y todos los ángeles volaron con sus trompetas, y exclamó:
XLVII.
"Bendito eres tú, oh Señor, que has tenido piedad de tu criatura".
XLVIII.
Entonces Set vio la mano de Dios que se extendía hacia la celebración de Adán y él lo entregó a Miguel, diciendo: “Debe estar a tu cargo hasta el día del Juicio, hasta los últimos años cuando voy a convertir su dolor en alegría. Entonces él se sentará en el trono que tiene preparado”. Y el Señor dijo una vez más a los ángeles Miguel y Uriel: “Lleven ropa de lino para ponérsela a Adán y otra más para su hijo Abel y vayan a enterrarlos”. Y todos los poderes de los ángeles marcharon ante Adán, y el sueño de los muertos fue consagrado. Y los ángeles Uriel y Michael enterraron a Adán y a Abel en las partes del Paraíso, ante los ojos de Set y su madre y de nadie más, y Uriel y Michael dijeron: “Así como han visto hoy, de la misma manera, entierren a sus muertos”.
XLIX.
Seis días después que murió Adán, Eva tuvo la percepción de que ella moriría también, así que reunió a todos sus hijos e hijas, Set con treinta hermanos y treinta hermanas, y Eva les dice a todos: “Escuchen, mis hijos lo que tengo que decirles, les contaré lo que el arcángel Miguel nos dijo cuando su padre transgredió el mandato de Dios. Por la transgresión de los hombres, nuestro Señor traerá la ira de su sentencia, en primer lugar por el agua y la segunda vez por el fuego; de estas dos formas, el Señor juzgará a toda la raza humana.
L.
Pero escúchenme mis hijos. Hagan entonces unas tablas de piedra y otras de arcilla, y escriban sobre ellas toda mi vida y la de su padre, todo lo que han oído y visto de nosotros. Si por el agua el Señor juzga nuestra raza, las tablas de arcilla serán disueltas y las tablas de piedra seguirán siendo, pero si por el fuego, las tablas de piedra se dividirán y las tablas de arcilla serán horneadas." Cuando Eva había dicho todo esto a sus hijos, ella extendió sus manos al cielo en oración, y las rodillas dobladas en tierra, y mientras ella adoraba al Señor y le dio las gracias, expiró. De allí en adelante, todos sus hijos enterraban con gran lamento.
LI.
Después de un duelo de cuatro días, Miguel Arcángel apareció y dijo a Set: “Hombre de Dios, no debes llorar a tu muerto más de seis días, pues el séptimo día es el signo de la resurrección y el resto de la edad que ha de venir; el séptimo día el Señor descansó de todas sus obras”. Luego entonces, Set hizo las tablas de arcilla y piedra escribiendo la vidas de sus padres, Adán y Eva.
(Fin de este libro)
Fuente: burgaraescrituras.blogspot.com
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XXX.
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XXXI.
Entonces dijo su hijo Set: “Oh! mi señor, talvez has anhelado comer de la fruta del paraíso, que tenías costumbre comer, y, por eso, te has entristecido. Dímelo a mí y voy a ir a las puertas del paraíso y pondré en el polvo mi cabeza y me tenderé sobre la tierra ante las puertas del paraíso y rogaré a Dios con los lamentos en voz alta; así quizás él me escuchará y enviará a su ángel para que me dé la fruta que has anhelado”. Adán respondió y dijo: “No, mi hijo, no es por eso que estoy débil, solo siento una gran debilidad y dolor en mi cuerpo". Set respondió: "¿Qué es el dolor, mi señor padre? Soy ignorante, no nos ocultes estas cosas, dinos sobre él". Y Adán respondió y dijo: “Oigan, mis hijos. Cuando Dios nos hizo, a mí y tu madre, y nos colocó en el paraíso, nos dio a comer del fruto de todos los árboles, pero nos prohibió el fruto que crece del árbol del conocimiento del bien y del mal, que está en medio del paraíso; diciendo que no comamos de él. Y Dios me dio una parte del paraíso, la parte oriental y la del norte y otra parte a tu madre, la occidental y la del sur.
XXXIII.
Además, el Señor Dios nos dio dos ángeles de guardia. La hora llegó cuando los ángeles habían ascendido a adorar a Dios; y sin perder el tiempo, nuestro adversario (el diablo) encontró una oportunidad, mientras que los ángeles estaban ausentes, el diablo llevó a su madre a comer del fruto prohibido del árbol. Y ella lo hizo y luego me lo dio a comer.
XXXIV.
Y de inmediato, el Señor Dios se enojó con nosotros, y me dijo: ‘Has dejado atrás mi mandamiento y no has guardado mi palabra, confirmo mis palabras ante ti, que voy a traer sobre tu cuerpo, setenta golpes; dolores que te tendrán atormentado, que comienza en tu cabeza y tus ojos y tus oídos y van hasta las uñas de tus pies, y en cada parte por separado’. Esto Dios lo tiene designado para castigo. Todas estas cosas las envió el Señor a mí y a toda nuestra raza”.
XXXV.
Así habló Adán a sus hijos, y le sobrevinieron violentos dolores, y él exclamó a gran voz, “¿Qué debo hacer? Estoy en peligro. Son crueles los dolores que me aquejan”. Y cuando Eva lo vio llorando, ella también comenzó a llorar, y dijo: “Oh Señor mi Dios, entrégame su dolor, ya que yo también he pecado”. Y Eva le dice a Adán: “Mi Señor, dame una parte de tus dolores, porque la culpa también es mía”.
XXXVI.
Y Adán dijo a Eva: “levántate y ve con mi hijo Set adonde está el paraíso, y pónganse polvo en su cabeza y tírense sobre la tierra y eleven su lamento ante los ojos de Dios, Así talvez Él tenga piedad de ustedes y envíe su ángel al árbol de la misericordia donde florece el aceite de la vida, y les dé una gota para que yo sea ungido con ella, y pueda tener descanso de estos dolores, que me consumen”. Entonces Set y su madre fueron hacia las puertas del paraíso, y mientras caminaban, de repente vino una bestia y atacó a Set, mordiéndole. Y tan pronto como Eva la vio, ella lloró y dijo: “¡Ay, qué mujer tan desdichada soy! Estoy maldita ya que no he cumplido con el mandamiento de Dios”. Y Eva dijo a la bestia en voz alta: “Maldita bestia! ¿Cómo es que tú no temes levantarte en contra de la imagen de Dios? ¿Y te has atrevido a pelear con él?".
XXXVIII.
Entonces la bestia respondiendo en el idioma de los hombres, dijo: “¿Acaso no es contra ti, Eva, que nuestra malicia se dirige? ¿No eres acaso el objeto de nuestra ira? Dime, Eva, ¿Cómo se abrió tu boca para comer de la fruta? Pero ahora si voy a comenzar a reprocharte y tú no has podido soportarlo".
XXXIX.
Entonces Set dijo a la bestia: “el Señor Dios te reprenda, te mantenga en silencio, que te enmudezca y cierre tu boca, maldito enemigo de la verdad, eres confusión y destructor. Apártate de la imagen de Dios hasta el día en que el Señor Dios te someta a la prueba”. Y la bestia dijo a Set: “me voy de la presencia de la imagen de Dios, como has dicho”. Inmediatamente salió de la presencia de Set, dejándolo herido.
XL.
Set y su madre siguieron el camino hacia las regiones del paraíso para conseguir el aceite de la misericordia que sirve para ungir a los enfermos y llevársela a Adán, y llegaron a las puertas del paraíso, entonces tomaron el polvo de la tierra y lo pusieron sobre sus cabezas, asimismo con sus rostros en tierra, comenzaron a lamentarse, implorando al Señor Dios, que tenga lástima de Adán por sus dolores y envíe a su ángel para darles el aceite del "árbol de su misericordia”.
XLI.
Después de haber implorado y rogado por muchas horas, he aquí, el ángel Miguel se les aparece y les dice: “Me ha enviado el Señor a ustedes y me ha establecido sobre los cuerpos de los hombres. Te digo a ti, Set , Tú, hombre de Dios, no llores, ni reces, ni tomes en cuenta el aceite del árbol de la misericordia para ungir a tu padre Adán para los dolores de su cuerpo.
XLII.
Porque su poder no ha de marchitarse en tus manos, salvo en los últimos días. Pues pasados y cumplidos cinco mil quinientos años, vendrá sobre la tierra el más amado, el rey Cristo, el Hijo de Dios, para revivir el cuerpo de Adán y con él para revivir los cuerpos de los muertos. Cuando Él mismo, el Hijo de Dios, venga, va a ser bautizado en el río Jordán, y cuando él tenga que salir del agua del Jordán, entonces Él ungirá con el aceite de la misericordia a todos los que crean en Él. Y el aceite de la misericordia tendrá una duración de una generación a otra, para todos aquellos que estén listos el nacer de nuevo, del agua y el Espíritu Santo, a la vida eterna. Entonces el más amado Hijo de Dios, Cristo, descenderá a la tierra y se llevará a tu padre Adán al Paraíso, para el árbol de la misericordia.
XLIII.
Pero tú, Set, ve a tu padre Adán, pues el tiempo de su vida se ha cumplido. En seis días, su alma saldrá fuera de su cuerpo y cuando haya salido, verás grandes maravillas en el cielo y en la tierra y en las luminarias de los cielos”. Con estas palabras, Miguel desapareció y partió lejos de Set. Eva y Set volvieron, teniendo con ellos la fragancia de las hierbas, es decir, nardo, azafrán, cálamo y canela.
XLIV.
Y cuando Set y su madre llegaron adonde Adán, le contaron lo que aconteció con la serpiente, cómo esta atacó a Set. Y Adán dijo a Eva: “¿Qué has hecho? Una gran plaga has traído sobre nosotros, la trasgresión y el pecado de todas nuestras generaciones, y esto que has hecho, dile a tus hijos después de mi muerte, para aquellos puedan salir adelante y sepan defenderse, además sepan el trabajo y la maldición que les ha venido por causa de nosotros". Cuando Eva escuchó estas palabras, ella comenzó a llorar y gemir.
XLV.
Y así, como el arcángel Miguel había predicho, pasados seis días vino la muerte de Adán. Cuando Adán presiente que la hora de su muerte estaba al alcance de la mano, le dijo a todos sus hijos: “He aquí, ya tengo novecientos treinta años, y cuando me muera, me deben enterrar a las afueras de la vivienda". Y aconteció que cuando él había terminado todo su discurso, entregó su espíritu.
XLVI.
Luego el sol se oscureció, igualmente la luna y las estrellas, durante siete días, y Set, en su duelo, abrazó el cuerpo de su padre, y Eva estaba en el suelo con las manos dobladas sobre su cabeza, y todos sus hijos lloraron amargamente. Y he aquí, allí apareció el ángel Miguel y se puso a la cabeza de Adán y dijo a Set: "Levántate, deja el cuerpo de tu padre y ven aquí y mira lo que es la perdición y como afecta al Señor Dios. Su criatura es él, y su pequeño”. Y todos los ángeles volaron con sus trompetas, y exclamó:
XLVII.
"Bendito eres tú, oh Señor, que has tenido piedad de tu criatura".
XLVIII.
Entonces Set vio la mano de Dios que se extendía hacia la celebración de Adán y él lo entregó a Miguel, diciendo: “Debe estar a tu cargo hasta el día del Juicio, hasta los últimos años cuando voy a convertir su dolor en alegría. Entonces él se sentará en el trono que tiene preparado”. Y el Señor dijo una vez más a los ángeles Miguel y Uriel: “Lleven ropa de lino para ponérsela a Adán y otra más para su hijo Abel y vayan a enterrarlos”. Y todos los poderes de los ángeles marcharon ante Adán, y el sueño de los muertos fue consagrado. Y los ángeles Uriel y Michael enterraron a Adán y a Abel en las partes del Paraíso, ante los ojos de Set y su madre y de nadie más, y Uriel y Michael dijeron: “Así como han visto hoy, de la misma manera, entierren a sus muertos”.
XLIX.
Seis días después que murió Adán, Eva tuvo la percepción de que ella moriría también, así que reunió a todos sus hijos e hijas, Set con treinta hermanos y treinta hermanas, y Eva les dice a todos: “Escuchen, mis hijos lo que tengo que decirles, les contaré lo que el arcángel Miguel nos dijo cuando su padre transgredió el mandato de Dios. Por la transgresión de los hombres, nuestro Señor traerá la ira de su sentencia, en primer lugar por el agua y la segunda vez por el fuego; de estas dos formas, el Señor juzgará a toda la raza humana.
L.
Pero escúchenme mis hijos. Hagan entonces unas tablas de piedra y otras de arcilla, y escriban sobre ellas toda mi vida y la de su padre, todo lo que han oído y visto de nosotros. Si por el agua el Señor juzga nuestra raza, las tablas de arcilla serán disueltas y las tablas de piedra seguirán siendo, pero si por el fuego, las tablas de piedra se dividirán y las tablas de arcilla serán horneadas." Cuando Eva había dicho todo esto a sus hijos, ella extendió sus manos al cielo en oración, y las rodillas dobladas en tierra, y mientras ella adoraba al Señor y le dio las gracias, expiró. De allí en adelante, todos sus hijos enterraban con gran lamento.
LI.
Después de un duelo de cuatro días, Miguel Arcángel apareció y dijo a Set: “Hombre de Dios, no debes llorar a tu muerto más de seis días, pues el séptimo día es el signo de la resurrección y el resto de la edad que ha de venir; el séptimo día el Señor descansó de todas sus obras”. Luego entonces, Set hizo las tablas de arcilla y piedra escribiendo la vidas de sus padres, Adán y Eva.
(Fin de este libro)
Fuente: burgaraescrituras.blogspot.com
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