sábado, 28 de septiembre de 2013

Warisata la Escuela Ayllu - Parte 32

Texto original de la obra escrita por Elizardo Perez sobre su revolucionaria experiencia educacional para los pueblos originarios y que fue la primera en el continente americano.

Original text of the book written by Elizardo Pérez about their revolutionary educational experience for the native peoples and that it was the first one in the american continent.

Partes anteriores de este libro: 27 - 28 - 29 - 30 - 31.

BIOGRAFÍA DE WARISATA
Carlos Salazar Mostajo

DEDICATORIA
A ti, hermana, camarada, esposa
Nieve altiva, vicuña, viento
Inmortal congoja, anhelo cumbre
Tuyo es el poema de la tierra
Albura nuestra, canción del Ande!

Warisatt Escuela
senos núbiles
hija del lago y del Illampu
prometida de varones fuertes
yo cantaré tu rebeldía.

I
Desde 1866 la tierra estaba maldita
Melgarejo repartió patrones sobre el ayllu
la pampa se pobló de historias de indios despojados
muchachas cuya primera noche nupcial
era para los ñitos.

En una capilla de la rinconada
llena de fetiches
los indios trataban de comprender
el misterio de sus vidas trágicas.

Al tañido de la campana
se llenaba la faltriquera de los curas
según la tarifa
el alma se iba al cielo o al infierno.

Los santos de estuco
oídos de barro, ojos de abalorio
jamás escucharon los lamentos indios
eran escudo de bribones.

La jornada de los años
plomo sobre las espaldas
los hijos ya eran esclavos
desde el vientre de sus madres.

Ni un atisbo de ventura sobre el páramo
la tierra más mezquina cada día
borracheras y peleas
olvido de esta tristeza de siglos.

II
Año 1931. Avelino Siñani hizo crecer
un árbol de esperanza
Del vientre herido de la tierra
saltó una maravillosa alegría
que fue vibrando desde Walata
hasta la Pampa y Challacollo.

Entonces la capilla se pobló
con la risa de trescientos niños
ahora no habían santos de cartón
en vez de anatemas
se escucharon lecciones de amor
traídas por un nuevo viento
que se cruzó con la glacial angustia del Illampu.

Era Warisatt Escuela
la campana llamaba a los trabajadores
los clérigos sintieron que les robaban
la propiedad de aquel tañido.

Los indios vieron nacer
un augurio en los altares
y es que había otro santo
demiurgo de la liberación
Elizardo Pérez llamado.

Avelino fue el primero que asomó a su alma
entre ambos cantearon
la piedra de la entraña redentora.

III
El 2 de agosto fue la fiesta de los anhelos indios
la pampa vio florecer
el rojo tejado de la Escuela
lágrima del Inti
que se oía resonar desde cuarenta kilómetros.

No más borracheras
no más guerra intestina
los indios celebraron la reconciliación
noche a noche el Parlamento Amauta
escudriñaba el porvenir
el verbo de Elizardo
había entrado en sus corazones.

Confiaron en el maestro
el pan que daba no era limosna
la misma choza del indio su vivienda
los gamonales temblaban ante él
su lengua era justicia sobre el ayllu.
Primera vez en centurias
que un blanco era un hermano.

Ante el hecho
escalofríos recorrieron el espinazo de los injustos
porque iba a concluir el imperio del latigazo.
Por eso el odio brotó
caudalosa avenida
Warisata isla de amor
olas perversas lamían sus flancos.
Pero los muros del ideal se alzaban
y en 1935 había un palacio
sobre la roca de corazones indios.
Elizardo guió a la indiada
entre la niebla de cuatro siglos
de servidumbre.
Emboscadas, denuestos,
cárceles, difamación
pedestal de su epopeya fueron.
Sólo intuyeron su verdad
Bailón Mercado, Alfredo Peñaranda,
Tejada Sorzano y Busch,
después los gobiernos
alma y cuerpo eran feudales.

IV
Cuando el maestro hablaba
se parecía a José Carlos
en la redacción de “Amauta”
José Antonio Encinas nos dijo
que recordaba las rebeldías de Orkopata.

El aliento de Elizardo
se hundió hasta nuestras arterias
desafiamos el filo de la nieve
pusimos una muralla al viento
a la madrugada las herramientas
quemaban nuestras manos. Diez y seis horas
en el taller, el aula o el sembrío
caíamos en el jergón
y a las cinco de la mañana
nuevas canciones saludaban al Inti.

Los alkamaris
se hicieron compañeros de nuestra siembra.

Muchos varones fueron traídos por el anhelo
Antonio Gonzáles Bravo
hizo canciones con nuestro viento,
Armando Loayza, Carlos Álvarez
forjaron fe de redención
Mario Illanes se encontró con su arte,
Raúl Botelho trabajó con hoces y martillos
su pluma desde entonces está sopada
en el dolor indio.

Tantos obreros de manos santas
Zavaleta, Zeballos, Barragán, sus huesos
florecen en la pampa.
Fausto Aoiz talló en maderos y en corazones,
Bernabé Ledezma, Raúl Taboada
David Asturizaga, Arturo Jiménez
la pampa recuerda aún
al bravo José de la Riva,
al albañil Velasco
y al carpintero Quiterio Miranda
hermanos en la contienda.

Norah Alarcón, Carlitos Garibaldi
legión de juventud
nadie luchó tanto como nosotros
Gamaliel lo sabe.

V
Después
los Iekelekes de Warisata viajaron
a los valles y la selva:
En Caiza, Casarabe y el Parapetí
flota aún la leyenda
de Raúl Pérez, Sofía Criales,
Carlos Loayza Beltrán
Enrique Quintela y su esposa.

En Jesús de Machaca, San Lucas y Canasmoro
en San Antonio del Parapetí, en Moré,
en Llica, Talma, Mojocoya y el Chapare
en Cliza y Ucureña
los indios sintieron en sus corazones
un milagro
multitudes vibrando con la alegría
de la tierra.

Senos de india fecundo vientre
Warisata casa de todos
los indios la llaman Madre
Madre, Taika!

Max Wañuico hacía versos
poemas de piedra
el alma de América sin cadenas,
Pascual Mamani tejía frases de amor
para aquellos niños que ya no eran esclavos.

La risa del Ande se volteaba
en los discursos de Rufino Sosa y Mariano Huanca.

En los jardines, margaritas cerca del cielo
imillas parloteaban cuidando sus flores
maravilloso prodigio que nunca sus madres sospecharon
aquellas niñas no irían al serrallo del patrón
el amauta y el maestro eran su égida.

VI
Así vivimos año tras año
músculos sobrehumanos crecieron de nuestras venas
Amalia probó del conjuro de la tierra,
Jael Oropeza quedó en el corazón
de los indios del Segundo Año Normal,
la escuela envuelta en el amor de Sofía,
la risa de Rinita jugando con Mauricia,
canciones de chaiñas, paz del alma
Warisata kellunchu de amor
cada 2 de agosto
cuarenta mil indios se bebían nuestro paisaje
de cuatro provincias
venían a besar el sagrado suelo.
Veintitrés escuelas elementales
eran un camino de esperanza
Atletas indios en la arena
ágiles pies sin grilletes
en la noche las antorchas procesión tiwanacota
americana fiesta
la cordillera salpicada de fuego
ofrenda a la Pajsi.

Desde los ojos de Anita
nos miraba la tierra redimida.

VII
Pero entretanto el odio
acumulaba cólera.
Pablo Poma espaldas flageladas,
Apolinar Rojas encarcelado,
Cruz Rojas su hogar destruido,
Pascual Quispe en manos del corregidor,
Alfonso Gutiérrez asesinado,
Celestino baleado en Jotijoti
la madre de Estaban muerta a palos.

Marejadas de odio
sangre de maestros y de indios a la Pachamama,
ojos famélicos vieron podrirse sus cosechas
en los trojes del patrón,
la cárcel de Achacachi siempre llena de compañeros.

Infatigables alpacas en el filo de lontananza
no nos detuvo el inmenso páramo
Warisata rebelión del espíritu
ocho años batallamos
para poner de ejemplo nuestro coraje
como nos dijeron
Franck Tannembaum
y José Uriel García.

Pero después volvimos la mirada:
en el camino
Warisata era solitario Arikollo
Sobre nosotros
reventó la cólera de los poderosos
de la gangrena de Bolivia
saltó fetidez de delación y envidia
yo marcaré la frente de los traidores.

El primer vendido fue Max Byron
señalado quedas por Judas, miserable
desde la sombra del Ministerio de Educación
Ernesto Vaca Guzmán calumniaba
igual su alma que su viscosa frente.

VIII
Todo el año 1939
tambores de asalto cercaron el reducto
no tuvimos reposo
de noche editábamos el Boletín de Warisata
para contestar los ataques
y en el periódico mural
los campesinos veían llegar
la manga de granizo y ruina.

Entonces
Caiza Escuela, vicuña del Sud, hermana
herida fue de la ponzoña
Byron recibió en sus brazos
al traidor Toribio Claure
mientras Raúl Pérez me enviaba
para detener el derrumbe. Cinco meses
duró la prueba. Carlos Angulo
Choqueta y el Usico, por leales
saben de la saña de la tenaz jauría
de ayllu en ayllu perseguidos como fieras
Gabriel Pari, curaca venerable
me defendió diciendo:
“Comió de nuestra comida
se ha vestido con ropa nuestra
nuestra choza fue su casa;
no es como tú, Alfonso Pardo Uzeda
que te emborrachas con nuestros enemigos”.

Así cayó Caiza. Gustavo Adolfo Otero
engañó a los indios. Su enviado
Rafael Reyeros, deletreador mestizo
con gesto de histrión clavóme el puñal
y aún dijo que perdonaba mis delitos.
¡hiena de gamadas cruces!

Volvimos a Warisata
donde Raúl era indómito wanaco
los lacayos de Quintanilla
invasión de ratas fueron sobre su pecho.
Fuiste, Raúl, digno defensor de Elizardo ausente
te escarnecieron, te echaron
pero has quedado en mi corazón
y en los corazones indios

IX
Warisata, qué ruina te han hecho
tus hitos de progreso destruídos,
tu wipfala de superamiento económico
y justicia social
aniquilada,
la tierra nos niega otra vez sus senos
indios de nuevo con doblada espalda
la tristeza sobre el ayllu
la Escuela roída por podrido aliento.
Vicente Donoso Torres, renegado
lanzónos su saliva
vil lacayo mentiroso
la venganza que tomes conmigo
no ha de borrar mis versos
te señalo ante la Historia
heridor del alma de nuestros niños
tus uñas socavaron Warisata
el crimen de haber apuñaleado nuestros corazones
te será cobrado por tu conciencia
tú nunca tendrás un poeta que te cante.
Estás junto a Gustavo Adolfo Otero
intelectual ruin, ministro de dos caras
egregio enterrador de la Escuela Campesina.

X
Todo el pasado de Bolivia
encima de nuestros hombros.
Nosotros solos. Los indianistas
escondidos quedaron.
Sobre el Altiplano
Warisata mostraba sus heridas.

¡Cuántos adversarios salieron!
vampiros feudal burgueses
desde Aniceto Solares, la familia Mollinedo
hasta el gamonal Monterrey
y los granujas corregidores.

Ay, Warisata, Pukara
en la postrer defensa sólo seis salieron
Qué solitaria después la fortaleza
tu serena cúspide cayó
honorables bobos feudal burgueses
mayoría parlamentaria
pusieron el pulgar abajo.

XI
Warisata desmoronada
Clemente ya no ríe. Wañuico no hace versos
Pedro vio a su madre
arrastrada de los cabellos por el gamonal Castro
Juanito Añawaya hace castillos
de venganzas venideras
murieron Bonifacio, Domingo, Pascual Rojas.
Toribio, Serapio y veinte camaradas
se fueron a los cuarteles,
Silverio y Mariano lloran por el perdido anhelo
ya no se edita el Boletín
los indios de nuevo riñen
la bandera del Club Ollanta profanada por Max Byron.

Cuánto dolor hay en tu silencio Anita
recuerdas la pampa de días de lucha
Hasta a ti
alegría de la tierra
y de nuestro rudo pecho warisateño
te alcanzó la zarpa de Donoso
pero el crimen de haberte hecho llorar
no quedará sin castigo.
Mira cómo han dejado nuestra Escuela
Felipe y Florentino se marcharon
nunca volverán Nicolás, Gregorio y Emiliano.
Pobre Tomasita, quedó sola
María y Antonia dicen que pronto serán mittanis.

Sobre Warisata crece otra vez
la silbante paja
echados los alkamaris
sólo hay cuervos sobre la carroña
indigenistas con pongo
patriotas sólo con buen sueldo
se dan el hartazgo.

El cósmico lenguaje
convertido ahora en mestizo idioma.

Otra vez el foete gamonal en el solio
los maestros son infidentes
sólo Ramón y Humberto quedaron de los nuestros
¿Qué será de Eusebio sin sus amigos?

Los campesinos se abatieron
mordidos por el desengaño
Avelino Siñani murió de pena
nadie veló sus restos
Manuel Rojas fue echado.
Los jardines mustios. Murieron las flores
Volvió el tributo
paso libre al corregidor
los patrones recobraron su dominio
borracheras en la Escuela
la capilla de nuevo poblada de anatemas.

XII
Anita. Cada lágrima tuya
grito es que germinará en la tierra
Sí, cayeron las oriflamas
el árbol fue trozado
mas no podrán quitarnos el mañana
de ponchos, overoles y canciones.
Seca, pues, Fabiana, tu llanto,
arda en tus venas, Tomasa, el nuevo día.

La Paz, julio de 1941.

Continuará...

Fuente: Elizardo Pérez, "Warisata - La Escuela Ayllu", Editorial Burillo, La Paz - Bolivia, 1962.

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