Noticias y novedades raras locas o curiosas que aparecen de vez en
cuando provocando sorpresa comentarios reflexiones o talvez una que otra
sonrisa.
Es cierto, pero no para reírse ni burlarse precisamente.
Para muchos no tenerlos es un problema, otros los sufren con dolor, pero
para Kim Ramsey, de 44 años, su pesadilla es sufrir 100 orgasmos al día.
Kim padece un trastorno de excitación genital permanente (TEGP) O
Síndrome de Excitación Sexual Persistente (PSAS). Una enfermedad por la que
cada acto que realiza a diario va acompañado por un orgasmo.
El más mínimo movimiento de la pelvis, en un tren, en un coche, o
haciendo las tareas domésticas, puede desencadenar un orgasmo. Tal cantidad de
clímax la deja agotada, dolorida y le impide tener una relación sexual normal.
Los médicos creen que este síndrome incurable fue causado por un
accidente que sufrió en 2001, cuando se cayó por unas escaleras. La caída pudo
causar un quiste de Tarlov en su columna vertebral, justo en el punto donde se
origina el orgasmo de la mujer.
"Algunas mujeres se preguntan cómo tener un orgasmo. Yo me pregunto
cómo detenerlos", declaró Kim. La primera vez que fue consciente de este
trastorno, fue en el año 2008 mientras mantenía relaciones con su pareja.
"Tuve orgasmos constantes durante cuatro días. Pensé que me estaba
volviendo loca", explicó.
"Intentamos de todo para que parara. Me ponía en cuclillas,
respiraba profundamente, me senté sobre guisantes congelados, pero los orgasmos
y la excitación sexual continuaron durante 36 horas. Debí haber tenido
alrededor de 200 orgasmos durante ese tiempo. El dolor y el cansancio fueron
insoportable", cuenta Ramsey.
Otro problema para esta mujer es intentar llevar una vida normal ya que
teme no poder controlar su excitación sexual mientras realiza sus tareas
diarias. Ella misma reconoció que no tiene control sobre su cuerpo.
"Imagínate estar excitado por el simple hecho de levantarte de la
cama", dijo.
"Incluso he llegado a tener orgasmos en público. Una vez viajaba en
un tren y con cada sacudida y vibración me iba sintiendo cada vez más excitada.
Fue un viaje de 40 minutos y no pude hacer nada por evitarlo", cuenta.
"Sólo pude morderme los labios y esperar que nadie se diera cuenta".
Aunque las sensaciones experimentadas durante el TEGP pueden parecer
similares a la excitación, no se basa realmente en el deseo sexual o en un tipo
de comportamiento. Es totalmente ajeno a la libido. Debido a la vergüenza, la
culpa y el miedo al rechazo, no está claro cuántas personas padecen esta
enfermedad, ya que muchos pacientes prefieren sufrirla en silencio.
"Muchos hombres y mujeres no lo entienden. Piensan que es una
bendición y, créanme, no lo es", asegura Kim. La mínima fricción del
vestido podría concluir en un orgasmo o en la necesidad de orinar.
Fuente: elmundo.es
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