A veces nos encontramos con situaciones y realidades que no podemos comprender o explicar aunque atendiendo a sus detalles suelen ser claras e interesantes.
¿POR QUÉ LOS ARGENTINOS UTILIZAN HABITUALMENTE EL VOCABLO “CHE” PARA DIRIGIRSE A OTRA PERSONA?
En toda América Hispana y aún en algunos sitios de Europa se identifica al argentino con el famoso “che”. Son “los che”. Una vieja pero falsa historia aseguraba que es una de las tantas palabras que les llegaron con la inmigración masiva de italianos que ingresó al país desde principios del siglo XX. Se suponía que provenía de la pregunta ¿chi e’? que fue usada especialmente por los genoveses a la manera de saludo: ¿quién es?”. Si bien suena bonito, no es exacto.
El origen es muy anterior y telúrico. En épocas en las cuales los aborígenes eran los únicos dueños de esas tierras, las tribus eran muchas y lo mismo ocurría con sus dialectos. Cada grupo humano tenía su propio lenguaje. Pero para poder comunicarse los hombres de una tribu con los de otra, establecieron de manera natural una suerte de idioma común a todos: el aymará. Algo así como el esperanto de los indígenas. Como eran más educados de lo que suele contarse, usaban a menudo una palabra de ese lenguaje que era de sumo respeto: “che”. Esa palabra —equivalente al honorífico “don”— significa “gente”. Modismos que, en casos, aún perduran, como “che, patroncito”, no sólo no son despectivos sino muy por el contrario.
Y en varias denominaciones de lugares se conserva esa sílaba en su sentido original: Bariloche (“gente del otro lado de la montaña”), mapuche (“gente de la tierra”) o tehuelche (“gente del oeste”) son algunos de los ejemplos. ¿Entendió, che?
¿DE DÓNDE PROVIENE LA PALABRA “CARÓTIDA” PARA DESIGNAR ESAS ARTERIAS?
En la antigüedad se sostenía que la sangre era el elemento fundamental que alimentaba a los sueños. En realidad es imprescindible su flujo para la vida toda pero vaya uno a hacérselo entender a los antiguos. Las carótidas, ubicadas en el cuello, son las dos arterias principales que llevan sangre al cerebro. “Karos” es, en griego, adormecer, soñar.
¿POR QUÉ, EN LA ANTIGÜEDAD, SE HABLABA DE “LOS SIETE SABIOS DE GRECIA”?
En la Antigua Grecia, como sabemos, eran mucho más que siete los sabios (a los que así se llamaba en virtud de ser poseedores de sabiduría pero que, en realidad, eran filósofos). Sin embargo, una vieja tradición habla de los famosos siete como una suerte de consejo superior cuyos integrantes discutían entre ellos los grandes temas de la física y la metafísica para luego darlos a conocer.
Claro que, de acuerdo con los escritos de entonces, surge otra vez el error ya que no eran siete sino once: Tales, Biante, Solón, Pitaco, Cleóbulo, Quilón, Periandro, Misón, Anacarsis, Epiménides y Feredices. Cada uno de ellos vivía en una polis (ciudad) distinta y, a menudo, se comunicaban por mensajeros, porque reunirlos era más difícil que acertar el loto.
YA QUE ESTAMOS EN TEMA: ¿QUÉ SON LOS QUILATES?
El peso de las piedras preciosas y de las perlas se mide en quilates. La palabra nos llega del árabe quirat y del griego kiration, significando en ambos casos “unidad de peso”. Las piedras preciosas y las perlas se miden en su valor por ellos: un quilate equivale a 205 miligramos y cuantos más tengan, mayor será su valor de mercado. En el caso de los brillantes hay que agregar el tallado, que también encarece la piedra, y en el caso de las perlas hay que sumarie la calidad de pulido. Por su parte, el oro tiene la misma medida.
Por razones prácticas toda pieza de oro tiene una aleación, aunque sea mínima, de otro metal (que puede ser el cobre o el iridio, generalmente). El oro puro tiene 24 quilates, que equivalen a 999,99 partes de ese metal por cada mil. El de 22 quilates tiene 916 partes por mil. Y el de 18 quilates, usado habitualmente para la mayoría de las joyas, 750 por mil.
No existe un mil por mil de pureza, ya no se puede creer en nada. Está aceptado, aplicándolo a las personas, el verbo aquilatar: sumar calidades. Tampoco allí se llega a la pureza total, pero eso ustedes ya lo saben. Somos humanos.
¿POR QUÉ ALGUNOS MUERDEN UNA MONEDA PARA CONFIRMAR SU AUTENTICIDAD?
En muchas películas del Far West se mordían las monedas: si eran de oro, metal blando, se mellaban. Si eran falsas, no.
Esta costumbre, ciertamente muy poco higiénica, la hemos visto reflejada en muchas ocasiones en algunas películas, especialmente en las del Far West. Alguien pagaba con una moneda y el otro la llevaba a su boca, la apretaba entre sus dientes y hacía fuerza con la mano.
Lo hacían para comprobar si era demasiado dura: en ese caso era falsa, ya que tanto el oro como la plata ceden un poco ante la presión por ser maleables. Si era demasiado blanda también era falsa: la habían hecho de plomo, que se doblaba enseguida. Como en la mayoría de las cosas de la vida que valen la pena, lo ideal era el punto medio. En ese caso era auténtica. Como está dicho: igual que en la vida cotidiana.
LOS MARAVILLOSOS NANOMATERIALES: LOS PEQUEÑOS FORZUDOS.
Las centrales solares, que logran temperaturas superiores a los 3.000 grados, permiten fabricar las llamadas nano- partículas, de propiedades físicas inesperadas: si son cerámicas, por ejemplo, se estiran como chicle. Se explica porque las características de la materia derivan de las uniones de sus granos; cuando éstos llegan a magnitudes tan pequeñas que están en el límite de la dimensión de la materia organizada, pasan a moverse en forma libre porque prácticamente desaparece su inercia. Y la cosa tiene grandes aplicaciones industriales.
CUANDO UN DELFÍN TIENE 7 MILLONES DE AÑOS.
Hace 7 mil milenios, justamente, la cantera de Quarry —en el valle de Lompoc, California— fue lecho marino. Hoy brinda a la industria abrasivos y filtros para piscinas porque en el antiguo fondo del mar se acumularon millones de esqueletos calcáreos de diminutos animales: las diatomeas. Pero entre esas diatomeas quedaron atrapados numerosos restos fósiles de otros animales.
En mayo de 1993, Glenn Vistante —un trabajador de la cantera— halló restos que fueron identificados como los de un delfín. Esto, en sí, no habría sido demasiado sorprendente si el fósil no hubiera estado tan completo. Pero lo más extraordinario fue que Debra Argel, conservadora del museo de Lampoc, logró determinar que el animal había pertenecido a una especie hasta ahora desconocida: sus numerosos dientes inferiores curvados así permitieron determinarlo.
La familia de los delfines (mamíferos acuáticos muy emparentados con las ballenas), comprende actualmente unos 14 géneros divididos en 32 especies, que se distribuyen en todos los mares del mundo y remontan muchos ríos. Y tanto delfines como ballenas —lo mismo que todas las demás formas vivientes— reconocen una evolución y una historia que la paleontología se encarga de rastrear: de allí la importancia del hallazgo de Lompoc.
Se sabe que tanto delfines como ballenas tienen antepasados comunes: los arqueocetos, mamíferos que entre 55 y 34 millones de años atrás decidieron regresar al agua, sin duda en busca de alimento. Entre 34 y 24 millones de años atrás los antiguos arqueocetos se dividieron en mistocetos (las ballenas de barbas o ballenas propiamente dichas) y odontocetos, entre los que se encuentran cachalotes y delfines. Debra Argel pudo reconstruir el delfín recuperado en la cantera de diatomeas con ayuda del geólogo Michael G. Bostone y el profesor Robin Amerine; se espera que el estudio del nuevo ejemplar fósil arroje nueva luz sobre esta simpática familia de animales.
COMPUTADORAS CON DIAMANTES EN SU INTERIOR.
El silicio —elemento muy emparentado con el carbono— es relativamente inactivo a las temperaturas ordinarias. Resulta un excelente aislante. Tal vez por eso se haya convertido en la base universal para elaborar los diminutos chips, los componentes esenciales de las computadoras que hoy están moviendo al mundo.
Pero el reinado del silicio podría estar llegando a su fin. Su primo hermano —el carbono— parece tener un calificado candidato para sucederlo: el más bello de sus cristales, el diamante.
Porque a pesar de su elevado costo, los diamantes están siendo considerados ya como candidatos a reemplazar al silicio en las computadoras del futuro. Es que los diamantes son resistentes al calor; son además químicamente inertes; y se comportan como excelentes conductores térmicos: conducen la temperatura cuatro veces más fácilmente que el cobre. Estos cristales de purísimo carbono podrían permitirles a los ingenieros almacenar los transistores sensibles al calor en espacios mucho más reducidos y obtener así chips infinitamente más pequeños que los actuales de silicio.
Al mismo tiempo, con más transistores se podrán hacer computadoras más veloces. La Science Technology Corporation, por ejemplo, está desarrollando un disco de diamante de 10 centímetros de diámetro para armar tableros de circuitos para supercomputadoras mucho más pequeñas y poderosas. Gracias al diamante, los electrones podrán moverse también más rápido que con el silicio, ya que un diamante se comportaría como activo conductor para los circuitos en lugar de ser simplemente una base de los mismos.
Algún día, además, los diamantes podrían brillar también en las pantallas: constituyen, por lo pronto, un material mucho más durable que los usados actualmente.
¿PLANTAS O ANIMALES?
Los profundos estudios de los científicos sirven para demostrar, muchas veces, lo poco que sabemos. ¿En qué se diferencia, por ejemplo, una planta de un animal? Cualquiera puede distinguir una vaca de un ombú, pero la cosa se complica cuando se pretende definir las características esenciales que definen el comportamiento básico en cada uno de los dos reinos de la naturaleza.
Ya en 1873, un colega de Charles Darwin se propuso investigar a la dionea, o atrapamoscas, planta carnívora que cierra sus hojas ni bien un insecto se posa en ellas. El naturalista detectó importantes diferencias de potencial; esto es, el mismo tipo de ondas eléctricas que acompañan los impulsos nerviosos en los animales.
Esos estudios demuestran que, si bien las plantas carnívoras carecen de células y tejidos nerviosos especializados, aquellas diferencias de potencial se desplazan como ondas de iones cargados eléctricamente, que “anuncian” a la planta la llegada de un insecto que podrá servirle de alimento.
Igualmente sorprendentes resultan los estudios que investigan la reacción de una planta que está siendo devorada por un insecto: las transformaciones químicas que en ella se producen son casi idénticas a las reacciones neuro-hormonales que acompañan al miedo y al dolor de los animales.
UNIVERSO, SIEMPRE MISTERIOSO.
Los misterios del cosmos no parecen tener fin. Más aún: podrían estar aumentando a medida que los conocimientos avanzan. En el modelo de universo actualmente aceptado, por ejemplo, y de acuerdo con la teoría de la relatividad de Albert Einstein —es decir, en la hipótesis del Big Bang propuesta por el abate Lemaitre y perfeccionada por Eddington, Gamow y otros—, ninguna estrella puede ser más vieja que el cosmos en su conjunto. Sin embargo, observaciones del telescopio espacial Hubble parecen haber creado inexplicables contradicciones: mientras algunas estrellas tendrían más de 16 mil millones de años, el universo mismo no pasaría de 8 a 12 mil millones.
HISTORIAS ASOMBROSAS: LAS BRUJAS DE SALEM.
La esclava negra llamada Ti-tuba relataba casi con deleite truculentas historias a un grupo de jovencitas que la escuchaban con asombro y miedo. Era el año 1692 y el lugar era Salem, un pueblo de Nueva Inglaterra, en la región noreste de Estados Unidos (hoy, estado de Massachusetts).
De pronto, en medio del relato, Elizabeth Proctor, de 20 años, estalló en llanto. Casi enseguida otras dos o tres muchachas también cayeron en una crisis nerviosa. Allí nació todo.
Como si se hubieran contagiado —y para no ser menos— muchas otras adolescentes de Salem tuvieron, desde ese día, crisis nerviosas que alguno comenzó a calificar de posesión satánica. Blasfemaban, arrojaban Biblias contra las paredes, lloraban a los gritos y terminaron frente a un tribunal que se formó con gente del pueblo que no tenía ni la menor idea del derecho y la justicia. Los cazadores de brujas presionaron a las adolescentes y aquello que había empezado casi como un juego comenzó a tomar un color tenebroso. Las jóvenes debían acusar a alguien para no quedar ellas como mentirosas y mitómanas.
Y lo hicieron.
Cuando se les preguntó quién las aleccionaba en favor del diablo, cada una señaló a las mujeres del pueblo más des- protegidas y a quienes despreciaban por distintos motivos. Sarah Good, una mendiga, fue condenada a la horca. Martha Cory, demasiado liberal para la gente del lugar, siguió el mismo destino. No fueron las únicas. Cada habitante de Salem aprovechó la situación para acusar de brujería a aquellos a quienes odiaban por razones personales. Incluso el reverendo George Burroughs fue denunciado por gente que le debía dinero: lo acusaron de pactar con el demonio y terminó siendo ahorcado mientras rezaba un Padrenuestro.
La ola de venganzas y rencores se desató teniendo como coro a las adolescentes que, en cada juicio, lloraban o sufrían espasmos ante los acusados de acuerdo con las instrucciones que les daban los mismos acusadores. Ya no podían volverse atrás porque serían ellas las enjuiciadas. El pueblo había enloquecido. Llegaron a romper los bancos de la sala de justicia cuando se declaró inocente a Rebecca Nurse, una anciana de conducta irreprochable. Los jueces decidieron cambiar el veredicto y Rebeca fue ajusticiada. El gobernador William Phips ordenó que aquello terminara, pero obtuvo como única respuesta que su propia mujer fuera acusada de ser la reina de las brujas. La pesadilla duró más de un año. Recién en 1954, dos siglos y medio más tarde, el congreso norteamericano aprobó una ley que declaraba la inocencia de todas las víctimas.
Pero, aún hoy, hay quienes creen que eran brujas. Una historia real. Una historia asombrosa.
CHIQUITO Y TOZUDO.
El 6 de abril de 1935, a las siete de la tarde, Harold Levitt —un famoso basquetbolista— comenzó a lanzar tiros libres al aro ante cuatro mil asistentes al Madison Street Armony de Chicago. A la medianoche había logrado encestar 499 pelotas y erró, justamente, en el tiro número 500. Pero siguió. Casi a las tres de la mañana completó otra serie de 371 aciertos sin ninguna falla, pero ya no quedaba público y los administradores del lugar debieron pedirle que se fuera, nomás. No tuvo más remedio que hacerlo, aunque bajo protesta. El cabezadura de Levitt, a la sazón, medía tan sólo un metro sesenta. No parecía necesitar más que eso.
ERRAR ES DIVINO.
Samuel Goldwyn (el de la Metro Goldwyn Mayer) era un productor fantástico que sabía lo que hacía, pero —como apasionado que era— solía hablar rápido y casi sin pensar lo que decía cuando estaba nervioso. Se le han atribuido, por ejemplo, un par de frases maravillosas que lo pintan. En una ocasión, alterado por exigencias laborales, habría dicho: “Estos directores terminan siempre mordiendo la mano que pone los huevos de oro”. Y, en otra oportunidad, se cuenta que aseguró: “Un contrato verbal no vale ni siquiera el papel en el que está escrito”. Un bombón.
Claro que, después de todo, “el que tiene pájaro en mano amanece más temprano “.
HIJITOS ANIMALES.
Por supuesto no nos referimos a algunos que empezaron las clases con tantas ganas como las que pondrían para sentarse en un brasero encendido. Hablamos de los nombres correctos que llevan las crías de algunas especies del reino animal.
Por ejemplo: las del perro, león, tigre, zorro y otros se llaman, simplemente, cachorros. Pero las del ciervo son cervatos; la del ganso, gansarón; la del oso, osezno; la de la liebre, lebrato; la del burro, pollino y las de los pájaros, pichones.
Las del hombre son bebés, niños, adolescentes, jóvenes y luego adultos, etapa en la que olvidan que fueron bebés, niños, adolescentes y jóvenes.
Y allí comienzan a reprochar a sus hijos lo mismo que les reprocharon a ellos cuando pasaron por esas maravillosas etapas de la vida. De nada, chicos.
Autor: Víctor Sueiro.
Fuente: Revista “Conozca Más”.
(Si este contenido te parece interesante, compártelo con tus amistades mediante el botón “Me gusta”, “enviar por e-mail”, el enlace a Facebook, Twitter o Google+. Hacerlo es fácil y toma sólo unos segundos. Y no te olvides de escribir tus comentarios o sugerencias, siempre recibirás respuesta. Gracias)
¿POR QUÉ LOS ARGENTINOS UTILIZAN HABITUALMENTE EL VOCABLO “CHE” PARA DIRIGIRSE A OTRA PERSONA?
En toda América Hispana y aún en algunos sitios de Europa se identifica al argentino con el famoso “che”. Son “los che”. Una vieja pero falsa historia aseguraba que es una de las tantas palabras que les llegaron con la inmigración masiva de italianos que ingresó al país desde principios del siglo XX. Se suponía que provenía de la pregunta ¿chi e’? que fue usada especialmente por los genoveses a la manera de saludo: ¿quién es?”. Si bien suena bonito, no es exacto.
El origen es muy anterior y telúrico. En épocas en las cuales los aborígenes eran los únicos dueños de esas tierras, las tribus eran muchas y lo mismo ocurría con sus dialectos. Cada grupo humano tenía su propio lenguaje. Pero para poder comunicarse los hombres de una tribu con los de otra, establecieron de manera natural una suerte de idioma común a todos: el aymará. Algo así como el esperanto de los indígenas. Como eran más educados de lo que suele contarse, usaban a menudo una palabra de ese lenguaje que era de sumo respeto: “che”. Esa palabra —equivalente al honorífico “don”— significa “gente”. Modismos que, en casos, aún perduran, como “che, patroncito”, no sólo no son despectivos sino muy por el contrario.
Y en varias denominaciones de lugares se conserva esa sílaba en su sentido original: Bariloche (“gente del otro lado de la montaña”), mapuche (“gente de la tierra”) o tehuelche (“gente del oeste”) son algunos de los ejemplos. ¿Entendió, che?
¿DE DÓNDE PROVIENE LA PALABRA “CARÓTIDA” PARA DESIGNAR ESAS ARTERIAS?
En la antigüedad se sostenía que la sangre era el elemento fundamental que alimentaba a los sueños. En realidad es imprescindible su flujo para la vida toda pero vaya uno a hacérselo entender a los antiguos. Las carótidas, ubicadas en el cuello, son las dos arterias principales que llevan sangre al cerebro. “Karos” es, en griego, adormecer, soñar.
¿POR QUÉ, EN LA ANTIGÜEDAD, SE HABLABA DE “LOS SIETE SABIOS DE GRECIA”?
En la Antigua Grecia, como sabemos, eran mucho más que siete los sabios (a los que así se llamaba en virtud de ser poseedores de sabiduría pero que, en realidad, eran filósofos). Sin embargo, una vieja tradición habla de los famosos siete como una suerte de consejo superior cuyos integrantes discutían entre ellos los grandes temas de la física y la metafísica para luego darlos a conocer.
Claro que, de acuerdo con los escritos de entonces, surge otra vez el error ya que no eran siete sino once: Tales, Biante, Solón, Pitaco, Cleóbulo, Quilón, Periandro, Misón, Anacarsis, Epiménides y Feredices. Cada uno de ellos vivía en una polis (ciudad) distinta y, a menudo, se comunicaban por mensajeros, porque reunirlos era más difícil que acertar el loto.
YA QUE ESTAMOS EN TEMA: ¿QUÉ SON LOS QUILATES?
El peso de las piedras preciosas y de las perlas se mide en quilates. La palabra nos llega del árabe quirat y del griego kiration, significando en ambos casos “unidad de peso”. Las piedras preciosas y las perlas se miden en su valor por ellos: un quilate equivale a 205 miligramos y cuantos más tengan, mayor será su valor de mercado. En el caso de los brillantes hay que agregar el tallado, que también encarece la piedra, y en el caso de las perlas hay que sumarie la calidad de pulido. Por su parte, el oro tiene la misma medida.
Por razones prácticas toda pieza de oro tiene una aleación, aunque sea mínima, de otro metal (que puede ser el cobre o el iridio, generalmente). El oro puro tiene 24 quilates, que equivalen a 999,99 partes de ese metal por cada mil. El de 22 quilates tiene 916 partes por mil. Y el de 18 quilates, usado habitualmente para la mayoría de las joyas, 750 por mil.
No existe un mil por mil de pureza, ya no se puede creer en nada. Está aceptado, aplicándolo a las personas, el verbo aquilatar: sumar calidades. Tampoco allí se llega a la pureza total, pero eso ustedes ya lo saben. Somos humanos.
¿POR QUÉ ALGUNOS MUERDEN UNA MONEDA PARA CONFIRMAR SU AUTENTICIDAD?
En muchas películas del Far West se mordían las monedas: si eran de oro, metal blando, se mellaban. Si eran falsas, no.
Esta costumbre, ciertamente muy poco higiénica, la hemos visto reflejada en muchas ocasiones en algunas películas, especialmente en las del Far West. Alguien pagaba con una moneda y el otro la llevaba a su boca, la apretaba entre sus dientes y hacía fuerza con la mano.
Lo hacían para comprobar si era demasiado dura: en ese caso era falsa, ya que tanto el oro como la plata ceden un poco ante la presión por ser maleables. Si era demasiado blanda también era falsa: la habían hecho de plomo, que se doblaba enseguida. Como en la mayoría de las cosas de la vida que valen la pena, lo ideal era el punto medio. En ese caso era auténtica. Como está dicho: igual que en la vida cotidiana.
LOS MARAVILLOSOS NANOMATERIALES: LOS PEQUEÑOS FORZUDOS.
Las centrales solares, que logran temperaturas superiores a los 3.000 grados, permiten fabricar las llamadas nano- partículas, de propiedades físicas inesperadas: si son cerámicas, por ejemplo, se estiran como chicle. Se explica porque las características de la materia derivan de las uniones de sus granos; cuando éstos llegan a magnitudes tan pequeñas que están en el límite de la dimensión de la materia organizada, pasan a moverse en forma libre porque prácticamente desaparece su inercia. Y la cosa tiene grandes aplicaciones industriales.
CUANDO UN DELFÍN TIENE 7 MILLONES DE AÑOS.
Hace 7 mil milenios, justamente, la cantera de Quarry —en el valle de Lompoc, California— fue lecho marino. Hoy brinda a la industria abrasivos y filtros para piscinas porque en el antiguo fondo del mar se acumularon millones de esqueletos calcáreos de diminutos animales: las diatomeas. Pero entre esas diatomeas quedaron atrapados numerosos restos fósiles de otros animales.
En mayo de 1993, Glenn Vistante —un trabajador de la cantera— halló restos que fueron identificados como los de un delfín. Esto, en sí, no habría sido demasiado sorprendente si el fósil no hubiera estado tan completo. Pero lo más extraordinario fue que Debra Argel, conservadora del museo de Lampoc, logró determinar que el animal había pertenecido a una especie hasta ahora desconocida: sus numerosos dientes inferiores curvados así permitieron determinarlo.
La familia de los delfines (mamíferos acuáticos muy emparentados con las ballenas), comprende actualmente unos 14 géneros divididos en 32 especies, que se distribuyen en todos los mares del mundo y remontan muchos ríos. Y tanto delfines como ballenas —lo mismo que todas las demás formas vivientes— reconocen una evolución y una historia que la paleontología se encarga de rastrear: de allí la importancia del hallazgo de Lompoc.
Se sabe que tanto delfines como ballenas tienen antepasados comunes: los arqueocetos, mamíferos que entre 55 y 34 millones de años atrás decidieron regresar al agua, sin duda en busca de alimento. Entre 34 y 24 millones de años atrás los antiguos arqueocetos se dividieron en mistocetos (las ballenas de barbas o ballenas propiamente dichas) y odontocetos, entre los que se encuentran cachalotes y delfines. Debra Argel pudo reconstruir el delfín recuperado en la cantera de diatomeas con ayuda del geólogo Michael G. Bostone y el profesor Robin Amerine; se espera que el estudio del nuevo ejemplar fósil arroje nueva luz sobre esta simpática familia de animales.
COMPUTADORAS CON DIAMANTES EN SU INTERIOR.
El silicio —elemento muy emparentado con el carbono— es relativamente inactivo a las temperaturas ordinarias. Resulta un excelente aislante. Tal vez por eso se haya convertido en la base universal para elaborar los diminutos chips, los componentes esenciales de las computadoras que hoy están moviendo al mundo.
Pero el reinado del silicio podría estar llegando a su fin. Su primo hermano —el carbono— parece tener un calificado candidato para sucederlo: el más bello de sus cristales, el diamante.
Porque a pesar de su elevado costo, los diamantes están siendo considerados ya como candidatos a reemplazar al silicio en las computadoras del futuro. Es que los diamantes son resistentes al calor; son además químicamente inertes; y se comportan como excelentes conductores térmicos: conducen la temperatura cuatro veces más fácilmente que el cobre. Estos cristales de purísimo carbono podrían permitirles a los ingenieros almacenar los transistores sensibles al calor en espacios mucho más reducidos y obtener así chips infinitamente más pequeños que los actuales de silicio.
Al mismo tiempo, con más transistores se podrán hacer computadoras más veloces. La Science Technology Corporation, por ejemplo, está desarrollando un disco de diamante de 10 centímetros de diámetro para armar tableros de circuitos para supercomputadoras mucho más pequeñas y poderosas. Gracias al diamante, los electrones podrán moverse también más rápido que con el silicio, ya que un diamante se comportaría como activo conductor para los circuitos en lugar de ser simplemente una base de los mismos.
Algún día, además, los diamantes podrían brillar también en las pantallas: constituyen, por lo pronto, un material mucho más durable que los usados actualmente.
¿PLANTAS O ANIMALES?
Los profundos estudios de los científicos sirven para demostrar, muchas veces, lo poco que sabemos. ¿En qué se diferencia, por ejemplo, una planta de un animal? Cualquiera puede distinguir una vaca de un ombú, pero la cosa se complica cuando se pretende definir las características esenciales que definen el comportamiento básico en cada uno de los dos reinos de la naturaleza.
Ya en 1873, un colega de Charles Darwin se propuso investigar a la dionea, o atrapamoscas, planta carnívora que cierra sus hojas ni bien un insecto se posa en ellas. El naturalista detectó importantes diferencias de potencial; esto es, el mismo tipo de ondas eléctricas que acompañan los impulsos nerviosos en los animales.
Esos estudios demuestran que, si bien las plantas carnívoras carecen de células y tejidos nerviosos especializados, aquellas diferencias de potencial se desplazan como ondas de iones cargados eléctricamente, que “anuncian” a la planta la llegada de un insecto que podrá servirle de alimento.
Igualmente sorprendentes resultan los estudios que investigan la reacción de una planta que está siendo devorada por un insecto: las transformaciones químicas que en ella se producen son casi idénticas a las reacciones neuro-hormonales que acompañan al miedo y al dolor de los animales.
UNIVERSO, SIEMPRE MISTERIOSO.
Los misterios del cosmos no parecen tener fin. Más aún: podrían estar aumentando a medida que los conocimientos avanzan. En el modelo de universo actualmente aceptado, por ejemplo, y de acuerdo con la teoría de la relatividad de Albert Einstein —es decir, en la hipótesis del Big Bang propuesta por el abate Lemaitre y perfeccionada por Eddington, Gamow y otros—, ninguna estrella puede ser más vieja que el cosmos en su conjunto. Sin embargo, observaciones del telescopio espacial Hubble parecen haber creado inexplicables contradicciones: mientras algunas estrellas tendrían más de 16 mil millones de años, el universo mismo no pasaría de 8 a 12 mil millones.
HISTORIAS ASOMBROSAS: LAS BRUJAS DE SALEM.
La esclava negra llamada Ti-tuba relataba casi con deleite truculentas historias a un grupo de jovencitas que la escuchaban con asombro y miedo. Era el año 1692 y el lugar era Salem, un pueblo de Nueva Inglaterra, en la región noreste de Estados Unidos (hoy, estado de Massachusetts).
De pronto, en medio del relato, Elizabeth Proctor, de 20 años, estalló en llanto. Casi enseguida otras dos o tres muchachas también cayeron en una crisis nerviosa. Allí nació todo.
Como si se hubieran contagiado —y para no ser menos— muchas otras adolescentes de Salem tuvieron, desde ese día, crisis nerviosas que alguno comenzó a calificar de posesión satánica. Blasfemaban, arrojaban Biblias contra las paredes, lloraban a los gritos y terminaron frente a un tribunal que se formó con gente del pueblo que no tenía ni la menor idea del derecho y la justicia. Los cazadores de brujas presionaron a las adolescentes y aquello que había empezado casi como un juego comenzó a tomar un color tenebroso. Las jóvenes debían acusar a alguien para no quedar ellas como mentirosas y mitómanas.
Y lo hicieron.
Cuando se les preguntó quién las aleccionaba en favor del diablo, cada una señaló a las mujeres del pueblo más des- protegidas y a quienes despreciaban por distintos motivos. Sarah Good, una mendiga, fue condenada a la horca. Martha Cory, demasiado liberal para la gente del lugar, siguió el mismo destino. No fueron las únicas. Cada habitante de Salem aprovechó la situación para acusar de brujería a aquellos a quienes odiaban por razones personales. Incluso el reverendo George Burroughs fue denunciado por gente que le debía dinero: lo acusaron de pactar con el demonio y terminó siendo ahorcado mientras rezaba un Padrenuestro.
La ola de venganzas y rencores se desató teniendo como coro a las adolescentes que, en cada juicio, lloraban o sufrían espasmos ante los acusados de acuerdo con las instrucciones que les daban los mismos acusadores. Ya no podían volverse atrás porque serían ellas las enjuiciadas. El pueblo había enloquecido. Llegaron a romper los bancos de la sala de justicia cuando se declaró inocente a Rebecca Nurse, una anciana de conducta irreprochable. Los jueces decidieron cambiar el veredicto y Rebeca fue ajusticiada. El gobernador William Phips ordenó que aquello terminara, pero obtuvo como única respuesta que su propia mujer fuera acusada de ser la reina de las brujas. La pesadilla duró más de un año. Recién en 1954, dos siglos y medio más tarde, el congreso norteamericano aprobó una ley que declaraba la inocencia de todas las víctimas.
Pero, aún hoy, hay quienes creen que eran brujas. Una historia real. Una historia asombrosa.
CHIQUITO Y TOZUDO.
El 6 de abril de 1935, a las siete de la tarde, Harold Levitt —un famoso basquetbolista— comenzó a lanzar tiros libres al aro ante cuatro mil asistentes al Madison Street Armony de Chicago. A la medianoche había logrado encestar 499 pelotas y erró, justamente, en el tiro número 500. Pero siguió. Casi a las tres de la mañana completó otra serie de 371 aciertos sin ninguna falla, pero ya no quedaba público y los administradores del lugar debieron pedirle que se fuera, nomás. No tuvo más remedio que hacerlo, aunque bajo protesta. El cabezadura de Levitt, a la sazón, medía tan sólo un metro sesenta. No parecía necesitar más que eso.
ERRAR ES DIVINO.
Samuel Goldwyn (el de la Metro Goldwyn Mayer) era un productor fantástico que sabía lo que hacía, pero —como apasionado que era— solía hablar rápido y casi sin pensar lo que decía cuando estaba nervioso. Se le han atribuido, por ejemplo, un par de frases maravillosas que lo pintan. En una ocasión, alterado por exigencias laborales, habría dicho: “Estos directores terminan siempre mordiendo la mano que pone los huevos de oro”. Y, en otra oportunidad, se cuenta que aseguró: “Un contrato verbal no vale ni siquiera el papel en el que está escrito”. Un bombón.
Claro que, después de todo, “el que tiene pájaro en mano amanece más temprano “.
HIJITOS ANIMALES.
Por supuesto no nos referimos a algunos que empezaron las clases con tantas ganas como las que pondrían para sentarse en un brasero encendido. Hablamos de los nombres correctos que llevan las crías de algunas especies del reino animal.
Por ejemplo: las del perro, león, tigre, zorro y otros se llaman, simplemente, cachorros. Pero las del ciervo son cervatos; la del ganso, gansarón; la del oso, osezno; la de la liebre, lebrato; la del burro, pollino y las de los pájaros, pichones.
Las del hombre son bebés, niños, adolescentes, jóvenes y luego adultos, etapa en la que olvidan que fueron bebés, niños, adolescentes y jóvenes.
Y allí comienzan a reprochar a sus hijos lo mismo que les reprocharon a ellos cuando pasaron por esas maravillosas etapas de la vida. De nada, chicos.
Autor: Víctor Sueiro.
Fuente: Revista “Conozca Más”.
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