Texto original de la obra escrita por Elizardo Perez sobre su revolucionaria experiencia educacional para los pueblos originarios y que fue la primera en el continente americano.
Original text of the book written by Elizardo Pérez about their revolutionary educational experience for the native peoples and that it was the first one in the american continent.
Partes anteriores de este libro: 09 - 10 - 11 - 12 - 13.
5.- EFECTOS DE UNA CRÓNICA.
El artículo de “La semana grafica” tuvo, como hemos dicho, una enorme resonancia, y cuán grande sería su efecto, que hasta la Dirección General de Educación Indigenal se propuso ver qué es lo que pasaba en Warisata, pues que hasta entonces lo ignoraba por completo. Para ello, nos envió una nota pidiendo los planes y programas que habíamos elaborado, junto a un cuestionario de circunstancias.
Como era la ocasión para poner los puntos sobre las íes, respondimos con un extenso oficio, del que voy a transcribir las partes principales porque por primera vez pusimos por escrito todo lo que habíamos hecho y las concepciones teóricas que veníamos elaborando.
Tuve que referirme, en tal nota, a las dos escuelas normales rurales que continuaba sosteniendo la Dirección, y las cuales ya le costaban al Erario alrededor de Bs. 70.000. ¡Mientras a nosotros se nos había dado, como gran cosa, 2.500! Hice notar al Director General que esas escuelas, de normales sólo tenían el nombre. Una normal rural debía ser el resultado de “muchos años de trabajo, cuando se hubiera alcanzado una cultura superior” que permitiera el ingreso de “.jóvenes indios formados en las actuales escuelas de trabajo o profesionales, de las que en Bolivia existe una sola, la de Warisata”... “una tendencia perniciosa está influenciando a nuestros compañeros normalistas: la de pretender academizar los establecimientos que dirigen, con grave peligro de las escuelas indigenales que van camino de una absurda intelectualización, cuando precisamente el sentido de la nueva escuela nos trae manifestaciones contrarias”.
“Continuaremos por mucho tiempo más en la postración... si las escuelas rurales en lugar de estimular el desarrollo del (espíritu de trabajo), aptitudes manuales, etc. en el niño, han de hacer del indio un intelectualoide presto a abandonar las labores del campo o las pequeñas industrias, para convertirse al doctorismo burócrata... de que es tan fecundo nuestro país”.
“¿Cuáles son los resultados (de esas escuelas normales) en tres años de vida que llevan? ¿Cuántos maestros han egresado de ellas? Los egresados, ¿se dedican al magisterio? ¿En qué porcentaje? ¿Cuánto vienen costando esos establecimientos hasta la fecha?
Graves interrogaciones las que hacía al Director General, el que, si hubiera respondido, no hubiera tenido más remedio que confesar el completo fracaso de aquellas escuelas “normales” tan inútiles como costosas.
“Estimo -dice la carta- que el tipo de escuela a difundirse... es el ensayado en Warisata. Con el devenir del tiempo, cuando se hayan logrado los frutos y el indio se halle convenientemente preparado, se le abrirán las puertas de las normales, de los institutos de ciencias, artes, etc., como consecuencia directa de la evolución que haya sufrido en el orden social e intelectual, debido al esfuerzo propio, que impone este primer impulso y a la acción perseverante de las escuelas.., de trabajo, cuyo objetivo primordial entraña la necesidad de atender armónica e integralmente todas sus facultades, dentro y para su medio”.
Transcribiendo el Director General una nota que habíamos enviado al Ministerio, parte de la cual se publicó en el diario “La Razón” del 29 de mayo de 1932, decía:
La denominación de normal se ha suprimido para este plantel.., el tipo escolar que estamos implantando es sin duda el que mayores resultados reportará al desarrollo de la cultura indigenal, por conformar su acción educativa a las modalidades étnicas, geográficas, históricas, folklóricas y sociales, que permitirán desarrollar en el niño sus inclinaciones propias, tendencias, aptitudes peculiares... convirtiéndolo más tarde en un elemento preparado y consciente para la lucha por la vida... Intensificado su cariño por la tierra, la educación tomará un aspecto integral... Nada se habrá hecho en favor de la causa que nos ocupa, si no (transformamos) el medio social en que se encuentra, habituándolo a una vida superior, con prácticas higiénicas y normas...
Ningún resultado dieron las escuelas rurales fundadas para alfabetizar al indio.
Lo substancial, lo básico, reside en transformar su estructura social, elevando su nivel social y su dignidad. La escuela elemental alfabetizadora creyó cumplir su deber nutriendo el cerebro de los niños indígenas con conocimientos inútiles, olvidando su alma, sus virtudes peculiares, su tradición secular. La enseñanza teórica se anula si no va acompañada de la práctica... Mientras por una parte se impone cambiar de medio social, por otra es menester conservar al indio en su medio físico, de acuerdo a cuyas condiciones ha de establecerse el plan educativo y de instrucción que dará fisonomía propia a las escuelas indigenales.
Después de esto, en mi carta hacía breves comentarios acerca de nuestras dificultades económicas; describía el funcionamiento de la escuela y su organización administrativa, haciendo conocer al Director General lo que era el Parlamento Amauta y sus funciones. A continuación describía el estado de la obra material y lo que proyectábamos hacer, refiriéndome…
…a la construcción de apriscos y secciones para ganado lanar, vacuno, porcino, etc.; la escuela cuenta para este objeto con 7 hectáreas de tierra cedidas por entusiastas indígenas... Nos ocupamos ahora de construir viviendas para los profesores, conclusión de diferentes secciones, experimentos con el cultivo del trigo.., está funcionando con excelentes resultados la sección de hilados y tejidos...”’ En la sección de carpintería se ha fabricado parte del mobiliario destinado a las salas de clases: mesas personales y bipersonales, de estilo montessoriano... la sección de mecánica y cerrajería tiene construidas sillas como complemento al mobiliario.., y catres para los dormitorios... La sección de tejería, cuya necesidad es indispensable en toda escuela rural, ha prestado importantes servicios.., el año pasado se han fabricado 10.000 ladrillos, y este año, cerca de 8.000... En la actualidad, septiembre de 1933, alcanza a 45.000 el número de ladrillos elaborados por los alumnos y que ya fueron utilizados... Para finalizar la obra se requiere 20.000 ladrillos más, que se están fabricando... la albañilería sigue a las demás secciones en sus resultados... el edificio construido por padres de familia... acredita esta aseveración.
6.- PLANES, TÉCNICA, RÉGIMEN DE VIDA, PROGRAMAS.
Al elaborar planes captados de la composición social de la comunidad, de sus formas de vida, etc., tuvimos en cuenta que la mujer desempeña un papel preponderante en la familia. Es el alma del hogar. Como madre, como esposa y como hija, soporta el peso de las responsabilidades inherentes a cada una de estas etapas de la vida. A su solicitud y cuidado está entregada la educación de sus hijos; a su actividad, la orientación y manejo del hogar; a su energía y fortaleza, las rudas tareas de labranza y otras. Ejerce una triple misión: espiritual, moral y material. Sin embargo, al hablarse de la educación del indio jamás se ha pensado en la madre, la esposa o la hija: fuerzas vivas, resignadas... que cumplen con abnegación y sacrificio la ardua labor que les ha forjado el destino... Teniendo en cuenta la trascendencia de educar a la mujer, la escuela abrió sus puertas al elemento femenino, que concurre asiduamente en apreciable número. Consiguientemente la escuela tenía carácter mixto, para niños de ambos sexos y para adultos (En 1962 comprobamos que se había suprimido la Sección Femenina de Warisata).
RÉGIMEN DISCIPLINARIO. Está sometido a un gobierno propio que, integrado por los alumnos, actúa reprimiendo actos de indisciplina, velando por la regular asistencia a la escuela, dictando y aplicando sanciones para los casos de incumplimiento, cuidando de la limpieza, proporcionando medios y materiales de construcción, etc.
MÉTODO EDUCATIVO. Mediante sistemas de educación activa se practica los nuevos postulados pedagógicos que permiten la distribución espontánea de la población escolar en grupos concordantes con sus afinidades espirituales, carácter, simpatía, tendencias, aptitudes, etc., con la finalidad de descubrir la vocación del niño para su posterior profesionalización. Las hectáreas de tierra propias de la escuela fueron también distribuidas entre los niños, dando lugar a un ensayo de explotación individual, de acuerdo a las orientaciones del maestro. El producto cosechado, agrícola o industrial, se destina al sostenimiento de la escuela, que como centro de actividad de la comunidad está encaminado a formar la nueva sociedad indígena basándola en sus sobrevivientes instituciones culturales. Se ensaya cultivo de hortalizas y legumbres que, aparte de su rendimiento económico, sirve para variar el régimen alimenticio de los alumnos... No se descuida la arborización que proporcionará más tarde materiales de construcción. Igualmente, dándose preferencia al cultivo de un jardín entregado al cuidado de los mismos niños, se puede disponer de flores para las salas de clases.
La sección de ganadería, avicultura, etc., también entregada a la atención de los alumnos, constituye una de las actividades de mayor importancia por su fin educativo y su rendimiento económico...
La sección de tendencia profesional, orientando al alumno hacia el taller de sus simpatías o aptitudes, permite la preparación de carpinteros, albañiles, mecánicos, ceramistas, ladrilleros, sombrereros, tejedores, etc., que juntamente con sus conocimientos de ganadería, agricultura, avicultura, etc., harán del indio un elemento imprescindible.., de acuerdo a su medio: el campo. Este método educativo, iniciado en la escuela de Warisata, influirá decisivamente en la transformación del hogar indígena y de su economía, mediante nuevos sistemas de trabajo, higiene, moral, civismo y solidaridad.
RÉGIMEN DE VIDA: EL INTERNADO. La escuela no tendría fisonomía propia y todo el plan enunciado sería impracticable sin el internado, al cual ingresarán los mayores de 14 años, dándose preferencia a los procedentes de haciendas y comunidades más alejadas del centro escolar (más tarde, al ampliarse el Internado, se admitía a niños de seis y siete años). El internado modificará radicalmente los hábitos de vida. Adquirirán normas de higiene, orden y buenas costumbres.
Su alimentación en el internado, a base de productos cultivados por ellos mismos, transformará su régimen nutritivo, por haberse introducido el consumo de artículos ignorados en su sistema: hortalizas, trigo, arvejas, huevo, carne, leche, azúcar, etc. Así, la vida escolar desarrollándose con todos sus atractivos permitirá asimilar nuevas modalidades, con lo cual, el hombre nuevo, con vastedad de conocimientos útiles y virtudes morales, habrá sustituido ventajosamente al hombre primitivo, transformando el medio social.
Me refería también al externado, “compuesto por niños de las diferentes secciones quienes asisten cotidianamente desde sus hogares de acuerdo a horario especial”.
PLAN EDUCACIONAL. El informe lo describe así:
La sección kindergarterina o pre-escolar, que se encuentra en pleno funcionamiento, con niños de 4 a 6 años de edad.
La sección Elemental, destinada a niños de 7 a 10 años de edad, tendrá una duración de tres años, durante los cuales, fuera de desarrollarse el programa de cada curso, se pondrá especial cuidado en la enseñanza del castellano. Corresponde a la etapa de intereses inmediatos.
Sección Media o de orientación profesional: con duración de tres años, para niños de 11 a 14 años. Corresponde a la etapa de intereses profesionales.
Sección Profesional: para alumnos de 15 o más años. Corresponde a la etapa de intereses abstractos complejos o de preparación profesional.
Más adelante señalaba la Sección de Pedagogía, que se implantaría cuando existiera elemento preparado.
De acuerdo a nuestras experiencias, este plan sufrió algunas modificaciones, a fin de trabajar conforme a los postulados de la Escuela Única; de modo que tuvimos el kindergarten, la sección prevocacional, vocacional y profesional, incluyendo en ésta la normal, cada una de ellas, tratando de crear nuevas y mayores aptitudes para la lucha por la vida, de manera que en cualquier época que el niño abandonara la escuela por la multitud de razones que producen el ausentismo escolar, estuviera siempre dotado de alguna habilidad práctica que le permitiera trabajar en su medio.
Respecto al horario, decía:
EL HORARIO ES MOVIBLE; se desarrolla de acuerdo al plan de trabajo presentado por cada profesor para 15 días...
Comprendía labores de aula o conocimientos generales (alfabetización, lectura y escritura, cálculo, sistema métrico y geometría, educación física, historia, geografía y ciencias, música, dibujo y educación estética, artes decorativas); en cuanto a los conocimientos especiales, se referían a la carpintería, mecánica y a todas las demás secciones ya mencionadas varias veces.
PERSONAL DOCENTE. El informe continuaba con una relación del cuerpo de profesores y maestros, en el que se citaba a Teodosio Velasco, Eufrasio Ibáñez, Carlos Álvarez, Gregoria de Ibáñez y Antonio Gonzáles Bravo, como profesores; y a Quiterio Miranda, Isaac Sanjinés (que estaba sustituyendo a José de la Riva, movilizado en el Chaco), José Poma (albañil) y Miguel Soruco (tejedor) como maestros de taller. Como se ve, habíamos tenido algunos cambios, entre ellos el ingreso de Carlos Álvarez, muchacho que teniendo posibilidades de ubicarse cómodamente en cualquier ocupación en la ciudad, prefirió la ruda vida del campo y los sacrificios inherentes.
Del alumnado, indicaba una inscripción de 400 niños, con asistencia media de 320; haciendo notar algunas influencias negativas como las enfermedades que solían hacer estragos en la campiña, o las épocas de siembra y cosecha, en las que los niños debían colaborar a sus padres.
También informaba acerca del rendimiento de los talleres, que aunque casi desprovistos de herramientas, habían dotado al establecimiento de todo el mobiliario, contribuyendo también a las edificaciones con puertas, ventanas, rejas, etc. Ya entonces mencionaba el proyecto de edificar un pabellón especial para talleres, lo que fue realidad tiempo después.
El informe continuaba con un bosquejo de lo que podrían ser los internados en el futuro, en todas las escuelas indigenales, las que provistas de adecuada extensión de tierra, podrían sostener a centenares de alumnos con gastos mínimos de parte del Estado; labor agrícola que, desgraciadamente, ya no se pudo realizar en esa escala y que hoy está completamente desvirtuada, a pesar del éxito que tuvo en Warisata y otros núcleos hasta 1940.
El informe terminaba con la cuestión del folklore, manifestando:
No es difícil comprender la trascendental importancia de los estudios folklóricos, no solamente desde el punto de vista etnográfico, sino también desde el más valioso, como es el de su aplicación pedagógica y artística, porque es fundamental conocer las manifestaciones espirituales de la raza indígena, cuya expresión la encontramos en su música, pintura, cerámica, arquitectura, tejidos, objetos de arte, etc., que hacen los fundamentos de la cultura de un pueblo y que por lo mismo deben ser cultivados y conservados para evitar desviaciones que pudieran desvirtuar su esencia.
7.- CONCLUSIONES.
El informe en cuestión, como todos los informes, pasó a dormir el sueño de los justos; empero, quedaba documentada una serie de hechos para señalar cómo la escuela de Warisata tenía a su principal obstáculo, nada menos que en la oficina encargada de estimularla y dotarla de los necesarios elementos de trabajo.
Con la experiencia que teníamos, en realidad no esperábamos gran cosa de esa repartición para conducir a una escuela que venía a derribar todas las viejas nociones que tenía el “normalismo” acerca de la función educacional y la cual planteaba problemas inesperados y arduos que esa mentalidad era absolutamente incapaz de comprender.
Y no era menos importante el haber demostrado cómo, en los jerarcas del “normalismo”, lo esencial era una finalidad de lucro, en la cual todo ideal estaba ausente, como que en la escuela boliviana en general, más se desarrollan los defectos que las virtudes. En el caso presente, el “normalismo” prefería sostener y crear simples escuelas alfabetizadoras, con el sonoro nombre de “normales”, pretexto para percibir elevados sueldos y hacer gastos dispendiosos, en medio de una vida muelle y sin problemas. En tanto, en Warisata nosotros afrontábamos todo, las enfermedades, la falta de recursos, las agresiones y denuestos de los gamonales, el duro clima, todo, digo, sin que tuviéramos ayuda de nadie.
A tal punto llegaba la indolencia de las autoridades, que el Director General, en seis años, ni siquiera nos hizo una visita para ver qué era Warisata. No existe resentimiento de mi parte: pero me he propuesto escribir la historia de nuestros padecimientos, y necesariamente tengo que hacer estas referencias a quienes pudieron y no quisieron colaborarnos, ¿por qué? ¿Por abulia, quizá? No lo sé; el caso es que mejor hubiéramos trabajado sin tener encima aquella autoridad, a cuyo secretario, en cierta oportunidad, le preguntó el poeta Capriles:
— Dígame, ¿qué hace el Director General?
— Nada.
— ¿Y usted?
— Le ayudo...
8.- EL INDIO Y LA GUERRA DEL CHACO.
La Guerra del Chaco produjo una profunda conmoción social, aunque no tuvo, para Warisata, ningún efecto que pudiera detener su crecimiento vertiginoso. Y tal vez por la conciencia de que la patria se desgarraba en el Sudeste, el indio warisateño redoblaba su afán constructivo como un modo de ganar, en el plano histórico, las vidas que se perdían en el Infierno Verde.
Por convicción ideológica, por temperamento, somos contrarios a la guerra. En este sentido, no cabe duda respecto a nuestra posición frente a la guerra del Chaco, hecatombe que condenamos por el inmenso sacrificio que representaba para el indio. Pero, en realidad, no teníamos alternativa, y el único modo de quedar en paz con nosotros mismos, era dejar que el indio resolviese. Y, en efecto, el indio deliberó, libre de presiones, manifestando una vez más cómo se plasmaban en su espíritu conceptos de hondo contenido humano.
Declarada la guerra, reunimos a la población en el campo de deportes; se hicieron presentes hombres y mujeres de toda edad y condición, probablemente la comunidad íntegra. Ante un mapa preparado para el efecto, se les informó de lo que estaba sucediendo en la frontera con el Paraguay, describiendo además la región del Chaco, su clima, condiciones de vida, poblaciones, productos, caminos, etc. Después de oída esta información, los hombres conversaron y, por propia iniciativa y absoluta unanimidad, resolvieron enviar a la guerra a todos los hombres capaces de cooperar a la defensa nacional, con víveres para los combatientes. Nadie imaginaba, sin duda, que la hórrida contienda fuese a durar tres años. Además, se resolvió que en un plazo de diez días se harían presentes en el centro de reclutamiento de Achacachi.
El día indicado, a la hora exacta, estaban en la vecina población hombres y mujeres, niños y ancianos... otra vez toda la comunidad. Nosotros formábamos en las densas filas, a pie, con varias banderas nacionales y con más de quinientos niños que alargaban la caravana al son de canciones de circunstancias. Unas cuadras antes de llegar al pueblo nos pusimos en formación. Primero venían el Director, profesores y amautas; les seguían alrededor de doscientos jóvenes, primer contingente de Warisata; los alumnos y las mujeres llevaban del cabestral a no menos de seiscientos mulos y borricos cargados de alimentos. Dos bandas de músicos nos acompañaron al recorrer las calles formados de cuatro en fondo. La plaza quedó completamente llena con aquella multitud. ¡Espectáculo nunca visto en nuestra historia republicana! Los indios presentándose a un puesto militar, para entregar espontáneamente a sus hijos al sacrificio patrio, y a más de eso, llevando algunas decenas de toneladas de víveres.
Los víveres fueron recibidos por el comando militar; los hombres no, porque se nos manifestó que serían llamados en su oportunidad de acuerdo a un rol preparado especialmente. Comenzaba la llamada “movilización por cuenta gotas” en lugar de la movilización total, y pronto el país sentiría los efectos de esa táctica suicida, viendo a los contingentes de soldados sucumbir uno tras otro en el Chaco...
Es indudable que los comandos militares no supieron aprovechar la buena disposición del pueblo para movilizarse; al contrario: sucesivas muestras de su desconcierto e insensatez produjeron en las masas una paulatina desmoralización, y pese al valor heroico del soldado boliviano, la guerra transcurrió de derrota en derrota. Véase lo que a nosotros nos pasó, prueba de la brutalidad con que se respondía a la patriótica actitud de los indios: en Warisata todo era favorable a la movilización y nadie escurría el bulto, ni mucho menos, pues tal cosa hubiera sido considerada por la comunidad como un acto de traición incalificable. Sin embargo, cierto día, a las cuatro de la mañana, los soldados de reclutamiento desprendidos de la guarnición de Achacachi nos hicieron un malón allanando las casuchas de los indios para arrastrarlos al cuartel; y entonces no se fijaron en edades ni en “rol” alguno como habían dicho. Al amanecer, madres, esposas e hijos vinieron a relatarme lo ocurrido para que reclamara ante las autoridades. Fue inútil: las órdenes militares eran inamovibles, y en menos de 24 horas los pobres indios salían de Achacachi, rumbo a la trinchera, sin haberse podido despedir siquiera de los suyos.
No fue la única vez: esos malones, instigados por el vecindario de Achacachi, se repitieron con frecuencia, coincidentemente con la noticia de algún desastre guerrero. Lo que hubiera sido escena tierna, de amable aunque triste despedida, se convertía en sórdida persecución, en insultos y bajezas... Así era la mentalidad achacacheña y así respondió a la fiesta con que Warisata había saludado a la movilización.
La escuela contribuyó muchísimo a aliviar los sufrimientos de las familias de los movilizados. Como disponíamos ya de servicio telefónico y de correos, establecimos turnos especiales para la recepción y despacho de la correspondencia, envío de encomiendas: maíz tostado, habas, pito (cebada molida), etc. Profesores y alumnos escribían las cartas o las leían para los interesados, y en fin, hicimos cuanto estuvo a nuestro alcance para alentar o consolar a la gente. En este aspecto, Warisata ha debido padecer menos que otras comunidades donde el indio, sometido a los abusos del corregidor o de la acostumbrada taifa de explotadores, no podía siquiera enviar una carta o remitir una encomienda. En ciertos lugares apareció una industria lucrativa: el escribir cartas...
Dos de nuestros profesores fueron movilizados, como tengo dicho: Félix Zavaleta y José de la Riva. Del primero, ya sabemos que cayó en las trincheras; el segundo retornó herido y también fue víctima de la persecución desatada en contra nuestra; además, se trajo en el morral de ex-combatiente muchísimas y sabrosas anécdotas de guerra que dieron nuevo motivo para que los niños buscaran su amistad, en el ya famoso taller de mecánica...
Económicamente el único perjuicio que nos causó la guerra fue la reducción de la suma asignada para construcciones, a la mitad de su monto, so color de “ahorro” que hacía el gobierno. En nuestras actividades agrarias, no estando aún instalado el internado, invertimos la cosecha en alimentar al mayor número posible de niños.
CAPITULO VI.
EL AÑO 1934.
1.- EL SACRIFICIO COMPARTIDO.
El año 1934 fue fecundo en todo orden de cosas. Nuestra planta de profesores sufrió algunos cambios, habiéndose iniciado el año escolar con los siguientes: Alejandro Mario Illanes, el señor Ibáñez y su esposa, doña Gregoria Villalba, y la profesora Nelly Ibáñez.
Es oportuno mencionar el importante papel que tuvieron en la antigua educación indigenal los matrimonios entre maestros. Así, los casos de Enrique Quintela y Adela Vaca Diez, constructores del Núcleo de San Antonio del Parapetí; el de Carlos Loayza Beltrán y Ercillia Soruco, héroes de Casarabe, en la selva beniana; el de Raúl Pérez y Sofía Criales, artífices de Caiza “D” y más tarde admirables conductores de Warisata; el de Carlos Garibaldi y Braulia Andrade, que fueron quizá los únicos continuadores de nuestra obra después de 1940. Lo mismo ocurrió con Eufrasio Ibáñez y Goya Villalba. Doña Goya, aparte de su espíritu maternal -una especie de madre común para toda aquella sufrida juventud que eran los profesores de Warisata- tenía una asombrosa sabiduría para la enseñanza de la lectura y escritura mediante el sistema de las frases normales. En mi larga experiencia educativa, creo que nunca encontré una maestra de tan alta categoría en ese aspecto. La mayor parte de nuestros alumnos deben a doña Goya esa formación inicial.
Y por último, debo citar a Rigoberto Ayala y su esposa, en la seccional de Morocollo, don Néstor Zalazar y su esposa en Curupampa, y otros.
Yo mismo tuve la suerte de encontrar en Jael Oropeza a la compañera ideal que me sostuvo en las horas más difíciles de Warisata y en el largo exilio en el que viví posteriormente.
Y bien, continuemos con nuestro relato.
El Parlamento Amauta quedó definitivamente consolidado, y tengo que nombrar a cada uno de sus miembros porque me doy cuenta de lo que sentirán cuando lean, o les sea leído, este libro: no habrá mejor compensación a sus grandes sacrificios que saber que su intervención no ha sido olvidada. Esos rudos pero nobles indígenas eran los siguientes:
Mallcus: Avelino Siñani; Pedro Rojas; Belisario Cosme; Mariano Huanca.
Jilacatas: Carmelo Miranda; Benito Churqui; Marcelino Quispe; Mariano Apaza.
Comisarios: Carlos Choque; Melchor Apaza; Máximo Apaza; Juan de Dios Huanca; Anselmo Ramos; Juan Quispe; Marcelino Quispe; Lino Rojas; Antonio Poma.
Quisiera disponer de espacio para describir cada una de estas personalidades, de múltiples facetas y distintos caracteres; pero creo que esa misión le está reservada, si no a un historiador, por lo menos a un novelista en cuya prosa se ponga en claro multitud de aspectos que la fría descripción no puede abarcar.
Continuará...
Fuente: Elizardo Pérez, "Warisata - La Escuela Ayllu", Editorial Burillo, La Paz - Bolivia, 1962.
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Original text of the book written by Elizardo Pérez about their revolutionary educational experience for the native peoples and that it was the first one in the american continent.
Partes anteriores de este libro: 09 - 10 - 11 - 12 - 13.
5.- EFECTOS DE UNA CRÓNICA.
El artículo de “La semana grafica” tuvo, como hemos dicho, una enorme resonancia, y cuán grande sería su efecto, que hasta la Dirección General de Educación Indigenal se propuso ver qué es lo que pasaba en Warisata, pues que hasta entonces lo ignoraba por completo. Para ello, nos envió una nota pidiendo los planes y programas que habíamos elaborado, junto a un cuestionario de circunstancias.
Como era la ocasión para poner los puntos sobre las íes, respondimos con un extenso oficio, del que voy a transcribir las partes principales porque por primera vez pusimos por escrito todo lo que habíamos hecho y las concepciones teóricas que veníamos elaborando.
Tuve que referirme, en tal nota, a las dos escuelas normales rurales que continuaba sosteniendo la Dirección, y las cuales ya le costaban al Erario alrededor de Bs. 70.000. ¡Mientras a nosotros se nos había dado, como gran cosa, 2.500! Hice notar al Director General que esas escuelas, de normales sólo tenían el nombre. Una normal rural debía ser el resultado de “muchos años de trabajo, cuando se hubiera alcanzado una cultura superior” que permitiera el ingreso de “.jóvenes indios formados en las actuales escuelas de trabajo o profesionales, de las que en Bolivia existe una sola, la de Warisata”... “una tendencia perniciosa está influenciando a nuestros compañeros normalistas: la de pretender academizar los establecimientos que dirigen, con grave peligro de las escuelas indigenales que van camino de una absurda intelectualización, cuando precisamente el sentido de la nueva escuela nos trae manifestaciones contrarias”.
“Continuaremos por mucho tiempo más en la postración... si las escuelas rurales en lugar de estimular el desarrollo del (espíritu de trabajo), aptitudes manuales, etc. en el niño, han de hacer del indio un intelectualoide presto a abandonar las labores del campo o las pequeñas industrias, para convertirse al doctorismo burócrata... de que es tan fecundo nuestro país”.
“¿Cuáles son los resultados (de esas escuelas normales) en tres años de vida que llevan? ¿Cuántos maestros han egresado de ellas? Los egresados, ¿se dedican al magisterio? ¿En qué porcentaje? ¿Cuánto vienen costando esos establecimientos hasta la fecha?
Graves interrogaciones las que hacía al Director General, el que, si hubiera respondido, no hubiera tenido más remedio que confesar el completo fracaso de aquellas escuelas “normales” tan inútiles como costosas.
“Estimo -dice la carta- que el tipo de escuela a difundirse... es el ensayado en Warisata. Con el devenir del tiempo, cuando se hayan logrado los frutos y el indio se halle convenientemente preparado, se le abrirán las puertas de las normales, de los institutos de ciencias, artes, etc., como consecuencia directa de la evolución que haya sufrido en el orden social e intelectual, debido al esfuerzo propio, que impone este primer impulso y a la acción perseverante de las escuelas.., de trabajo, cuyo objetivo primordial entraña la necesidad de atender armónica e integralmente todas sus facultades, dentro y para su medio”.
Transcribiendo el Director General una nota que habíamos enviado al Ministerio, parte de la cual se publicó en el diario “La Razón” del 29 de mayo de 1932, decía:
La denominación de normal se ha suprimido para este plantel.., el tipo escolar que estamos implantando es sin duda el que mayores resultados reportará al desarrollo de la cultura indigenal, por conformar su acción educativa a las modalidades étnicas, geográficas, históricas, folklóricas y sociales, que permitirán desarrollar en el niño sus inclinaciones propias, tendencias, aptitudes peculiares... convirtiéndolo más tarde en un elemento preparado y consciente para la lucha por la vida... Intensificado su cariño por la tierra, la educación tomará un aspecto integral... Nada se habrá hecho en favor de la causa que nos ocupa, si no (transformamos) el medio social en que se encuentra, habituándolo a una vida superior, con prácticas higiénicas y normas...
Ningún resultado dieron las escuelas rurales fundadas para alfabetizar al indio.
Lo substancial, lo básico, reside en transformar su estructura social, elevando su nivel social y su dignidad. La escuela elemental alfabetizadora creyó cumplir su deber nutriendo el cerebro de los niños indígenas con conocimientos inútiles, olvidando su alma, sus virtudes peculiares, su tradición secular. La enseñanza teórica se anula si no va acompañada de la práctica... Mientras por una parte se impone cambiar de medio social, por otra es menester conservar al indio en su medio físico, de acuerdo a cuyas condiciones ha de establecerse el plan educativo y de instrucción que dará fisonomía propia a las escuelas indigenales.
Después de esto, en mi carta hacía breves comentarios acerca de nuestras dificultades económicas; describía el funcionamiento de la escuela y su organización administrativa, haciendo conocer al Director General lo que era el Parlamento Amauta y sus funciones. A continuación describía el estado de la obra material y lo que proyectábamos hacer, refiriéndome…
…a la construcción de apriscos y secciones para ganado lanar, vacuno, porcino, etc.; la escuela cuenta para este objeto con 7 hectáreas de tierra cedidas por entusiastas indígenas... Nos ocupamos ahora de construir viviendas para los profesores, conclusión de diferentes secciones, experimentos con el cultivo del trigo.., está funcionando con excelentes resultados la sección de hilados y tejidos...”’ En la sección de carpintería se ha fabricado parte del mobiliario destinado a las salas de clases: mesas personales y bipersonales, de estilo montessoriano... la sección de mecánica y cerrajería tiene construidas sillas como complemento al mobiliario.., y catres para los dormitorios... La sección de tejería, cuya necesidad es indispensable en toda escuela rural, ha prestado importantes servicios.., el año pasado se han fabricado 10.000 ladrillos, y este año, cerca de 8.000... En la actualidad, septiembre de 1933, alcanza a 45.000 el número de ladrillos elaborados por los alumnos y que ya fueron utilizados... Para finalizar la obra se requiere 20.000 ladrillos más, que se están fabricando... la albañilería sigue a las demás secciones en sus resultados... el edificio construido por padres de familia... acredita esta aseveración.
6.- PLANES, TÉCNICA, RÉGIMEN DE VIDA, PROGRAMAS.
Al elaborar planes captados de la composición social de la comunidad, de sus formas de vida, etc., tuvimos en cuenta que la mujer desempeña un papel preponderante en la familia. Es el alma del hogar. Como madre, como esposa y como hija, soporta el peso de las responsabilidades inherentes a cada una de estas etapas de la vida. A su solicitud y cuidado está entregada la educación de sus hijos; a su actividad, la orientación y manejo del hogar; a su energía y fortaleza, las rudas tareas de labranza y otras. Ejerce una triple misión: espiritual, moral y material. Sin embargo, al hablarse de la educación del indio jamás se ha pensado en la madre, la esposa o la hija: fuerzas vivas, resignadas... que cumplen con abnegación y sacrificio la ardua labor que les ha forjado el destino... Teniendo en cuenta la trascendencia de educar a la mujer, la escuela abrió sus puertas al elemento femenino, que concurre asiduamente en apreciable número. Consiguientemente la escuela tenía carácter mixto, para niños de ambos sexos y para adultos (En 1962 comprobamos que se había suprimido la Sección Femenina de Warisata).
RÉGIMEN DISCIPLINARIO. Está sometido a un gobierno propio que, integrado por los alumnos, actúa reprimiendo actos de indisciplina, velando por la regular asistencia a la escuela, dictando y aplicando sanciones para los casos de incumplimiento, cuidando de la limpieza, proporcionando medios y materiales de construcción, etc.
MÉTODO EDUCATIVO. Mediante sistemas de educación activa se practica los nuevos postulados pedagógicos que permiten la distribución espontánea de la población escolar en grupos concordantes con sus afinidades espirituales, carácter, simpatía, tendencias, aptitudes, etc., con la finalidad de descubrir la vocación del niño para su posterior profesionalización. Las hectáreas de tierra propias de la escuela fueron también distribuidas entre los niños, dando lugar a un ensayo de explotación individual, de acuerdo a las orientaciones del maestro. El producto cosechado, agrícola o industrial, se destina al sostenimiento de la escuela, que como centro de actividad de la comunidad está encaminado a formar la nueva sociedad indígena basándola en sus sobrevivientes instituciones culturales. Se ensaya cultivo de hortalizas y legumbres que, aparte de su rendimiento económico, sirve para variar el régimen alimenticio de los alumnos... No se descuida la arborización que proporcionará más tarde materiales de construcción. Igualmente, dándose preferencia al cultivo de un jardín entregado al cuidado de los mismos niños, se puede disponer de flores para las salas de clases.
La sección de ganadería, avicultura, etc., también entregada a la atención de los alumnos, constituye una de las actividades de mayor importancia por su fin educativo y su rendimiento económico...
La sección de tendencia profesional, orientando al alumno hacia el taller de sus simpatías o aptitudes, permite la preparación de carpinteros, albañiles, mecánicos, ceramistas, ladrilleros, sombrereros, tejedores, etc., que juntamente con sus conocimientos de ganadería, agricultura, avicultura, etc., harán del indio un elemento imprescindible.., de acuerdo a su medio: el campo. Este método educativo, iniciado en la escuela de Warisata, influirá decisivamente en la transformación del hogar indígena y de su economía, mediante nuevos sistemas de trabajo, higiene, moral, civismo y solidaridad.
RÉGIMEN DE VIDA: EL INTERNADO. La escuela no tendría fisonomía propia y todo el plan enunciado sería impracticable sin el internado, al cual ingresarán los mayores de 14 años, dándose preferencia a los procedentes de haciendas y comunidades más alejadas del centro escolar (más tarde, al ampliarse el Internado, se admitía a niños de seis y siete años). El internado modificará radicalmente los hábitos de vida. Adquirirán normas de higiene, orden y buenas costumbres.
Su alimentación en el internado, a base de productos cultivados por ellos mismos, transformará su régimen nutritivo, por haberse introducido el consumo de artículos ignorados en su sistema: hortalizas, trigo, arvejas, huevo, carne, leche, azúcar, etc. Así, la vida escolar desarrollándose con todos sus atractivos permitirá asimilar nuevas modalidades, con lo cual, el hombre nuevo, con vastedad de conocimientos útiles y virtudes morales, habrá sustituido ventajosamente al hombre primitivo, transformando el medio social.
Me refería también al externado, “compuesto por niños de las diferentes secciones quienes asisten cotidianamente desde sus hogares de acuerdo a horario especial”.
PLAN EDUCACIONAL. El informe lo describe así:
La sección kindergarterina o pre-escolar, que se encuentra en pleno funcionamiento, con niños de 4 a 6 años de edad.
La sección Elemental, destinada a niños de 7 a 10 años de edad, tendrá una duración de tres años, durante los cuales, fuera de desarrollarse el programa de cada curso, se pondrá especial cuidado en la enseñanza del castellano. Corresponde a la etapa de intereses inmediatos.
Sección Media o de orientación profesional: con duración de tres años, para niños de 11 a 14 años. Corresponde a la etapa de intereses profesionales.
Sección Profesional: para alumnos de 15 o más años. Corresponde a la etapa de intereses abstractos complejos o de preparación profesional.
Más adelante señalaba la Sección de Pedagogía, que se implantaría cuando existiera elemento preparado.
De acuerdo a nuestras experiencias, este plan sufrió algunas modificaciones, a fin de trabajar conforme a los postulados de la Escuela Única; de modo que tuvimos el kindergarten, la sección prevocacional, vocacional y profesional, incluyendo en ésta la normal, cada una de ellas, tratando de crear nuevas y mayores aptitudes para la lucha por la vida, de manera que en cualquier época que el niño abandonara la escuela por la multitud de razones que producen el ausentismo escolar, estuviera siempre dotado de alguna habilidad práctica que le permitiera trabajar en su medio.
Respecto al horario, decía:
EL HORARIO ES MOVIBLE; se desarrolla de acuerdo al plan de trabajo presentado por cada profesor para 15 días...
Comprendía labores de aula o conocimientos generales (alfabetización, lectura y escritura, cálculo, sistema métrico y geometría, educación física, historia, geografía y ciencias, música, dibujo y educación estética, artes decorativas); en cuanto a los conocimientos especiales, se referían a la carpintería, mecánica y a todas las demás secciones ya mencionadas varias veces.
PERSONAL DOCENTE. El informe continuaba con una relación del cuerpo de profesores y maestros, en el que se citaba a Teodosio Velasco, Eufrasio Ibáñez, Carlos Álvarez, Gregoria de Ibáñez y Antonio Gonzáles Bravo, como profesores; y a Quiterio Miranda, Isaac Sanjinés (que estaba sustituyendo a José de la Riva, movilizado en el Chaco), José Poma (albañil) y Miguel Soruco (tejedor) como maestros de taller. Como se ve, habíamos tenido algunos cambios, entre ellos el ingreso de Carlos Álvarez, muchacho que teniendo posibilidades de ubicarse cómodamente en cualquier ocupación en la ciudad, prefirió la ruda vida del campo y los sacrificios inherentes.
Del alumnado, indicaba una inscripción de 400 niños, con asistencia media de 320; haciendo notar algunas influencias negativas como las enfermedades que solían hacer estragos en la campiña, o las épocas de siembra y cosecha, en las que los niños debían colaborar a sus padres.
También informaba acerca del rendimiento de los talleres, que aunque casi desprovistos de herramientas, habían dotado al establecimiento de todo el mobiliario, contribuyendo también a las edificaciones con puertas, ventanas, rejas, etc. Ya entonces mencionaba el proyecto de edificar un pabellón especial para talleres, lo que fue realidad tiempo después.
El informe continuaba con un bosquejo de lo que podrían ser los internados en el futuro, en todas las escuelas indigenales, las que provistas de adecuada extensión de tierra, podrían sostener a centenares de alumnos con gastos mínimos de parte del Estado; labor agrícola que, desgraciadamente, ya no se pudo realizar en esa escala y que hoy está completamente desvirtuada, a pesar del éxito que tuvo en Warisata y otros núcleos hasta 1940.
El informe terminaba con la cuestión del folklore, manifestando:
No es difícil comprender la trascendental importancia de los estudios folklóricos, no solamente desde el punto de vista etnográfico, sino también desde el más valioso, como es el de su aplicación pedagógica y artística, porque es fundamental conocer las manifestaciones espirituales de la raza indígena, cuya expresión la encontramos en su música, pintura, cerámica, arquitectura, tejidos, objetos de arte, etc., que hacen los fundamentos de la cultura de un pueblo y que por lo mismo deben ser cultivados y conservados para evitar desviaciones que pudieran desvirtuar su esencia.
7.- CONCLUSIONES.
El informe en cuestión, como todos los informes, pasó a dormir el sueño de los justos; empero, quedaba documentada una serie de hechos para señalar cómo la escuela de Warisata tenía a su principal obstáculo, nada menos que en la oficina encargada de estimularla y dotarla de los necesarios elementos de trabajo.
Con la experiencia que teníamos, en realidad no esperábamos gran cosa de esa repartición para conducir a una escuela que venía a derribar todas las viejas nociones que tenía el “normalismo” acerca de la función educacional y la cual planteaba problemas inesperados y arduos que esa mentalidad era absolutamente incapaz de comprender.
Y no era menos importante el haber demostrado cómo, en los jerarcas del “normalismo”, lo esencial era una finalidad de lucro, en la cual todo ideal estaba ausente, como que en la escuela boliviana en general, más se desarrollan los defectos que las virtudes. En el caso presente, el “normalismo” prefería sostener y crear simples escuelas alfabetizadoras, con el sonoro nombre de “normales”, pretexto para percibir elevados sueldos y hacer gastos dispendiosos, en medio de una vida muelle y sin problemas. En tanto, en Warisata nosotros afrontábamos todo, las enfermedades, la falta de recursos, las agresiones y denuestos de los gamonales, el duro clima, todo, digo, sin que tuviéramos ayuda de nadie.
A tal punto llegaba la indolencia de las autoridades, que el Director General, en seis años, ni siquiera nos hizo una visita para ver qué era Warisata. No existe resentimiento de mi parte: pero me he propuesto escribir la historia de nuestros padecimientos, y necesariamente tengo que hacer estas referencias a quienes pudieron y no quisieron colaborarnos, ¿por qué? ¿Por abulia, quizá? No lo sé; el caso es que mejor hubiéramos trabajado sin tener encima aquella autoridad, a cuyo secretario, en cierta oportunidad, le preguntó el poeta Capriles:
— Dígame, ¿qué hace el Director General?
— Nada.
— ¿Y usted?
— Le ayudo...
8.- EL INDIO Y LA GUERRA DEL CHACO.
La Guerra del Chaco produjo una profunda conmoción social, aunque no tuvo, para Warisata, ningún efecto que pudiera detener su crecimiento vertiginoso. Y tal vez por la conciencia de que la patria se desgarraba en el Sudeste, el indio warisateño redoblaba su afán constructivo como un modo de ganar, en el plano histórico, las vidas que se perdían en el Infierno Verde.
Por convicción ideológica, por temperamento, somos contrarios a la guerra. En este sentido, no cabe duda respecto a nuestra posición frente a la guerra del Chaco, hecatombe que condenamos por el inmenso sacrificio que representaba para el indio. Pero, en realidad, no teníamos alternativa, y el único modo de quedar en paz con nosotros mismos, era dejar que el indio resolviese. Y, en efecto, el indio deliberó, libre de presiones, manifestando una vez más cómo se plasmaban en su espíritu conceptos de hondo contenido humano.
Declarada la guerra, reunimos a la población en el campo de deportes; se hicieron presentes hombres y mujeres de toda edad y condición, probablemente la comunidad íntegra. Ante un mapa preparado para el efecto, se les informó de lo que estaba sucediendo en la frontera con el Paraguay, describiendo además la región del Chaco, su clima, condiciones de vida, poblaciones, productos, caminos, etc. Después de oída esta información, los hombres conversaron y, por propia iniciativa y absoluta unanimidad, resolvieron enviar a la guerra a todos los hombres capaces de cooperar a la defensa nacional, con víveres para los combatientes. Nadie imaginaba, sin duda, que la hórrida contienda fuese a durar tres años. Además, se resolvió que en un plazo de diez días se harían presentes en el centro de reclutamiento de Achacachi.
El día indicado, a la hora exacta, estaban en la vecina población hombres y mujeres, niños y ancianos... otra vez toda la comunidad. Nosotros formábamos en las densas filas, a pie, con varias banderas nacionales y con más de quinientos niños que alargaban la caravana al son de canciones de circunstancias. Unas cuadras antes de llegar al pueblo nos pusimos en formación. Primero venían el Director, profesores y amautas; les seguían alrededor de doscientos jóvenes, primer contingente de Warisata; los alumnos y las mujeres llevaban del cabestral a no menos de seiscientos mulos y borricos cargados de alimentos. Dos bandas de músicos nos acompañaron al recorrer las calles formados de cuatro en fondo. La plaza quedó completamente llena con aquella multitud. ¡Espectáculo nunca visto en nuestra historia republicana! Los indios presentándose a un puesto militar, para entregar espontáneamente a sus hijos al sacrificio patrio, y a más de eso, llevando algunas decenas de toneladas de víveres.
Los víveres fueron recibidos por el comando militar; los hombres no, porque se nos manifestó que serían llamados en su oportunidad de acuerdo a un rol preparado especialmente. Comenzaba la llamada “movilización por cuenta gotas” en lugar de la movilización total, y pronto el país sentiría los efectos de esa táctica suicida, viendo a los contingentes de soldados sucumbir uno tras otro en el Chaco...
Es indudable que los comandos militares no supieron aprovechar la buena disposición del pueblo para movilizarse; al contrario: sucesivas muestras de su desconcierto e insensatez produjeron en las masas una paulatina desmoralización, y pese al valor heroico del soldado boliviano, la guerra transcurrió de derrota en derrota. Véase lo que a nosotros nos pasó, prueba de la brutalidad con que se respondía a la patriótica actitud de los indios: en Warisata todo era favorable a la movilización y nadie escurría el bulto, ni mucho menos, pues tal cosa hubiera sido considerada por la comunidad como un acto de traición incalificable. Sin embargo, cierto día, a las cuatro de la mañana, los soldados de reclutamiento desprendidos de la guarnición de Achacachi nos hicieron un malón allanando las casuchas de los indios para arrastrarlos al cuartel; y entonces no se fijaron en edades ni en “rol” alguno como habían dicho. Al amanecer, madres, esposas e hijos vinieron a relatarme lo ocurrido para que reclamara ante las autoridades. Fue inútil: las órdenes militares eran inamovibles, y en menos de 24 horas los pobres indios salían de Achacachi, rumbo a la trinchera, sin haberse podido despedir siquiera de los suyos.
No fue la única vez: esos malones, instigados por el vecindario de Achacachi, se repitieron con frecuencia, coincidentemente con la noticia de algún desastre guerrero. Lo que hubiera sido escena tierna, de amable aunque triste despedida, se convertía en sórdida persecución, en insultos y bajezas... Así era la mentalidad achacacheña y así respondió a la fiesta con que Warisata había saludado a la movilización.
La escuela contribuyó muchísimo a aliviar los sufrimientos de las familias de los movilizados. Como disponíamos ya de servicio telefónico y de correos, establecimos turnos especiales para la recepción y despacho de la correspondencia, envío de encomiendas: maíz tostado, habas, pito (cebada molida), etc. Profesores y alumnos escribían las cartas o las leían para los interesados, y en fin, hicimos cuanto estuvo a nuestro alcance para alentar o consolar a la gente. En este aspecto, Warisata ha debido padecer menos que otras comunidades donde el indio, sometido a los abusos del corregidor o de la acostumbrada taifa de explotadores, no podía siquiera enviar una carta o remitir una encomienda. En ciertos lugares apareció una industria lucrativa: el escribir cartas...
Dos de nuestros profesores fueron movilizados, como tengo dicho: Félix Zavaleta y José de la Riva. Del primero, ya sabemos que cayó en las trincheras; el segundo retornó herido y también fue víctima de la persecución desatada en contra nuestra; además, se trajo en el morral de ex-combatiente muchísimas y sabrosas anécdotas de guerra que dieron nuevo motivo para que los niños buscaran su amistad, en el ya famoso taller de mecánica...
Económicamente el único perjuicio que nos causó la guerra fue la reducción de la suma asignada para construcciones, a la mitad de su monto, so color de “ahorro” que hacía el gobierno. En nuestras actividades agrarias, no estando aún instalado el internado, invertimos la cosecha en alimentar al mayor número posible de niños.
CAPITULO VI.
EL AÑO 1934.
1.- EL SACRIFICIO COMPARTIDO.
El año 1934 fue fecundo en todo orden de cosas. Nuestra planta de profesores sufrió algunos cambios, habiéndose iniciado el año escolar con los siguientes: Alejandro Mario Illanes, el señor Ibáñez y su esposa, doña Gregoria Villalba, y la profesora Nelly Ibáñez.
Es oportuno mencionar el importante papel que tuvieron en la antigua educación indigenal los matrimonios entre maestros. Así, los casos de Enrique Quintela y Adela Vaca Diez, constructores del Núcleo de San Antonio del Parapetí; el de Carlos Loayza Beltrán y Ercillia Soruco, héroes de Casarabe, en la selva beniana; el de Raúl Pérez y Sofía Criales, artífices de Caiza “D” y más tarde admirables conductores de Warisata; el de Carlos Garibaldi y Braulia Andrade, que fueron quizá los únicos continuadores de nuestra obra después de 1940. Lo mismo ocurrió con Eufrasio Ibáñez y Goya Villalba. Doña Goya, aparte de su espíritu maternal -una especie de madre común para toda aquella sufrida juventud que eran los profesores de Warisata- tenía una asombrosa sabiduría para la enseñanza de la lectura y escritura mediante el sistema de las frases normales. En mi larga experiencia educativa, creo que nunca encontré una maestra de tan alta categoría en ese aspecto. La mayor parte de nuestros alumnos deben a doña Goya esa formación inicial.
Y por último, debo citar a Rigoberto Ayala y su esposa, en la seccional de Morocollo, don Néstor Zalazar y su esposa en Curupampa, y otros.
Yo mismo tuve la suerte de encontrar en Jael Oropeza a la compañera ideal que me sostuvo en las horas más difíciles de Warisata y en el largo exilio en el que viví posteriormente.
Y bien, continuemos con nuestro relato.
El Parlamento Amauta quedó definitivamente consolidado, y tengo que nombrar a cada uno de sus miembros porque me doy cuenta de lo que sentirán cuando lean, o les sea leído, este libro: no habrá mejor compensación a sus grandes sacrificios que saber que su intervención no ha sido olvidada. Esos rudos pero nobles indígenas eran los siguientes:
Mallcus: Avelino Siñani; Pedro Rojas; Belisario Cosme; Mariano Huanca.
Jilacatas: Carmelo Miranda; Benito Churqui; Marcelino Quispe; Mariano Apaza.
Comisarios: Carlos Choque; Melchor Apaza; Máximo Apaza; Juan de Dios Huanca; Anselmo Ramos; Juan Quispe; Marcelino Quispe; Lino Rojas; Antonio Poma.
Quisiera disponer de espacio para describir cada una de estas personalidades, de múltiples facetas y distintos caracteres; pero creo que esa misión le está reservada, si no a un historiador, por lo menos a un novelista en cuya prosa se ponga en claro multitud de aspectos que la fría descripción no puede abarcar.
Continuará...
Fuente: Elizardo Pérez, "Warisata - La Escuela Ayllu", Editorial Burillo, La Paz - Bolivia, 1962.
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