Muy aparte de los intentos tecnológicos para hacer posible el uso del celular como herramienta financiera el ingenio criollo ya lo hace desde antes.
Si bien la escolarización de la niñez a nivel mundial va tardando siglos con penosos avances, igual que la denominada “bancarización” para hacer posible el acceso de opciones financieras a los sectores tradicionalmente marginados, en especial en los países y regiones con menos desarrollo; al contrario, la “celularización” mundial es exitosa y explosiva. En algunos países, incluso, hay más celulares que habitantes, lo cual no significa que absolutamente todos los tengan, sino que se va por ese rumbo, incluyendo que miles de personas tienen más de uno (para la casa, para el negocio, para el trabajo, etc.).
Entre bancos y teléfonos (también computadoras e Internet) se está profundizando una alianza, mejor una revolución tecnológica sin precedentes. Desde hace algunos años se pueden hacer operaciones bancarias por teléfono, incluyendo el celular, aunque sólo entre el cliente o dueño de una cuenta y el banco.
Lo que ahora se intenta es hacer transacciones mucho más directas entre personas, incluso sin bancos de por medio. PayPal es uno de los logros más cercanos a este ideal, Google también ensayó con Google Wallet, pero, como quien dice, las cosas están “por ahí no más”…
A ver…
En varios lugares del mundo y sectores de la sociedad ya se usa el celular como billetera o caja de cobranzas. Es resultado del ingenio o aplicación tecnológica criolla. Cómo? Fácil.
En casi todos los países (lo de casi es por las dudas) se ofrecen servicios de telefonía celular post-pago y pre-pago. El post-pago consiste en una tarifa fija con derecho a un cierto tiempo de comunicación saliente (llamadas que uno haga), mientras que el pre-pago es un crédito que se compra por adelantado para un cierto tiempo de llamadas por hacer.
Lo distintivo del pre-pago es que el saldo o crédito de un celular se puede transferir a otro; por ejemplo, el hijo le puede pedir al padre que le pase “un poquito de crédito” para llamar a sus amiguitos, o que el enamorado le obsequie a su novia “unos minutitos de celu” para que ésta no tenga pretexto de desentenderse en ausencia…
Este mecanismo se conoce con muchos nombres: transfusión, chisguete, “dame saldo”, etc., según el folklore que las empresas o la misma gente lo bautiza en los diferentes países; y casi todas las empresas lo habilitan para estimular el consumo del servicio, y la lealtad de sus abonados.
¿Y si este fuera un mecanismo para hacer pagos pequeños?
La idea no es mala, y de hecho mucha gente lo hace, al menos los adolescentes y jovenzuelos…
Si un deudorcillo quiere saldar una cuenta con su compañero de colegio, de esas que se contraen en los recreos o frente al kiosoko de golosinas, y no tiene efectivo, puede hacerlo en “crédito telefónico”. Total, al fin y al cabo es dinero también, que el acreedor lo usará en algún momento, más aun considerando que los jóvenes usan celular para hablar o intercambiar SMSs hasta con sus amigos que viven en el departamento de enfrente.
(Al mal deudor, aunque sea en piedras…!)
Lo bueno es que nuestro celular ni siquiera tiene que ser inteligente ni mucho menos, basta y sobra con que pueda hacer y recibir llamadas y SMSs…!
Pero hay más…
Siempre que sea en montos pequeños, y sumas fijas (1, 2, 5, 10 pesos por ejemplo), se pueden hacer mini-pagos de un celular a otro, en forma de transferencia de crédito, claro, previo acuerdo, en que la conversación o intercambio de SMSs pueden considerarse “cargos” o costo de la operación. Y ya está: el concepto y operatividad del sistema funcionan, mientras las empresas telefónicas lo permitan…, pero además estas empresas no se perjudican en nada, ya que cuanto más crédito telefónico vendan, mejor para ellas, el consumo está garantizado, más temprano que tarde, por cierto… Más bien saldrían ganando…!
Síntesis: de modo algo similar a PayPal, pero sin ninguna empresa ni portal ni intermediario, una persona puede transferir, girar a otra sumas moderadas de dinero: si quiere enviar, por ejemplo, 37 pesos (o dólares, o lo que sea), luego de acordarlo previa y rápidamente, puede hacer tres transferencias de 10, una de 5 y otra de 2. Sólo es cuestión de conocer y manejar bien el protocolo de “pasar” crédito de un celular a otro.
Pero si no se quiere complicarse, hay un modo más fácil todavía: se aproxima a cualquier puesto callejero de carga, o recarga de crédito para celular, y solicitar una de 37 pesos para el teléfono destinatario.
Dinero real o no, el destinatario cuenta con una disponibilidad a su cargo, que lo puede usar consumiendo el servicio o, si se avispa un poco más, monetizándolo al vender ese crédito a quien lo necesite, usando el mismo procedimiento.
Posiblemente este artículo no refiere ninguna novedad, pero ratifica que esta “tecnología criolla” de hacer transacciones tiene sentido, tanto así que cada vez más adolescentes y jóvenes la usan en todas partes del mundo en que los servicios de telefonía celular lo hacen posible. Todo un mundillo micro-micro-financiero…
Qué tal, metal?
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