Hay personas que pueden enamorarse con la misma facilidad que se cambian de vestuario y les puede ocurrir a cualquier edad pero generalmente en la adolescencia y la juventud.
There are people that can fall in love with the same easiness that they are changed wardrobe and it can happen to any age but generally in the adolescence and the youth.
Acaban de conocer a alguien que les atrae y ya se sienten locamente enamoradas o enamorados. Sin embargo, ese fuego que se enciende con rapidez, se acaba también en una exhalación. ¿Quiénes son esas grandes enamoradas o enamorados que encadenan, incansables, flechazos y decepciones uno tras otro?
Para los enamoradizos, la pasión es lo primero, y sin ella el amor no tiene sentido. Por eso, sus relaciones comienzan siempre por flechazos, por amor a primera vista, por “química”. Enrique García Huete, profesor de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y director de Quality Psicólogos, explica que el enamoramiento de estas personas “está muy basado en el atractivo físico, donde los pensamientos están muy fijados en lo erótico, con alteraciones de pensamiento hacia lo positivo, minusvalorando lo negativo. Es un estilo amatorio muy intenso en cuanto a las emociones, pero el más breve de duración en el tiempo”.
BUSCADORES DE SENSACIONES.
Hay muchos factores que impulsan el comportamiento de los enamoradizos, pero el más determinante es la necesidad de buscar nuevas sensaciones. García Huete las define como personas extrovertidas, que necesitan de estímulos externos constantes para mantener su equilibrio. “Suelen establecer relaciones pasionales, pero breves, superficiales, de vivir el momento no haciendo muchos planes de futuro. La relación se mantiene mientras dura la pasión, por lo que son relaciones poco estables y sin compromisos de futuro”, añade.
A través de esta imparable búsqueda de emociones, aspiran a vivir en un estado de enamoramiento constante, en el que nada resquebraje su mundo idealizado. Para conseguirlo, es imprescindible innovar la pareja tan pronto como la llama cegadora empieza a desvanecerse. O tan pronto como ese ser perfecto comienza a dar signos de ser tan real como sus emergentes defectos, llega el momento del reemplazo. Es una forma de ponerse a salvo de rupturas demasiado conflictivas y de sentirse siempre amado y admirado por el otro. “Estas personas -matiza el psicólogo- tienden a buscar parejas similares a ellas, efusivas, que vivan el momento, ya que si no es difícil que se llegue a estructurar en una pareja. Por lo tanto, también suelen sentirse atraídos por personas a su vez enamoradizas”.
FRUSTRADOS POR LA INESTABILIDAD.
Detrás de esta actitud se esconde un miedo al compromiso y a enfrentarse con una realidad que nunca es tan idílica como ellos esperan. El problema surge cuando, partiendo de un amor fundado en la pasión, los enamoradizos sueñan con crear relaciones duraderas y estables, porque difícilmente lo consiguen. Y comprobar que si sus intentos fracasan una y otra vez puede llevarles a la frustración, como señala García Huete: “Los riesgos son los de tener una relación poco estable, superficial, en la que lo importante es disfrutar el momento, pero a la vez insegura, ya que puede volverse a enamorar fácilmente de otra persona.”
Por eso llega un momento en que el enamoradizo puede sentir la necesidad de modificar su conducta: “Cuando ve que no consolida relaciones, que se crea problemas por tener que elegir entre varias parejas, es cuando puede empezar a entrever que ese estilo de funcionamiento no le es útil”, concluye el especialista Enrique García Huete.
EL AMOR, ENTRE LO PSICOLÓGICO Y LO BIOQUÍMICO
Un fogonazo de adrenalina u hormonas es lo que experimenta una persona cuando se enfrenta a alguien que le produce atracción: cada palabra que sale de su boca parece ser la correcta y sus gustos son impecables. Esta ráfaga de impulsos es lo que comúnmente podemos calificar como amor a primera vista.
Sin embargo, psicólogos británicos han echado por tierra la romántica noción de un amor violento y afirman que este sentimiento tarda alrededor de un año de larga y estable relación para surgir en gloria y majestad.
El sondeo fue liderado por el psicólogo Jeff Garvin, de la U. de Bath, en el Reino Unido, y consistió en el seguimiento a 147 parejas que se conocieron a través del website de citas en Internet Match.com. De aquellas que alcanzaron en promedio 12 meses de compromiso, el 61% dijo que estaba experimentando un profundo amor hacia su pareja caracterizado por la sensación de intimidad, confianza, entrega, y pasión.
Una serie de estudios demostraron que, en un primer momento, lo que sucede en el cerebro de una persona que experimenta fuerte atracción se aleja de la percepción que se tiene del amor: según estudios hechos por la antropóloga Helen Fisher, de la U. de Rutgers, en EE.UU., y por Arthur Aron, de la U. Estatal de Nueva York, los niveles de serotonina bajan, los de dopamina suben y se activan las mismas zonas del cerebro que trabajan cuando se consume alguna droga, como la cocaína. Esto explica la intensidad y pasión física que se suele experimentar.
En cambio, el amor romántico se asocia más con otras sustancias. Cuando esta locura amaina y se entra en la etapa de una relación estable, intervienen la vasopresina, relacionada con los sentimientos de posesión, y la oxitocina, que produce apego hacia el otro.
Esa sensación de protección y seguridad es la que las parejas en el sondeo británico identificaron como amor verdadero. La oxitocina tiene efectos mayores: es responsable del apego amoroso, pero también se comprobó que reduce el apetito sexual y aumenta el romanticismo.
Finalmente, en la etapa de apego de largo plazo, los sistemas que se encontraban exaltados tienden a normalizarse. Sin embargo, se mantiene la sensación de intimidad que surge entre las dos personas. La relación, no obstante, se caracteriza por la calma, por la sensación de estar trabajando juntos por un proyecto conjunto.
La oxitocina y las hormonas del apego siguen siendo las preponderantes, ya que las personas buscan proteger lo construido. Pero ¿hay pasión?: para Fisher, puede haberla, pero todo depende del grado de libertad y experimentación que se permitan las parejas, que renueve sus sensaciones.
Para el psicólogo británico Jeff Garvin, en un primer momento las parejas podían sentirse muy atraídas, pero diferenciaban claramente qué sentían: se trataba de atracción, pero con bajos niveles de pasión, y casi nada de sensación de entrega e intimidad.
En un segundo momento, el 61% las parejas que seguían juntas por 12 meses dijo que sentían altos índices de pasión, además de mucha entrega e intimidad.
Un grupo de parejas que llegó al 16% no desarrolló, en tanto, lo que los expertos definían como amor: sentían algo similar al cariño fraterno, es decir, apego e intimidad, pero muy poca pasión.
Para Garvin, las parejas que sentían amor también construyeron un círculo virtuoso: se sentían satisfechos por ser capaces de mantener la relación y la consideraban clave para su estabilidad y éxito en la vida. Por lo mismo, tendían a cuidar el vínculo generado.
Y así, por si hubiera faltado, la bioquímica mete su “cuchara” en este plato intrigante que nos involucra a todos: el amor…
Fuente: Maribel S. Illescas. Psicóloga peruana.
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