jueves, 16 de junio de 2011

Composición del esqueleto

Fuente: “Enciclopedia Popular”. Editores Asociados S. A. Buenos Aires. Abril. 1992.

La construcción de una casa o edificio requiere primeramente una estructura, que luego se recubrirá con ladrillos, cemento, bloques, etc. La estructura o armazón del cuerpo humano se llama esqueleto y se compone de 208 distintos huesos vivos, llenos de pequeñas células que no cesan de construirlos y de renovarlos.
Las juntas de unión de los huesos se llama articulaciones. Continuando con nuestra analogía con una casa, tenemos los goznes parecidos a los de una puerta, porque así se llaman las articulaciones del codo y de la rodilla, porque el brazo y la rodilla se mueven sobre ella como una puerta sobre sus goznes.
La del hombro y la de la cadera se llaman articulaciones de bola, porque el húmero y el fémur forman en ellas un círculo casi perfecto. Las grandes articulaciones están protegidas por una sustancia espesa y lisa llamada cartílago, que la rodean completamente de modo que nada pueda penetrar en ellas.
En el interior de los ligamentos hay una materia viscosa o fluido articular que lubrica la articulación y la conserva lisa.
El cráneo está formado por 8 huesos llanos unidos que forman una gran cavidad ocupada por el cerebro. Estos huesos protegen y circundan las pequeñas y sensibles células cerebrales.
Todos hemos observado el punto blando que tiene en su cima la cabeza de un niño. Es parte del espacio reservado para que se completen estos huesos y se llama fontanela, o sea “pequeña fuente”. Pasados algunos meses el hueso crece y llenado este espacio, desapareciendo el punto blando. A los 7 u 8 años los huesos del cráneo están perfectamente unidos.
En la base del cráneo hay muchas aberturas para el paso de los vasos sanguíneos y de varios pares de nervios cerebrales.
En la cara y la nariz hay 14 huesos irregulares que dan forma al rostro y están ligados a ellos los músculos que mueven la cara y mandíbula inferior: los cigomáticos (mayor y menor), el masetero, etcétera.
Veamos ahora la oreja: se encuentran en ella 3 pequeños huesos: el martillo, el yunque y el estribo, que en conjunto resultan 6 huesos más del cráneo.
Los dientes son también huesos, los más duros del cuerpo, y hay 32.
Uno de los huesos más interesantes del cuerpo se llama la espina dorsal. Pero debemos aclarar que no es un simple hueso, sino que lo forman 24 pequeños huesos llamados vértebras. Vértebra es una palabra de origen latino y significa: girar.
Cada vértebra tiene en medio un gran agujero redondo y todas ellas están separadas unas de otras por pequeñas almohadillas en forma de anillos de cartílagos y se hallan ensartadas a manera de grandes cuentas en la línea principal del sistema nervioso, o sea la médula espinal. De esta manera forma un fuerte y perfecto canal cerrado para la médula, a la que protegen por completo, permitiéndole encorvarse en todas direcciones.
Uno de los ejemplos más perfectos de la ductilidad de la columna vertebral pudimos comprobarlo con las asombrosas demostraciones gimnásticas de Nadia Komaneska y otras estrellas deportivas, que llevaron al cuerpo humano a un grado tal de plasticidad y belleza, convirtiéndolo en una obra de arte.
Las vértebras y la médula espinal constituyen la columna vertebral que descansa sobre el hueso sacro, situado entre los huesos de la cadera, en forma de cuña.
Debajo del sacro hay una pequeña cadena de huesos llamada coxis.
Sobre la primera vértebra, llamada atlas, descansa el cráneo, atlas se sostiene sobre la segunda vértebra, llamada eje, de tal manera colocada que se mueve libremente en todas direcciones.
Si todos los huesos de la cara fuesen macizos, la cabeza sería en extremo pesada. Pero los huesos tienen muchas cavidades de aire.
Los huesos del niño pequeño contienen más materia orgánica que mineral y por esta razón son flexibles y difíciles de romper, de modo que rara vez se quiebran en una caída. Hay tanta materia cartilaginosa que les da suma elasticidad y rebotan como una pelota de goma. No ocurre lo mismo con los huesos del anciano. Se rompe fácilmente porque la sangre ha arrastrado la materia orgánica dejando sólo la materia mineral que no le dan gran resistencia a los huesos.
Los huesos que se rompen en el cuerpo del niño se sueldan en brevísimo tiempo.
Millones de células vivientes trabajan en los huesos. No solamente construyen el armazón de la estructura, sino que son en el cuerpo las más importantes trabajadoras de la sangre, pues en el tuétano existen innumerables células vivientes que convierten el alimento y las bebidas en sangre para la corriente sanguínea. Son batallones de pequeñas fabricantes del precioso elemento vital, ocultas en sus seguros huecos, como si estuvieran protegidas por sólidas paredes, y allí cumplen su misión de hacer circular la corriente vital por toda la estructura viviente.

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