Autora: Mª Luz Mangado Alonso.
Fuente: Revista de Arqueología, Zugarto Ediciones. Madrid. Noviembre. 1991.
EI Museo Egipcio de Turín nació en 1824, siendo su sede el Palazzo dellAccademia delle Scienze. El Palazzo ya albergaba una pequeña colección de piezas egipcias, griegas y romanas. A estas piezas se sumaron en 1760 otros 300 objetos recogidos en Egipto por Vitaliano Donati, profesor del Ateneo torinés, por encargo del Rey Carlos Emanuel: destaca una estatua de la diosa Sejmet y otra de Rameses II.
Después de las campañas de Napoleón al País del Nilo, se presenta a la capital del piamonte la posibilidad de adquirir la colección conseguida por el Cónsul francés en Egipto, Bernardino Drovetti, piamontés de la localidad de Barbania. Será en 1824 cuando se consigue por una fuerte cantidad de dinero obtener 5.268 piezas que se expondrán permanentemente en el Palazzo dellAccademia delle Scienze. El rey hizo readaptar el edificio del siglo XVIII al arquitecto Talucchi para albergar la nueva colección.
Champollión, que dos años antes había descifrado la Piedra Rosetta, va a Turín y en unos pocos meses de trabajo realiza el primer catálogo del Museo.
Los papiros de la colección Drovetti constituyen el mayor conjunto de documentos escritos sobre Egipto. Muchos son ejemplares del “Libro de los Muertos”: son largas secuencias de fórmulas rituales que se depositaban en los sepulcros para ayudar al difunto a superar las dificultades del Más Allá. Se encuentra también una lista de los reyes desde los orígenes del 3.000 a. C. hasta el 1.600 aproximadamente: es el papiro conocido con el nombre de Papiro regio o Papiro de Turín.
Otro documento se refiere a un proceso de conspiración contra Rameses III.
Una planta de la zona aurífera del Wadi Hammamat, con más de 3.000 años, es el documento geográfico y minero conocido.
Drovetti no recogió solamente aquellos testimonios de mayor valor histórico y artístico, sino que también eligió elementos que permitieran conocer y reconstruir la vida cotidiana de la civilización egipcia. Numerosos objetos que el difunto había empleado en su vida en las orillas del Nilo: estatuas, estelas, nos dan un preciso conocimiento de la realidad de milenios pasados.
La colección cuenta con decenas de sarcófagos, momias (hoy el Museo dispone de un centenar, el resto están en el Museo Antropológico) y animales sagrados embalsamados, símbolo de una religiosidad popular al que se le atribuía poderes mágicos o encarnaciones de divinidades.
En 1894, Ernesto Schiaparelli es nombrado director del Museo, insigne egiptólogo, que estudió en Francia y durante 14 años llevó la dirección del Museo Egipcio de Florencia. Ahora se abre una nueva etapa en la historia del Museo.
Entre 1903 y 1920, la Misión Arqueológica Italiana, fundada y dirigida por Schaparelli, trabaja en más de 10 localidades egipcias. Deir el Medina, en la zona de Tebas y Gelbelein, al sur de Luqsor son los yacimientos que dan los frutos mayores. En esta ocasión no es simplemente la recolección de una serie de piezas, sino la excavación sistemática que permite la reconstrucción de la Historia de Egipto. El Museo se enriquece ahora de conjuntos unitarios. Entre éstas está la tumba de Kha, datada en 1400 a. C. y proveniente de Deir el Medina, pueblo de trabajadores y artesanos dedicados a la construcción de las necrópolis del Valle de los Reyes y del Valle de las Reinas. Kha era un arquitecto del faraón. En otro sarcófago de la misma tumba reposaba su mujer Merit, la amada.
En 1906, los arqueólogos descubren el tesoro de la tumba intacto, que se encontraba junto a los sarcófagos. Hoy se encuentra expuesto en una parte del Museo. El arquitecto Kha, representado en la estatua funeraria del ritual, se apoyaba sobre una elegante silla y llevaba al cuello una guirnalda de flores, la misma que en el momento del entierro. En la tumba se encontraban objetos de todo tipo: camas con sábanas, cubiertas, apoya cabezas, vasos, recipientes llenos de comida, platos con verdura y fruta, panes, ánforas de vino; instrumentos del trabajo de Kha: el cubo de oro, regalo del faraón, una regla; la peluca de Merit, la caja de aseo con los vasos de perfume, en alabastro y vidrio azul. La ropa interior de ambos esposos se ha conservado en una serie de pequeños muebles, siendo éstos los más antiguos conservados hasta nuestros días.
En 1911, Schiaparelli entra en otra tumba intacta, esta vez en el Gebelein: junto a tres sarcófagos y una estancia llena de telas de lino, vasos, cajas de ropa, panes y pequeños modelos de barcas. Esta tumba está también reconstruida en el Museo, con una característica particular, que los tres difuntos son anónimos.
De Gebelein proviene la tumba del sacerdote y gobernador Ini, que vivió hace 4.000 años. El material encontrado es un importante testimonio del Imperio Medio. Schiaparelli encuentra el sarcófago, dos modelos de barcas de madera, 40 vasos, 300 sacos de grano y un pequeño modelo de granero. El material está expuesto de forma no unitaria en la última sala del Museo.
El descubrimiento más importante de la misión de 1911 fue el descubrimiento de una serie de pinturas murales de la tumba de Iti. Expresan escenas de funerales, sacrificios rituales y actividades agrícolas.
Otra página sugestiva de pintura, que se expone en una pequeña estancia del Museo. Provienen de la capilla de Maya, pintor que vivió en Deir el Medina hace 3.500 años. Las escenas representan a las barcas que a lo largo del Nilo llevan al difunto a su eterna destinación: la que los egipcios llamaban El Occidente.
Cuando en 1928 muere Schiaparelli, el material egipcio del Museo se ha triplicado respecto a la antigua colección Drovetti, llegando a cerca de 17.000 piezas. Solamente los vasos se cuentan a miles y constituyen uno de los elementos más interesantes de la cultura material del Antiguo Egipto.
Uno de los problemas con los que se tienen que enfrentar es el del espacio. En 1880 se construyó un bajo en el edificio llamado “la Manica Nuova”, que permitió dar un respiro al Museo. En 1913 la mencionada parte se subdividía en dos pisos que acogen la colección Schiaparelli.
En 1930, Giulio Farina, continuador de las excavaciones de la Misión Arqueológica Italiana en Egipto realiza un gran descubrimiento en Gebelein: una tumba prehistórica, una tela pintada de 5.500 años, siendo ésta la más antigua del mundo. Reconstruida en lo que ha sido posible, el tejido deja entrever barcas con remadores, una danza ritual y una escena de caza.
En 1969, el Museo adquirió un templo excavado en la roca de 3.500 años, proveniente de Elesija, en Nubia. Esta zona iba a quedar sumergida bajo las aguas debido a la construcción de la presa de Assuán. Para salvar las riquezas arqueológicas se moviliza medio mundo. Las expediciones italianas fueron 11, dirigidas por Silvio Curto y Sergio Donadoni. La última recuperó el mencionado templo que fue donado por el Gobierno Egipcio a Italia como signo de esfuerzo y reconocimiento por el trabajo realizado. El templo se expone actualmente en una de las salas del ala Schiaparelli.
Los años posteriores, a través de los trabajos realizados por los egiptólogos Ernesto Scamizzi, Silvio Curto y la actual superintentente Anna María Donadoni Roveri, constituye un período de estudio del material que posee el Museo más que de la preocupación de adquirir nuevas piezas.
Actualmente, el Museo posee unas 25.000 piezas. Se ha proyectado la publicación de un estudio minucioso de todo el patrimonio que posee la colección en un total de 44 volúmenes, de los cuales 14 ya han visto la luz. Estos últimos años el Museo ha sido frecuentado por estudiosos de todo el mundo como uno de los máximos puntos de referimiento de la egiptología.
En 1985, la Fundación Sanpaolo prevé la reestructuración del Museo invirtiendo una gran cantidad de dinero. A partir de 1988 superando numerosos trámites burocráticos, la Fundación, en colaboración con la Oficina de Proyectos del Ministerio para Bienes Culturales, la Superintendencia de Bienes Ambientales del Piamonte y la Superintendencia Egiptológica se realizan los trabajos de limpieza de la fachada del Palacio que alberga la colección. El interior se ha reformado también totalmente, en particular el Ala Schiaparelli. Se han realizado 5 plantas, 2 subterráneas y 3 sobre el nivel del suelo: las primeras están destinadas al material expositivo, otra está destinada a albergar el templo de Elesija y la biblioteca del Museo. En las dos últimas se encuentran la dirección del Museo, el laboratorio de restauración y fotográfico y las oficinas de trabajo. La reestructuración se concluyó en agosto de 1990.
Actualmente, el Museo Egipcio de Turín, tras su reestructuración, está a la altura de los grandes museos del mundo, tal y como hemos podido comprobar estudiosos de la egiptología de todo el mundo que nos hemos reunido en Turín en el Sexto Congreso Internacional de Egiptología celebrado entre el 1 y el 8 de septiembre (1991).
Sirva desde aquí mi particular agradecimiento por la acogida de esta ciudad y el esfuerzo realizado a la organización y en particular a la familia Donadoni por las facilidades prestadas.
Fuente: Revista de Arqueología, Zugarto Ediciones. Madrid. Noviembre. 1991.
EI Museo Egipcio de Turín nació en 1824, siendo su sede el Palazzo dellAccademia delle Scienze. El Palazzo ya albergaba una pequeña colección de piezas egipcias, griegas y romanas. A estas piezas se sumaron en 1760 otros 300 objetos recogidos en Egipto por Vitaliano Donati, profesor del Ateneo torinés, por encargo del Rey Carlos Emanuel: destaca una estatua de la diosa Sejmet y otra de Rameses II.
Después de las campañas de Napoleón al País del Nilo, se presenta a la capital del piamonte la posibilidad de adquirir la colección conseguida por el Cónsul francés en Egipto, Bernardino Drovetti, piamontés de la localidad de Barbania. Será en 1824 cuando se consigue por una fuerte cantidad de dinero obtener 5.268 piezas que se expondrán permanentemente en el Palazzo dellAccademia delle Scienze. El rey hizo readaptar el edificio del siglo XVIII al arquitecto Talucchi para albergar la nueva colección.
Champollión, que dos años antes había descifrado la Piedra Rosetta, va a Turín y en unos pocos meses de trabajo realiza el primer catálogo del Museo.
Los papiros de la colección Drovetti constituyen el mayor conjunto de documentos escritos sobre Egipto. Muchos son ejemplares del “Libro de los Muertos”: son largas secuencias de fórmulas rituales que se depositaban en los sepulcros para ayudar al difunto a superar las dificultades del Más Allá. Se encuentra también una lista de los reyes desde los orígenes del 3.000 a. C. hasta el 1.600 aproximadamente: es el papiro conocido con el nombre de Papiro regio o Papiro de Turín.
Otro documento se refiere a un proceso de conspiración contra Rameses III.
Una planta de la zona aurífera del Wadi Hammamat, con más de 3.000 años, es el documento geográfico y minero conocido.
Drovetti no recogió solamente aquellos testimonios de mayor valor histórico y artístico, sino que también eligió elementos que permitieran conocer y reconstruir la vida cotidiana de la civilización egipcia. Numerosos objetos que el difunto había empleado en su vida en las orillas del Nilo: estatuas, estelas, nos dan un preciso conocimiento de la realidad de milenios pasados.
La colección cuenta con decenas de sarcófagos, momias (hoy el Museo dispone de un centenar, el resto están en el Museo Antropológico) y animales sagrados embalsamados, símbolo de una religiosidad popular al que se le atribuía poderes mágicos o encarnaciones de divinidades.
En 1894, Ernesto Schiaparelli es nombrado director del Museo, insigne egiptólogo, que estudió en Francia y durante 14 años llevó la dirección del Museo Egipcio de Florencia. Ahora se abre una nueva etapa en la historia del Museo.
Entre 1903 y 1920, la Misión Arqueológica Italiana, fundada y dirigida por Schaparelli, trabaja en más de 10 localidades egipcias. Deir el Medina, en la zona de Tebas y Gelbelein, al sur de Luqsor son los yacimientos que dan los frutos mayores. En esta ocasión no es simplemente la recolección de una serie de piezas, sino la excavación sistemática que permite la reconstrucción de la Historia de Egipto. El Museo se enriquece ahora de conjuntos unitarios. Entre éstas está la tumba de Kha, datada en 1400 a. C. y proveniente de Deir el Medina, pueblo de trabajadores y artesanos dedicados a la construcción de las necrópolis del Valle de los Reyes y del Valle de las Reinas. Kha era un arquitecto del faraón. En otro sarcófago de la misma tumba reposaba su mujer Merit, la amada.
En 1906, los arqueólogos descubren el tesoro de la tumba intacto, que se encontraba junto a los sarcófagos. Hoy se encuentra expuesto en una parte del Museo. El arquitecto Kha, representado en la estatua funeraria del ritual, se apoyaba sobre una elegante silla y llevaba al cuello una guirnalda de flores, la misma que en el momento del entierro. En la tumba se encontraban objetos de todo tipo: camas con sábanas, cubiertas, apoya cabezas, vasos, recipientes llenos de comida, platos con verdura y fruta, panes, ánforas de vino; instrumentos del trabajo de Kha: el cubo de oro, regalo del faraón, una regla; la peluca de Merit, la caja de aseo con los vasos de perfume, en alabastro y vidrio azul. La ropa interior de ambos esposos se ha conservado en una serie de pequeños muebles, siendo éstos los más antiguos conservados hasta nuestros días.
En 1911, Schiaparelli entra en otra tumba intacta, esta vez en el Gebelein: junto a tres sarcófagos y una estancia llena de telas de lino, vasos, cajas de ropa, panes y pequeños modelos de barcas. Esta tumba está también reconstruida en el Museo, con una característica particular, que los tres difuntos son anónimos.
De Gebelein proviene la tumba del sacerdote y gobernador Ini, que vivió hace 4.000 años. El material encontrado es un importante testimonio del Imperio Medio. Schiaparelli encuentra el sarcófago, dos modelos de barcas de madera, 40 vasos, 300 sacos de grano y un pequeño modelo de granero. El material está expuesto de forma no unitaria en la última sala del Museo.
El descubrimiento más importante de la misión de 1911 fue el descubrimiento de una serie de pinturas murales de la tumba de Iti. Expresan escenas de funerales, sacrificios rituales y actividades agrícolas.
Otra página sugestiva de pintura, que se expone en una pequeña estancia del Museo. Provienen de la capilla de Maya, pintor que vivió en Deir el Medina hace 3.500 años. Las escenas representan a las barcas que a lo largo del Nilo llevan al difunto a su eterna destinación: la que los egipcios llamaban El Occidente.
Cuando en 1928 muere Schiaparelli, el material egipcio del Museo se ha triplicado respecto a la antigua colección Drovetti, llegando a cerca de 17.000 piezas. Solamente los vasos se cuentan a miles y constituyen uno de los elementos más interesantes de la cultura material del Antiguo Egipto.
Uno de los problemas con los que se tienen que enfrentar es el del espacio. En 1880 se construyó un bajo en el edificio llamado “la Manica Nuova”, que permitió dar un respiro al Museo. En 1913 la mencionada parte se subdividía en dos pisos que acogen la colección Schiaparelli.
En 1930, Giulio Farina, continuador de las excavaciones de la Misión Arqueológica Italiana en Egipto realiza un gran descubrimiento en Gebelein: una tumba prehistórica, una tela pintada de 5.500 años, siendo ésta la más antigua del mundo. Reconstruida en lo que ha sido posible, el tejido deja entrever barcas con remadores, una danza ritual y una escena de caza.
En 1969, el Museo adquirió un templo excavado en la roca de 3.500 años, proveniente de Elesija, en Nubia. Esta zona iba a quedar sumergida bajo las aguas debido a la construcción de la presa de Assuán. Para salvar las riquezas arqueológicas se moviliza medio mundo. Las expediciones italianas fueron 11, dirigidas por Silvio Curto y Sergio Donadoni. La última recuperó el mencionado templo que fue donado por el Gobierno Egipcio a Italia como signo de esfuerzo y reconocimiento por el trabajo realizado. El templo se expone actualmente en una de las salas del ala Schiaparelli.
Los años posteriores, a través de los trabajos realizados por los egiptólogos Ernesto Scamizzi, Silvio Curto y la actual superintentente Anna María Donadoni Roveri, constituye un período de estudio del material que posee el Museo más que de la preocupación de adquirir nuevas piezas.
Actualmente, el Museo posee unas 25.000 piezas. Se ha proyectado la publicación de un estudio minucioso de todo el patrimonio que posee la colección en un total de 44 volúmenes, de los cuales 14 ya han visto la luz. Estos últimos años el Museo ha sido frecuentado por estudiosos de todo el mundo como uno de los máximos puntos de referimiento de la egiptología.
En 1985, la Fundación Sanpaolo prevé la reestructuración del Museo invirtiendo una gran cantidad de dinero. A partir de 1988 superando numerosos trámites burocráticos, la Fundación, en colaboración con la Oficina de Proyectos del Ministerio para Bienes Culturales, la Superintendencia de Bienes Ambientales del Piamonte y la Superintendencia Egiptológica se realizan los trabajos de limpieza de la fachada del Palacio que alberga la colección. El interior se ha reformado también totalmente, en particular el Ala Schiaparelli. Se han realizado 5 plantas, 2 subterráneas y 3 sobre el nivel del suelo: las primeras están destinadas al material expositivo, otra está destinada a albergar el templo de Elesija y la biblioteca del Museo. En las dos últimas se encuentran la dirección del Museo, el laboratorio de restauración y fotográfico y las oficinas de trabajo. La reestructuración se concluyó en agosto de 1990.
Actualmente, el Museo Egipcio de Turín, tras su reestructuración, está a la altura de los grandes museos del mundo, tal y como hemos podido comprobar estudiosos de la egiptología de todo el mundo que nos hemos reunido en Turín en el Sexto Congreso Internacional de Egiptología celebrado entre el 1 y el 8 de septiembre (1991).
Sirva desde aquí mi particular agradecimiento por la acogida de esta ciudad y el esfuerzo realizado a la organización y en particular a la familia Donadoni por las facilidades prestadas.
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