jueves, 16 de junio de 2011

Salvemos al panda

Fuente: “Enciclopedia Popular”. Editores Asociados S. A. Buenos Aires. Abril. 1992.

Hay sólo setecientos y son exterminados a diario. El panda está en extinción. Muere debido a que su hábitat natural es devastado por la mano del hombre y, además, a causa de los cazadores furtivos que lo masacran para obtener su piel. Científicos chinos y zoólogos de todo el mundo han vuelto a alzar su voz para frenar la desaparición de la especie.
Actualmente los pandas viven en libertad en la mayor reserva natural de la China: Wolong. Allí crecen varias especies de bambú, su alimento preferido, y están a salvo de los cazadores furtivos.
Mullidos, torpes y juguetones, los pandas representan hoy uno de los pocos símbolos que la naturaleza que atentan contra la indiferencia humana. Conmueven a los chinos quienes comprendieron que el panda era un tesoro nacional merecedor de ser protegido por las autoridades y también despiertan la atención de los niños y los adultos de todas partes, porque un panda regordete que come ramitas de bambú, más que un animal salvaje, es un mascota entrañable.
Sin embargo, el panda muere. Su hábitat natural ha sido aniquilado paulatina que impiadosamente a causa del crecimiento de la población de la China occidental. El incremento de los asentamientos humanos provocó la deforestación de los bambusales alpinos de la meseta tibetana y así empezó la amenaza de extinción de la especie. Además, los impenetrables bosques y matorrales habían resguardado la vida secreta de los pandas por miles de años, pero a mediados de 1970 una especie de bambú floreció y murió. Y con ella perecieron ciento cincuenta ejemplares de pandas gigantes de inanición –el 10% de la población– momento en que se alzó la voz de alarma. El gobierno chino, entonces, pidió ayuda al World Wildlife Foundation a fin de desarrollar un acelerado programa de conservación de la especie.
Antes de la reducción del territorio de los pandas, algunos ejemplares habían sido trasladados al zoológico de Pekín, de Moscú y otros países de occidente, pero hacia 1963 todos los pandas gigantes viviendo en zoológicos fuera de China habían muerto. Cazadores furtivos, por su parte, empezaron a perseguir a los desorientados animales en libertad para hacerse con su preciada piel.
Ya antiguas crónicas de China registran que un panda estuvo incluido en el tributo de algunos reinados y narraciones imperiales japonesas relatan que en el año 685, el emperador chino mandó de regalo a su par nipón dos osos blancos vivos y setenta pieles de osos blancos y negros. La cacería del panda es tan vieja como el bambú que crecía por doquier en el territorio poblado por los pandas antiguamente: todo el sureste de China y el norte de Birmania, Laos y Vietnam. Los cazadores reaparecieron pero ahora, en la pequeña extensión a que quedó reducida la residencia natural del panda porque la piel de este raro animal sigue siendo sumamente valiosa y constituye un trofeo para quien la posea.
Con todo, actualmente no alcanzan los mil ejemplares y sin embargo, desde el punto de vista evolutivo, sigue siendo uno de los animales más enigmáticos: recién desde hace poco se conoce su genealogía y su reproducción todavía es harto dificultosa.
El panda no ruge ni gruñe: bala, como una oveja. Estos sonidos vocales provenientes de su cabezota con ojeras negras junto a la alimentación y el pulgar oponible y funcional –formación que aparte de los monos antropomorfos sólo posee el panda– conforman el conjunto de singulares características que originó entre los científicos interminables polémicas acerca de los vínculos de parentesco de la especie.
Aún en tiempos en que los pandas vivían tranquilamente recluidos en las montañas rodeadas de bruma y nieve, algunos habitantes de la zona jamás los habían visto. No fue hasta 1869 que se observó y describió al panda gigante por primera vez cuando Armand David, un misionero y naturalista francés residente en China, lo identificó como una especie nueva para la ciencia: el oso blanco y negro. Entretanto, Alphonse Milne Edwards, colega de David y más tarde director del Museo de Historia Natural de París, concluyó que el panda gigante estaba más vinculado a la familia del panda rojo o panda menor –el mapache– que a la de los úrsidos. Así se inició una larga cadena de estudios filogenéticos del animal hasta que por métodos moleculares el investigador norteamericano Stephen O’Brien estableció que el panda gigante es un ursidae –familia de los osos– pero lo bastante lejano como para formar su propia subfamilia: los Ailuropodinae, ubicada entre el oso de anteojos y el panda menor.
Lo cierto es que semeja un oso, pero muchos de sus caracteres tienen muy poco de osuno. Al igual que el panda menor es predominantemente herbívoro y para ello cuenta con dientes grandes, mandíbulas robustas y músculos desarrollados, –herencia de su pasado carnívoro– que le permiten moler el fibroso bambú. Pero el rasgo característico del panda gigante es el pulgar oponible funcional análogo al pulgar de los monos antropomorfos. La diferencia entre el que presentan los primates y el del panda es que éste es una prolongación de un hueso de la muñeca y actúa como un sexto dedo permitiéndole deshojar los tallos de bambú con facilidad. Junto a otros rasgos, el pulgar le ha conferido al panda la capacidad de permanecer erecto durante diez o doce horas al día y comer entre 10 y 18 kilos de bambú por día en un ambiente apacible.
Otro motivo por el cual el panda es un oso atípico no se relaciona directamente con la alimentación. Los osos alpinos hibernan, los pandas no lo hacen debido –creen los científicos– a que la base de su alimentación no aporta la energía suficiente para ello aunque consuman grandes cantidades.

LA VIDA SECRETA DE LOS PANDAS.
Con sus 120 kilos a cuestas, un panda adulto en libertad suele ocupar un área de 25 kilómetros cuadrados y recorrer no más de 4 por día. Es que el panda es un animal solitario que no tiene enemigos naturales y su deambular se debe casi únicamente a la búsqueda de plantas de bambú. Sin embargo, sus costumbres se modifican cuando llega la época de celo. Los acercamientos entre los distintos sexos se producen por medio de señales olfativas y por el canto amoroso del macho, único momento en que puede escucharse su voz con facilidad. Cuando la unión comienza, la hembra adopta una posición pasiva y el macho la monta durante breves minutos, hecho que puede repetirse 48 veces en pocas horas. Después se separan y, por lo general, nunca más vuelven a encontrarse, lo que resulta idéntico en todos los osos.
Al quedar la hembra preñada tarda entre 67 y 163 días en parir junto a un matorral o en el interior de una cueva. Dos es el número de crías que nacen sin pelo. Como las madres no pueden hacerse cargo de ambas, abandonan a una poco después de haberla parido. La otra cría recién se separará de su madre a los 18 meses.
De acuerdo con los estudios realizados, las hembras paren una vez cada dos años por lo que junto a la elevada tasa de mortalidad de los bebés panda, resulta que un ejemplar llega a adulto cada cuatro años, con un alto riesgo de extinción. Por otra parte, su hábitat natural se transforma día a día y ha ido reduciendo el territorio de los pandas en libertad a pequeños núcleos aislados entre sí. Cada uno de ellos se compone de veinte ejemplares, entonces, la posibilidad de unión e intercambio entre ellos es poco factible, por cuanto entre las poblaciones existen carreteras, asentamientos humanos y zonas desoladas.
Actualmente, la cifra aproximada de pandas en libertad es dramática: se calcula que existen unos 700, según un informe realizado por los zoólogos norteamericanos John Mackinnon y Ken Johnson, en base a datos del World Wildlife Foundation. Pero no todo está perdido para la supervivencia de la especie si se logra el intercambio de individuos entre los ejemplares en libertad. Para conseguirlo, Christopher EIliot, máximo responsable del WWF en Asia, sugiere la construcción de puentes en la selva que permitan unir las distintas poblaciones.

WOLONG Y EL PROYECTO PANDA.
En 1975 George Keller, director del centro de investigación y conservación animal de la sociedad zoológica de New York y Ru Jinchu, máxima autoridad china en pandas, comenzaron a perfilar un proyecto para la preservación del panda gigante. Y fue hacia 1980 cuando, auspiciado por la Academia China de las Ciencias y el World Wildlife Foundation, el proyecto empezó a desarrollarse en una de las doce reservas naturales creadas por las autoridades chinas para proteger al panda: Wolong, cuyas montañas son las más antiguas del Himalaya.
Situada en la provincia de Sichuán, la reserva ocupa un área de 3.600 kilómetros cuadrados que se extienden desde los 1.200 a los 6.000 metros de altura y abarca desde el clima subtropical hasta el alpino. El laboratorio cuenta con instrumentos de alta precisión que los científicos emplean, no sólo para proteger el panda sino también al ecosistema donde habita. Con este fin el botánico Julian Campbell se unió al grupo de investigadores encargándose de estudiar la flora del lugar durante varias estaciones.
En Wolong, Keller y Jinchu junto a sus colaboradores, se dedicaron a estudiar la vida de los pandas en su medio natural. Para ello, colocaron en algunos individuos un collar radiotransmisor que les permitía rastrearlos a distancia. Todos los días, los científicos monitoreaban las transmisiones de cinco ejemplares para observar su rutina cotidiana. Al pasar el primer año de trabajo empezaron a ser conocidas las costumbres de los pandas gigantes que fueron reunidas en un libro publicado por los dos científicos. Comprobaron el hecho de que el panda es un animal carnívoro con hábitos vegetarianos y que su sistema digestivo está preparado para extraer el valioso alimento del bambú. La madera de esta planta, en cambio, no forma parte de su dieta pero sí de sus juguetes: a los panda les encanta jugar.
Mientras el “proyecto pandas gigantes” seguía su curso, se implementaron métodos de inseminación artificial en Estados Unidos para lograr la procreación de la especie. Pero fue en vano. Recién en julio de 1981, en la ciudad de México, nació el primer panda procreado en un zoo que sobrevivió fuera de China, sólo colocando en una misma jaula a un macho y una hembra. Los nacimientos de panda en cautiverio allanaron el camino para la preservación de su especie. Sin embargo, George Keller cree que no es posible estar seguros de su supervivencia a no ser que esté a salvo en la selva. “El panda es más que un animal, es un símbolo de nuestro compromiso con el futuro”, afirmó.

PANDAS EN CAUTIVERIO.
El primer panda gigante en cautiverio nació en 1963 en el zoo de Pekín, aunque ya desde ese entonces, no parecía ser la solución al problema de la extinción de la especie. Actualmente, fuera de los límites de China, existen 3 ejemplares en Tokio, 2 en Washington, 2 en Corea del Norte, 5 en México DF, 2 en Madrid, 1 en Londres, 1 en París y 1 en Berlín. Curiosamente, México es el único lugar donde los pandas se reproducen naturalmente. En el resto de los lugares, sólo se logra con métodos artificiales.

LA FAMILIA AILUROPODINAE.
Los estudios filogenéticos del panda realizados por el investigador Stephen J. O’Brien y su equipo de ayudantes del Instituto Nacional Estadounidense del Cáncer y del Parque Zoológico Nacional de Washington, han arrojado por fin una luz acerca de la genealogía de la especie. Después de convalidar sus investigaciones moleculares y dando por buena la estimación de que los antropomorfos africanos y el hombre divergieron hace 35 millones de años, concluyeron que los úrsidos modernos –osos– se habían separado en una familia independiente de los prociónidos modernos –mapaches– hace entre 30 y 50 millones de años. Pasados 10 millones de años de este acontecimiento, los prociónidos se habían dividido en dos, pero el panda gigante, proveniente de los úrsidos se separó en una subfamilia: Ailuropodinae. De sus investigaciones se desprende además que la evolución de las especies se produce gradualmente a través de cambios muy pequeños.

DATA BANK.
A causa de la deforestación de los bosques de bambú –su principal alimento–, los pandas comenzaron a morir.
Además, cazadores furtivos persiguen a los animales para extraer su valiosa piel por lo que el gobierno chino pidió ayuda internacional a fin de preservar la especie.
Actualmente, el número de pandas en libertad no supera los setecientos ejemplares.
Pertenecen a la familia de los osos pero tiene muy poco de osuno: no hibernan, son vegetarianos, balan como una oveja y poseen un pulgar oponible, formación que sólo se encuentra en los pandas, monos antropomorfos aparte.
Wolong es la mayor de las doce reservas naturales existentes en China para preservar a los pandas. Allí se desarrolla desde 1980 el Proyecto pandas gigantes.
Aproximadamente diecisiete ejemplares se encuentran hoy en distintos zoológicos del mundo.

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