Fuente: “Enciclopedia Popular”. Editores Asociados S. A. Buenos Aires. Abril. 1992.
¿QUÉ ES LA PESCA POR SATÉLITE?
Es el resultado de la observación –por parte de los astronautas del trasbordador espacial– de un fenómeno oceánico que nunca antes había podido verse con tanta claridad: inmensos remolinos marinos que, al girar y chocar entre sí, mezclan aguas profundas con superficiales. Se sabe que dichos remolinos están relacionados con el ascenso de agua fría y rica en nutrientes, y el descenso de agua superficial caliente. Este fenómeno tiene repercusión en el océano hasta los 3.000 metros de profundidad.
Mediante la utilización de sensores remotos ubicados en satélites se pudo, entonces, confeccionar mapas coloreados que representaban claramente las características y la ubicación de cada uno de esos remolinos. Estos mapas se confeccionan, incluso, a bordo de los buques.
Los peces prefieren determinados rangos de temperatura para desenvolverse; esto es, alimentarse o simplemente viajar en cardumen. Los investigadores han podido relacionar con exactitud los colores que ven en los mapas satelitarios con la ubicación de cada especie en particular.
Esto ha revolucionado la pesca de los últimos años, ya que permite predecir lo que se va a capturar, y también representa una gran economía en cantidad de embarcaciones y horas de pesca. Se esperan más adelantos –mapas satelitanos que indiquen la concentración de nutrientes, por ejemplo– que aprovechen la información que nos brindan estos observadores privilegiados del planeta.
¿QUÉ ES LA PRESIÓN SANGUÍNEA?
Es la presión que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias durante la circulación. Cuando se mide la presión sanguínea se dan dos valores: el más alto corresponde a la “presión sistólica”, que es la presión arterial cuando el corazón se contrae. El otro número, el más bajo, es la “presión diastólica”, y representa la presión arterial antes de que el corazón realice su próxima contracción.
La presión arterial no es un valor constante. Varía a lo largo del día, y los factores que la modifican son variados. Las situaciones de estrés elevan ambos valores de presión, al contraer los vasos sanguíneos. Esto no es grave, siempre que se vuelva a los valores de relajación. En los pacientes con hipertensión, la presión no baja nunca a valores normales. Incluso durante el sueño, sus cifras son mayores que las de un hombre sano estresado.
Hormonas como la adrenalina, el hábito de fumar e incorporar más sal que la que el organismo requiere, contrae los vasos sanguíneos, aumentando la presión arterial. Durante un tiempo prolongado, el organismo sometido a presión sufre cambios: las paredes de los vasos se hacen más gruesas, dejando menos espacio al flujo sanguíneo. En consecuencia, el corazón debe esforzarse para bombear, con lo cual también aumenta el grosor de sus tabiques. La hipertensión crónica es un serio factor de riesgo de ataques cardíacos, y puede ser fácilmente controlada cuidando la dieta y, llegado el caso, recurriendo a medicación específica que mantiene la presión dentro de valores normales.
¿QUÉ SON LAS VERRUGAS?
Son malformaciones del tejido cutáneo originadas por un virus, el papiloma, cuya información genética induce a las células de la piel a crecer desordenadamente, originando las verrugas. Por ser una afección viral tiene carácter contagioso; pero esto rara vez sucede, ya que el papiloma está ampliamente controlado por el sistema inmunológico de la mayoría de las personas.
Como consecuencia de este origen su aparición es más frecuente a temprana edad, o cuando el sistema inmunológico se halla deprimido por algún motivo. No existe una cura permanente para las verrugas. Se las extirpa mediante técnicas quirúrgicas que incluyen el láser y la criocirugía. Los investigadores centran su atención en el funcionamiento del sistema inmunológico, ya que se ha demostrado que todos los remedios “caseros” para eliminarlas (como frotarse con una moneda o con rodajas de papa) tienen cierto grado de efectividad: obviamente, esto no tiene que ver específicamente con el remedio, sino con el hecho ya comprobado de que el sistema inmunitario de alguien que cree realmente que va a ser curado, genera mejores defensas que el de una persona deprimida, que ya no espera su curación.
¿CÓMO SE CONSTRUYERON LAS PIRÁMIDES?
Casi tan misteriosas como los faraones que descansan en sus entrañas, las pirámides egipcias representan un enigma que todavía no ha podido ser del todo develado. Descartadas las teorías que asociaban su construcción con seres extraterrestres, nadie duda que el esfuerzo humano fue el único dios de estos gigantes de piedra.
Dos mil quinientos años antes de Cristo, el historiador griego Herodoto esbozó una teoría que hoy tiene cada vez más vigencia: sistemas de palanca y rodillos de madera hicieron posible movilizar los bloques de piedra de más de 50 toneladas que configuran el esqueleto de las pirámides. Formando un camino con los rodillos, que iban desde las canteras hasta el lugar donde se erigieron los monumentos, depositaban las rocas sobre los maderos y las empujaban. Luego pasaban por debajo de las enormes piedras los troncos de árbol y (entre muchos) hacían palanca hasta poner el bloque sobre una plataforma. Desde allí se los trasladaba (siempre utilizando el sistema de los rodillos) a los escalones que formaban parte de la pirámide y, posteriormente, a los altares que separan los segmentos de escalones. Así hasta llegar a su punto más alto.
La teoría de Heródoto fue sometida a toda clase de pruebas por parte de los arqueólogos y egiptólogos modernos y siempre salió airosa. Con ella, se echan por tierra las suposiciones que hablaban de rampas como sistema primordial para brindarle a los faraones una tumba digna de su estirpe.
¿CÓMO SE REPRODUCEN LOS VIRUS?
Se sabe que los virus son estructuras muy simples, constituidas por un solo ácido nucleico (ADN o ARN), rodeado por una cápsula de proteínas. Esta organización tan sencilla se debe a que son parásitos “obligados”, o sea, no pueden reproducirse si no parasitan una célula. Cualquier tipo celular –animal o vegetal– puede ser atacado por virus, y cada virus parasita sólo una variedad específica de células.
Los virus pueden hallarse en dos estados: en forma extracelular no presentan ninguna actividad, incluso pueden ser cristalizados y existir en forma latente por años; en este estado se llaman viriones. La otra forma en que se los puede encontrar es dentro de la célula, cuando ya la han infectado.
Una infección viral típica se inicia cuando el virus se fija al exterior de la célula hospedadora por medio de su cápsula proteica. Luego, su material genético es inyectado en la célula, en donde el ADN o ARN infectante toma el control del metabolismo celular: se detiene la síntesis normal de proteínas, se sintetizan réplicas del ácido nucleico del virus y se producen sólo las proteínas que recubren al virus. Una vez formadas todas las piezas en el interior de la célula, se comienzan a armar los nuevos viriones, que terminan destruyendo la célula original y quedan libres para infectar a otras.
No siempre los virus destruyen las células parasitadas. En ocasiones, el ácido nucleico viral se integra al ADN del hospedador. Así, es duplicado y entregado a las células hijas, como una unidad hereditaria más, quedando la infección en un estado de latencia que culmina cuando, frente a un cierto estímulo, se desencadena la infección.
¿CÓMO SE ORIGINAN LAS MAREAS?
El ascenso y descenso rítmico del nivel del mar, que se verifica con un periodo próximo a las 12 ó 24 horas, constituye la marea. Este fenómeno es causado por la atracción que sobre las aguas del mar ejercen la luna y el sol. A pesar de su menor tamaño, la luna ejerce casi tres veces más fuerza generadora de marea que el sol, esto es debido a su proximidad con la Tierra. Esta fuerza no es otra cosa que la atracción gravitatoria de un astro sobre otro.
Cada quince días, coincidentemente con la luna llena o la luna nueva, las pleamares –la máxima altura del mar– y las bajamares –la mínima– se hacen más pronunciadas, por ello se las conoce como “mareas vivas” o de zizigia. Cuando hay luna en cuarto creciente o menguante, se observan las menores variaciones, y se habla de “marea muerta”.
Es usual que se publiquen “Tablas de Marea” en las que se dan las horas y las alturas de las pleamares y bajamares de los llamados puertos principales para todos los días del año. En base a ellas se puede establecer con exactitud la altura que tendrá el mar en cualquier horario, para cualquier sitio. Esta información es de vital utilidad para todas las actividades relacionadas con la navegación.
¿POR QUÉ CANTAMOS MEJOR BAJO LA DUCHA?
Por alguna razón, todos creemos cantar mejor bajo la ducha. Y esto tiene una explicación. Existe un fenómeno llamado “resonancia”, que hace que suene una campana o que una copa se rompa ante determinado sonido, y que es la causa del éxito de “cantar bajo la lluvia”.
El sonido se propaga en ondas de distinta longitud. La frecuencia de un sonido está caracterizada por las distintas longitudes de onda. Así, a una menor longitud de onda es mayor la frecuencia, y viceversa.
En un ámbito de tamaño reducido como el de la ducha, se produce un particular efecto de sonido: existen determinadas longitudes de onda que coinciden con exactitud –técnicamente, que caben en forma entera– con las dimensiones del cuarto de baño. Cuando al cantar se alcanza alguna de estas frecuencias (su número varía), el sonido se amplifica notablemente, como si rebotara en lugar de perderse, aumentando su intensidad varias veces. A esta amplificación se la conoce como “efecto de resonancia”.
Cuando nuestra voz alcanza alguna de las frecuencias resonantes para las medidas de la ducha, se tiene la impresión de que el canto mejora también en calidad. Esto, lamentablemente, no es cierto. Si quien se ducha desafina, gracias a la resonancia seguirá haciéndolo, pero con mayor volumen.
¿POR QUÉ TENEMOS HIPO?
El hipo se produce como resultado de una contracción espasmódica del diafragma, el músculo que facilita la respiración. El espasmo hace que el diafragma baje abruptamente, haciendo que el aire penetre por la boca y la nariz. Para impedirlo, la laringe se contrae, y allí se produce el hipo.
Ese espasmo puede ser causado por el estómago, que puede aumentar su volumen luego de una gran comida, o por “tragar” mucho aire al reírse o comer. El estómago se halla conectado al cerebro mediante el nervio vago, que llega a un lugar conocido como el “centro del hipo”. Aquí estimula a otro nervio, el frénico, que desciende hasta el diafragma, excitándolo y produciendo la contracción.
Todas las recetas caseras para “cortar” el hipo tienen efecto, aunque por distintas causas. Así, respirar dentro de una bolsa de papel aumenta la concentración de anhídrido carbónico en la sangre; cuando el cerebro detecta este incremento, acelera el ritmo respiratorio, con lo cual se corrige el funcionamiento del diafragma. El mismo principio hace que retener el aire también sea un método efectivo. Ingerir una cucharada de azúcar también es un buen sistema, ya que al adherirse a la úgula –la campanilla– y al esófago, éstos envían un mensaje al centro del hipo, y éste se detiene. Un susto también es efectivo: se cree que se debe al aumento súbito de una hormona, la epinefrina, que relaja el sistema respiratorio.
Existen casos de hipo crónico, generalmente asociados a otras enfermedades, que requieren la solución extrema de seccionar el nervio frénico, limitando el movimiento del diafragma.
¿POR QUÉ SE PRODUCEN LOS MORETONES?
Son el recuerdo más duradero de los golpes, y tienen distinta extensión y color según la fuerza del impacto. Los moretones son el resultado de una compresión violenta en el tejido blando que está entre el hueso y otra superficie dura, como el borde de una puerta. Esto hace que, sin romperse la piel, se produzca una hemorragia.
El cambio de color que se ve en los moretones a través de los días se debe a que, aunque el flujo de sangre esté detenido por la herida, el tejido sigue consumiendo oxígeno. De esta manera, la molécula de hemoglobina en el glóbulo rojo se pone oscura al perder oxígeno, cada vez más, y esto hace que el moretón se torne azul y negro.
La aparición de otros colores, como el amarillo y verde, es el resultado de la acción de “células de limpieza” que extraen lo que está muerto y reconstruyen el área para que los vasos funcionen nuevamente. Durante este proceso, la molécula de hemoglobina es literalmente “rota en pedazos”: una parte se recupera y otra convierte en sustancias coloreadas como la viliverdina (verde) y la bilirrubina (amarilla). Dichos colores son los que suceden al azul y negro inicial, y son el resultado de la acción del organismo para restaurar la circulación sanguínea normal, en la zona golpeada.
¿CUÁNDO SE COMPROBÓ LO QUE REALMENTE SON LOS COMETAS?
En 1710, Edmund Halley –apodado “el descubridor de cometas”– demostró que éstos se hallaban sujetos a leyes, y que sus movimientos parecían azarosos porque sus órbitas eran muy alargadas. Antes de los veinte años, Halley ya había centrado su interés en la observación de las estrellas del hemisferio sur; estableciendo en la isla de Santa Elena, África, el primer observatorio astronómico de dicho hemisferio. Esto le permitió publicar una lista de casi 350 estrellas nunca antes observadas.
Muy amigo de Isaac Newton, compartía con él la inquietud acerca de esos cuerpos celestes que aparentemente no respondían a ninguna ley, y desaparecían y reaparecían repentinamente. En 1705, Halley comprobó que los que habían aparecido en 1456, 1531, 1607 y 1682 tenían un recorrido similar, y que aparecían con intervalos de 75 años. Esto le hizo pensar que se trataba de un mismo objeto, que se hacía visible al aproximarse a la Tierra. Predijo que volvería a aparecer en 1758, cosa que no pudo comprobar personalmente, ya que murió en 1742. Puntual como todo corneta, éste se hizo presente en la fecha predicha, y la ciencia lo bautizó como el Cometa Halley.
El interés de Halley por los movimientos en el espacio no concluyó en los cometas. En 1718 reveló que las estrellas también se mueven, conclusión a la que llegó luego de comprobar que Arturo, Sirio y Proción habían cambiado de lugar desde la época de los griegos.
El “Descubridor de cometas” pasó sus últimos veinte años al frente de un observatorio a través del cual estudió a la luna. En base a sus observaciones, los astrónomos posteriores han obtenido una valiosa información de nuestro satélite.
¿CUÁNDO SE INAUGURÓ LA TORRE EIFFEL?
El 31 de marzo de 1889 recibía sus primeros visitantes un extraño monumento que hoy se ha convertido en el máximo símbolo de la ciudad de París y, por qué no, de toda Francia: la torre Eiffel.
Para la exposición universal que se realizaría en 1889, fue organizado un concurso que establecía la construcción de una torre que fuera una obra maestra de la industria mecánica. El ingeniero Gustavo Eiffel, ya famoso por sus puentes metálicos, diques y talleres, fue el ganador; y presupuestó inicialmente su obra en un millón y medio de francos oro. Sus cálculos quedaron cortos: el costo final de la torre fue de siete millones y medio de francos oro.
Los datos de su construcción son enormes como su precio: más de 18.000 piezas de hierro fueron encastradas y perfectamente ajustadas como si se tratase de un inmenso juego de mecano. Se utilizaron dos millones y medio de remaches, y el peso total de la torre alcanzó las 7.000 toneladas.
En sus comienzos fue el centro de innumerables polémicas sobre estética y buen gusto: un grupo de intelectuales franceses sostuvo que el diseño era ridículo y definió a la torre como una negra y gigantesca chimenea que aplasta con su bárbara masa la catedral de Notre Dame, el Louvre, Los Inválidos y el Arco del Triunfo.
Aunque en el contrato original se establecía que la torre debía ser demolida a los veinte años de su inauguración, allí se la puede ver, indemne al tiempo y a las críticas, observando desde sus imponentes 300 metros, la historia reciente de Francia.
¿CUÁNDO SE INICIÓ LA PRODUCCIÓN EN SERIE DE AUTOMÓVILES?
El 18 de enero de 1914, Henry Ford puso el automóvil al alcance de personas de medianos recursos, al instalar la primera línea de montaje de automotores. Granjero en su juventud, Ford mostró rápidamente su interés por las maquinarias, y sólo le interesaron los trabajos que pudieran hacerse por medio de máquinas. Con muy poca instrucción demostró, sin embargo, poseer un gran talento y organización, y ya en 1893 fabricó su primer automóvil. Este poseía dos cilindros, que lo transportaron por casi 180 kilómetros, luego de lo cual fue vendido en 200 dólares. Cinco años después fundó una compañía que fabricaría coches en base a sus propios diseños.
En un principio sus autos eran lujosos, y se vendían a un público tan rico como minoritario, que podía pagar los 3.000 dólares que costaba cada unidad. Entonces, obsesionado por bajar los costos, recordó un invento de cien años atrás: una máquina creada por alguien de apellido Whitney, que permitía la fabricación –por parte de cualquiera– de partes intercambiables de fusiles. Ford retomó la idea, poniéndola al servicio de la fabricación de coches. Así, en vez de que cada operario buscara una pieza, le llevó las piezas a cada hombre. Esto era la línea de ensamblaje, que empezaba en piezas sueltas y concluía en un automóvil. A lo largo de la línea cada hombre, de pie y sin moverse, realizaba una sola tarea.
Este revolucionario método cambió la vida del hombre moderno, y el símbolo del impresionante cambio fue el legendario Ford T, que al principio costaba 850 dólares, pero en 1924 podía comprarse por menos de 300.
¿EXISTIÓ REALMENTE LA ATLÁNTIDA?
Entre todas las especulaciones y leyendas respecto al pasado, pocos misterios captan más la atención de los científicos y de la gente en general que el mítico continente perdido conocido hasta nuestros días con el nombre de Atlántida.
En antiguas crónicas se la menciona como una civilización legendaria, conocedora de los arcanos de la ciencia y la astrología y se le atribuyen además hazañas poco menos que increíbles. Manejo de la energía solar y atómica, viajes espaciales, control de la psiquis y muchos de otros méritos se le adjudicaron a los misteriosos atlantes.
Las pruebas son escasas y parecen más el fruto de una febril imaginación que de un conocimiento empírico. Pero lo cierto es que no deja de mencionarse desde hace más de 3.000 años, e incluso se la ubicó en el mapa. Platón atribuye al sabio griego Solón –que estuvo en Egipto alrededor del 560 antes de Cristo– una descripción de la Atlántida y de su destrucción. Esta habría acontecido cerca del 9500 a.C. como consecuencia de una catástrofe marítima que se la tragó, junto con sus habitantes y sus secretos. Por otro lado, Platón la sitúa en el Océano Atlántico, “más allá de las columnas de Hércules”, hoy conocidas como el estrecho de Gibraltar. Incluso habla de un continente al oeste de ella. Para Solón se trataba de una floreciente civilización, amplia conocedora de las ciencias y las artes, gobernada por diez reyes, descendientes directos de Poseidón, el dios del Mar y las profundidades. “Los atlantes poseían una naturaleza divina” aseguraba Platón.
Menos imaginativos pero más realistas, historiadores y arqueólogos –que, cabe destacar, nunca encontraron indicio alguno sobre la existencia de este legendario continente– presentan grandes dudas. La tesis rusa es la más racional. Recogida por los célebres autores de “El Retorno de los Brujos” y “La rebelión de los Brujos”, Louis Powels y Jacques Bergier, afirman que no se trataba de un continente sino de una isla, la de Thera, colonia cretense del Mediterráneo, destruida por la explosión del volcán Santorini, unos 3.000 años antes de Jesucristo, y toda la parafernalia tecnológica y mística que se le atribuye no es más que un mito sustentado por el misterio y su abrupta desaparición. Pero no todos los rusos opinan igual. Vladimir Obrutchev, miembro de la ex Academia Soviética de Ciencias realizó reconocimientos subacuáticos de gran profundidad en la parte septentrional del Atlántico y el sonar describió, bajo el limo, los restos de una antiquísima civilización marítima. Nunca tuvo presupuesto para proseguir con la investigación.
Mucho se ha hablado de la Atlántida sin lograr más que especulaciones. Charles Berlitz, Erich von Däniken y muchos otros científicos –y pseudo científicos– abordaron el tema desde diversos ángulos, en muchos casos con ribetes de ciencia ficción, restándole credibilidad al tema. Pero cabe preguntarse por qué esta leyenda ha sobrevivido en la conciencia colectiva durante tantos años.
La científica ucraniana Catalina Hagemeister está convencida de la existencia de una gran isla en el Atlántico, la que se hallaría sumergida en la actualidad, y sostiene una teoría casi irrefutable al respecto. La presunta isla Atlántica, al encontrarse en el camino de la corriente del Golfo, le impidió a esta corriente cálida –aseguran– alcanzar el Ártico y habría sido la causa de un período glacial. Si se atan cabos, podemos decir que Groenlandia está cubierta por una capa de hielo de unos 1.600 metros de espesor que nunca se derrite, mientras Noruega, situada a la misma latitud, conoce una floreciente vegetación. Indudablemente, algo había en el medio.
Se desconoce aún el origen certero de muchas razas, como por ejemplo los egipcios y sumerios. No pocos aventuran la hipótesis de que los reyes del Nilo son descendientes directos de los atlantes que lograron huir. Hasta arguyen que los mismísimos Mayas no son más que los restos de aquella civilización perdida en las oscuras tinieblas del pasado, rodeada de misterio y especulaciones.
Los cierto es que geógrafos, arqueólogos e historiadores no logran ponerse de acuerdo respecto a la existencia del legendario continente. El historiador norteamericano Howard Raymond asegura que las últimas pruebas ardieron junto con la biblioteca de Alejandría, un genocidio cultural perpetrado –según él– por los romanos. Allí se hallaban, asegura Raymond, libros y crónicas que fueron citadas posteriormente por Ptolomeo y que versaban acerca de la ubicación, geografías y culturas de la Atlántida, y se hablaba de ella como la tercera raza madre de la humanidad. Mu habría sido la primera y Lemuria la segunda, todas las civilizaciones desaparecidas y detentadoras de grandes poderes, adelantos y misterios. Los alquimistas del medioevo, como Bercelius, Roger Bacon y otros, no dejaban de mencionar que sus conocimientos provenían de la Atlántida y su legado místico. Pero ¿qué hay detrás de la leyenda? Es sabido que al transmitir determinados hechos, éstos sufren transformaciones, agregados y deformaciones. La categoría casi sobrenatural de los habitantes del esquivo continente son fruto de estas circunstancias, pero su recuerdo continúa en casi todas las leyendas, los mitos y hasta en escritos. Solón y Platón merecen un alto grado de credibilidad, y si la idea perduró durante tanto tiempo es porque puede llegar a asentarse en una realidad. Lo cierto es que aún hoy los detalles de esa presunta realidad son nebulosos, casi inescrutables.
Por ahora, para los hombres de hoy este tema está calificado como: “Sin Respuesta”.
¿QUÉ ES LA PESCA POR SATÉLITE?
Es el resultado de la observación –por parte de los astronautas del trasbordador espacial– de un fenómeno oceánico que nunca antes había podido verse con tanta claridad: inmensos remolinos marinos que, al girar y chocar entre sí, mezclan aguas profundas con superficiales. Se sabe que dichos remolinos están relacionados con el ascenso de agua fría y rica en nutrientes, y el descenso de agua superficial caliente. Este fenómeno tiene repercusión en el océano hasta los 3.000 metros de profundidad.
Mediante la utilización de sensores remotos ubicados en satélites se pudo, entonces, confeccionar mapas coloreados que representaban claramente las características y la ubicación de cada uno de esos remolinos. Estos mapas se confeccionan, incluso, a bordo de los buques.
Los peces prefieren determinados rangos de temperatura para desenvolverse; esto es, alimentarse o simplemente viajar en cardumen. Los investigadores han podido relacionar con exactitud los colores que ven en los mapas satelitarios con la ubicación de cada especie en particular.
Esto ha revolucionado la pesca de los últimos años, ya que permite predecir lo que se va a capturar, y también representa una gran economía en cantidad de embarcaciones y horas de pesca. Se esperan más adelantos –mapas satelitanos que indiquen la concentración de nutrientes, por ejemplo– que aprovechen la información que nos brindan estos observadores privilegiados del planeta.
¿QUÉ ES LA PRESIÓN SANGUÍNEA?
Es la presión que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias durante la circulación. Cuando se mide la presión sanguínea se dan dos valores: el más alto corresponde a la “presión sistólica”, que es la presión arterial cuando el corazón se contrae. El otro número, el más bajo, es la “presión diastólica”, y representa la presión arterial antes de que el corazón realice su próxima contracción.
La presión arterial no es un valor constante. Varía a lo largo del día, y los factores que la modifican son variados. Las situaciones de estrés elevan ambos valores de presión, al contraer los vasos sanguíneos. Esto no es grave, siempre que se vuelva a los valores de relajación. En los pacientes con hipertensión, la presión no baja nunca a valores normales. Incluso durante el sueño, sus cifras son mayores que las de un hombre sano estresado.
Hormonas como la adrenalina, el hábito de fumar e incorporar más sal que la que el organismo requiere, contrae los vasos sanguíneos, aumentando la presión arterial. Durante un tiempo prolongado, el organismo sometido a presión sufre cambios: las paredes de los vasos se hacen más gruesas, dejando menos espacio al flujo sanguíneo. En consecuencia, el corazón debe esforzarse para bombear, con lo cual también aumenta el grosor de sus tabiques. La hipertensión crónica es un serio factor de riesgo de ataques cardíacos, y puede ser fácilmente controlada cuidando la dieta y, llegado el caso, recurriendo a medicación específica que mantiene la presión dentro de valores normales.
¿QUÉ SON LAS VERRUGAS?
Son malformaciones del tejido cutáneo originadas por un virus, el papiloma, cuya información genética induce a las células de la piel a crecer desordenadamente, originando las verrugas. Por ser una afección viral tiene carácter contagioso; pero esto rara vez sucede, ya que el papiloma está ampliamente controlado por el sistema inmunológico de la mayoría de las personas.
Como consecuencia de este origen su aparición es más frecuente a temprana edad, o cuando el sistema inmunológico se halla deprimido por algún motivo. No existe una cura permanente para las verrugas. Se las extirpa mediante técnicas quirúrgicas que incluyen el láser y la criocirugía. Los investigadores centran su atención en el funcionamiento del sistema inmunológico, ya que se ha demostrado que todos los remedios “caseros” para eliminarlas (como frotarse con una moneda o con rodajas de papa) tienen cierto grado de efectividad: obviamente, esto no tiene que ver específicamente con el remedio, sino con el hecho ya comprobado de que el sistema inmunitario de alguien que cree realmente que va a ser curado, genera mejores defensas que el de una persona deprimida, que ya no espera su curación.
¿CÓMO SE CONSTRUYERON LAS PIRÁMIDES?
Casi tan misteriosas como los faraones que descansan en sus entrañas, las pirámides egipcias representan un enigma que todavía no ha podido ser del todo develado. Descartadas las teorías que asociaban su construcción con seres extraterrestres, nadie duda que el esfuerzo humano fue el único dios de estos gigantes de piedra.
Dos mil quinientos años antes de Cristo, el historiador griego Herodoto esbozó una teoría que hoy tiene cada vez más vigencia: sistemas de palanca y rodillos de madera hicieron posible movilizar los bloques de piedra de más de 50 toneladas que configuran el esqueleto de las pirámides. Formando un camino con los rodillos, que iban desde las canteras hasta el lugar donde se erigieron los monumentos, depositaban las rocas sobre los maderos y las empujaban. Luego pasaban por debajo de las enormes piedras los troncos de árbol y (entre muchos) hacían palanca hasta poner el bloque sobre una plataforma. Desde allí se los trasladaba (siempre utilizando el sistema de los rodillos) a los escalones que formaban parte de la pirámide y, posteriormente, a los altares que separan los segmentos de escalones. Así hasta llegar a su punto más alto.
La teoría de Heródoto fue sometida a toda clase de pruebas por parte de los arqueólogos y egiptólogos modernos y siempre salió airosa. Con ella, se echan por tierra las suposiciones que hablaban de rampas como sistema primordial para brindarle a los faraones una tumba digna de su estirpe.
¿CÓMO SE REPRODUCEN LOS VIRUS?
Se sabe que los virus son estructuras muy simples, constituidas por un solo ácido nucleico (ADN o ARN), rodeado por una cápsula de proteínas. Esta organización tan sencilla se debe a que son parásitos “obligados”, o sea, no pueden reproducirse si no parasitan una célula. Cualquier tipo celular –animal o vegetal– puede ser atacado por virus, y cada virus parasita sólo una variedad específica de células.
Los virus pueden hallarse en dos estados: en forma extracelular no presentan ninguna actividad, incluso pueden ser cristalizados y existir en forma latente por años; en este estado se llaman viriones. La otra forma en que se los puede encontrar es dentro de la célula, cuando ya la han infectado.
Una infección viral típica se inicia cuando el virus se fija al exterior de la célula hospedadora por medio de su cápsula proteica. Luego, su material genético es inyectado en la célula, en donde el ADN o ARN infectante toma el control del metabolismo celular: se detiene la síntesis normal de proteínas, se sintetizan réplicas del ácido nucleico del virus y se producen sólo las proteínas que recubren al virus. Una vez formadas todas las piezas en el interior de la célula, se comienzan a armar los nuevos viriones, que terminan destruyendo la célula original y quedan libres para infectar a otras.
No siempre los virus destruyen las células parasitadas. En ocasiones, el ácido nucleico viral se integra al ADN del hospedador. Así, es duplicado y entregado a las células hijas, como una unidad hereditaria más, quedando la infección en un estado de latencia que culmina cuando, frente a un cierto estímulo, se desencadena la infección.
¿CÓMO SE ORIGINAN LAS MAREAS?
El ascenso y descenso rítmico del nivel del mar, que se verifica con un periodo próximo a las 12 ó 24 horas, constituye la marea. Este fenómeno es causado por la atracción que sobre las aguas del mar ejercen la luna y el sol. A pesar de su menor tamaño, la luna ejerce casi tres veces más fuerza generadora de marea que el sol, esto es debido a su proximidad con la Tierra. Esta fuerza no es otra cosa que la atracción gravitatoria de un astro sobre otro.
Cada quince días, coincidentemente con la luna llena o la luna nueva, las pleamares –la máxima altura del mar– y las bajamares –la mínima– se hacen más pronunciadas, por ello se las conoce como “mareas vivas” o de zizigia. Cuando hay luna en cuarto creciente o menguante, se observan las menores variaciones, y se habla de “marea muerta”.
Es usual que se publiquen “Tablas de Marea” en las que se dan las horas y las alturas de las pleamares y bajamares de los llamados puertos principales para todos los días del año. En base a ellas se puede establecer con exactitud la altura que tendrá el mar en cualquier horario, para cualquier sitio. Esta información es de vital utilidad para todas las actividades relacionadas con la navegación.
¿POR QUÉ CANTAMOS MEJOR BAJO LA DUCHA?
Por alguna razón, todos creemos cantar mejor bajo la ducha. Y esto tiene una explicación. Existe un fenómeno llamado “resonancia”, que hace que suene una campana o que una copa se rompa ante determinado sonido, y que es la causa del éxito de “cantar bajo la lluvia”.
El sonido se propaga en ondas de distinta longitud. La frecuencia de un sonido está caracterizada por las distintas longitudes de onda. Así, a una menor longitud de onda es mayor la frecuencia, y viceversa.
En un ámbito de tamaño reducido como el de la ducha, se produce un particular efecto de sonido: existen determinadas longitudes de onda que coinciden con exactitud –técnicamente, que caben en forma entera– con las dimensiones del cuarto de baño. Cuando al cantar se alcanza alguna de estas frecuencias (su número varía), el sonido se amplifica notablemente, como si rebotara en lugar de perderse, aumentando su intensidad varias veces. A esta amplificación se la conoce como “efecto de resonancia”.
Cuando nuestra voz alcanza alguna de las frecuencias resonantes para las medidas de la ducha, se tiene la impresión de que el canto mejora también en calidad. Esto, lamentablemente, no es cierto. Si quien se ducha desafina, gracias a la resonancia seguirá haciéndolo, pero con mayor volumen.
¿POR QUÉ TENEMOS HIPO?
El hipo se produce como resultado de una contracción espasmódica del diafragma, el músculo que facilita la respiración. El espasmo hace que el diafragma baje abruptamente, haciendo que el aire penetre por la boca y la nariz. Para impedirlo, la laringe se contrae, y allí se produce el hipo.
Ese espasmo puede ser causado por el estómago, que puede aumentar su volumen luego de una gran comida, o por “tragar” mucho aire al reírse o comer. El estómago se halla conectado al cerebro mediante el nervio vago, que llega a un lugar conocido como el “centro del hipo”. Aquí estimula a otro nervio, el frénico, que desciende hasta el diafragma, excitándolo y produciendo la contracción.
Todas las recetas caseras para “cortar” el hipo tienen efecto, aunque por distintas causas. Así, respirar dentro de una bolsa de papel aumenta la concentración de anhídrido carbónico en la sangre; cuando el cerebro detecta este incremento, acelera el ritmo respiratorio, con lo cual se corrige el funcionamiento del diafragma. El mismo principio hace que retener el aire también sea un método efectivo. Ingerir una cucharada de azúcar también es un buen sistema, ya que al adherirse a la úgula –la campanilla– y al esófago, éstos envían un mensaje al centro del hipo, y éste se detiene. Un susto también es efectivo: se cree que se debe al aumento súbito de una hormona, la epinefrina, que relaja el sistema respiratorio.
Existen casos de hipo crónico, generalmente asociados a otras enfermedades, que requieren la solución extrema de seccionar el nervio frénico, limitando el movimiento del diafragma.
¿POR QUÉ SE PRODUCEN LOS MORETONES?
Son el recuerdo más duradero de los golpes, y tienen distinta extensión y color según la fuerza del impacto. Los moretones son el resultado de una compresión violenta en el tejido blando que está entre el hueso y otra superficie dura, como el borde de una puerta. Esto hace que, sin romperse la piel, se produzca una hemorragia.
El cambio de color que se ve en los moretones a través de los días se debe a que, aunque el flujo de sangre esté detenido por la herida, el tejido sigue consumiendo oxígeno. De esta manera, la molécula de hemoglobina en el glóbulo rojo se pone oscura al perder oxígeno, cada vez más, y esto hace que el moretón se torne azul y negro.
La aparición de otros colores, como el amarillo y verde, es el resultado de la acción de “células de limpieza” que extraen lo que está muerto y reconstruyen el área para que los vasos funcionen nuevamente. Durante este proceso, la molécula de hemoglobina es literalmente “rota en pedazos”: una parte se recupera y otra convierte en sustancias coloreadas como la viliverdina (verde) y la bilirrubina (amarilla). Dichos colores son los que suceden al azul y negro inicial, y son el resultado de la acción del organismo para restaurar la circulación sanguínea normal, en la zona golpeada.
¿CUÁNDO SE COMPROBÓ LO QUE REALMENTE SON LOS COMETAS?
En 1710, Edmund Halley –apodado “el descubridor de cometas”– demostró que éstos se hallaban sujetos a leyes, y que sus movimientos parecían azarosos porque sus órbitas eran muy alargadas. Antes de los veinte años, Halley ya había centrado su interés en la observación de las estrellas del hemisferio sur; estableciendo en la isla de Santa Elena, África, el primer observatorio astronómico de dicho hemisferio. Esto le permitió publicar una lista de casi 350 estrellas nunca antes observadas.
Muy amigo de Isaac Newton, compartía con él la inquietud acerca de esos cuerpos celestes que aparentemente no respondían a ninguna ley, y desaparecían y reaparecían repentinamente. En 1705, Halley comprobó que los que habían aparecido en 1456, 1531, 1607 y 1682 tenían un recorrido similar, y que aparecían con intervalos de 75 años. Esto le hizo pensar que se trataba de un mismo objeto, que se hacía visible al aproximarse a la Tierra. Predijo que volvería a aparecer en 1758, cosa que no pudo comprobar personalmente, ya que murió en 1742. Puntual como todo corneta, éste se hizo presente en la fecha predicha, y la ciencia lo bautizó como el Cometa Halley.
El interés de Halley por los movimientos en el espacio no concluyó en los cometas. En 1718 reveló que las estrellas también se mueven, conclusión a la que llegó luego de comprobar que Arturo, Sirio y Proción habían cambiado de lugar desde la época de los griegos.
El “Descubridor de cometas” pasó sus últimos veinte años al frente de un observatorio a través del cual estudió a la luna. En base a sus observaciones, los astrónomos posteriores han obtenido una valiosa información de nuestro satélite.
¿CUÁNDO SE INAUGURÓ LA TORRE EIFFEL?
El 31 de marzo de 1889 recibía sus primeros visitantes un extraño monumento que hoy se ha convertido en el máximo símbolo de la ciudad de París y, por qué no, de toda Francia: la torre Eiffel.
Para la exposición universal que se realizaría en 1889, fue organizado un concurso que establecía la construcción de una torre que fuera una obra maestra de la industria mecánica. El ingeniero Gustavo Eiffel, ya famoso por sus puentes metálicos, diques y talleres, fue el ganador; y presupuestó inicialmente su obra en un millón y medio de francos oro. Sus cálculos quedaron cortos: el costo final de la torre fue de siete millones y medio de francos oro.
Los datos de su construcción son enormes como su precio: más de 18.000 piezas de hierro fueron encastradas y perfectamente ajustadas como si se tratase de un inmenso juego de mecano. Se utilizaron dos millones y medio de remaches, y el peso total de la torre alcanzó las 7.000 toneladas.
En sus comienzos fue el centro de innumerables polémicas sobre estética y buen gusto: un grupo de intelectuales franceses sostuvo que el diseño era ridículo y definió a la torre como una negra y gigantesca chimenea que aplasta con su bárbara masa la catedral de Notre Dame, el Louvre, Los Inválidos y el Arco del Triunfo.
Aunque en el contrato original se establecía que la torre debía ser demolida a los veinte años de su inauguración, allí se la puede ver, indemne al tiempo y a las críticas, observando desde sus imponentes 300 metros, la historia reciente de Francia.
¿CUÁNDO SE INICIÓ LA PRODUCCIÓN EN SERIE DE AUTOMÓVILES?
El 18 de enero de 1914, Henry Ford puso el automóvil al alcance de personas de medianos recursos, al instalar la primera línea de montaje de automotores. Granjero en su juventud, Ford mostró rápidamente su interés por las maquinarias, y sólo le interesaron los trabajos que pudieran hacerse por medio de máquinas. Con muy poca instrucción demostró, sin embargo, poseer un gran talento y organización, y ya en 1893 fabricó su primer automóvil. Este poseía dos cilindros, que lo transportaron por casi 180 kilómetros, luego de lo cual fue vendido en 200 dólares. Cinco años después fundó una compañía que fabricaría coches en base a sus propios diseños.
En un principio sus autos eran lujosos, y se vendían a un público tan rico como minoritario, que podía pagar los 3.000 dólares que costaba cada unidad. Entonces, obsesionado por bajar los costos, recordó un invento de cien años atrás: una máquina creada por alguien de apellido Whitney, que permitía la fabricación –por parte de cualquiera– de partes intercambiables de fusiles. Ford retomó la idea, poniéndola al servicio de la fabricación de coches. Así, en vez de que cada operario buscara una pieza, le llevó las piezas a cada hombre. Esto era la línea de ensamblaje, que empezaba en piezas sueltas y concluía en un automóvil. A lo largo de la línea cada hombre, de pie y sin moverse, realizaba una sola tarea.
Este revolucionario método cambió la vida del hombre moderno, y el símbolo del impresionante cambio fue el legendario Ford T, que al principio costaba 850 dólares, pero en 1924 podía comprarse por menos de 300.
¿EXISTIÓ REALMENTE LA ATLÁNTIDA?
Entre todas las especulaciones y leyendas respecto al pasado, pocos misterios captan más la atención de los científicos y de la gente en general que el mítico continente perdido conocido hasta nuestros días con el nombre de Atlántida.
En antiguas crónicas se la menciona como una civilización legendaria, conocedora de los arcanos de la ciencia y la astrología y se le atribuyen además hazañas poco menos que increíbles. Manejo de la energía solar y atómica, viajes espaciales, control de la psiquis y muchos de otros méritos se le adjudicaron a los misteriosos atlantes.
Las pruebas son escasas y parecen más el fruto de una febril imaginación que de un conocimiento empírico. Pero lo cierto es que no deja de mencionarse desde hace más de 3.000 años, e incluso se la ubicó en el mapa. Platón atribuye al sabio griego Solón –que estuvo en Egipto alrededor del 560 antes de Cristo– una descripción de la Atlántida y de su destrucción. Esta habría acontecido cerca del 9500 a.C. como consecuencia de una catástrofe marítima que se la tragó, junto con sus habitantes y sus secretos. Por otro lado, Platón la sitúa en el Océano Atlántico, “más allá de las columnas de Hércules”, hoy conocidas como el estrecho de Gibraltar. Incluso habla de un continente al oeste de ella. Para Solón se trataba de una floreciente civilización, amplia conocedora de las ciencias y las artes, gobernada por diez reyes, descendientes directos de Poseidón, el dios del Mar y las profundidades. “Los atlantes poseían una naturaleza divina” aseguraba Platón.
Menos imaginativos pero más realistas, historiadores y arqueólogos –que, cabe destacar, nunca encontraron indicio alguno sobre la existencia de este legendario continente– presentan grandes dudas. La tesis rusa es la más racional. Recogida por los célebres autores de “El Retorno de los Brujos” y “La rebelión de los Brujos”, Louis Powels y Jacques Bergier, afirman que no se trataba de un continente sino de una isla, la de Thera, colonia cretense del Mediterráneo, destruida por la explosión del volcán Santorini, unos 3.000 años antes de Jesucristo, y toda la parafernalia tecnológica y mística que se le atribuye no es más que un mito sustentado por el misterio y su abrupta desaparición. Pero no todos los rusos opinan igual. Vladimir Obrutchev, miembro de la ex Academia Soviética de Ciencias realizó reconocimientos subacuáticos de gran profundidad en la parte septentrional del Atlántico y el sonar describió, bajo el limo, los restos de una antiquísima civilización marítima. Nunca tuvo presupuesto para proseguir con la investigación.
Mucho se ha hablado de la Atlántida sin lograr más que especulaciones. Charles Berlitz, Erich von Däniken y muchos otros científicos –y pseudo científicos– abordaron el tema desde diversos ángulos, en muchos casos con ribetes de ciencia ficción, restándole credibilidad al tema. Pero cabe preguntarse por qué esta leyenda ha sobrevivido en la conciencia colectiva durante tantos años.
La científica ucraniana Catalina Hagemeister está convencida de la existencia de una gran isla en el Atlántico, la que se hallaría sumergida en la actualidad, y sostiene una teoría casi irrefutable al respecto. La presunta isla Atlántica, al encontrarse en el camino de la corriente del Golfo, le impidió a esta corriente cálida –aseguran– alcanzar el Ártico y habría sido la causa de un período glacial. Si se atan cabos, podemos decir que Groenlandia está cubierta por una capa de hielo de unos 1.600 metros de espesor que nunca se derrite, mientras Noruega, situada a la misma latitud, conoce una floreciente vegetación. Indudablemente, algo había en el medio.
Se desconoce aún el origen certero de muchas razas, como por ejemplo los egipcios y sumerios. No pocos aventuran la hipótesis de que los reyes del Nilo son descendientes directos de los atlantes que lograron huir. Hasta arguyen que los mismísimos Mayas no son más que los restos de aquella civilización perdida en las oscuras tinieblas del pasado, rodeada de misterio y especulaciones.
Los cierto es que geógrafos, arqueólogos e historiadores no logran ponerse de acuerdo respecto a la existencia del legendario continente. El historiador norteamericano Howard Raymond asegura que las últimas pruebas ardieron junto con la biblioteca de Alejandría, un genocidio cultural perpetrado –según él– por los romanos. Allí se hallaban, asegura Raymond, libros y crónicas que fueron citadas posteriormente por Ptolomeo y que versaban acerca de la ubicación, geografías y culturas de la Atlántida, y se hablaba de ella como la tercera raza madre de la humanidad. Mu habría sido la primera y Lemuria la segunda, todas las civilizaciones desaparecidas y detentadoras de grandes poderes, adelantos y misterios. Los alquimistas del medioevo, como Bercelius, Roger Bacon y otros, no dejaban de mencionar que sus conocimientos provenían de la Atlántida y su legado místico. Pero ¿qué hay detrás de la leyenda? Es sabido que al transmitir determinados hechos, éstos sufren transformaciones, agregados y deformaciones. La categoría casi sobrenatural de los habitantes del esquivo continente son fruto de estas circunstancias, pero su recuerdo continúa en casi todas las leyendas, los mitos y hasta en escritos. Solón y Platón merecen un alto grado de credibilidad, y si la idea perduró durante tanto tiempo es porque puede llegar a asentarse en una realidad. Lo cierto es que aún hoy los detalles de esa presunta realidad son nebulosos, casi inescrutables.
Por ahora, para los hombres de hoy este tema está calificado como: “Sin Respuesta”.
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