Fuente: “Enciclopedia Popular”. Editores Asociados S. A. Buenos Aires. Abril. 1992.
Además de aumentar los riesgos de contraer cáncer de piel, los rayos ultravioletas pueden dañar los ojos a tal punto que los oftalmólogos ya recomiendan –en especial para los niños– el uso de anteojos protectores.
Los últimos estudios efectuados en los Estados Unidos en materia de óptica y oftalmología han demostrado que, dentro de unos años, hasta los bebés deberán usar anteojos. Entre los peligros inminentes que puede provocar el agujero de ozono no sólo figura el cáncer de piel. Claro, el problema dermatológico es el más alarmante debido a que según estadísticas realizadas en las más diversas partes del mundo, los rayos ultravioletas que se “escapan” por el tan mentado agujero producirán el doble de casos de cáncer de piel en los próximos 40 años.
Pero mientras los atentos padres atienden y protegen a sus hijos en las playas con las más diversas cremas y pócimas –que tienen entre sus componentes filtros y pantallas solares–, los médicos alertan sobre el posible daño que los rayos de Febo pueden provocar sobre órganos muy sensitivos, como los ojos, que están en constante exposición.
Según el oftalmólogo Andreas Kornhauser, los más vulnerables son los niños. Ellos sufrirán el efecto acumulativo, señala el especialista. A pesar de que los estudios han comenzado a alertar sobre el problema –o los problemas– que puede traer la exposición de los ojos al sol, los niños que no tengan protección durante la infancia tendrán mayor riesgo de contraer ceguera a una edad temprana.
Los médicos no quieren promover la histeria, no obstante no pierden la oportunidad de señalar la importancia de la medicina preventiva que, en este caso, no pueden tildarse de revolucionaria. El único método –señala Stuart Fine, director del Departamento de Oftalmología de la Universidad de Pennsylvania– es la utilización de lentes de sol.
Por supuesto, no se trata de cristales comunes. Los simples anteojos oscuros –coinciden tanto Kornhauser como Fine– no son protección suficiente y hasta aumentan los riesgos. Los vidrios coloreados sólo reducen la intensidad de la luz. Los rayos igual penetran en los ojos, en una pupila que se encuentra agrandada por la oscuridad. Los rayos ultravioletas, en tal caso, penetran como antes y causan aun más daño debido a que la vista no se encuentra normal sino que hace un esfuerzo por habituarse a esa oscuridad artificial.
La Asociación de Industrias Ópticas de América lanzó al mercado una serie de lentes con filtros protectores y los ha clasificado de acuerdo con el resultado que brindan. Por un lado, se encuentran a la venta los anteojos cosmetológicos, que ofrecen al usuario un 40 por ciento de protección a los rayos ultravioletas. Los de protección general garantizan un 95 por ciento de eficacia y, por último, los de protección especial brindan un 99 por ciento de protección contra todo tipo de daño que pueda causar el sol hasta en las horas pico.
De acuerdo con las precisiones de la oftalmología moderna, las grandes marcas de lentes también pensaron en los chicos que, siguiendo las recomendaciones de su oculista de cabecera, comienzan a utilizar lentes desde la pubertad y aun siendo más pequeños. Por un precio que va desde los 30 a los 80 dólares, pueden adquirirse estos anteojos especiales para infantes que garantizan que la retina del niño –la más propensa a sufrir daño debido a que focaliza la mirada– no sufrirá ningún daño más allá de las dificultades visuales que pueden aparecer comúnmente con la edad.
También están los que ofrecen por 5 ó 10 dólares, lentes para niños de 6 años destinados únicamente a proteger y por 4 ó 6, cristales para ser colocados sobre aquellos que deben usar lentes por problemas de miopía, astigmatismo, o similar. La libertad de mercado lo hace todo posible: están aquellas ópticas que venden sus cristales protectores a cifras tan astronómicas como 150 o 225 dólares.
Según la asociación de ópticos norteamericana, en los próximos años, un millón doscientas mil personas padecerán algún problema en la vista producto de la exposición al sol y de la falta de protección. No se necesita ser millonario –señala Jakson Slakter, del Centro Oftalmológico de Manhattan– para estar prevenido.
Además de aumentar los riesgos de contraer cáncer de piel, los rayos ultravioletas pueden dañar los ojos a tal punto que los oftalmólogos ya recomiendan –en especial para los niños– el uso de anteojos protectores.
Los últimos estudios efectuados en los Estados Unidos en materia de óptica y oftalmología han demostrado que, dentro de unos años, hasta los bebés deberán usar anteojos. Entre los peligros inminentes que puede provocar el agujero de ozono no sólo figura el cáncer de piel. Claro, el problema dermatológico es el más alarmante debido a que según estadísticas realizadas en las más diversas partes del mundo, los rayos ultravioletas que se “escapan” por el tan mentado agujero producirán el doble de casos de cáncer de piel en los próximos 40 años.
Pero mientras los atentos padres atienden y protegen a sus hijos en las playas con las más diversas cremas y pócimas –que tienen entre sus componentes filtros y pantallas solares–, los médicos alertan sobre el posible daño que los rayos de Febo pueden provocar sobre órganos muy sensitivos, como los ojos, que están en constante exposición.
Según el oftalmólogo Andreas Kornhauser, los más vulnerables son los niños. Ellos sufrirán el efecto acumulativo, señala el especialista. A pesar de que los estudios han comenzado a alertar sobre el problema –o los problemas– que puede traer la exposición de los ojos al sol, los niños que no tengan protección durante la infancia tendrán mayor riesgo de contraer ceguera a una edad temprana.
Los médicos no quieren promover la histeria, no obstante no pierden la oportunidad de señalar la importancia de la medicina preventiva que, en este caso, no pueden tildarse de revolucionaria. El único método –señala Stuart Fine, director del Departamento de Oftalmología de la Universidad de Pennsylvania– es la utilización de lentes de sol.
Por supuesto, no se trata de cristales comunes. Los simples anteojos oscuros –coinciden tanto Kornhauser como Fine– no son protección suficiente y hasta aumentan los riesgos. Los vidrios coloreados sólo reducen la intensidad de la luz. Los rayos igual penetran en los ojos, en una pupila que se encuentra agrandada por la oscuridad. Los rayos ultravioletas, en tal caso, penetran como antes y causan aun más daño debido a que la vista no se encuentra normal sino que hace un esfuerzo por habituarse a esa oscuridad artificial.
La Asociación de Industrias Ópticas de América lanzó al mercado una serie de lentes con filtros protectores y los ha clasificado de acuerdo con el resultado que brindan. Por un lado, se encuentran a la venta los anteojos cosmetológicos, que ofrecen al usuario un 40 por ciento de protección a los rayos ultravioletas. Los de protección general garantizan un 95 por ciento de eficacia y, por último, los de protección especial brindan un 99 por ciento de protección contra todo tipo de daño que pueda causar el sol hasta en las horas pico.
De acuerdo con las precisiones de la oftalmología moderna, las grandes marcas de lentes también pensaron en los chicos que, siguiendo las recomendaciones de su oculista de cabecera, comienzan a utilizar lentes desde la pubertad y aun siendo más pequeños. Por un precio que va desde los 30 a los 80 dólares, pueden adquirirse estos anteojos especiales para infantes que garantizan que la retina del niño –la más propensa a sufrir daño debido a que focaliza la mirada– no sufrirá ningún daño más allá de las dificultades visuales que pueden aparecer comúnmente con la edad.
También están los que ofrecen por 5 ó 10 dólares, lentes para niños de 6 años destinados únicamente a proteger y por 4 ó 6, cristales para ser colocados sobre aquellos que deben usar lentes por problemas de miopía, astigmatismo, o similar. La libertad de mercado lo hace todo posible: están aquellas ópticas que venden sus cristales protectores a cifras tan astronómicas como 150 o 225 dólares.
Según la asociación de ópticos norteamericana, en los próximos años, un millón doscientas mil personas padecerán algún problema en la vista producto de la exposición al sol y de la falta de protección. No se necesita ser millonario –señala Jakson Slakter, del Centro Oftalmológico de Manhattan– para estar prevenido.
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