lunes, 15 de diciembre de 2014

Amor: ni tú ni yo sino los dos

Una vida de pareja basada solamente en uno mismo o solamente en la otra persona es poco razonable pero basada en ambos tiene un sentido trascendental y duradero.

A couple's life only based on oneself or only in the other person it is not very reasonable but based in both takes durable sense.

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Afirmaciones como: "Vivo para ti", "Soy tuya o tuyo", "Mi felicidad depende de la tuya", declaran abiertamente la muerte de lo personal. En el nuevo paradigma afectivo no se elimina el yo; no desaparece, sino que se abre amorosamente hasta incluir a los demás.

Estoy de acuerdo en que vivir bien en pareja no supone andar muerto de la risa todo el día, pero tampoco es cultivar la angustia a cualquier precio. El amor saludable no es un voluntariado o una teletón.
Tú y yo somos una continuidad democrática que excluye la esclavitud y la servidumbre.

¿Cómo amarte si no me amo a mí mismo?
¿Cómo dejar que tu amor se refleje en lo que soy, si no me siento merecedor de nada?
¿Cómo respetarme, si dejo que me irrespetes?

Nuevamente, el péndulo: inclinarlo hacia uno hasta alcanzar un balance entre el amor ciego a la pareja (el tú obsesivo) y la egolatría (el yo excluyente).

"No quiero vivir para ti, sino para nosotros", le dice la mujer presa del llanto a su marido, que la mira con extrañeza.
"¡Pero si no hago más que darte gusto!", le responde él, entre inquieto y turbado.
Yo intervengo:
"Bueno, quizás no sea suficiente... Lo que ella pide es tener voz y voto. No se trata de que usted le dé gusto o no, sino de que ella también pueda darse gusto a sí misma".

La imagen de matrimonio que tenía el señor estaba afincada en un modelo de relación en la que su madre era poco menos que una esclava de su padre y de sus hijos (ama de casa a la antigua). Eran nueve hermanos, todos hombres, y su señora madre había vivido, y aún lo hacía, para un ejército de "príncipes". En el fondo, él esperaba que le rindieran pleitesía y que, de alguna manera, la esposa asumiera la actitud de servicio de su progenitora.

Pero su mujer no era del siglo pasado, sus cánones eran otros, sus códigos no transitaban por el calvario de la renuncia y. el tormento. Ella también quería ser feliz y no aceptaba convertirse en la nodriza, la geisha o la sirvienta de su marido. Rebelión pura y directa, así sea con lágrimas.
La relación duró unos meses más hasta que finalmente se separaron. Por lo que sé, el insatisfecho hombre todavía anda buscando una mujer que tenga aquel antiguo "espíritu de sacrificio" materno.

Queda claro entonces que una vida dedicada al sacrificio es autodestructiva e innecesaria para satisfacer las exigencias de la persona amada. Y también queda claro que en los casos especiales, cuando una ayuda constante a la pareja es inevitable y necesaria debido a problemas de fuerza mayor, esta asistencia puede llevarse a cabo con todo el amor del mundo y sin renunciar radicalmente a uno mismo.

No es lo mismo prostituirse para satisfacer las "necesidades" eróticas de la pareja, que donarle un riñón para salvarle la vida. (…) existe una entrega enfermiza, que implica un sacrificio o una abnegación inútil, irracional y destructiva, y existe una dedicación saludable, que implica una preocupación útil, racional y constructiva por la persona que se ama.

Fuente: Walter Riso: "Los límites del amor. Hasta dónde amarte sin renunciar a lo que soy".

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