sábado, 20 de diciembre de 2014

Amor de pareja: dos personas y no una persona con dos cuerpos

Por mucho que el amor signifique comunión de dos voluntades en un proyecto de vida debemos recordar que siempre hay dos voluntades y sentimientos respetuosos entre sí.

No matter how much the love means communion of two wills in a project of life we should remember that there are always to each other two wills and respectful feelings.

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Lo que quiero destacar en este caso es de qué manera la idea de la comunión/fusión puede llevar, subrepticia o abiertamente, a que las personas asuman una curiosa forma de resignación patológica frente a una relación en decadencia.

Tres aclaraciones:

Ser una unidad afectiva significa estar inmerso en un conjunto indiferenciado de pasiones donde lo particular se anula en el todo. Es como si tuviéramos agua en la que no pudiéramos distinguir el hidrógeno del oxígeno. Ya no eres tú, eres otra cosa producto de la mezcla. Por el contrario, estar unidos afectivamente implica tener un lazo, un vínculo, que por más estrecho que sea, mantiene la diferencia. Si eres "una unidad" con tu pareja, te perdiste.
Debes buscarte a ti mismo en el revoltijo afectivo y pasar del "ser de" al "estar con". Es cuestión de dignidad y de respiro.

Hay, al menos, dos maneras de involucrarse en una relación: pertenecer o participar.
Pertenecer es identificarse de lleno con la pareja y/o mimetizarse en ella, tal como lo hace el camaleón, cuando se confunde con el ambiente donde habita para sobrevivir a los depredadores. "Pertenecer" a la pareja es volverse totalmente semejante a ella y renunciar a la propia singularidad. Por eso, el sentido de pertenencia hay que tomarlo con pinzas. "Ser" de un equipo, un grupo o una institución puede convertirse fácilmente en fanatismo y extraviarse en la obediencia debida.
Por el contrario, participar en una relación afectiva significa estar vinculado de manera activa y no pasiva. Se está allí porque se quiere, en pleno uso de la individualidad, ejerciendo el derecho a disentir. En esta lógica participativa, tal como la llama Savater, el autoritarismo y las distintas formas de dominación no tienen cabida.
Si estás enamorado o enamorada, no perteneces a tu pareja, participas en una relación. No eres parte de la persona que amas. Aquí no hay costillas extirpadas ni nada por el estilo. Eres participante activo del enlace que ha producido la conjunción del amor, las metas, los valores, los deseos y muchas cosas más. En realidad, no formas parte del "club de los enamorados" ni de "la legión de súper casados", porque no existe tal cosa.

La palabra comunión no debe confundirse con "comunidad".
En la comunión no hay división, sino un conjunto donde cada una de las partes desaparecen en el todo. Es la fusión psicológica, afectiva y espiritual del enamoramiento que genera un fenómeno emergente: una sola alma, al menos en teoría.
En este tipo de exaltación, la percepción se distorsiona hasta crear la sensación y la convicción de que todo se incorpora a un nuevo compuesto que contiene a ambas personas. No es estar con, sino estar en.
Por su parte, el sustantivo comunidad, según la Enciclopedia Oxford de filosofía, se define como: "Grupo de personas que llevan una vida en común asentada sobre relaciones recíprocas". Las relaciones de pareja pueden ser consideradas una comunidad amorosa de dos, una díada, donde los miembros se afectan mutuamente y establecen vínculos de correspondencia.

La relación comunitaria se basa en lo que tenemos en común y no en una concordancia absoluta. El amor de dos es un intercambio de información, emociones, ternura y fluidos.

Ser "el uno para el otro" hace que la relación sea completamente predecible. En el canibalismo afectivo, ya no tendrás nada que compartir porque todo está dicho. Por eso, el amor/fusión, tarde que temprano, termina deslizándose peligrosamente hacia el más pesado aburrimiento.

Por todo lo anterior, te propongo adoptar el valor guía de la solidaridad en lugar de la tradicional fantasía de fusión y absorción emocional.

Amor solidario: estar unidos, en comunidad y de manera participativa. Amarte en la diferencia es amarte dos veces.

Fuente: Walter Riso: "Los límites del amor. Hasta dónde amarte sin renunciar a lo que soy".

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