sábado, 20 de diciembre de 2014

La trampa de que necesito que me necesites

La codependencia compulsiva es una forma de relación de pareja que con el tiempo ocasiona muchos otros comportamientos destructivos para ambos en una vida de pareja.

The compulsive co dependence is a form of couple relationship that causes much other destructive behaviour for both in couple's life with the time

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Es el famoso “Síndrome de la nodriza”: La ayuda compulsiva o codependencia.
(…) es natural que tratemos de proteger y cuidar a nuestra pareja, pero si esta ayuda se vuelve adicción, habremos entrado al peligroso terreno de la codependencia. Cuando nos concentramos excesivamente en la pareja, pasamos del auxilio racional a la afectación indiscriminada y de la preocupación sana a la reacción generalizada y permanente.
Melody Beattie definió al codependiente como "aquél que ha permitido que el comportamiento de otra persona le afecte y que está obsesionado por controlar dicho comportamiento".

En el caso que nos compete, cuando el amor desborda los límites de la dignidad y la autoestima, algunas mujeres adoptan un estilo afectivo extremadamente protector para con su pareja, convirtiéndose en "nodrizas", "salvadoras" o "terapeutas" del hombre que aman. Y al igual que cualquier madre sobre-protectora, se sienten culpables y ansiosas por cualquier problema que pueda llegar a tener su pareja, lo que las lleva a ejercer altos niveles de control y vigilancia.

Amor y dolor, juntos e inseparables:"Si mi tranquilidad depende de que estés bien y eres una persona repleta de problemas, no tengo otra alternativa que resolverlos".
De esta manera, la ayuda compulsiva que caracteriza la codependencia se refiere a los esfuerzos denodados por buscar el supuesto bienestar de la persona amada, a expensas de las propias necesidades. Austeridad con uno mismo, abundancia para el otro. Como si se tratara de una terapia de rehabilitación, las mujeres nodrizas le enseñan a su pareja a vestirse y desvestirse, a cuidarse, a ganar dinero, a ser segura de sí misma, a tener amigos, a controlar sus impulsos y así.

Amor higiénico, reinserción y restauración educativa. ¿Amar o necesitar? Si eres nodriza, más lo segundo.
El pensamiento que rige la ayuda al otro como sentido de vida es trágico: "Necesito que me necesites", depender de un dependiente.

Ciertas mujeres se sienten especialmente atraídas por hombres débiles, inútiles, con problemas de adicción, acomplejados, fracasados, pobres o que viven "cuesta abajo". Estos varones desprotegidos y abandonados ejercen sobre ellas una extraña fascinación: rescatarlos del pantano y ponerlos en orden.
Es el papel de la redentora que confunde el amor con la asistencia social.

Para colmo, estos varones en decadencia son supremamente hábiles para detectar y conquistar a cuanta mujer/niñera pase por su lado, basta con mostrar su mejor rostro de chiquillo desvalido. Una vez instalados en el regazo de su mecenas de turno, se aferran a la fuente de seguridad con la típica angustia de separación del niño temeroso. Así, la relación afectiva adquiere tintes de adopción y madrinazgo.

La metáfora: la mujer/madre y el hombre/niño.

El asunto se complica con el paso del tiempo, porque la no retribución va generando, en la nodriza amorosa, resentimiento y cansancio, ya que el infante piensa que no tiene nada qué agradecer y mucho qué exigir. Estos varones empequeñecidos se relacionan por medio del chantaje emocional y de las rabietas infantiles.

Además, existen dos complicaciones adicionales para la mujer atrapada en estos vínculos casi incestuosos: ¿cómo hacer el amor con un "hijo adoptado" sin entrar en pánico? Y ¿cómo abandonar un "hijo adoptado" sin sentirse mala?
Culpa anticipada, miedo y lástima, todo revuelto, con altas dosis de amor maternal y deseo sexual en descenso.

Mientras tanto, el espíritu de sacrificio sigue su decorosa marcha; ayuda al por mayor, servicio, donativos y caridad, pese a que la mejoría del varón brilla por su ausencia.

Fuente: Walter Riso: "Los límites del amor. Hasta dónde amarte sin renunciar a lo que soy".

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