El amor que conduce al renunciamiento total y autodestructivo de uno mismo talvez sea una forma injustificada e inútil de suicidio.
The love that leads to the total and self-destructing renouncement of oneself maybe is an unjustified and useless form of suicide.
Otros artículos:
El amor frente a los valores y antivalores.
A veces hay que decir que ya basta.
El amor saludable tiene sus límites.
Necesitamos aprender a amar.
Amar totalmente sin esperar nada? Por favor....
Si suponemos que el amor de pareja no tiene límites, si hacemos de la abnegación una forma de vida, es apenas natural que no sepamos cómo reaccionar ante cualquier situación afectiva que nos hiera o degrade. Una vez pasamos el límite de los principios, devolverse no es tan fácil porque ya estamos enredados en la maraña de sentimientos que hemos fabricado y en los deberes que hemos asumido.
¿Qué se supone que deberíamos hacer cuando la persona que amamos viola nuestros derechos?
Si el costo de amar a nuestra pareja es renunciar a los proyectos de vida en los cuales estamos implicados, ¿habrá que seguir amando?
Y si no podemos dejar de amar, ¿habrá que seguir alimentado el vínculo?
Se me dirá que cualquier relación de pareja requiere de aceptación y que la convivencia afectiva implica renunciar a ciertas cosas.
Vale.
Es apenas obvio que para estar en pareja hay que negociar muchas cosas, sin embargo, el problema surge cuando la supuesta negociación excede los límites de lo razonable, es decir, cuando afecta directamente la valía personal o cuando los "pactos de convivencia" fomentan la destrucción de alguno de los miembros.
El ágape (compasión) también tiene sus contraindicaciones.
Ante un bebé o una persona gravemente incapacitada es natural no esperar nada a cambio. Nadie niega que haya momentos en los que el "yo" pase a un segundo plano, pero si esta ayuda se lleva a cabo de una manera compulsiva, maternal o paternalista, habremos entrado al terrible mundo de la codependencia.
Acoplarse a las exigencias razonables de cualquier relación afectiva, acercarse al otro sin perder la propia esencia, amar sin dejar de quererse a sí mismo, requiere de una revolución personal, de cierta dosis de subversión amorosa que permita cambiar el paradigma tradicional del culto al sacrificio irracional por un nuevo esquema en el que el auto-respeto ocupe el papel central.
¿Amar con reservas? Sí, con la firme convicción de que amarte no implica negociar mis principios.
Donde hay juegos de poder o relaciones de dominancia se necesita la política. Platón definía la política como el arte de vivir en sociedad. El amor de pareja es una comunidad de dos, donde nos asociamos para vivir de acuerdo con unos fines e intereses compartidos.
La regulación de la lucha por el poder en la pareja, que puede ser implícita o explícita, del manejo de los conflictos interpersonales es pura política. Mandar y obedecer, rebelarse y desobedecer, golpes de estado de puertas para adentro: las feministas dicen que lo privado también es política.
¡Cuánta razón tienen!
Fuente: Walter Riso: "Los límites del amor. Hasta dónde amarte sin renunciar a lo que soy".
The love that leads to the total and self-destructing renouncement of oneself maybe is an unjustified and useless form of suicide.
Otros artículos:
El amor frente a los valores y antivalores.
A veces hay que decir que ya basta.
El amor saludable tiene sus límites.
Necesitamos aprender a amar.
Amar totalmente sin esperar nada? Por favor....
Si suponemos que el amor de pareja no tiene límites, si hacemos de la abnegación una forma de vida, es apenas natural que no sepamos cómo reaccionar ante cualquier situación afectiva que nos hiera o degrade. Una vez pasamos el límite de los principios, devolverse no es tan fácil porque ya estamos enredados en la maraña de sentimientos que hemos fabricado y en los deberes que hemos asumido.
¿Qué se supone que deberíamos hacer cuando la persona que amamos viola nuestros derechos?
Si el costo de amar a nuestra pareja es renunciar a los proyectos de vida en los cuales estamos implicados, ¿habrá que seguir amando?
Y si no podemos dejar de amar, ¿habrá que seguir alimentado el vínculo?
Se me dirá que cualquier relación de pareja requiere de aceptación y que la convivencia afectiva implica renunciar a ciertas cosas.
Vale.
Es apenas obvio que para estar en pareja hay que negociar muchas cosas, sin embargo, el problema surge cuando la supuesta negociación excede los límites de lo razonable, es decir, cuando afecta directamente la valía personal o cuando los "pactos de convivencia" fomentan la destrucción de alguno de los miembros.
El ágape (compasión) también tiene sus contraindicaciones.
Ante un bebé o una persona gravemente incapacitada es natural no esperar nada a cambio. Nadie niega que haya momentos en los que el "yo" pase a un segundo plano, pero si esta ayuda se lleva a cabo de una manera compulsiva, maternal o paternalista, habremos entrado al terrible mundo de la codependencia.
Acoplarse a las exigencias razonables de cualquier relación afectiva, acercarse al otro sin perder la propia esencia, amar sin dejar de quererse a sí mismo, requiere de una revolución personal, de cierta dosis de subversión amorosa que permita cambiar el paradigma tradicional del culto al sacrificio irracional por un nuevo esquema en el que el auto-respeto ocupe el papel central.
¿Amar con reservas? Sí, con la firme convicción de que amarte no implica negociar mis principios.
Donde hay juegos de poder o relaciones de dominancia se necesita la política. Platón definía la política como el arte de vivir en sociedad. El amor de pareja es una comunidad de dos, donde nos asociamos para vivir de acuerdo con unos fines e intereses compartidos.
La regulación de la lucha por el poder en la pareja, que puede ser implícita o explícita, del manejo de los conflictos interpersonales es pura política. Mandar y obedecer, rebelarse y desobedecer, golpes de estado de puertas para adentro: las feministas dicen que lo privado también es política.
¡Cuánta razón tienen!
Fuente: Walter Riso: "Los límites del amor. Hasta dónde amarte sin renunciar a lo que soy".
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