Cuando el amor se contamina con la idea del poder sobre la otra persona comienza una espiral de la que es mejor escapar de inmediato.
When the love is contaminated with the idea of the power on the other person a hairspring it begins of the one that is better to escape immediately.
Otros artículos:
El amor saludable tiene sus límites.
Necesitamos aprender a amar.
Amar totalmente sin esperar nada? Por favor....
Amamos con el corazón o con el cerebro?.
Mi novio resulta ser mi hermano.
"¿Por qué no lo deja, señora? ¿Por qué no se salva y escapa a la indiferencia y el maltrato psicológico que la están destruyendo? ¿Por qué sigue ahí, si sabe que él la engaña con otra mujer?"
La respuesta es patética:"No puedo, lo amo".
Si el amor, en cualquiera de sus formas, se nos presenta como la máxima aspiración de vida, no podremos vivir sin él y haremos cualquier cosa para obtenerlo y retenerlo, independiente de los traumas que (nos) pueda ocasionar.
Parecería que todo vale cuando se trata del "milagro del amor", o mejor, nada vale o da lo mismo, porque se supone que no hay amor auténtico sin dimisión absoluta. Amor "estoico", dispuesto a todo, cuanto más insensato, mejor.
Amor en cantidades apabullantes, desmedido; ahogarnos en él hasta perder el sentido de la proporción y de la propia vida. ¿Acaso no se trata de eso? ¿Acaso el amor no es "lo más sustancial"?, gritan a los cuatro vientos los enamorados del amor.
Pues no: el culto al sacrificio sentimental ilimitado es una epidemia que aniquila vidas y al cual nos sometemos inexplicable y embelesadamente como ovejas al matadero. La siguiente frase de Francis Bacon resume esa sensación cuasimística que embarga a los que han sufrido el flechazo: "La naturaleza del amor implica ser rehén del destino".
Una de mis pacientes decidió hacer una huelga de hambre porque su marido no la dejaba tener amigas ni salir con ellas. No apareció en los periódicos y ni siquiera trascendió al barrio, sólo tuvo repercusión en la familia y en la curia.
Intervinieron para hacerla cambiar de opinión los suegros, una prima que "sabe mucho de astrología", el cura, el médico de cabecera y, sobre todo, su mamá, la más indignada por la actitud poco "responsable de su hija". Por mi parte, me limité a cumplir el papel de intermediario y vocero de sus reivindicaciones. El marido, cuando se dio cuenta de que la cosa iba en serio, no tuvo más remedio que acceder a los pedidos de su mujer.
¿Qué defendía mi paciente? El derecho a la libre asociación. Cuando en una ocasión le pregunté si no era mejor hablar con él en vez de armar semejante ajetreo, me contestó:"Nunca me escucha, ni me toma en serio...
Incluso pensó que era una pataleta mía y que rápidamente se me iba a pasar... En realidad, yo lo quiero mucho, pero esta vez me cansé...".Volví a preguntarle: "¿Y no le parece poco alentador tener que hacer una huelga de hambre para que él acepte que usted es una persona libre y autónoma?"
Su respuesta no se hizo esperar: "Puede que usted tenga razón, pero todo este lío produjo en mí un cambio interesante... Las relaciones de poder, como usted las llama, se equilibraron, las próximas discusiones no van a ser iguales... La esclava se rebeló y mostró las debilidades del amo. Si no lo quisiera, ya lo hubiera mandado a la porra, pero así somos las mujeres, nos gusta perdonar. Le estoy dando una nueva oportunidad a la relación. Hay una historia y no todo es malo... No sé, prefiero ver qué pasa.
Pero le voy a confesar algo: si la relación no mejora, me di cuenta de que soy capaz de terminar con él sin una pizca de remordimiento. Él lo leyó en mis ojos cuando me pidió que hiciéramos las paces y le contesté que lo amaba, pero que el sentimiento no era suficiente para tener una vida decorosa.
Independientemente de que estemos o no de acuerdo con el método que utilizó mi paciente o incluso si discrepamos con la idea de mantener un tipo de relación así ("Si necesitas hacer una huelga de hambre para vivir dignamente con tu pareja, es mejor separarte de una vez"), debo confesar que algunas reminiscencias de los años sesenta y setenta produjeron en mí una fuerte simpatía por la causa de la mujer.
Una actitud de choque como ésta trae sus ventajas: el poderoso se baja del pedestal, se reafirma el yo, se pierde el miedo a la autoridad (después de decir "no" a los suegros, la madre, el cura, los hijos y el médico, la fortaleza crece como espuma), se bloquea el abuso del poder y se crean lazos más democráticos. Además, permite reevaluar los sentimientos y ayuda a poner un límite a la relación. Cuando alguien agobiado por la presión del otro y limitado en sus libertades básicas dice sinceramente: "Me cansé", hay que prepararse, porque ha empezado la transformación, un nuevo ser está en marcha.
Autor: Walter Riso: "Los límites del amor. Hasta dónde amarte sin renunciar a lo que soy"
When the love is contaminated with the idea of the power on the other person a hairspring it begins of the one that is better to escape immediately.
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El amor saludable tiene sus límites.
Necesitamos aprender a amar.
Amar totalmente sin esperar nada? Por favor....
Amamos con el corazón o con el cerebro?.
Mi novio resulta ser mi hermano.
"¿Por qué no lo deja, señora? ¿Por qué no se salva y escapa a la indiferencia y el maltrato psicológico que la están destruyendo? ¿Por qué sigue ahí, si sabe que él la engaña con otra mujer?"
La respuesta es patética:"No puedo, lo amo".
Si el amor, en cualquiera de sus formas, se nos presenta como la máxima aspiración de vida, no podremos vivir sin él y haremos cualquier cosa para obtenerlo y retenerlo, independiente de los traumas que (nos) pueda ocasionar.
Parecería que todo vale cuando se trata del "milagro del amor", o mejor, nada vale o da lo mismo, porque se supone que no hay amor auténtico sin dimisión absoluta. Amor "estoico", dispuesto a todo, cuanto más insensato, mejor.
Amor en cantidades apabullantes, desmedido; ahogarnos en él hasta perder el sentido de la proporción y de la propia vida. ¿Acaso no se trata de eso? ¿Acaso el amor no es "lo más sustancial"?, gritan a los cuatro vientos los enamorados del amor.
Pues no: el culto al sacrificio sentimental ilimitado es una epidemia que aniquila vidas y al cual nos sometemos inexplicable y embelesadamente como ovejas al matadero. La siguiente frase de Francis Bacon resume esa sensación cuasimística que embarga a los que han sufrido el flechazo: "La naturaleza del amor implica ser rehén del destino".
Una de mis pacientes decidió hacer una huelga de hambre porque su marido no la dejaba tener amigas ni salir con ellas. No apareció en los periódicos y ni siquiera trascendió al barrio, sólo tuvo repercusión en la familia y en la curia.
Intervinieron para hacerla cambiar de opinión los suegros, una prima que "sabe mucho de astrología", el cura, el médico de cabecera y, sobre todo, su mamá, la más indignada por la actitud poco "responsable de su hija". Por mi parte, me limité a cumplir el papel de intermediario y vocero de sus reivindicaciones. El marido, cuando se dio cuenta de que la cosa iba en serio, no tuvo más remedio que acceder a los pedidos de su mujer.
¿Qué defendía mi paciente? El derecho a la libre asociación. Cuando en una ocasión le pregunté si no era mejor hablar con él en vez de armar semejante ajetreo, me contestó:"Nunca me escucha, ni me toma en serio...
Incluso pensó que era una pataleta mía y que rápidamente se me iba a pasar... En realidad, yo lo quiero mucho, pero esta vez me cansé...".Volví a preguntarle: "¿Y no le parece poco alentador tener que hacer una huelga de hambre para que él acepte que usted es una persona libre y autónoma?"
Su respuesta no se hizo esperar: "Puede que usted tenga razón, pero todo este lío produjo en mí un cambio interesante... Las relaciones de poder, como usted las llama, se equilibraron, las próximas discusiones no van a ser iguales... La esclava se rebeló y mostró las debilidades del amo. Si no lo quisiera, ya lo hubiera mandado a la porra, pero así somos las mujeres, nos gusta perdonar. Le estoy dando una nueva oportunidad a la relación. Hay una historia y no todo es malo... No sé, prefiero ver qué pasa.
Pero le voy a confesar algo: si la relación no mejora, me di cuenta de que soy capaz de terminar con él sin una pizca de remordimiento. Él lo leyó en mis ojos cuando me pidió que hiciéramos las paces y le contesté que lo amaba, pero que el sentimiento no era suficiente para tener una vida decorosa.
Independientemente de que estemos o no de acuerdo con el método que utilizó mi paciente o incluso si discrepamos con la idea de mantener un tipo de relación así ("Si necesitas hacer una huelga de hambre para vivir dignamente con tu pareja, es mejor separarte de una vez"), debo confesar que algunas reminiscencias de los años sesenta y setenta produjeron en mí una fuerte simpatía por la causa de la mujer.
Una actitud de choque como ésta trae sus ventajas: el poderoso se baja del pedestal, se reafirma el yo, se pierde el miedo a la autoridad (después de decir "no" a los suegros, la madre, el cura, los hijos y el médico, la fortaleza crece como espuma), se bloquea el abuso del poder y se crean lazos más democráticos. Además, permite reevaluar los sentimientos y ayuda a poner un límite a la relación. Cuando alguien agobiado por la presión del otro y limitado en sus libertades básicas dice sinceramente: "Me cansé", hay que prepararse, porque ha empezado la transformación, un nuevo ser está en marcha.
Autor: Walter Riso: "Los límites del amor. Hasta dónde amarte sin renunciar a lo que soy"
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