Una obra de gran alcance que aborda el tema del destino del ser humano y
sus ansias por lograr una realidad que se asemeje al mundo ideal infinitamente
bello.
Al igual que los grandes poemas clásicos, “El Paraíso perdido” está
escrito en versos libres, llamados heroicos por ser los tradicionalmente usados
en la poesía épica. Este vasto poema coincide con sus antecesores con el
carácter eminentemente épico de su desarrollo; sin embargo, las implicaciones
religiosas y las consideraciones morales y filosóficas en el poema de Milton
son mucho más complejas que las de sus modelos. Por esta razón “El Paraíso
perdido” se puede clasificar como una obra épico-religiosa.
Milton fue educado en la
Universidad de Cambridge dentro de la fe anglicana, pero
posteriormente se convirtió al puritanismo, tanto en el sentido religioso como
en el político. Durante la revolución de Cromwell escribió un panfleto político
sobro el mal gobierno del rey, esto le valió el ocupar el cargo de secretario
de Latín (lengua diplomática de la época), el cual ocupó hasta La Restauración. Su
prestigio literario y la labor de amistades influyentes impidieron que fuera
encarcelado o ejecutado cuando se restableció la Monarquía, y se le puso
en libertad después de pagar una multa. Por otra parte, su ceguera, sus
problemas financieros y familiares se consideraron como una especie de castigo
divino.
Milton escribió a lo largo de su vida numerosas obras en verso y en
prosa, en latín y en inglés, de igual manera que tuvo una intensa vida politice
y religiosa. Abogó por la reforma eclesiástica anglicana y escribió artículos y
panfletos sobre los problemas administrativos y sociales de la monarquía;
asimismo escribió un conjunto de artículos sobre el divorcio, una gramática latina,
un diccionario de latín y dos trabajos históricos: “Historia de Gran Bretaña” y
“Breve historia de Moscovia”.
Historia, filosofía, religión, gramática, política, todos estos temas
fueron tratados extensivamente por Milton, pero no cabe duda que su gloria
fundamental se debe a su vasto poema “El Paraíso perdido”. Quizás porque en él
su autor logró reunir sus preocupaciones filosóficas con sus conocimientos
religiosos y su habilidad literaria.
Esta vasta epopeya trata sobre la desobediencia de Adán y Eva y sus
ulteriores consecuencias, y está escrita (a la manera clásica) en doce libros.
Al inicio se expone sucintamente el argumento de toda la obra: la caída
del hombre en el pecado y la pérdida del paraíso. Después se habla de la causa
de la desgracia humana: la
Serpiente, Satán, que anteriormente hubo de rebelarse contra
su creador, Dios, en compañía de los otros ángeles. Por esta razón todos estos
rebeldes fueron arrojados al Infierno, un lugar oscuro llamado Caos. Después de
un momento de confusión, Satán se recupera y reúne sus legiones prometiéndoles
recuperar el cielo del que fueron arrojados, les habla también de que ha sido
creado un nuevo mundo y una nueva criatura de la que las profecías dicen que
será aun más excelsa que los ángeles.
Satán decide destruir ese nuevo mundo y sus criaturas. Abandona su
reino, y cruzando las esferas y loa abismos, llega al Paraíso donde, en forma
de serpiente, persuade a Eva para que coma del fruto del árbol de la Sabiduría.
Uno de los aspectos originales en la concepción de Milton es que Adán no
come del fruto prohibido por curiosidad, o por deseo de saber, sino porque,
viendo perdida a Eva decide, lleno de amor, acompañarla en su suerte. La
declaración de amor de Adán en este episodio es de una hermosura jamás superada
en literatura. En medio de su desgracia Adán y Eva se consuelan con la idea de
que su estirpe será redimida, y deciden vivir para la oración y el
arrepentimiento.
El Hijo de Dios presenta al Padre las oraciones de Adán y Eva. Éste las
acepta, pero ordena que éstos sean expulsados del Paraíso. Miguel es enviado a
cumplir la orden. Antes de partir, Adán es llevado a una colina en la cual
Miguel le muestra en una visión lo que habrá de ocurrir hasta el fin de los
tiempos. La visión de la futura redención de la humanidad por el Hijo, y de su
segunda venida para el Juicio, consuela a Adán, éste baja de la colina, y
acompañado de Eva, abandona el Paraíso.
Del cristianismo católico Milton rechaza la existencia del Purgatorio,
la autoridad papal, la
Trinidad, los sacramentos y otros elementos. Igualmente se
aparta de la iglesia anglicana, puesto que no acata la autoridad eclesiástica,
ni la imposición de un culto externo. Finalmente, disiente de los puritanos,
pues tampoco acepta la teoría de la predestinación. El hombre de Milton (Adán)
es libre y escoge su condenación.
La teología de Milton forma casi una religión aparte; su disposición del
Cielo y el Infierno, la relación entre el Padre y el Hijo, y su concepción de
Satán dieron lugar a interpretaciones heterodoxas, así como a acerbas críticas
provenientes de las diversas religiones cristianas. Esta circunstancia inspiró
a Blake su poema “Milton”, en el que el poeta desciende del cielo para explicar
su obra.
Desde el punto de vista formal también se le ha tratado duramente. Ezra
Pound acusa a Milton de forzar la sintaxis inglesa en los moldes de la sintaxis
latina, ya que a veces escribe como si el inglés tuviera declinaciones. En un
ensayo de 1936, T. S. Eliot, lo incrimina de apartarse del lenguaje coloquial para
utilizar una lengua enrarecida y estereotipada. Sin embargo, otros críticos han
defendido la causa de Milton, y hasta el propio Eliot reconoció posteriormente
(1947) que el gran poeta fue capaz de crear con sus versos unidades musicales
superiores a las de cualquier otro poeta moderno. Eliot rectifica su opinión
anterior y considera que el verso miltoniano “podría evitar (al idioma inglés)
la sumisión a la lengua hablada y a la lengua corriente”.
La intensa labor política y literaria anterior a sus obras magnas le
hubiera granjeado a Milton un lugar en la historia de la política y la religión
de su país; pero son sus “Paraíso recobrado”; “Sansón agonista”, y
especialmente su “Paraíso perdido” las que le han obtenido una mayor y merecida
fama.
DF.
Fuente: Icarito. Editorial Andina. Santiago. 1987.
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