miércoles, 1 de agosto de 2012

Rayuela – Cortázar

Una novela que combina elementos diversos y a veces contradictorios en una mezcla de complejidad que sin embargo el narrador domina magistralmente cual ninguno.

Julio Cortázar nació en Bruselas, en 1914. Vivió en Buenos Aires hasta 1952, año en que se trasladó a Paris. Es muy notable que un autor nacido en otro país y que en la práctica se haya comportado como un exiliado permanente, se distinga, entre otras cosas, por ser un típico creador de su tierra, Argentina.
Julio Cortázar es, sin lugar a dudas, uno de los grandes escritores de América Latina. Esto está determinado por su portentosa imaginación, la riqueza de su visión de la realidad y la contradictoria, pero indiscutible belleza de su estilo literario. Después de un fallido intento en el campo de la poesía (1941) publicó un libro de diálogos sobre el tema del minotauro (“Los reyes”, 1949), dedicándose posteriormente al cuento, género en el que logró destacarse, “Bestiario” (1951); “Final del juego” (1956); “Las armas secretas” (1959); “Historias de cronopios y de famas” (1962); “Todos los fuegos el fuego” (1969).
Su primera novela “Los premios” es su primer intento de buscar una forma de expresión apropiada a su personalidad. Pero no es hasta la aparición de “Rayuela” (1963), que Cortázar alcanza su plena madurez. Desde su aparición, esta obra despertó las más diversas polémicas en los círculos intelectuales. “Rayuela” es, sobre todo, muy importante desde el punto de vista formal, y presenta un contenido de múltiples connotaciones, expresados a través de un estilo originalísimo y de indiscutible calidad. Su estilo se caracteriza por las múltiples sugerencias e ironías que el autor consigue a través de imágenes poéticas reflexivas insertadas a lo largo de todo el libro.
La expresión en esta novela resulta desgarradora, incluso, desde el propio lenguaje utilizado por su autor. Hay, además, una filosofía muy peculiar del tiempo y su interpretación humana. Este resulta triturado por Cortázar, que se ha caracterizado como un escritor negador del tiempo y buscador de la eternidad. En esta ruptura con el tiempo, a veces frenética y obsesiva, Cortázar rompe también con los convencionalismos literarios, pero más que como un novelista, como un auténtico poeta.
Rayuela es lo que podría llamarse una típica “nueva” novela o novela “revolucionaria”, es por esto mismo que contiene lo bueno y lo malo que suele siempre encontrarse en lo novedoso.
El propio Cortázar la define como una “contranovela” y parece ser cierto, pues, en efecto, la complicación domina en casi todos sus capítulos. Cortázar explica que este libro es “muchos libros” a la vez, pero sobre todo, “dos libros’, cuyos capítulos, según el propio autor, no es necesario leerlos en el orden de sucesión en la obra. El juego de la “rayuela” (que es lo que da titulo a este libro) y que consiste en un trazado de rayas sobre el suelo, sobre el que se salta en un solo pie y siguiendo reglas especificas, es la base de los procedimientos técnicos utilizados en esta novela. Este juego infantil es ligeramente complicado porque sugiere los enigmas de un laberinto y extrañas posibilidades de relación entre en un sitio y otro de la rayuela. Precisamente, lo que Cortázar intenta brindar es la complejidad de la vida contemporánea a través de la estructura, que sugiere. Además de todas las complicaciones de la teoría y de la práctica, este libro es un inteligente juego literario, cuyo dominio exige una mayor participación del lector.
De la trama de esta novela puede decirse que es de un desarrollo confuso, ya que está, en cierta medida, relacionada con los experimentos formales aparecidos en “Ulises”, la novela de James Joyce.
En el París de “Rayuela” hay un grupo de hombres y mujeres (sin duda constituyen símbolos) que forman un club llamado “de la Serpiente”. Pero los personajes más importantes de esta parte de la novela son Horacio Oliveira —protagonista del libro—, la Maga o Lucía, Gregorovius y un anciano escritor fatalmente accidentado. En Buenos Aires, que es el otro espacio social en donde se desarrolla esta novela, aparece nuevamente Horacio Oliveira, acompañado esta vez por Talita, un personaje que fue (es) su amor. Aunque ella, de un modo casi alucinante, viene a ser la continuación de la Maga parisina, o hasta quizás la esencia desnuda de aquella otra mujer. Talita es, además, el pasado de Horacio Oliveira, lo que parece desprenderse de este reencuentro utilizado por Cortázar es la condena de su personaje principal a la frustración en el amor, porque la Maga ya no existe en este punto de la novela. Hay que anotar que Talita es la esposa de uno de los viejos amigos de Horacio.
“Rayuela” puede considerarse como un difícil ejercicio en la aventura de leer. Es posible que un lector no muy aplicado pueda sentirse frustrado después de terminar esta compleja novela. Hay, a todo lo largo del libro, un incontenible barroquismo moderno, difíciles formas expresivas que se manifiestan a través de acciones desdibujadas, así como una especial disposición de materiales que aumenta considerablemente la dificultad para la cabal comprensión de sus proposiciones formales y conceptuales.
Hay quienes estiman que sólo la primera parte de esta novela puede leerse con calma y sin sorpresas drásticas. Esta sección está configurada realmente en un lenguaje de alto vuelo poético, y está centrada en el amor, la amistad, la nostalgia y el exilio parisino de la mayoría de los personajes. A pesar de todo se estima que la obra entera de Julio Cortázar ofrece una alternativa de solución al problema del nacionalismo. Sus ficciones —“Rayuela” incluida, por supuesto— recogen las contradicciones del hombre americano actual, colocándolo en un plano universal. Es decir, consigue hacer de los conflictos de Latinoamérica y específicamente de los de la Argentina, los problemas del hombre.
Julio Cortázar es un autor difícil y sencillo al mismo tiempo. Con cierta frecuencia su posición ideológica oscila entre lo frágil y lo fuerte. Su mayor mérito es el integrar el realismo con la fantasía, la ironía con la imaginación para brindar una visión dramática y trágica del hombre moderno.
ELC.

Fuente: Icarito. Editorial Andina. Santiago. 1987.

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