viernes, 20 de julio de 2012

Martín Fierro – Hernández

 
Una mirada a los rasgos y cualidades de esta obra que retrata con acierto las características del medio y personaje que simboliza al gaucho argentino.

Cuando en 1872, José Hernández (1834-1886) concluye la primera parte de su poema gauchesco Martín Fierro, este tipo de poesía estaba más que preparada para dar sus grandes frutos literarios, ya que a la vez el gaucho, en su aspecto social y desde la mirilla gubernamental, pasa a ser visto como elemento de anarquía y desorden. El gaucho no encajaba en una nueva organización social que combatía al caudillismo; se le separa de sus usuales tareas rurales para enviarlo a combatir en las múltiples guerras intestinas que se producen en el país y es trasladado a las fronteras para impedir el avance del indio.
Desde sus editoriales del periódico “Río de la Plata”, José Hernández se enfrenta a la política que encabeza Domingo Faustino Sarmiento y que opone el gaucho contra el indio; juego táctico que permite al gobierno acabar con los dos elementos negativos a la nueva política de emigración europea que se pretendía.
Martín Fierro, culminación del género, retoma los temas que Hernández había tratado desde el ámbito periodístico, además de servirse de una tradición ya comenzada por Bartolomé Hidalgo (1788-1822) continuada luego por Hilario Ascasubi (1807-
1875), Estanislao del Campo (1834-1888), y el uruguayo Antonio Lussich (1848-1928).
La poesía gauchesca no es creación de los propios gauchos, sino de autores que aprovechan las formas del canto popular (formas métricas octosilábicas) y su conocimiento de las características de la vida rural para utilizar dichas posibilidades como medio, sobre todo, de propaganda política. Así, lo que entendemos por poesía gauchesca no será la poesía de estos hombres de la pampa, sino una tradición elaborada artísticamente por poetas cultos que simpatizaban con el pueblo o se dirigían a él, procurando hablarle en una lengua que le era familiar. Esta poesía coloca al protagonista en una situación de diálogo o de relación. La temática, desde Hidalgo hasta Hernández, se destaca por su contenido político que comenzará con la transformación del gaucho en soldado de las guerras de independencia y partidarista de las guerras internas, y concluirá mostrando su fin ante el advenimiento de un nuevo orden social donde el gaucho se convierte en el “malevo”, debido al acoso de un gobierno injusto y a la lucha con un medio hostil.
El argumento de Martín Fierro se inicia cuando el personaje central toma su guitarra y entona:

Aquí me pongo a cantar
al compás de la vigüela,
que el hombre que lo desvela
una pena extraordinaria
como el ave solitaria,
con el cantar se consuela.

Este personaje irá narrando la historia de su desventura que da comienzo en una “pulpería” cuando el ejército lo arranca de su hogar feliz y de su “pago” sepultándole en uno de los fortines de la frontera con los indios. Durante su ausencia —llena de peligros y sufrimientos— su familia se ha dispersado. Martín jura vengarse y se transforma en “gaucho malo” que frecuenta pulperías, se embriaga, se mete en peleas y mata, una especie de destino cruel lo persigue, y por ello desafía al mundo desenvainando su cuchillo. Aquí, de manera inconsciente, aflora en éste la protesta contra su condición desintegrada de la nueva sociedad. Cuando perseguido por la “partida” se le acorrala en un pajonal, salta a su defensa el sargento Cruz quien, de ahora en adelante, será amigo inseparable de Fierro. Como en buenos ejemplos de la épica clásica, la amistad es en esta obra un sentimiento fundamental. La historia de Cruz, relatada a continuación, es un destino paralelo al de Martín Fierro. Ambos deciden escapar a tierra de indios y protegerse allí de la injusta civilización que les persigue.
La segunda parte relata la vida de Cruz y de Fierro entre la indiada. Aquí se describen las costumbres de estos pueblos. Cruz muere a consecuencia de una epidemia, y Fierro, luego de matar a un indio en defensa de una cautiva blanca, escapa con ésta a la civilización. Tras breves peripecias Fierro halla a sus dos hijos y éstos cuentan sus respectivas historias. El relato del menor de los hijos de Fierro bajo la tutela del viejo Vizcacha, unido a los consejos de éste al joven Fierro, constituye uno de los grandes aciertos literarios de Hernández, permitiendo incluir esta porción del poema dentro de la mejor línea de la tradición picaresca hispana contemporánea. Un nuevo personaje, Picardía —hijo de Cruz— hace su aparición y también deja escuchar su historia. En este punto del relato, la narración se interrumpe cuando un moreno cantor desafía a Martín Fierro a una “payada” de contrapunto con la intención de provocarle y vengar la muerte de su hermano, un negro que matara Fierro con anterioridad. A pesar de la provocación, Fierro evita el duelo y todos se retiran. Tras paternales consejos a sus hijos y a Picardía, y luego de cambiar de nombre, Fierro decide que todos deben desaparecer por los cuatro puntos cardinales.
Con su obra, José Hernández logra la identificación emocional con el mundo del gaucho. El personaje central cobra vida y se independiza, llegando a convertirse en ejemplo de poeta individual que se suma a la poesía popular. La denuncia de Hernández es directa: ataca la ley de conscripción del gaucho y las “levas” para conducirlo a la frontera; la facilidad con que se priva a un hombre de su libertad; la protesta del individuo que deserta de su civilización porque en ella no encuentra lugar. Aunque en la segunda parte Fierro reaparece algo conciliador con el europeísmo de la política argentina del momento.
La pampa que se observa en la obra refleja más bien características psicológicas y estados de ánimo, como en su modo peculiar de contemplación del cielo. El “Martín Fierro”, poema máximo del género gauchesco, asume así la voz del gaucho para inmortalizar las desventuras, previas a su extinción dentro de la nueva configuración social, y es, por sus características literarias, fruto distintivo de la escuela romántica hispanoamericana.
OB.

Fuente: Icarito. Editorial Andina. Santiago. 1987.

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